Capítulo 1.

La residencia de los Woods en el pequeño pueblo de Dartford había estado sumida un caos total durante esos últimos días, tal y como solía pasar todos los años, los días previos a que Lexa tuviese que volver a la escuela Hogwarts de magia y hechicería. Aunque esta vez era diferente. Era el último curso, y, por consiguiente, el último año en que esas semanas serían un ir y venir a Londres, a comprar todo el material necesario para el nuevo curso en el callejón Diagón, y la última vez que experimentaría esos nervios y esas ganas de volver a aquel castillo que se había convertido en su segundo hogar, sobre todo en el último curso que había pasado allí.

Una semana más, solo siete días más. Ese era el mantra que Lexa se repetía una y otra vez en su cabeza, incapaz de aguantar ya más tiempo sin ver a Clarke. No había vuelto a saber nada de ella desde que fue a verla hacía ya un par de semanas, y tenía que reconocer que, pese a notar que Clarke la quería tanto como ella a la rubia, hubo algo agridulce en aquella última despedida, no podría decir el qué, pero su novia tenía un ápice de tristeza dibujado en sus preciosos ojos azules, y que había creado un nudo en la garganta de Lexa desde el día que se despidieron.

Sabía que ese era su último y más importante año en Hogwarts, antes de empezar a seguir los pasos de su tía hasta convertirse en aurora, y quizá debía centrarse en las asignaturas y todo lo que tenía por delante, pero es que su mente volaba sola hasta aquellos momentos compartidos con su chica, y, si echaba la vista atrás, aún le sorprendía cómo había cambiado todo entre ellas en tan poco tiempo, después de haber pasado cinco años pensando que Clarke Griffin la odiaba, y qué equivocada estaba.

Estaba desayunando tranquilamente junto a su padre como hacían cada mañana cuando estaba en casa, y le daba un poco de pena porque podía notar que el hombre estaba algo triste sabiendo que en pocos días ella volvería a irse. Así que, durante esas últimas tardes, cuando terminaba de hacer los recados que tuviera, intentaba pasar más tiempo con él, y le acompañaba todos los días a vender helados, porque, además, le encantaba, y desde la primera vez que Clarke fue a verla, aquella furgoneta tenía un significado especial para ella. Un ruido en la ventana hizo que levantase la vista, percatándose de la lechuza que acababa de apoyarse en el alfeizar de esta, y después de darle un último sorbo a su zumo de naranja, se levantó para recoger el correo, con la esperanza de que fuese de su novia.

Casi se le salió el corazón del pecho cuando distinguió su caligrafía escrita en un sobre de color blanco amarillento, y la sonrisa en su rostro fue inminente. Justo cuando más necesitaba saber de ella. Si es que parecía que su chica le leía la mente, incluso a tantos kilómetros de distancia. Se disculpó con su padre y se dirigió a su cuarto para tener algo de intimidad y leer la carta. De verdad, podrían haber pasado ya bastantes meses desde que estaban juntas, pero esa anticipación que aparecía en ella con cualquier cosa relacionada con Clarke no se iba ni lo más mínimo. Se sentó en la silla que había frente al escritorio en su habitación mientras abría el sobre, y contuvo la respiración momentáneamente antes de comenzar a leer:

Hola, preciosa.

Ya ves, una carta más antes de finalizar el verano y que empiece el nuevo curso en Hogwarts. Estoy segura de que estás como loca por empezar las clases de nuevo y volver a estudiar a todas horas como la ratita de biblioteca que eres. Y, por increíble que parezca, es una de las cosas que más me encantan de ti. Lo lista y lo aplicada que eres, y cómo te apasiona todo lo que aprendes.

Quería darte las gracias antes de que terminen las vacaciones. Gracias por haberme dejado entrar en tu vida después de tanto tiempo haciéndote daño. Sé que jamás me he merecido nada de tu parte, y, sin embargo, me lo has dado todo. Eres la mejor persona que he conocido jamás, Lex, y no sabes la suerte que tengo de haber podido compartir contigo momentos tan increíbles. No podría olvidar jamás nuestro primer beso, o la primera vez que me sonreíste las pasadas navidades. No sabes lo especial que me has hecho sentir cuando sé que simplemente soy una Slytherin que no se merece nada.

