Más allá del pozo
El viento de verano movió su cabello de ébano y sostuvo la mano junto al corazón, fuertemente, como si luchara para que este no se le saliera del pecho mientras que sus lágrimas resbalaban por sus mejillas.
Inuyasha la miró por un momento que le pareció una eternidad y su corazón se acongojó al ver las lágrimas cálidas en el rostro de Kagome.
-¿Qué...Qué es lo que harás Inuyasha? – ella le preguntó en un hilo de voz y por primera vez sintió miedo, miedo de lo que él pudiera decirle. Pero el hanyou titubeó y bajó la mirada. Ya no estaba tan seguro de que era lo que más deseaba.
Miroku sostuvo la mano de Sango fuertemente a su lado y no se atrevió a decir nada. Aquel momento solo era para aquellos dos, cualquier palabra sería una violación hacia aquella intima atmosfera que se había creado, tan intima como fría y tensa.
Meses atrás Inuyasha habría estado seguro de que pedir, lo que siempre había deseado : Convertirse en un Youkai puro para ser legendario pero al estar ahí frente a la mujer que lo había acompañado todo ese tiempo, viendo el corazón destrozársele poco a poco ya no sabía cual camino tomar.
Aun tenía el olor de la sangre de Kagome en sus garras y eso le asustaba, nunca más él deseaba verle herida.
-Kagome…-él murmuró -Una vez que el deseo se conceda el pozo se sellará para siempre-. Pero Kagome no entendió a que venía eso.
-Será mejor que regreses a tu época- le dijo, y con la misma indiferencia se dio la vuelta y caminó lejos de ella y del resto de sus compañeros.
-Inuyasha…- ella sollozó, pero no se atrevió a seguirlo, la figura de Inuyasha se perdió entre los arbustos.
A paso flojo él caminó a la casa de la anciana Kaede y al entrar la vio ahí sentada mirando la comida cocinarse.
-Inuyasha- exclamó la sacerdotisa, pero enseguida notó el semblante del hanyou ; de seguro era algo importante lo que él le diría. Inuyasha se sentó frente a ella con la espalda recargada en la pared, cruzó las piernas y luego miró a Kaede.
-¿Esa es… la perla de Shikon?- Preguntó la anciana al ver la valiosa joya entre las manos de Inuyasha.
-Sé la he quitado a Kagome- admitió con la voz cansada.
-¿y por qué has hecho eso?-
-Por que deseo pedir algo, pero no estoy seguro, quisiera que me aconsejara- la sacerdotisa asintió levemente y después de resoplar, Inuyasha por fin se atrevió a hablar.
-¿qué pasara cuando pida mi deseo?-
-Si es el correcto, entonces la joya desaparecerá-
-¿Y cómo sabré que es el correcto?- él le preguntó casi enseguida.
-Tu corazón de lo dirá- le respondió con sabiduría.
Mientras tanto, Kagome se sentó en la orilla del pozo y miró a sus amigos.
-¿Regresarás a casa, Kagome?- el pequeño Shippo le preguntó y la colegiala asintió.
Miroku puso una mano sobre su hombro para reconfortarla y Kagome alzó la vista para mirarlo.
-El que no haya pedido su deseo de inmediato es porque el joven Inuyasha está dudando. Y creo que tomará la decisión correcta- Kagome le agradeció sus esperanzas con una sonrisa amable y luego miró hacia la dirección que él había tomado.
-Eso espero- murmuró.
Inuyasha miró en derredor desde el montículo de rocas mirando la belleza de aquella pequeña aldea en donde tantas cosas había pasado, donde había llegado con él afán de robar la perla de Shikon hacía cincuenta años, pero lo único que había sido robado era el corazón del hanyou, por aquella hermosa sacerdotisa guardiana de la joya. Miró al cielo y sostuvo la perla en su mano.
-Kikyo, aconséjame. Por favor- y como si desearan responderle una cálida brisa movió sus cabellos y su holgada vestidura.
"¿Inuyasha?" la dulce voz de Kikyou lo sacó de sus pensamientos y él la miro a los ojos, iluminados por la luz de la fogata.
"¿En que estabas pensando?" ella le preguntó. Inuyasha resopló y acercándose más a ella la tomó tímidamente de la mano.
"¿Cómo seré cuando me convierta en humano, Kikyou?" la sacerdotisa le sonrió.
"¿Pues como más Inuyasha?" le dijo ella "De cabello negro y..."
"No" él la interrumpió "me refiero a que... ¿seguiré siendo yo?, ¿conservaré mi esencia?" Kikyo llevó su mano a la mejilla de Inuyasha y le sonrió otra vez.
"Claro que si, Inuyasha. Nada cambiará mientras los dos estemos juntos" el hanyou sonrió satisfecho y la envolvió entre sus brazos, protegiéndola con su haori.
Miró a la joya y al fin, dejó de ser cobarde. Kagome, aquella mujer era a quien ahora amaba.
N/A: ¡Hola espero que les haya gustado! Este es mi primer fic de Inuyasha, muchas gracias por leer.
