Por fin terminé mis estudios de medicina. Quiero ser cirujano, pero aún no se que especialidad. Neurocirujano es muy interesante, pero también me interesa cirujano plástico y cardiología. Ah, no se. Pero aún tengo tiempo de decidirme, para eso estoy de interno.

Mi primer día de trabajo me levanté muy temprano, con la esperanza de llegar antes y poder conocer a los demás internos y a los residentes. Desayuné ligero, si me tocaba una gran impresión no deseaba regar mi desayuno sobre el suelo o peor aún sobre el paciente. Salí de mi departamento en el último piso y me fui al elevador pero, de nuevo, estaba fuera de servicio. Corrí a toda prisa por las escaleras, agradezco tener reflejos felinos, si no… yo terminaría como paciente en lugar de doctor. Llegué al estacionamiento subterráneo del edificio y caminé hacia mi moto, es vieja y está algo maltratada, pero aún me transporta que es lo importante. La desencadené y me subí con agilidad, me coloqué el casco y salí de camino al hospital.

Al llegar me sorprendí bastante, era muy grande y lujoso. Estacioné mi moto y la aseguré con cadena. Caminé hacia la entrada. 'Hope General Hospital'. Sí, éste era mi hospital asignado. Al entrar fui al módulo de información. Había una enfermera de cabello rosa amarrado con un listón rosa. Cuando me vio me sonrió inmediatamente y sus ojos brillaron.

‒¡Hola! Buenos días. Mi nombre es Mariah, ¿en qué puedo ayudarte?

‒Mi nombre es Ray Kon, soy interno. Me dijeron que me presentara con el Doctor Hiwatari.

‒Detrás de ti ‒una voz grave resonó a mis espaldas. Me estremecí por la cercanía. Me volteé con rapidez. El Doctor Hiwatari estaba a unos centímetros de mí. Retrocedí y choque contra el módulo. Observé detenidamente al doctor. Era muy guapo. Su piel blanca como la nieve contrastaba bellamente con sus ojos como fuego. Su cabello le caía en la cara, era de dos tonalidades más claro al frente y más oscuro detrás. Parecía un ser divino, bajado directamente del cielo. Sus labios se veían tan... tentadores y suaves... y... ¡Un momento! ¿En qué estoy pensando?

Salí de mi repentino trance. Volteé hacia el doctor, me estaba observando fijamente con una ceja levantada.

‒¿Terminaste? ¿O vas a seguir babeando? ‒me preguntó fríamente.

Carraspeé y miré hacia abajo, creo que me sonrojé porque la enfermera se rió.

‒Bien, ven conmigo ‒me ordenó y caminó rápidamente hacia el elevador.

Lo seguí corriendo. Llegué justo antes de que las puertas se cerraran. Me entregó una carpeta llena de papeles.

‒Es la información de mis pacientes. Harás análisis, les pedirás información extra y los vigilarás ‒asentí lentamente, aún algo apenado para mirarlo.

Sonó la campanita indicando que habíamos llegado.

‒Tendré una cirugía en un rato, espero que puedas estar por tu cuenta ‒se detuvo y me observó, como examinándome. Me observó más fijamente, creo que esperaba mi respuesta. ‒Sí, señor.‒ Soltó una leve carcajada.

‒¿Señor? No soy mucho mayor que tú. Talvez te llevo un año ‒lo miré interrogatoriamente. ‒Soy una especie de genio, terminé mis estudios muy joven ‒me dijo sonriendo con autosuficiencia.

¡Vaya! ¡Mi residente es MUY modesto! Su localizador comenzó a sonar como loco.

‒Me voy ‒me lanzó un localizador. Antes de irse se volteó hacia mí de nuevo. ‒Cada que te llame responde de inmediato. Y quiero dejarte algo en claro... ‒se acercó a mi con una mirada que daba miedo. ‒Tengo un historial limpio, si alguno de mis pacientes muere bajo tu cuidado... yo te mataré a ti personalmente ‒lo último lo dijo con sus labios pegados a mi oreja. Me asusté bastante, pero cuando lo vi alejarse corriendo me calmé un poco.

Observé la carpeta con los expedientes. Tendría mucho trabajo que hacer. Mi día transcurrió lentamente, corriendo de los pacientes al laboratorio y del laboratorio a los pacientes. Fue un día muy agotador. No volví a ver a mi residente, pero me encontré con el jefe de cirugía. Me dio la bienvenida y me entregó un boleto para la fiesta de bienvenida que sería la noche siguiente en casa de uno de los residentes, no supe de quién.

Al día siguiente también desperté muy temprano, estaba algo ansioso. Repetí el mismo proceso que el día anterior. Al llegar al hospital encontré al Dr. Hiwatari de brazos cruzados mirando hacia la puerta. Al verme llegar comenzó a avanzar al elevador, lo seguí rápidamente. Al cerrarse la puerta volteó hacia mí y me dirigió una linda sonrisa.

‒Buenos días Ray ‒me saludó cordialmente.

Me sorprendí bastante, pues el día anterior se había portado muy fríamente.

‒Buenos días doctor Hiwatari ‒le sonreí también.

‒Puedes llamarme Kai ‒me dijo sensualmente... Ok… eso fue algo extraño.

Se movió lentamente a los controles y jaló la parada de emergencia.

‒Los pacientes aún están dormidos. Hay que dejarlos descansar un rato más ‒¡¿Qué?! De acuerdo, me dio miedo.

‒Pero, ¿y si hay una emergencia?

‒Los localizadores nos avisarán ‒me respondió como si la respuesta fuera de lo más obvia. Se acercó lentamente a mí.

‒Perdona mi comportamiento de ayer, estaba algo inseguro de lo que sentía ‒me dijo dulcemente acariciando mi mejilla.

Pegó sus labios a los míos. Fue un beso pequeño, pero muy dulce y con mucho sentimiento. ‒Eres muy hermoso, me cautivaste la primera vez que te vi ‒acunó mi rostro en sus manos. ‒Y a juzgar por la babita que soltaste cuando me viste por primera vez, supongo que mi sentimiento es correspondido.

Volvió a besarme, esta vez pude reaccionar y profundizarlo. Cruzando mis brazos tras su cuello y acariciando su suave cabello mientras él me sostenía fuertemente por la cintura. Me lanzó una última sonrisa y devolvió el botón a su posición original. El elevador comenzó a subir nuevamente.

‒¿Irás a la fiesta de hoy? Es en mi casa ‒me lanzó una mirada un tanto perturbadora.

‒Sí, supongo que sí. Aunque no conozco a nadie aún.

‒Puedo presentarte a mis amigos. Pero... primero tengo que estar seguro que te quedarás conmigo.

‒Me parece justo ‒en ese momento se abrieron las puertas, el corredor estaba todvía vacio.

‒Entonces nos vemos esta noche Ray ‒me guiñó un ojo.

Mi estancia aquí será muy interesante, puedo asegurarlo. Bueno ya casi es tiempo de la fiesta, iré a prepararme.