Advertencias: Shonen-ai, spoilers del capítulo 325 del manga, fic sin betear, multicapítulo (1/3), aplicación de las horribles nuevas reglas de la RAE.

D: Katekyo Hitman Reborn! no me pertenece.

Las correcciones, comentarios o críticas son bienvenidas.

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REENCUENTRO

Capítulo 1

Sus padres no estuvieron realmente de acuerdo con su repentina decisión de ir a Japón a "visitar a los parientes" a los que, por cierto, no ha visto más que unas cuantas veces (si las contaba con una mano le sobraban dedos), pero a él no le importó mucho. No estaba pidiendo permiso, de todas formas.

Muy a penas saludó a sus tíos la mañana del sábado que llegó a Japón. Eran unas dos horas en tren de la casa de sus familiares a Namimori después de todo.

Le costó casi tan poco trabajo encontrar la casa como investigar la dirección por internet y le costó muchísimo menos convencer a la señora de la casa de que era un amigo por correo de su hijo y de que había venido desde Italia a darle una visita sorpresa (Spanner había resultado útil al final).

Ella, ilusionada, comentó que estaba dormido, por lo que la sorpresa iba a ser incluso mayor si era él quien le despertaba. Aparentemente esa inocencia que lo había cautivado tanto era cosa de familia.

No podía decir que le sorprendió el desastre de la habitación (la señora Irie se había disculpado infinitamente por eso antes incluso de abrir la puerta), pero le causó gracia.

Arrastró la silla del escritorio descuidadamente para sentarse a lado de la cama.

-Shou-chan…- Susurró y le picó curiosamente las costillas.

El pelirrojo sencillamente se dio la vuelta con un gruñido.

-Shou-chan- Llamó de nuevo. Byakuran le dio tiempo, la verdad era que no traía ninguna prisa.

Veinte segundos después (cronometrados por el alegre italiano), el todavía somnoliento cerebro de Shouichi le recordó que en casa no había más hombres que su padre y él. Y que su padre jamás lo llamaba así.

El corazón le latió tan fuerte que fue doloroso.

Se volvió lentamente y contó hasta diez, rezando que fuese solo una pesadilla, antes de abrir los ojos.

-Buenos días, Shou-chan.

Estúpidamente, lo primero que vino a la cabeza del genio japonés fue que lucía exactamente igual que en sus recuerdos (o visiones del futuro, o lo que sea que fueran). Ciertamente más joven (sus mejillas lo delataban), pero en esencia exactamente el mismo.

Abrió la boca para decir una cosa ridícula, dadas las circunstancias.

-B-bu-buenos dí…as…

Byakuran rió, y el cuerpo de Shouichi se alejó de él como respuesta inconsciente, apretando los ojos con fuerza. Entonces, Byakuran dejó de sonreír.

Extendió un brazo hacia su antigua (o futura, si tenía suerte) mano derecha y rozó suavemente sus mejillas, para luego deslizarse al cuello y dejar los dedos índice y pulgar justo sobre la yugular.

-…¿Estás asustado?

Shouichi se hizo silenciosamente la pregunta a sí mismo antes de abrir los ojos y negar con la cabeza. Parecía sorprendido de su propia respuesta, pero de todas formas miró a los ojos a aquel a quien había llegado a querer tanto a pesar de tener de él solo imágenes en su cabeza.

El albino le miró fijamente, con una expresión indescifrable.

Estaba seguro de que lo que veía en los hermosos ojos del pelirrojo no era miedo y, sin embargo, no estuvo tan seguro de si eso no hubiese sido mejor.

Lo que veía en él era vergüenza, y quizá un poco de resignación.

-No voy a lastimarte,- Dijo el italiano con el ceño fruncido. El lenguaje corporal del otro mostró una extraña decepción. –porque no hiciste nada malo.

Shouichi se mordió los labios, bajando la mirada.

Byakuran puso de lleno la mano sobre su cuello, se inclinó grácilmente sobre él, y le besó la mejilla.

-No hiciste nada malo.- Repitió.

Pero Shouichi no le creía.

Él era el causante de todo. Él había contaminado a la maravillosa persona que sabía que Byakuran había sido. Había convertido al alegre y simpático universitario en un monstruo de incontrolable ambición y poder.

Sobre todo, había sido el causante de su muerte. Había planeado todo para hacerlo desaparecer, a pesar de que lo quería tanto.

Los ojos se le llenaron de lágrimas irremediablemente. Byakuran volvió a besarle la mejilla.

-Sinceramente,- comenzó contra la piel de la temblorosa figura en la cama. –no me importa si ahora mismo no quieres volver a mi lado. Yo te haré volver, porque no te culpo de nada y sé que puedo sanar tu dolor.

La sonrisa volvió a su rostro rápidamente.

-Después de todo, yo soy el Cielo.

Y Shouichi siempre sería de su familia, sin importar cuanto esfuerzo pusiese su consciencia en negárselo.