Disclaimer: Harry Potter no me pertenece. Ni soy rubia, ni me llamo JK.

Nota: Escrito para el "Amigo Invisible navideño 2016-2017" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black". Mi AI es Lezz VeggMair. En primer lugar, quiero decir que lamento el retraso, pero no tengo ordenador y me fue imposible pasarlo antes. Como ves, he escrito tu petición sobre Hermione. Será una serie de viñetas que lo subiré poco a poco, que tengo que corregir un par de cosillas. Espero que te guste. :) Y si hay alguien que sigue mi traducción, decir que no he muerto y que intentaré seguir lo antes posible, pues sigo sin ordenador (sí, todavía). :(


I


La primera vez que ocurrió tenía siete años. Sus padres le habían puesto su libro favorito, Las aventuras de Alicia, encima de la estantería de su habitación. Estaba demasiado alto para ella, y su madre había salido un momento a comprarle comida a Honey, por lo que no tenía a nadie a quien pedirle que se lo bajara. Por lo tanto, no le quedó más remedio que mirarlo, impotente, sin hacer nada.

Pero, entonces, sucedió algo: el libro salió flotando hacia ella. Hermione lo sujetó, cuando estuvo a su altura, entre sus pequeñas manos sin saber muy bien qué había ocurrido.

Cuando volvió su madre, le contó lo que había pasado, pero no le dio importancia. Le dijo que seguramente el libro estaba cerca del borde y, que, al mover la estantería, el libro había parado en sus manos. Lo achacó a la gran imaginación que tenía al contarle todos esos cuentos cuando era más joven.

Y así pasó un año.

Al final a Hermione no le quedó otra que creer a su madre, pues conforme a media que crecía, más loco le parecía. Se había dado cuenta de que solamente ocurrían esas cosas en las películas. Era imposible que pudiera hacer... ¿magia? No tenía otra palabra para describirlo. Así que ese momento lo dejó olvidado en el fondo de su mente. Sin embargo, volvió a pasar.

Estaba en clase. Stebbins, un niño corpulento que se sentaba delante suya, se había metido con ella diciéndole pelo esponja. No es que no supiera que su pelo fuera un desastre, pero odiaba que le hicieran algún comentario al respecto. Y, cuando la profesora le sacó a la pizarra para que hiciera un ejercicio de matemáticas, le hizo una mueca burlona, haciéndole ver que ella no era la única que podía ganarse halagos de los profesores. Entonces, cuando Stebbins se volvió hacia su pupitre para sentarse, la silla se movió sola unos centímetros y cayó al suelo.

Todos los niños se rieron de él, y la profesora acudió en su ayuda por si se había hecho daño. Pero él no paraba de echarle la culpa. Sabía que había sido ella. Aunque la cosa se quedó ahí, ya que la profesora comentó que era imposible que hubiera hecho algo, pues no se había movido de su asiento.

Solo Hermione y Stebbins supieron la verdad. O, más bien, él lo intuyó.

Y entonces, varios años más tarde, un extraño hombre vestido con una túnica de color naranja, se presentó ante ella con una carta...