Quiero que me prometas que este curso, pase lo que pase, vas a ser fuerte, y vas a luchar por lo que quieres conseguir. Yo voy a estar a tu lado bajo cualquier circunstancia, apoyándote, no lo olvides nunca. Puedes conseguir lo que quieras, Lex, y sé que vas a llegar donde quieras llegar, con esfuerzo y con dedicación, como solo tú sabes hacerlo.

Espero que tengas todo ya casi preparado, ya queda muy poco para volver a la escuela. Disfruta de tus últimos días de vacaciones junto a tu padre vendiendo helados. No sabes lo feliz que me hace imaginarte detrás del mostrador de la furgoneta dándole helados a los niños con esa sonrisa tan preciosa que tienes.

No leas más de la cuenta hasta que no empiece el curso.

Te quiere,

Clarke.

Podía notar una lágrima cayendo por su mejilla en el momento que terminó de leer la carta porque, al igual que la última vez que se vieron, aquellas palabras le habían dejado un sabor no del todo agradable. ¿Qué le estaba pasando a Clarke? ¿Y por qué hablaba como si todo lo que dijera fuese parte de una constante despedida? Suspiró, intentando disipar aquella idea de su mente y convencerse a sí misma de que tan solo se trataba de una sensación suya propia.

Decidió no contestarle a la carta, ya le diría todo lo que quería decirle cuando la viese. Porque en siete días podría tener delante de nuevo a la chica que ocupaba a todas horas sus pensamientos.


Tras un largo viaje en el tren expreso hasta Hogwarts, por fin estaban en el castillo, y no sabía si era simplemente una percepción suya, o realmente en ese nuevo curso que estaba por comenzar había muchos más alumnos que el año anterior. Ya lo pudo comprobar en el andén 9 y ¾, cuando ni siquiera tuvo la oportunidad de ver a Raven y compartir con ella asiento en el tren como habían hecho los anteriores seis cursos; y sabía que Clarke solía ir por su cuenta sin coger el tren, así que se dedicó todo el trayecto a hojear algunos de los libros nuevos que debía utilizar en ese curso. Le apasionaba abrirlos por primera vez y que ese olor a papel nuevo inundase sus fosas nasales. Y tal vez fuera algo de empollonas, pero a ella le encantaba.

Estaba ya sentada en la mesa de Gryffindor en el gran comedor, acomodada junto a Luna, con la que había compartido momentos antes un gran reencuentro. La pelirroja era una gran amiga dentro de su casa, y no mentía cuando decía que ese verano le había echado de menos. Miró a su alrededor mientras todos esperaban a que los alumnos de primer año entrasen, y localizó a Raven en la mesa de Ravenclaw, saludándola efusivamente con la mano. No pudo evitar devolverle el saludo de la misma forma, más tarde ya podría darle un abrazo como era debido. Desvió su mirada, esta vez hacia la mesa de los Slytherin, aguantando la respiración mientras buscaba el cabello rubio de su chica entre los estudiantes, pero frunció el ceño cuando no la encontró por ningún lado ¿Dónde se había metido? Tal vez se había retrasado por cualquier motivo relacionado con su familia, así que intentó no darle demasiada importancia, más tarde vería su preciosa sonrisa.

La ceremonia de inauguración del nuevo curso pasó de forma tranquila mientras veía cómo los alumnos nuevos iban siendo distribuidos a las distintas casas. Como siempre, había algunos que bajaban de la tarima con unas grandes sonrisas, orgullosos por la casa a la que iban a pertenecer; mientras que otros intentaban no mostrar su descontento con la elección del sombrero seleccionador. Recordó, mientras veía a aquellos estudiantes de primero, el momento en el que ella estuvo en esa misma situación: lo nerviosa que estaba, las veces que había rezado internamente para que no le tocase en Slytherin, y lo contenta que se puso cuando aquel sombrero aclamó el nombre de Gryffindor sobre su cabeza.

