Hola a todos, esta es una re-edición de mi primer y único fan fic. Mi cuenta anterior fue hackeada. Pero decidí recuperar el fic y subir el resto de los capítulos.
¡Espero que les guste! A mi me ha encantado escribirlo.
Disclaimer: Harry Potter como es obvio no me pertenece, es de JK Rowling. Por otro lado Draco Malfoy, bueno, ese dios del sexo es mio!
Follar… o no follar… e ahí el meollo del asunto.
Follar y disfrutar de largas horas de sexo/delicioso/ ardiente/ apasionado y pecaminoso y luego tener que lidiar con un enorme cargo de conciencia…
O… no follar y no tener ningún cargo de conciencia… y a la vez perderse horas y horas de sexo desenfrenadamente placentero con su amado…
Hermione tenía frente a ella un gran dilema. ¡Oh si! Un grande problema, que llevaba ya varios días robándole su paz. La niña que tenía siempre las respuestas correctas a todas las intrincadas preguntas que hacían sus profesores, en esta ocasión no sabia que responder. Y mucho peor como resistir. Resistir le estaba robando toda su energía. Porque el simple olor endemoniadamente fascinante que desprendía de cierto rubio platinado de ojos gris, era suficiente razón para que a ella le flaquearan las rodillas y se le hiciera escasa la fuerza de voluntad.
Hermione Granger había decidido decir no al sexo prematrimonial con su sexy novio pero si las cosas seguían así no creía poder aguantar. Porque aguantar se le estaba volviendo asunto de santos.
- ¡VENGA CHICOS! ¡Tienen que hacer el movimiento correcto con sus varitas, si no se pierde todo el punto del ejercicio!- gritó el diminuto profesor de encantamientos desde la pila de libros detrás del escritorio en la que se encontraba parado.
Hermione regreso a la realidad con un respingo que no supo disimular. Su compañero de la par lo noto.- ¿Pasa algo Mione?- preguntó un moreno ojos verdes, frunciendo el seño ante la reacción de su amiga. El chico tenía una mirada tan profunda y encantadora que Hermione tuvo temor que le estuviera leyendo los pensamientos.
-¿A mi?- contesto Hermione haciéndose la desentendida. – No, no, no Harry a mi no me pasa nada- dijo haciendo un ademán con las manos para restar importancia al asunto- ¿Por qué la pregunta? Dime, ¿Parece que me pasara algo?
-La verdad si- dijo Harry entre sorprendido y divertido por la extraña actitud de su amiga.
-¡En absoluto Harry, en absoluto!- contestó Hermione tragando saliva. Esto era el colmo, tenía que controlarse a como diera lugar.
-¿Estas segura Mione? La verdad parece que si te pasa algo… Ya sabes que puedes confiar en mi.-
-¡Que no! ¡Estas siendo paranoico! Y me distraes, vas a hacer que el conjuro me salga mal.-
-Vale, no pregunto mas- Harry río, realmente su amiga estaba actuando extraño ya en otra ocasión volvería a preguntar.
-Es que no hay nada que decir, ahora pon atención en clase. ¡Venga Ahora!- y mas vale que tu también lo hagas Hermione, pensó la chica para si la castaña.
Cuando la clase de encantamientos termino Hermione se excuso rápidamente con Harry, agradeciendo que Ron estuviera en la enfermería y así no tenía que darle explicaciones también a él. La castaña salió disparada como un cohete hacia el cuarto, piso donde nunca hay nadie. Donde se puede estar sola. Sola, solita en la mas pura soledad. Sola con sus pensamientos, sola con sus pensamientos que incluyen recuerdos. Con los recuerdos que la perseguían a cada instante, recuerdos con los que ya, honestamente ella no podía, ni deseaba pelear. Recuerdos que no sola la llenaban de felicidad si no que la hacían sentirse viva. Tan viva como nunca se había sentido. Porque una cosa era enfrentarse al señor oscuro, pero para ella en este momento no había nada tan excitante como el ser deseada por el chico mas vil y cruel de todo Hogwarts.
Y los recuerdos se apoderaron de ella. Recuerdos de labios. Finos, seductores y deliciosos… Apretándose contra los suyos con necesidad, en un vaivén de fogosos besos. El recuerdo de su aliento, que la embriagaba al tan solo sentir su calor cerca de su cuello.
Recuerdos de manos. Masculinas, fuertes y eficaces… sujetándola fuertemente por la cintura, recorriendo con experticia palmo a palmo cada curva de su cuerpo.
