Capítulo 1

-¿Quién da más?- preguntó Emmet agitando un fajo de billetes de un dólar al aire esperando la siguiente apuesta. -¿Bella?- me dijo alzando la ceja de manera divertida.

-Sabes que yo no apuesto- dije sentándome en el suelo y dejando el último plato de comida sobre la mesa. Siempre perdía apostando contra cualquiera, asique en su día decidí no seguir apostando mi dinero de manera suicida.

-¿Ni un dólar?-.

-Ni uno- contesté sacándole la lengua. -¡Empieza!- chillé cuando vi que los anuncios terminaban y el partido comenzaba.

-¡Celtics!- animaban unos.

-¡Lakers!- empezaron a animar otros.

El reparto era sencillo. Los que al finalizar la universidad tuviéramos (o esperábamos tener) un futuro laboral en la ciudad de los rascacielos, apoyábamos a los Celtics. Y los que querían seguir en Los Ángeles, miraban por los Lakers.

Era una tradición antigua y absurda, pero que sacaba lo peor de todos mientras jugaban.

Éramos simplemente un grupo de amigos que llevábamos soñando tanto tiempo con salir de aquel pueblo, que cualquier cosa que nos evadiese de la actual realidad, nos valía. En este caso, el deporte.

Alice, Rosalie, Emmet, Jasper, Jacob, Seth y yo. Ese era mi equipo. Mi equipo desde que tenía 4 años y todos empezamos en la guardería del pueblo. La única que había de hecho. Forks, donde vivíamos, tampoco necesitaba de más.

-¿Tu hermano no piensa venir hoy?- preguntó Rosalie a Alice en el descanso del partido.

-Ha quedado creo- contestó sin dejar de mirarse las uñas.

-¿Kate?-.

-¿Irina?-.

-¿Laura?-.

-¿Jessica?-.

-Una nueva- dijo cortando nuestros intentos de ver que pobre chica (aunque de inocentes tenían poco), había caído esta vez. –Tanya creo-.

-Ha tardado el ligársela…- dijo Seth empezando a contar con los dedos,- vaya, es un record. 5 días-.

Me cansaba ese tema de conversación. Edward era el hermano mellizo de Alice, y a veces, parte de nuestro grupo. Pero esta lejos de considerarse, y de que le consideráramos, parte del equipo. Para él éramos simplemente una distracción cuando se aburría, y para nosotros, él era el hermano de nuestra amiga que de vez en cuando necesitaba compañía.

Tras eso la conversación giró en otra dirección, y yo no pude estar más feliz ante tal cambio.

La casa de Jacob era el lugar de reunión habitual. Era el único que cuando veníamos a Forks vivía solo, lo que siempre era bueno para tener un lugar donde reunirnos sin que nuestros padres anduviesen escuchando.

Todos estudiábamos en la universidad de Seattle, pero la mayoría de los fines de semanas, días libres y por supuesto vacaciones, volvíamos a nuestro pueblo. Nos gustase o no (que no lo hacía), era donde nuestras familias continuaban viviendo. Pero pronto aquellos viajes se terminarían.

Acabábamos de empezar nuestro último año de universidad. Cada uno en su carrera y en su especialidad, había conseguido sacarla adelante y el año que viene debía de ser el comienzo de una nueva vida para todos. El trabajo nos esperaba. Desde adolescentes todos habíamos tenido muy claro que queríamos, y donde esa faceta podía ser desarrollada de mejor manera.

Para mí, mi vida estaba relacionada con el idioma. Filología inglesa. Leer y conocer el lenguaje. Era algo que me apasionaba, extraño para alguien de mi edad, pero lo tuve claro cuando llego la hora de decidir. Asique quería irme a Nueva York, donde todas las imprentas y editoriales tenían sus sedes. Quería leer, leer y leer, y mi futuro solo podía pasar por allí. Me acompañarían Alice, que estudiaba diseño y aspiraba a convertirse en una gran diseñadora (y nadie dudaba de que lo haría), y Jasper. Él estudiaba derecho y realmente hubiese podido ejercer donde hubiese querido, pero Alice iba a Nueva York y Jasper la hubiese seguido al fin del mundo tanto si se lo hubiese pedido, como si no.

-Voy yo- respondió Alice cuando sonó el timbre de la casa.

Poco después, se escuchaba en la entrada murmullos que se acercaban hasta donde estábamos y apareció Edward con las manos en la cabeza y Alice detrás preguntando qué pasaba para que se encontrase así.

-Necesito tu ayuda enana- se limitó a contestar.