Cada tarde decidía darse un descanso de 15 minutos y mirar por su ventana, nunca había algo fuera de lo normal. Siempre veía vehículos y gente saliendo del trabajo con puntualidad. Él no podía porque vivía en el mismo laboratorio en el que trabajaba.
Un día, después de haber empezado un nuevo año, lo vio, era un auto lujoso que se estacionó fuera de un portal y de ahí descendía un hombre de unos 40 años, podría ser su hermano. Se veía que tenía dinero y paciencia, porque se sentaba a esperar mirando su teléfono e intentando convencer a su chofer: Viernes, de que se marchara, que podía esperar solo. Al menos eso le gritó en una ocasión.
Una vez el hombre se había ido fue que vio salir del edificio a un rubio de complexión atlética. Estaba seguro de que lo había visto antes en ese lugar, pero no recordaba de dónde.
En las primeras ocasiones los vio mirar discretamente a todos lados y comenzar a caminar mientras hablaban con tranquilidad. Se sentía extraño verlos, como si espiara su intimidad. Aunque durante los minutos que se daba para descansar, era algo totalmente distinto a lo que acostumbraba a ver, realmente era una distracción y desconexión del mundo científico en el que vivía.
Siempre que salía con puntualidad, a las seis de la tarde, a mirar por su ventana los observaba en la misma situación, sin embargo una tarde el hombre paciente y de ropa lujosa no llegó y pudo ver al hombre atlético salir con su maletín. Se sorprendió por la decepción que vio en su rostro. Pero luego lo vio caminar en otra dirección y perderse en la multitud.
-Si no te conociera diría que pierdes el tiempo. Pero como se trata de ti, se nota que analizas a alguien-dijo su novia apoyándose junto a él en la ventana.
-Lo intento. Aunque aún no entiendo bien-susurro viendo llegar el lujoso auto en ese momento y notar cómo el hombre castaño buscaba en todas direcciones.
-Algo me dice que sabes a quién busca y si pudieras le dirías a dónde fue.
-No es mi asunto-susurro mirando la hora y notando que solo quedaban 3 minutos de su descanso.
Luego, vieron cómo el hombre subía al vehículo con resignación, al parecer no había conseguido llegar a tiempo.
-Si supiera sus nombres lograría saber de qué están hablando o si se conocen de antes.
-No creí que fueses chismoso, Bruce-susurro la pelirroja memorizando la patente desde el tercer piso del edificio.
-No lo soy, Nat-suspiro agotado-pero me gustaría saber por qué se reúnen.
-Mañana lo sabremos, vendré más temprano-dijo con una sonrisa y beso sus labios antes de marcharse.
Quizás fueron las 24 horas más largas de su vida o quizás solo exageraba.
