Notas Undomiel de Vil...: intenté hacer como una especie de precuela de Ángel caído... no es necesariamente eso, pero es de lo que sucedió antes... . Espero que les guste


Madness

Intentó tomar una bocanada de aire pero le resultó imposible. Era casi inexplicable el por qué no podía respirar. Era algo que no podía controlar, sería por las lágrimas que se acumulaban en sus ojos y aquel nudo en la garganta que le ahogaba... sí, quizás era eso.

El quejido que abandonó sus labios le provocó pavor. No podía ser que sintiera tanto. No era propio de él. Dejó de cuestionarse cuando tocó los labios fríos, entreabiertos.

Acarició una vez más el pálido rostro, los curiosos cabellos.

Los ojos entrecerrados, brillantes. Lágrimas no derramadas.

Tomó su mano entre las suyas, besó despacio cada dedo. Reverenció a cada segundo aquel cuerpo. Al que había amado tanto sin saberlo.

Porque no lo sabía, no hasta ese mismo momento. Cuando su cuerpo inerte descansaba en sus brazos. Cuando no había manera de poder devolverle aquel calor que tanto deseaba que desprendiera.

En minutos le zarandeaba a ver si volvía a hablarle bajito, para que nadie les escuchara.

Pero no había forma. No encontraba la manera.

Le besó como un poseso, le susurró al oído mil veces cuanto le amaba. Le gritó muy fuerte haber si despertaba, esperó en silencio su sonrisa. Pero nada llegó. Ni un ínfimo movimiento, ni un sorpresivo beso.

Intentó calmarse, se dijo uno y otra vez que no era más que una recurrente pesadilla.

No podía hacer nada... lo sabía...

Había sufrido ya en otra ocasión la misma angustia, la misma ansiedad.

Aquel dolor en su pecho no amainaba, al contrario, se había vuelto periódico y desesperante.

Se levantó despacio... venerando a aquel que descansaba en la alfombra.

Le miro una vez más... ¿cómo había pasado algo así¿Qué decían de las personas como él?

No sabía que era Shuuichi... No sabía que era... Lo juraba...

Pero no puedo evitarlo. Sus instintos le decían que el pelirrosa estaba atacándolo y entonces... aquella locura se apoderó de él.

Se dijo mil veces que debía detenerse, que no podía hacerle eso a su pelirrosa. Pero no pudo. Sus manos no soltaban aquel frágil cuello.

Y entonces se percató.

Aquel que fuera su amante no decía nada... ¡NADA!

¡Y no era capaz de detenerse!

Quería abrazarlo, besarlo. Pero no podía... No podía...

Pudo abrazarlo, pero sabía que era muy tarde.

Su cuerpo laxo lo confirmó. Y las marcas que habían profanado su cuello.

Y ahora ahí estaba, completamente devastado.

Así que no hizo otra cosa que salir de ahí. Debía pensar... debía haber una manera de que pudiera despertar de aquella maldita pesadilla...

Y lo único que se le ocurrió fue correr, intentando dejar atrás el tiempo. Intentando separarse por unos segundos del dolor…

Sabía que no lo conseguiría… pero no quedaba nada más que hacer… El recuerdo de su amado ángel con ojos opacos le perseguiría hasta la muerte..

Owari