Tras el increíble y suculento banquete con el que se daba comienzo al nuevo curso, los miembros de todas las casas se dispusieron a dirigirse a sus respectivas salas comunes. Los alumnos pertenecientes a Gryffindor comenzaron a colocarse tras Luna, que ese año era la nueva prefecta de su casa, y Lexa estaba muy orgullosa de ella. Se colocó a su lado, porque tenía que pedirle permiso.

—Luna, ¿puedo ir a saludar a Raven? —le preguntó mientras se dirigían hacia la salida del gran comedor, y observó cómo la chica giraba su cara hacia ella y sonreía ligeramente.

—¿A Raven? —asintió varias veces, localizando a la Ravenclaw con la mirada—. Claro, pero no tardes en ir a la torre. Y salúdala de mi parte también —le sonrió unos segundos antes de quedarse atrás para dirigirse hacia donde su amiga se encontraba.

—¡Lex! —exclamó la castaña acercándose a ella cuando la divisó a pocos metros, fundiéndose ambas en un cálido abrazo cuando llegaron a la misma altura— Te he echado mucho de menos, Woods.

—Y yo también a ti, Reyes —le devolvió, separándose un poco de ella para observarla—. Oye, no habrás visto a Clarke, ¿verdad? No la he visto en toda la cena y no sé dónde puede estar.

—Clarke… —Raven se quedó mirando el suelo unos segundos tras dejar el nombre de su novia en el aire.

—Sí, Clarke, ya sabes. Esa chica rubia de Slytherin que es mi novia… —intentó bromear, pero se calló cuando vio que su amiga no levantaba la vista— ¿Raven?

—Perdona, Lex —se disculpó, volviendo a mirarla y esbozando una sonrisa que no llegó a salirle del todo. ¿Estaba rara de repente o era solo cosa suya?—. No la he visto, lo siento.

—No te preocupes —se encogió de hombros—. Supongo que mañana la veré.

—He de irme ya a la sala común de Ravenclaw —se disculpó la chica y ella asintió, ya que tenía que hacer lo mismo—. Mañana te veo en clase.

Y con una sonrisa por ambas partes, las dos chicas se despidieron, y la cara seria que Raven puso nada más darse la vuelta no le ayudó nada a calmar esos nervios. Se encaminó hacia la torre de Gryffindor con una extraña sensación bullendo en su interior y la preocupación subiendo de nivel a cada segundo que pasaba.


No había pegado ojo ni un instante durante aquella primera noche del último curso en el castillo, pero es que no había visto aún a Clarke y aquella sensación de que algo no iba bien no se había esfumado en ningún momento desde la cena en el gran comedor, mientras la buscaba con la mirada una y otra vez. Además, había notado algo extraña a Raven, como si supiese algo, pero no quisiera decirle nada, aunque prefirió no interrogar a la chica. Al menos, no aún.

Eran las siete de la mañana, lo que significaba que todavía quedaba media hora para el desayuno, así que decidió que iría, al menos, hasta la puerta de las mazmorras de Slytherin para buscarla. Necesitaba saber dónde estaba, o qué había pasado si es que no había comenzado el nuevo curso. Es que no quería ni imaginar que alguno de sus familiares le hubiese hecho algo, porque no sabía ni cómo respondería.

Se vistió rápidamente antes de ir al aseo para peinarse y lavarse los dientes para después salir de la torre de Gryffindor en dirección a las mazmorras. Sentía el corazón martilleándole en el pecho con más y más fuerza a cada paso que daba. Es que odiaba sentir que, fuese lo que fuese a descubrir allí, no le iba a gustar un pelo. Se quedó a escasos metros de la puerta que daba acceso a las habitaciones, apoyada en uno de los muros, intentando calmarse mientras esperaba a ver si alguien salía. Algunos miembros de Slytherin abrieron la puerta varias veces, provocando que su corazón se parara pensando que podía ser ella, pero siempre acababa echando la cabeza hacia atrás y suspirando con fuerza. Joder, ¿dónde estaba?