Hermione sintió como sus bragas empezaban a humedecerse, se llevo las manos al rostro, lo tenía caliente. Suspiro y con pasos decididos salió rápidamente del cuarto piso lo mas rápido que pudo. Si seguía ahí mas tiempo, con esos recuerdos asaltando su casta mentecita, seguramente tendría que salir corriendo a buscar a cierto ojigris para suplicarle que la tomara en ese mismo instante…
¡Oh, demonios! ¡Como lo detesto! ¡Odio todo lo que provoca en mi!- pensó la chica del cabello enmarañado mientras se dirigía a pociones. ¡Por favor, por favor Dios mío! ¡AYUDAME a controlarme! Pero venga Hermione lo único que necesitas es un poco de autocontrol ni que fuera para tanto. Haz logrado vencer miles de situaciones. Se fría y cuidadosa como siempre lo haz sido. Tu puedes Mione, anda que ya sabes como debes actuar.
Sabiendo lo que la esperaba adentro, Hermione suspiro y entro al aula de pociones. Decida a no dejarse mandar por sus irracionales deseos. Entro con paso firme y al instante sintió como un par de ojos grises se clavaban en ella. Tratando ser lo mas discreta posible le devolvió al chico la mirada, solo por un micra segundo. Lo ignoraría, cada vez entendía mas y mas la perversa mente del rubio de sus sueños. Y tenia que confesarlo, le encantaba jugar con el…
Draco Malfoy, vio a su novia entrar. La chica había llegado tarde, aumentando así la ansiedad que el tenia por verla. Odiaba tener que esperar hasta media mañana para verla. Y ahora que por fin llegaba casi ni lo había volteado a ver. Prácticamente le había ignorado. Y para rematar se había sentado con la estúpida comadreja y el inútil del cara rajada. Es verdad que ella quería guardar las apariencias y mantenerlo todo bajo secreto. Pero, ¡Demonios! A veces exageraba y el odiaba tener que aguantar su indiferencia. Porqué él era un Malfoy después de todo y los Malfoy no le eran indiferente a nadie.
El profesor Slughorn entro gritando instrucciones desde la puerta a sus estudiantes. –Rápido, rápido chicos que el tiempo es oro. Saquen ya sus hojas de mandrágora tierna y empiecen a cortar cada hoja en 7 partes iguales.- instruyó el obeso profesor.
El malhumor de Draco empeoro. Había salido con tanta prisa de ver a Hermione, que había olvidado empacar las dichosas hojas. La urgencia de poder estar cerca de ella lo hacia perder la cordura. De mala gana se acercó a Slughorn para solicitarle permiso de irlas a traer. Slughorn accedió sin voltearlo a ver, estaba demasiado ocupado alabando nuevamente a San Potter.
Antes de salir Draco se volteo hacia la chica de sus deseos para poder observar sus hermosos ojos aunque sea por un instante. Pero la chica recogía descuidadamente su espesa caballera para ponerse a trabaja y no levantó los ojos. El rubio tuvo que obligarse a seguir caminando. Amaba ver a la chica descubrirse el cuello, porque estaba consciente lo sensible que tenia Hermione esa parte del cuerpo.
Draco salió del aula aflojándose la túnica, ese ultimo vistazo a Granger le había dejado un tanto acalorado. Tres chicas de Huflepuff que estaban sentadas en una banca frente al aula de pociones suspiraron al unísono a verlo salir, la serpiente era un verdadero rompecorazones. Les dedico durante unos breves segundos una sonrisa de lado. Las tres chicas estallaron al instante en risitas estúpidas. Draco no les dedico una segunda mirada y siguió su camino.
El rubio sabia que las chicas lo deseaban y que con sacar algún truquito de supermacho (de los que el tenia tantos) las podía tener a las tres al instante. No de balde tenia uno de los mejores formados abdómenes de Hogwarts y había sido 5 veces ganador del premio a la mirada mas seductora según la revista Corazón de bruja teen Edition. Draco tenia el corazón de muchas brujas (y una colección de tangas trofeo que podía llegar a competir con la del honorable Sirius Black), él lo sabia muy bien y se sentía muy orgulloso de ello. Pero ahora a el solo le interesaba el corazón (y la tanga, no había motivo para negarlo) de Granger. De la Diosa Hermione Jane Granger. Una leona como no había igual.
-¡Aguamenti!
-¿Pero que mierda?- dijo furioso Draco volteándose. Había sido sacado en ese instante de sus profundos y muy honestos pensamientos por un chorro de agua que lo había mojado de cabeza a pies.
-Pero miren a quien tenemos aquí, al pequeño Huron- dijo Hermione con voz juguetona, guardando su varita en la bolsa de su capa – ¿Pensabas en mi?
La cara de furia de Draco desapareció al instante al ver a Hermione. – Tu sabes que si- contestó sonriendo y guiñándole el ojo.
