Siendo Humana

Capítulo 1

El alga es más verde del otro lado

Al fin había llegado ese día tan esperado para ella. El día en el que subiría al mundo de los humanos. Nadó emocionada hasta el lugar en donde encontraría a su padre para comenzar su transformación.

Desde pequeña había estado obsesionada con esa civilización tan diferente a la suya. Casi a diario nadaba hasta la superficie, y escondida tras unas rocas observaba a esos curiosos seres que andaban en dos piernas. Caminaban, esa era la palabra.

Los había estudiado por años, leía todos los libros que encontraba en su biblioteca submarina que hablasen sobre ellos. Había aprendido mucho sobre sus costumbres, creencias y avances tecnológicos, por lo que no podía esperar a poner a pruebas sus conocimientos.

Era una tradición para todos los tritones y sirenas subir una vez en sus vidas al mundo terrestre. Cuando cumplían la mayoría de edad se les era concedido un año en ese lugar más allá de la superficie.

Su cumpleaños número 25 no había podido llegar más pronto.

xoxo

Inoichi se movió impasible en su trono. No todos los días se veía al Rey del Océano preocupado, pero no todos los días su única hija dejaría su lado.

El tritón tenía un mal presentimiento sobre la partida de su pequeña y adorada hija. Normalmente, todos los de su especie regresaban un par de semanas después de convivir con los humanos. Volvían porque ese mundo les horrorizaba, porque esa susodicha civilización no era para nada civilizada. Hambre, esclavitud, sufrimiento, muerte infantil eran pocos de los tantos problemas que azotaban a esa raza.

La raíz erradicaba en la naturaleza engañosa de los humanos. Las criaturas del mar no poseían esa cualidad ya que su comunicación era telepática. El agua no conducía los sonidos como el aire y su especie había desarrollado la comunicación mental. No había cabida para pensamientos impuros o mentiras, ya que la mente de todos los tritones y sirenas estaban conectadas.

De todas las sirenas su hija era la más pura e inocente. Temía por ella. Ino soñaba e idealizaba el mundo exterior, y él no podría prepararla para la decepción que éste le traería cuando lo conociera. Lo mejor que podía hacer era aconsejarla.

—Sí papá, tendré cuidado de las máquinas movilizadas en las calles y no caminaré sola de noche — repitió ella parte del sermón que ya había escuchado un millón de veces.

No podía creer que un mundo tan maravilloso pudiera ser malo, pero igual escuchaba las precauciones de su padre.

—Hay una cosa más que no te he dicho, Ino — en ese momento Inoichi deseó que la madre de Ino estuviese con ellos, ella sabría cómo explicar ese tema mucho mejor — Ten cuidado de los hombres.

—Sí, no hablaré con extraños — aunque todo el mundo sería un extraño para ella, ¿no? ¡Al menos con alguien tendría que hablar!

—No me refiero a eso — su padre se veía incómodo, pero ni con su conexión mental podía discernir por qué —Las relaciones entre hombres y mujeres no son como las de tritones y sirenas, ten eso presente cariño.

Ino asintió pero no prestó mucha atención a sus palabras, enamorarse de un humano no estaba en sus planes. Sí, cuando ella los veía les parecían muy guapos pero sabía que nunca podría funcionar. Ella eventualmente tendría que volver al Mar y encontrar al tritón con quien pasaría el resto de su vida.

Además estaría muy ocupada explorando las ciudades y pueblos de la Tierra como para entretenerse con un chico humano.

Su padre la abrazó y le pidió que se cuidase y que sí podía mantenerse en contacto que lo hiciese. Ino sabía que podría regresar en cualquier momento que desease, pero ella quería aprovechar cada segundo de su año en el mundo exterior.

Con un ligero movimiento de su tridente Inoichi comenzó la transformación de su hija.

Un remolino de magia dorada envolvió su figura y con suavidad la subió hasta la superficie. Era un espectáculo hermoso de observar pero doloroso de experimentar. Se sentía como un cuchillo desgarrando la carne de su aleta y dividiéndola en dos. El proceso fue demasiado para la sirena, quien jamás había sufrido un minuto de su vida, y se desmayó antes de llegar a la superficie.

xoxo

La tarde había sido excelente para surfear. Era inusual en esa época del año, pero el mar había estado inquieto y muchas olas se habían formado. Mas el fenómeno ya había cesado y era hora de volver a la playa.

Había esperado por veinte minutos a que el oleaje readquiriese su intensidad, pero estaba cayendo el atardecer y el mar se había calmado. Acostado boca abajo sobre la tabla remó con sus brazos, dirigido al sitio en la blanca arena donde había dejado sus pertenencias hasta que algo a unos metros a la derecha del sitio llamó su atención.

A medida que se acercaba sus sospechas sobre que el objeto era un cuerpo humano se confirman. Por Kami, ¡¿que iba a hacer sí encontraba un cadáver?!