Ya llevaba un buen rato allí, y estaba a punto de resignarse e irse hacia el gran comedor para el desayuno, cuando oyó la puerta volver a abrirse, esta vez dejando ver a Echo, Roan y Ontari, tres estudiantes de un curso menos que ella, que desde luego no eran trigo limpio. Se iban riendo de algo entre los tres, y miraban hacia la puerta todo el rato. Se le quedó atravesada la respiración el algún recoveco de la garganta cuando vio un cabello de color rubio cruzar el umbral de la puerta. Y cuando vio sus ojos azules riéndose con algo que los demás decían, sonrió, aliviada de verla al fin. No se había dado cuenta de que estaba allí todavía, así que decidió esperar hasta que la viera, aunque le extrañó un poco que fuese con esos tres, pero luego le preguntaría qué hacía con ellos. En el momento en que sus miradas conectaron, no pudo evitar sonreír, dispuesta a ir y darle un abrazo y comérsela a besos, porque, joder, lo necesitaba de una forma casi inhumana. Vio que Clarke sonreía de forma maliciosa y frunció el ceño levemente, porque no parecía realmente contenta ni se le habían iluminado los ojos de esa forma tan característica que tantas veces había visto, pero le dio igual, avanzó con paso decidido hasta ella, con ganas de envolverla entre sus brazos, pero sus palabras la frenaron.

—Vaya, Woods —su voz tenía ese tono de superioridad que ya había olvidado, y no entendía qué era lo que estaba pasando— ¿Tanto has echado de menos nuestros jueguecitos que vienes a buscarme a las mazmorras?

¿Pero qué…? ¿Por qué se comportaba así? Si ya todo el mundo sabía que estaban juntas, ¿por qué volvía a hablarle así? Decidió seguirle el juego cuando se acercó a ella y la agarró por la túnica, comenzando a andar hacia los baños, seguramente buscaba tener un momento para las dos. Pero se percató que los tres Slytherin con los que Clarke estaba las seguían de cerca y que ella no les decía nada y esa sensación horrorosa en su interior volvió con más fuerza que antes. ¿Qué estaba pasando?

Aguantó un gemido de dolor cuando los dedos de la rubia se apretaron con demasiada fuerza en su brazo, y giró el rostro para enfocarla, y le dolió verla con esa expresión de diversión que no le daba nada de buena espina. Es que no parecía su Clarke, era como volver a estar en los primeros cursos en Hogwarts, y las ganas de llorar vinieron de golpe. En cuestión de segundos, se vio dentro de uno de los cubículos del baño de las chicas y las manos de su novia la empujaban hacia abajo, hasta que estuvo de rodillas frente al inodoro, mientras la oía reír, a ella y a las otras dos chicas.

—¿Por qué no saludas a tu amigo el retrete, Woods? —volvió a escuchar su voz, aunque no era la misma voz que tantas veces la había llamado "preciosa", o que le había dicho cosas increíbles mientras hacían el amor o simplemente estaban juntas.

¡Aquamenti! —escuchó al fondo, y enseguida salió del inodoro un gran chorro de agua que la empapó por completo, y escuchó de nuevo su risa malévola. No entendía nada de lo que estaba pasando, pero quería a su Clarke, a su novia de vuelta.

—Espero que hayas tenido suficiente por hoy —de nuevo habló Clarke—. Vámonos, no quiero que nos quiten puntos el primer día.

Y con esas palabras, oyó cómo se alejaban y cerraban la puerta del cubículo tras de ella. Se quedó allí varios minutos, empapada en el suelo, y fue entonces cuando empezó a dejar salir las lágrimas, porque no sabía qué estaba pasando, pero aquella no era la misma persona con la que tanto había compartido en los últimos meses. Joder… Es que ahora todo tenía más sentido, aquella sensación de que Clarke se estaba despidiendo en su último encuentro y en su última carta parecía que era un hecho. Se derrumbó allí mismo, sabiendo que en esos momentos todos los alumnos estarían de camino al Gran Comedor, y sintió, casi literalmente, su corazón romperse con la idea de no volver a tener a Clarke nunca más.