-Me imagino- contesto acida Hermione – Vi como hacías a las huecas Hupplepuff babear.
-¿Yo?- dijo el ojigris fingiendo inocencia.
-No finjas inocencia Huron, no te queda- dijo Hermione dando se la vuelta para regresar a clase.
No había dado ni cuatro pasos cuando el rubio la sujeto con firmeza por el brazo y la hizo girar. Hermione miro a su novio, y enseguida se asusto, conocía demasiado bien esa mirada. Sabia lo que le esperaba…
-¿A dónde se supone que vas?- preguntó el rubio, regalándole a la castaña una hermosa sonrisa rompecorazones.
-¿Dónde crees? Obviamente a clase, de donde no debería haber salido.
-Tengo una mejor idea- sonrío lascivo Draco mientras sujetaba a su chica con firmeza por la cintura.
-¿Pero que demonios haces? ¡Te verán Draco!-dijo Hermione intentando zafarse, pero el agarre de Draco era firme –Te verán las idiotas de Hupplepuff, además estas todo mojado. ¡Suelta!
-No te puedes quejar, después de todo fuiste tu la que me mojo.-
-Para que se te bajara la calentura Malfoy. ¡Das vergüenza! No puedes ver una escoba con falda porque intentas ligártela. Mira que das pena.-
-Granger, no puede ser. ¿Acaso percibo un tanto de celos?- dijo triunfal Malfoy aun sin soltar a su chica favorita.
-¿Celosa? Por favor, no te halagues tanto. No tengo tiempo para eso. Ni siquiera note donde estabas al entrar a clase.-
El semblante del Rubio de platino cambio, sus seductores ojos grises se tornaron mas oscuros, dándole un aire de seriedad a su rostro que le sentaba a la perfección. Haciendo, si era posible que se viera aun mas sexy. Hermione no pudo evitar notar esto y sintió como las piernas se le aflojaban, menos mal que Draco la seguía sujetando.
-¿Se puede saber porque diantres entras a clase y ni siquiera me saludas?- preguntó Draco soltando bruscamente a Hermione.
Esta vez fue el turno de Hermione de sonreír. Te tengo Hurón, te tengo. - ¿Es necesario que te recuerde que eres mi archienemigo?
-¡Mierda Herms!- dijo exasperado Draco sacando su varita para conjurar un hechizo y secarse- Tu Sabes que yo Te Amo.
Los cielos se abrieron para Hermione. Escuchar esas palabras de parte de su novio era como escuchar el Aleluya de la boca de los mismos ángeles del coro celestial. Hizo un gran esfuerzo y aterrizó en la realidad.
-¿Cómo dices?-
-Herms, tu sabes que te amo.- repitió Draco viendo directamente a los ojos de la castaña.
Respira Hermione, respira. No te le puedes tirar encima en medio del pasillo. Eres la premio anual y debes de dar el ejemplo. ¡Soy un ejemplooo! ¡Pero, Coño! Si que cuesta no querer comérmelo a besos aquí mismo cuando es tan tierno.
-Y yo a ti mi lindo Huron, pero nadie sabe de lo nuestro. Debemos cuidar nuestro secreto.- logro decir la castaña.
-Bien sabes que pienso que eso del "noviazgo secreto" es la peor estupidez que se le ha podido ocurrir a alguien.- dijo Draco contrariado.
-Pero por los momentos es mejor así, no te imaginas lo difícil que es para mi no saltarte encima y comerte a besos para que todas las zorras de Hogwarts sepan que eres mío.- dijo pícaramente Hermione.
La sonrisa del chico Dorado regreso. Resplandeciente.
-¿Me quieres comer a besos?- pregunto el chico con un tono de arrogancia- ¿Granger? La premio anual-
- o- le contesto seductoramente la castaña mordiendo su labio inferior.
La respiración de Draco se empezó a agitar, su novia si que sabía que botones pulsar. La recorrió de pies a cabeza sin el menor de los recatos desnudándola con la mirada.
-Granger, debo admitir que eres el ser mas sexy de todo el castillo- dijo el rubio mientas miraba con deseo a su novia – No tienes idea... de todo lo que muero por hacerte…
Hermione sintió como la invadía un calor empezando por su pecho y bajando peligrosamente hasta llegar a su entrepierna. Le parecía que la tensión la iba a hacer reventar.
¡Dios! ¡Ayuda! ¿Recuerdas que te la pedí? Ahorita es que la necesito. Este es un buen momento para que te acuerdes de mi. No me dejes caer en tentación, no me dejes caer en tentación. ¡Dios Santo! ¡Dios Santo, en gran parte es tu culpa! ¿Por qué lo hiciste tan perfecto?