Enterró su tabla en la arena y corrió hasta la inmóvil figura de una chica. Por favor que no esté muerta, rogó. Se quedó sin aliento cuando la vio de cerca. Era la mujer más hermosa que jamás había visto: su piel de porcelana brillaba con el sol que se escondía en el horizonte, su largo cabello platino caía sobre su hombro y la cubría hasta sus muslos donde se arremolinaba en su regazo, sus labios rosados entreabiertos eran carnosos, su nariz pequeña. Más que nunca deseó que estuviese viva.

Se arrodilló junto a ella y la sacudió por los hombros. Llevaba 10 años surfeando y no sabía ni lo básico de primeros auxilios. Quizás eso funcionaría.

¡Había resultado! La chica estaba tosiendo. ¡No estaba muerta!

Había tragado agua y ahora tosía para sacarla de adentro y no ahogarse. Un segundo... ¡Había tragado agua! Eso quería decir que... ¡Era humana!

Abrió los ojos emocionada, quería examinar todo a su alrededor y se llevó una sorpresa cuando lo primero que vio fue un brillante par de ojos azules. Azul como el cielo, no verdosos como el mar como los suyos propios.

Su corazón se aceleró al echarle un mejor vistazo al portador de esas gemas. Tenía cabello dorado que estaba medio mojado y caía desordenado, su piel era blanca pero bastante bronceada, sus mejillas tenían unas curiosas rayas que asemejaban bigotes animales.

Pero a pesar de eso no era un zorro, ni un gato... Era un humano. ¡El primer humano que veía de cerca! Y uno muy guapo.

—¿Estás bien? — preguntó el humano, su voz era un sonido grave. Que curioso, era la primera vez que escuchaba a uno a hablar. Mejor darle una respuesta.

No lo hubiese creído posible pero la chica se volvió cien veces más hermosa cuando sus ojos verde azulados se abrieron de par en par. Su belleza aumentó cuando le había sonreído: sus dientes perlados estaban perfectamente alineados y adornaban su rostro de una manera muy bonita.

La desconocida lo estaba mirando intensamente a los ojos, y Naruto no entendía el por qué.

—¡Ah! No puedes hablar, ¿es eso? — trató de adivinar.

¡Tonta! Se reprimió, los humanos no usan telepatía. Oh, estaba nerviosa. Nunca había hecho uso de su voz, en clase había aprendido a cómo utilizar su garganta para hablar pero nunca lo había puesto en práctica.

—Hola— dijo tentativamente, ¡no había estado tan mal!

Todo lo que dice la mitología sobre el canto de las sirenas y de cómo éste lleva a la perdición a los desprevenidos pescadores era cierto, su cantar es del más dulce e hipnotizante de los sonidos. Pero claro que Naruto no tenía idea que la mujer frente suyo fuese una sirena, hasta donde él sabía esas criaturas no existían. Lo que sí sabía es que jamás había escuchado una voz tan exquisita como la de esa rubia, necesitaba escucharla hablar más.

—Hola, soy Naruto Uzumaki. ¿Cómo te llamas?

—Ino — debajo del mar no había necesidad para apellidos, después pensaría en alguno.

—¿Estás perdida?

—Sí — la verdad no tenía idea de donde había parado.

—Estás en Konoha, ¿naufragaste? — Naruto prosiguió a mirar hacia el mar, en busca de alguna embarcación u otras personas. Con lo fuerte que había estado la marea podría haber ocurrido un accidente.

La chica negó con la cabeza.

—No recuerdo como he llegado aquí—su padre no había mencionado a donde la enviaría.

—¿Puedes caminar?

—No, sólo puedo nadar — a Naruto le pareció una extraña respuesta mas no tan extraña como el repentino cambio de expresión de Ino. Sus ojos se ensancharon y sus cejas saltaron hacia arriba. —Espera, ¡sí puedo! ¡Tengo piernas!

Instintivamente Naruto miró hacia dichas extremidades. Vaya y que piernas que tenía.

—¡Tengo piernas! Ayúdame a levantarme — ordenó, olvidando sus modales por la emoción. Naruto le tendió una mano pero ella la ignoró sin querer, su atención ahora centrada en sus piernas. Las miraba como sí no las hubiera visto jamás.

De pronto la rubia comenzó a patalear, sus talones golpeando la arena suavemente a medida que sus piernas subían y bajaban enérgicamente. Pronto el movimiento sacudió su cabello que cayó hacia un lado. Naruto casi tiene una hemorragia nasal cuando su cuerpo quedó revelado ante sus ojos. Estaba totalmente desnuda. Bueno casi desnuda. Un pequeño sostén que parecía hecho de conchas de mar cubría sus senos. Los que eran enormes, cabía mencionar.

Trató de desviar su atención del escultural cuerpo, pero Ino comenzó a estirar sus piernas en ese momento. Luego levantó una en el aire y la acarició, después la otra, bajó ambas colocándolas sobre la arena y las abrió como sí estuviese haciendo un split. ¡Ninguna mujer sin ropa interior debía tener permitido hacer esos movimientos!

—¡Tengo piernas humanas! — exclamó una vez más.