¿Dónde estaba Clarke metida? Estaba más asustada que nunca, sobre todo cuando recordaba aquella visita de la rubia donde le pidió que cuidase a Lexa realizando el juramento inquebrantable. No había dormido nada esa noche, esperando que se escuchase la noticia de alguna desgracia nocturna; tenía muy mal presentimiento desde aquel día. ¿Qué tenía entre manos Clarke Griffin? Lexa había estado nerviosa todo el día, y no iba a culparla, incluso ella misma estaba preocupada por la Slytherin, pero en esos momentos tenía que estar al lado de la Gryffindor.

Salió del baño, ya vestida con el uniforme, debía admitir que se sentía bien el estar de nuevo en el colegio, pero, a pesar de que su horario habitual era ir directamente a desayunar para comenzar cuanto antes las clases, había tenido que hacer unos retoques para poder ir a por Lexa a la torre de Gryffindor. Esperaba que no le molestase que estuviese encima de ella desde bien temprano, pero tenía que asegurarse que estaba bien o tranquilizarla si aún no había noticias de Clarke.

Miró su reloj y se impacientó por primera vez en su vida. Alumnos salían y salían, sorprendiéndose algunos de verla allí, y otros de su año saludándola, probablemente sabiendo que esperaba a Lexa. Justo en el momento en el que un grupo más grande de aquella casa aprovechaba para salir por el retrato de la dama gorda, reconoció esa melena de pelo cobrizo y rizado en mitad de la multitud. Pasó entre alumnos hasta alcanzarla por el hombro, y sonrió a la chica cuando la miró.

—Raven —la sonrisa de Luna apareció de forma inmediata en sus labios, pero no se esperó que la rodease con sus brazos.

Cerró los suyos alrededor de su cintura y apoyó la barbilla en su hombro, sintiéndola cerca de ella, y es que era la primera vez que se daban un abrazo así, y podría parecer simplón para la gente que las rodeaba, pero para ella estaba siendo increíble. Admitía que siempre se había llevado muy bien con la Gryffindor, pero desde que se enteró de lo de Lexa y Clarke, su lazo se había apretado un poco más y había pasado mucho más tiempo con la "pelos de leona", como ella la llamaba.

No fueron sus mejores días, ni semanas, cuando supo del noviazgo de Lexa, pero Luna, que estaba al tanto de sus sentimientos, fue una gran ayuda. Sorprendentemente, a final de curso, antes de verano, se dio cuenta de que, de repente, Luna era una chica muy atractiva, y quizás fue su forma de tratarla lo que hizo que empezase a tener sentimientos por ella. Fue una mezcla de muchas cosas que hicieron que esa frase que rondaba tanto en su mente, que decía "Lexa no siente nada por mí" pudiese ser asimilada antes. Acabaron compartiendo varias cartas en verano, pero nada se comparaba a esas miradas que recibía de Luna. Como la que le dedicaba en esos momentos.

—¿Me has echado de menos? —se atrevió a preguntar, mordiendo su labio luego con timidez.

—No sabes cuánto —contestó con media sonrisa, y dio un suave apretó en su brazo cuando deslizó su mano por él, ya que estaba en su hombro reposando tras el abrazo—. ¿Qué haces aquí? ¿No está un poco lejos de la biblioteca? —se burló de ella, y le dio un suave tirón de uno de sus rizos.

—No seas tonta. Estoy buscando a Lexa, habíamos quedado para ir juntas a clase —volvió a mirar hacia la salida de su sala común, pero seguía sin verla.

—Lexa ha salido esta mañana temprano —¿qué? Oh, Dios, seguro que la tonta de su amiga estaba en las mazmorras. Tenía que ir a buscarla—. ¿Sigues…? —el tono de esa pregunta, algo inquieto, hizo que mirase con curiosidad los ojos oscuros de Luna.

—¿El qué? —se interesó, sobre todo al verla algo nerviosa.

—Ya sabes, colada por Lex —dijo directamente.

—Me recupero —fue sincera, y la vio sonreír.

—Tenemos que vernos después de las clases, quiero hablar contigo de algo.

—¿Vas a dejarme con las ganas otra vez? Aún recuerdo lo que te costaba contarme cosas sobre ese novio tuyo.