La serpiente camino resuelto hacia su novia y le tomo la mano. –Camino a clase vi un aula vacía- dijo el chico mientras guiaba a su novia hacia el rumbo definido.
¡Fuerza Hermione! ¡Fuerza! ¿Para que tienes boca? Dile, que es hora de regresar a clase. ¡Vamos tu puedes! Demuestra tu autocontrol pero… pero… ¡Es que si me lleva me va hacer todas esas cosas que me encantan! ¡No, no puedo… no puedo, no puedo! ¡Dios! ¡No puedo follarme a ese encanto! ¡Pero si que quiero! Si que quiero… ¡AYUDA!
Y las suplicas de la chica del cabello enmarañado fueron atendidas.
-¡Oye! ¡Idiota! ¿A donde llevas a Hermione?- el niño que vivió apareció para salvar el día.
¡Oh Diablos! ¡Harry, ¿Qué haces? ¿Qué estoy diciendo? ¡Digo, Gracias Dios! ¡Gracias! ¡Me salvaste!
Hermione y Draco se soltaron abruptamente. Hermione escuchó a su novio respirar como quien ruega por paciencia. Rápidamente se volteo para encarar a Harry.
-¡Hermione! ¿Estas bien? – pregunto Harry consternado.
- Tranqui, Harry no pasa nada. Dra-Malfoy solo me acompañaba a la enfermería.-
La cara de confusión de Harry no tenia precio. ¿Estaba delirando o Hermione casi había llamado a la serpiente por su primer nombre? Además, ¿Malfoy siendo amable? Eso estaba mal. ¿Malfoy siendo amable… con Hermione? Eso estaba aun peor. ¿Que le pasaba al mundo estos días?
-Escuche cuando le decías a Slughorn que no te sentías bien, por eso vine a revisar.- dijo el moreno.
-No es nada. De verdad.- dijo Hermione rogando que Harry no fuera a notar nada extraño.
El rubio que mientras tanto había estado muy entretenido examinando un cuadro en la pared se volteo hacia Harry, desagrado destilando de cada poro de su sexy ser.
-Como sea Potter, Hermione ya esta lo suficientemente grande, no necesita de una niñera. Así que ya deja de hacer el papel de su cuidador.-
Harry ahora si que estaba confundido. Hermione noto su mirada de desconcierto e intervino.
-¡Ya me siento mejor! Venga Harry, regresemos a clase.-
-¿Qué ya no iras a la enfermería?- preguntaron el Leon y la Serpiente en unisón.
-No, no, tenemos clase- contesto a Hermione queriendo arrancar a Harry del lugar, pero este permanecía estático viendo a su amiga y luego a su recontra enemigo con cara de absoluto desconcierto.
-Me largo- dijo Draco visiblemente contrariado- Hermione, ¿Le dices a Slughorn que tenia asuntos que atender?- El rubio le dedico una ultima mirada de odio a Harry y se dio la vuelta emprendiendo su camino.
-Venga Harry, vámonos- Hermione por fin logro que su amigo se moviera. Luego súbitamente se volteo y grito,-¡Malfoy! ¡Te espero hoy en la noche en la biblioteca para resolver la tarea que habíamos hablado!-
Ni la misma Leona supo de donde había salido ese ultimo cometario. ¿Citar a un slytherin; enfrente de Harry? Error, gran error.
Los ojos de Harry se abrieron como platos. No entendía nada. Nada de nada.
-¿Qué demonios les pasa a ustedes?-preguntó el moreno en total confusión.
-Nada- contesto Hermione encogiéndose de hombros y sonriendo estaba feliz, si que amaba a su novio y esta noche le vería. Eso era todo lo que importaba.
Harry concluyo al ver la cara de felicidad de su amiga, que en efecto si estaba alucinando, que quizás debería de ir a la enfermería. Su amiga no tenía asuntos que resolver con el hurón. Y mucho menos se ponía feliz ante la oportunidad de verlo.
Mientras tanto, la sonrisa de cierto rubio platinado había regresado. El rey de Slytherin estaba radiante. Mientras caminaba hacia su sala común casi resplandecía, donde pasaba, las caras se volteaban ante tan atrayente espectáculo. Esa sonrisa, esa mirada todo en el denotaba la mas pura satisfacción.
Todos los que lo vieron imaginaron mil causas para esa mirada, hipótesis cada vez mas locas del porqué de su mirada triunfal. Nunca nadie se imagino que lo que Draco en ese momento sentía era la infinita alegría de un enamorado.
Draco estaba feliz, esa noche estaría con su novia…
¿Y tu que piensas?
¿Follar… o no follar?
Todas las opiniones que tengas no te las guardes, dejalo salir, dejalo salir.
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Mis mejores deseos pata ti,
Gma Malfoypooh