—Sí, sí y muy bonitas — replicó algo mortificado, era difícil quitar su atención de esas piernas sí ella las seguía mencionando.

—¡Claro que son bonitas, humano! Mi aleta era la más hermosa de todo el reino, obvio que mis piernas también lo serían — Ino era una princesa, por eso sonaba prepotente muchas veces. Pero no había mentido, su aleta era de un hermoso color violeta que destellaba tornasol cuando la luz solar atravesaba el agua del océano.

Ahora tenía piernas largas y torneadas, sus pies eran pequeños y delgados y tenía diez curiosos deditos. Subió sus piernas una vez más para contemplarlas contra la luz del sol cayente.

—Oye, no hagas eso, ttebayo — le pidió después de haber disfrutado de la tentadora imagen que ella proveía. —No te muevas.

Salió corriendo en busca de su toalla y otras pertenencias. Tenía un par de pantalones cortos secos que le podría prestar.

Ino no habría podido moverse aunque quisiera, ese asunto de caminar era más difícil de lo que parecía. Ni siquiera podía levantarse.

Naruto regresó con una mochila colgada al hombro. Se secaba el cabello con su toalla.

—¿Qué es 'ttebayo? — Naruto sonrió nervioso, Ino pensó que parecía un zorrito.

—Es algo que digo — explicó rascándose la nuca —No es gramática apropiada.

—Ah, de donde vengo no inventamos palabras — Naruto le extendió un par de pantalones.

—¿De donde eres? — preguntó con curiosidad. La chica hablaba su idioma muy fluido, pero que fuese extranjera explicaría porque actuaba tan peculiarmente.

Ino miró a el océano frente a ellos. Una de las reglas más importantes de este viaje a la superficie era nunca revelar su procedencia.

'Los humanos no son de fiar, y sí alguna vez descubren a nuestra especie no dudarían en acabar con ella' palabras de su padre.

— Más allá del mar — respondió enigmáticamente. Naruto no insistió ya que sus bonitos ojos se llenaron de nostalgia.

— ¿Tienes a dónde ir? — pronto se oscurecería y no era seguro para una chica como ella estar sola.

—No, no tengo la menor idea — había esperado tanto tiempo por esta ocasión y no había planeado ningún detalle de su viaje.

Se terminó de subir los pantalones que Naruto le había ofrecido, pero le quedaban enorme. No que Naruto fuese gordo, pero era muy fornido.

—Tiene un cordón para que lo ajustes — explicó señalando la banda elástica de la cintura.

Ino agarró el cordón de un extremo y lo jaló hasta sacarlo por completo de la banda. Naruto no la pudo detener, y se llevó la palma de la mano a su frente cuando cayó en cuenta de lo que había hecho. Ah, definitivamente no la podía dejar sola.

Quizás había sido toda el agua de mar que tragó, pero esa chica no estaba bien. ¡Era como una niña! Además se la pasaba utilizando la palabra 'humano', había dicho que tenía una aleta y no tenía pudor de estar desnuda, ¿qué con eso? En fin, no la podía dejar ahí. Alguien menos noble podría aprovecharse de ella.

—Puedes quedarte conmigo hasta que consigas como contactar a alguien — ofreció. El chillido que Ino pegó le perforó los oídos. Era demasiado agudo.

—¿Es en serio? — la emoción brillaba en sus ojos color mar. Naruto la acababa de conocer pero ya sentía que era su deber protegerla. A lo mejor se estaba corriendo muchos riesgos por invitarla a su hogar de esa manera, alguien de su edad no podía ser tan inocente. Pero ya no había remedio, Ino lo había cautivado.

Asintió con la cabeza.

—Oh, humano, digo, Naruto… ¡gracias! — le sonrió cálidamente y con tanta honestidad que dudó que pudiese estar fingiendo su inocencia.

—Eh… ¿Naruto?

—¿Sí?

—No puedo caminar.

Naruto dejó salir un suspiro antes de arrodillarse para cargarla en brazos. El Uzumaki no tenía idea de en que se había metido.


¡Hola fieles seguidores y nuevos lectores! ¡Primer fic de 2016, wuju!

En camino (casi listos) : último capítulo de Guía para perder un rubio, Inesperado y Retrógrado. Gracias por su paciencia.

He desarrollado un gran amor por el NaruIno. Simplemente me encanta. Estoy por terminar Guia Para Perder a un Rubio y me causó tristeza, por lo que decidí escribir esta nueva comedia NaruIno.

Hace rato quería escribir algo AU pero como cuento de hadas, o sobrenatural, y me parece que Ino sería una perfecta sirena.

Advierto que ésta estará más subidita de tono, ya verán ;)

También planeo incluir SasuIno, pero no diré más de eso por ahora!

Okei ya, enough ranting. Ahora quiero que me digan lo que opinan! Ha sido muy raro lo de los tritones y sirenas?! qué tal esta nueva idea

Es como un pecado para mi escribir a Ino OoC, pero perdónenme porque en ocasiones en este fic será necesario mas lo haré muy muy leve!

hasta luego!

Alessandra