Parecía que tenía una maldición con las chicas que le gustaban, eso era así, y, además, un tipo de fetiche con las Gryffindor.

—Un adelanto —se acercó a ella, y se miraron fijamente, consiguiendo que un escalofrío la recorriese cuando se inclinó para hablarle al oído—. Luna Hilker está soltera.

No supo qué fue exactamente. Su pelo abundante contra su cara, haciéndole cosquillas y dejándole oler su champú, sus labios rozándose contra su oreja, su aliento cálido en su piel, su mano izquierda en su cintura, o el hecho de que "estaba soltera".

—Te busco tras las clases, ¿vale? —le ofreció Luna, y ella asintió, antes de despedirse e ir a un destino concreto.

Odiaba las mazmorras, mucho, sobre todo el cruzarse con alumnos de Slytherin, y en el momento en que vio los ojos verdes de Octavia, observándola con esa sonrisa de "me encanta que sufras" pintada en la cara, paró en seco sin apartar la mirada de ella.

—¿Se te ha perdido algo, Reyes? —fue su saludo antes de empujarla contra la pared húmeda y rocosa que componía las mazmorras.

No contestó, y aprovechó para seguir avanzando por el pasillo, obviando sus palabras, pero hubo algo que le hizo acelerar el paso. "Tu amiguita la sangre sucia se lo está pasando bien en los baños". No, nada de lo que estaba pasando le estaba dando buena espina. Corrió hasta llegar a ellos, y justo vio a Clarke saliendo de él, esperando que detrás de ella saliese Lexa y que la hubiese ayudado si alguien le estaba haciendo algo.

—Clarke, ¿dónde…? —el empujón de la chica no lo vio venir, y cayó al suelo, quedando sentada en él y observándola sorprendida. Echo y Ontari aparecieron también y sintió un escalofrío.

—Reyes viene a salvar a su amor verdadero —empezó a hablar con voz burlona y poniendo caras—. Qué romántico, ¿verdad, chicas? —buscó el apoyo de sus amigas. Frunció el ceño, y se quedó quieta, sin levantarse, aguantando el aliento cuando se agachó frente a ella, dejando su rostro muy cerca del suyo— Ya te la he dejado mojada —le guiñó un ojo, haciendo un ruidito—, me darás las gracias luego, cara sucia —tras eso, le sopló antes de reírse a carcajadas—. Vámonos, chicas.

Esperó unos segundos, y se levantó apresurada, introduciéndose en el baño y sintiendo que su pecho se encogía al escuchar unos sollozos provenientes de uno de los cubículos. La vio cubierta de agua, con el pelo totalmente empapado y sentada con la espalda contra la pared. Se cubría el rostro con las manos, y sabía que estaba intentando que su llanto no se escuchase por ningún lado. ¿Qué le había pasado a Clarke? Aún recordaba su última semana en la escuela, las dos tan empalagosas y la rubia tan sonriente al lado de Lexa y siendo muy amigable con ella. Incluso recordó el momento en el que la abrazó de vuelta… Algo malo pasaba en esos momentos. Algo de lo que no tenía ni idea.

Se agachó frente a ella, y apoyó la mano en su rodilla, acariciándosela suavemente. Lexa la miró, y no pudo evitar atraparla entre sus brazos, dejando que escondiese el rostro contra su pecho. Pasó las manos por su espalda, tranquilizándola mientras se sacudía suavemente mientras lloraba. Y besó suavemente su pelo mojado, haciéndole saber que estaba ahí con ella.

—Se ha ido, Raven —la escuchó decir mientras se separaba de ella tras unos minutos las dos en silencio. Observó sus ojos verdes, y fue un impulso incontrolable el de limpiar sus lágrimas con los dedos—. Se ha ido para siempre… mi Clarke —con las últimas dos palabras su voz se rompió de nuevo, y sollozó mientras ella mantenía su rostro elevado sujetándola con suavidad de las mejillas.

—¿Qué ha pasado?

—Pensé que todo estaba bien… Cuando la he visto por fin, he sentido un gran alivio, pero luego ha venido con esa cara de… de… —parecía buscar la palabra correcta, sin que sonase del todo despectivo.

