Dos Mundos
Prólogo:
En el mundo de los espíritus, aquel que los humanos solo pueden ver luego de fallecer, estaba dividido en dos. Todo lo que tocaba la luz estaba bajo el control del reino celestial, y todo aquel que vivía bajo esta luz estaba bajo el mando y la protección del Ángel Rey y su Reina, pero incluso estos ángeles tenían a quien vanagloriar, honrar y temer. Aquel que es rey de reyes y señor de señores, Dios.
Existen diferentes tipos de ángeles en el cielo (a parte de los ángeles reales), nueve tipos divididos en tres grupos o coros (ya que sus voces cantan alabanzas a la creación). Los más cercanos a los reyes son los Serafines, seres celestiales, de quienes se dice que rodean el trono manifestando la gloria del Señor, cantan la música celestial y regulan el movimiento de los cielos según emana de Dios; los Querubines son los custodios de la luz y de las estrellas, aunque alejados del plano material, su luz toca nuestras vidas, la luz divina que ellos filtran desde el Cielo manifestando la sabiduría divina; y por último los Tronos, son ángeles acompañantes de los planetas y manifiestan la unión.
Estos ángeles forman parte del primer grupo, el segundo está compuesto por los Dominios que son los seres que manifiestan la soberanía de Dios, gobernando las actividades de todos los grupos angélicos inferiores e integrando el mundo espiritual con el mundo material, aunque reciben órdenes de los reyes y rara vez se ponen en contacto con los individuos, su trabajo está vinculado con la realidad; las Virtudes manifiestan la voluntad de Dios, pueden proyectar grandes niveles de energía divina, cuanto mayor sea el número de mortales que aprendan a trabajar con las Virtudes, habrá una mayor infusión de energía espiritual disponible para el planeta; y los Poderes son los que manifiestan el poder de Dios, son portadores de la conciencia de toda la humanidad, los que conservan nuestra historia colectiva (a esta categoría pertenecen los ángeles del nacimiento y de la muerte), ellos pueden atraer y retener la energía del plan divino, tal como los árboles absorben la energía del sol.
Y el tercer y último grupo está compuesto por los Principados (ángeles integradores) son los ángeles que manifiestan el dominio de Dios sobre la naturaleza. Son los devas o guardianes de todos los grandes grupos, desde ciudades y naciones hasta creaciones humanas recientes; los Arcángeles (ángeles superlumínicos) manifiestan el liderazgo de Dios, sugieren que los llamemos ángeles superlumínicos porque se ocupan de las zonas más amplias de la experiencia humana, pertenecen a una familia diferente de los ángeles y hay muchos tipos distintos de ángeles superlumínicos en esta familia mayor, algunos comandan a los espíritus planetarios, otros son responsables del reino animal y otros más cumplen tareas específicas en servicio de la humanidad (a partir de este grupo también surgen los ángeles de la realeza); por último y finalizando la lista, tenemos a los muy conocidos Ángeles (ángeles acompañantes o custodios), son los más próximos a la humanidad, los que más se ocupan de los asuntos humanos manifestando la protección de Dios para con los mortales, dentro de ésta categoría hay muchos diferentes, los que más conocemos son los ángeles guardianes o ángeles acompañantes quienes se ocupan de nuestra evolución espiritual (todo mortal posee uno desde su nacimiento).
Los ángeles dicen que aunque parezca que hay rangos jerárquicos, es más apropiado visualizar todos estos órdenes en un gran círculo, en el que lo más alto y lo más bajo se dan la mano.
Todos ellos gozaban de pureza, sin mancha del mal. Sin embargo, algunos se tentaron con el pecado de la soberbia y quisieron asemejarse a su creador omnipotente. Se dice que dos tercios del ejército de los ángeles adoptó esta actitud. El líder de los serafines, se encontraba a la cabeza de los espíritus rebeldes. Entonces, él rey mandó a su arcángel más fuerte a combatirlos, junto a los ángeles obedientes. Fue cuando se desató una gran batalla celestial. El resultado de la misma: los ángeles rebeldes fueron expulsados muy lejos del Paraíso: al Infierno o reino de las sombras.
En el inframundo existen jerarquías, todas ellas por debajo del único rey infernal y la familia real. Los "Machinae" constituyen el estrato inferior de los demonios; habitualmente se los denomina"artefactos demoníacos", son demonios de formas y tamaños variables, utilizados como guardianes en el castillo principal y por la realeza como custodios personales. Los "miles" son clases de demonios que emergen constantemente en la imaginación y maldad humana. Son demonios guerreros, que intervienen en enfrentamientos bélicos.
Por otra parte, los"Incubi"son los encargados de expandir la raza demoníaca. Siembran el descontento y la podredumbre en el universo, se dedican a convertir inocentes en demonios. Son sumamente sagaces.
Por último, encontramos a los "Lores". Éstos son los jefes de la casta de Demonios, son concejeros para la familia real a quienes temen por su inmenso poder. Su tamaño es mayor, de aspecto espantoso y sumamente malignos. Tienen a su cargo a varios demonios menores que utilizan de mensajeros e intercesores. En el campo de batalla son los mas problemáticos y difíciles de vencer.
Los Demonios son el enemigo del hombre, y han pasado toda su historia conocida luchando contra la humanidad por cuerpos y almas. Los demonios son como ningún otro enemigo, pues a ellos no les interesa meramente la adquisición de territorio, mas buscan reducir a la humanidad a esclavos, que sufran a su placer, y que vivan sólo al antojo de sus temibles amos.
La guerra entre el bien y el mal siempre existió. Ángeles y demonios siempre en constante lucha por las vidas humanas que formaban el reino de los mortales. Durante milenios fue así, pero con el correr de los tiempos la guerra consumió sus vidas de tal forma que olvidaron el porqué de su pelea. Los humanos dejaron de ser prioridad y solo eran vistos como el único as que inclinaría la balanza en ventaja de quien lograra controlarlos.
Existía una profecía que todos conocían, incluso los mortales. Ésta hablaba sobre el nacimiento de dos criaturas, el hijo del bien y el hijo del mal. Ambos marcarían el final de la guerra proclamando a un único vencedor.
