Disclaimer: ningún personaje me pertenece.
Esta historia participa en el reto #95 "Bueno, bonito y barato" del foro Alas Negras, Palabras Negras.
Personaje: Catelyn Tully.
¿Qué es?
Es deber.
El que pesa sobre ellos y los obliga a pasar las noches juntos (y el que exige que deje atrás los sueños de chiquilla y el recuerdo de la fiereza del que fuera su prometido). Las estrellas brillan en la noche y Catelyn siente frío: es el muro de hielo que su esposo ha construido a su alrededor.
Es incertidumbre.
Esa que tiende su velo sobre ambos, tan oscura como los ojos del hijo ilegítimo que vive con ellos, tan negra como la mancha que la señala, tan misteriosa como la mujer que los separa como si de un muro se tratase. Es la diferencia que existe entre sus hijos y el suyo, y el temor que supone.
Es alivio.
Cuando sostiene en brazos a Arya y sonríe con orgullo, calmando un poco el miedo que habita en su corazón.
Es curiosidad.
La que siente al verlo practicar con Robb y el poder reconocer a Lord Eddard en su hijo. Es cuando acaricia el cabello de Sansa y comenta lo hermoso que es. Es cuando le dedica una sonrisa cálida a Arya y le habla con dulzura. Y es también la cortesía gélida que deja atrás cuando le habla y le hace pensar que quizás… quizás aquella expresión en su rostro se la reserve solo para ella.
Es cariño.
El que viene de compartir con sus hijos, y del tiempo que ambos pasan juntos. Es un pedido simple que nace de él y colorea sus mejillas cuando le tiende unas flores o se hablan, y es la sonrisa que se forma en sus labios cuando se fija en lo cálidos que pueden ser sus ojos grises, al igual que su hogar.
Es deseo.
Porque ella se da cuenta de que ya no los junta el deber por las noches. Las estrellas brillan y ella lo recibe con dulzura, y ya no hay frío, porque el muro que su esposo construyera antes se ha derrumbado: solo siente calor (y no hay fantasmas que los separen).
Y cuando un simple roce de manos logra que su corazón salte enloquecido en su pecho, haciendo cosquillear sus dedos aun más que cuando tienen intimidad; cuando su sonrisa enciende sus mejillas con furia y él le descubre su corazón dulce (porque ya no es Lord Eddard, sino Ned), y cuando en una de esas noches, ella le pide:
—Llámame Cat, por favor…
Sabe que es amor.
