El ermitaño que vio la flor crecer sobre el hielo


Saint Seiya ni sus personajes me pertenecen, son de propiedad exclusiva de Masami Kurumada.

Temática Yaoi, leer bajo su propio riego


1.- Recuerdos

La libertad es el ansia de todas las almas por alcanzar las estrellas, los caballeros… dejan esas alas propias del espíritu humano para servir con humildad a la diosa Atena, destruyendo con su cosmos esas estrellas que tanto anhelan alcanzar, eso significa tener el espíritu de un caballero. Que ni las mismas constelaciones ni galaxias se interpongan en tu camino de guerreo. Eso era lo que Shion le había enseñado, y como tal siempre había seguido ese sendero, tan hostil, pero aliciente a la vez, el camino de la guerra y la justicia nunca había sido sencillo, eso Mu lo sabía desde sus tiernos siete años, pero las convicciones de un niño inocente nunca son las mismas que las de un guerrero entrenado y experimentado. Para Mu el Santuario durante su niñez fue su única verdad, y sus compañeros aprendices de dorados, quizás su única familia, pero… el tiempo es tempestuoso, tortuoso y horripilantemente doloroso. Las lecciones que nos deja, también vienen talladas con cicatrices permanentes y desconfianzas casi imposibles de reconciliar. La guerra civil del Santuario, la muerte de Shion y la usurpación del patriarcado obligaron a Mu durante mucho tiempo a escapar, y valerse lejos de las convicciones implantadas por un Santuario estricto y basado en morales antiguas del guerrero griego.

La niñez suele ser un paso primerizo entre la adolescencia y la adultez, pero la muerte y los hechos de la vida cortan tu libertad, y te obligan a quitarte el velo de mentiras y simplicidades. Para Mu esto fue el inicio de su propia forma autocritica de vivir, inundado de miedo, dolor e incertidumbre siendo solo un niño.

Mu al partir aquel día luego de la muerte de Shion divisó un par de ojos azules tan claros como el Egeo que lo veían con dudas y nostalgia. Ese fue el último recuerdo que Mu niño tenía del Santuario, los ojos de Shaka cuestionando su partida.

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El budismo aclama el desapego de cada sentimiento que aflora en nuestra alma acudiendo como motivo el desarrollo del Ego. Asumiendo que desde el miedo al amor, son constantes para desarrollar males pasionales y acciones impulsivas.

Mu leía aquel texto viejo, escrito bajo las callosas y arrugadas manos de Shion hacía ya muchos años. La nostalgia volvió al corazón de Mu, aquella torre en Jamir, que más que el último refugio de los lemurianos, era la tumba de esta raza, con guerreros de diferentes épocas, que murieron buscando a los herreros del polvo estelar. El texto viejo y amarillento olía a húmedas y gran parte fue carcomido por el agua y los insectos. La torre era vieja, eso Mu lo sabía, pero encontrar cosas de su maestro le traía dolor a su corazón, pues el viejo sabio había sido lo único que podía llamar padre.

La entrada de Kiki con un balde lleno de agua para la limpieza obligó a Mu a levantarse, los recuerdos se quedarán ahí, en esa vieja torre que guardaba su alma.