—Te entiendo. Sigue.

—Me ha hecho daño —dijo con un hilo de voz, mordiendo su labio suavemente para controlar el temblor antes de seguir—. Me ha agarrado muy mal y me ha puesto contra el retrete y…

Lo entendió, no hacía falta que siguiese, porque el resultado era obvio al estar completamente mojada. Acarició su pelo, y empezó a pensar en todo lo que había ocurrido, dejando que Lexa volviese a apoyarse en su hombro y la abrazase.

No estaban viviendo los mejores tiempos del mundo mágico, pero si le hubiese pasado algo terrible a Clarke, habría sido la muerte y no ese cambio de personalidad con respecto, sobre todo, a Lexa. Recordó la charla que tuvieron antes de que desapareciese de su habitación, vio el miedo reflejado en sus ojos azules y en ese instante el miedo era lo que provocaba, no lo que sentía. A la gente, Clarke le daba miedo hasta en su propia casa de Hogwarts. Entonces, su mente analizó todo demasiado rápido, recordando que los padres de Clarke eran mortífagos y que los tiempos en los que vivían estaba sembrados de terror por culpa de…

—Lex —la llamó, y ella contestó con un murmullo—, ¿hay algo de Clarke que no sepa? —preguntó con algo de delicadeza, asustada de la respuesta.

—¿A qué te refieres?

—Pienso que algo puede haberle pasado… Que quizás… Su familia o algo… Sus padres son… —sabía que a Lexa no le gustaban esos temas, desde que pasó lo de su madre nunca mencionaron demasiado a los seguidores de Quien no debía ser nombrado, más que lo necesario.

—Lo sé, me lo contó —suspiró.

—¿Piensas que pueden haberla obligado a que se uniese a ellos antes de volver a la escuela? —la morena la miró en silencio, y ella no entendió qué pasaba.

—Clarke… —cogió aire—… No necesitaba unirse este verano.

—Me estás diciendo… —su mente trabajaba muy rápido, y entonces cuando Lexa agachó la mirada se lo confirmó. ¿Clarke era un mortífago? Imágenes de la aparición de la Slytherin llegaron a su mente: el humo negro que apareció a su alrededor cuando entró en su habitación le dio la respuesta— Quizás necesitas hablar con ella, a solas, para que te diga qué ha pasado. Tiene que estar disimulando —señaló hacia la salida—. Creo que algo malo ha pasado.

—No lo sé, Raven, ha sido como…

Entonces la frenó, tapándole los labios con la mano, y cerró con cuidado la puerta. Había entrado alguien a los baños, pero no se escuchó nada, parecía que simplemente iba a usarlo e irse, así que continuaron hablando con un susurro.

—Vamos a clases, Raven —fue Lexa la primera en hablar, pero ella, por primera vez iba a llegar tarde una clase.

—Tengo que ir a mi sala común.

—¿Por qué? —las dos se miraron a los ojos antes de que diese una respuesta a su pregunta.

—Creo que tengo algo que nos puede dar respuestas, Lex.


¡Hemos vuelto!

El primer capítulo de The Reckless and the Brave 2. Qué ilusión, qué ganas.

Esperamos que os haya gustado el inicio, y... Clarke vivita y coleando, parece que ha vuelto a sus orígenes. ¿Teorías sobre ella? ¿Sí? ¿No? ¿Que zorra? ¿Por qué ya no quiere a nuestra Lexa? ¿O sí la quiere y está disimulando? ¿Eso era tensión entre Luna y Raven? Sí, nosotras también nos hacemos todas estas preguntas.

Como habréis comprobado, hemos añadido el punto de vista de Raven como protagonista más en la historia. Un fuerte aplauso para ella. *Aplauden Marinsey*

Recordáis lo que pasó en los últimos capítulos, ¿no? ¿Qué es lo que Raven tiene para darle a Lexa?

Preparemos las varitas, que vienen curvas (y no las de Raven... o sí... *babea el teclado).

Nos leemos el próximo miércoles.

PD: Muchas gracias a Zai por la portada maravillosa que nos ha hecho. *Aplauden Marinsey de nuevo*