Mi primer fic sobre Haymitch, espero que sea aceptable. Disfrutad todo lo que podáis leyéndolo.
*Montenegro*
Me despierto sudando, es mi último año en la Cosecha. Mi último año de horror. Suspiro aliviado, negando rotundamente el acceso de ese pensamiento. El pensamiento de una posibilidad entre miles. Una posibilidad o… tal vez treinta, pero da igual. Mi nombre va a entrar treinta y seis veces en la urna, por última vez. ¡Aleluya! Sacudo la cabeza y me levanto, corro las cortinas dejando que entre la luz del día. Es casi la hora. No desayuno, rechazo toda comida que se me ofrece, por poca que sea; mi estómago está hecho un nudo que no permite el paso a nada, sólo agua, pero tampoco quiero. Me visto con mi mejor ropa y salgo de la casa. Tomo una bocanada de aire fresco y emprendo mi marcha.
Cuando llego, el último pues me había entretenido desahogándome, con una par de piedras que han acabado incrustadas a un árbol que ahora su parte de abajo carece de corteza gracias a mis pies, mis manos y, sobre todo, mi histeria. Paso por el registro y la mujer que pretende pincharme en el dedo se da cuenta de que no hace falta; mis manos, prácticamente, chorrean sangre. Plasma mi pulgar en la máquina para que reconozca mi sangre y luego coloca mi dedo en un papel donde pone mi nombre: Haymitch Abernathy. Su mirada indica curiosidad por mi estado, y yo se la devuelvo de manera arrogante. Me doy la vuelta y voy a la última fila, la de los chicos de 18, y todo comienza:
-¡Bienvenidos, bienvenidos!- exclama Calpurina Witch, la enviada de todos los años por el Capitolio.- ¡Felices Vigésimo Quintos Juegos del Hambre! Y que la suerte esté siempre de vuestra parte…- no puedo evitar susurrar a la vez que ella la última frase, con sarcasmo. El alcalde sale al pódium y da comienzo al aburrido discurso de todos los años. Cuando acaba, vuelve Witch y sonríe con cinismo.
-¡Las damas primero!- dice con voz chillona y mete la mano en la urna de la derecha, la urna de las damas. Abre el papel y dice el nombre, mal dicho, pues nunca lo había oído, seguro: -Mayselle Donnel – y yo suelto un bufido ¡Maysilee Donner! ¡Es Maysilee Donner, no Mayselle Donnel! Miro a la chica, de dieciséis años, piel morena (ahora pálida como un muerto), ojos azules y pelo negro. Una extraña combinación para el Distrito 12. Maysilee sube al escenario con paso lento y puedo ver cómo se impacienta Calpurnia desde su lugar, mientras resopla cada dos por tres, a cada paso lento que da Donner. Cuando llega arriba Witch le agarra del brazo, la "felicita", la deja en un lado y va hacia la urna de los chicos. Todos contenemos el aliento cuando ella coge un papelito, se dirige de nuevo al micrófono, abre el resultado y lo lee antes de decir, clara y extrañamente bien: -¡Haymitch Abernathy!
¿Haymitch Abernathy? ¿Quién es ese tal Haymitch? Es lo primero que pienso, pero luego mi mente se conecta de nuevo y lo único coherente que me viene al pensamiento es: Me cago en todo lo cagable. Todos a mi alrededor sueltan el aire con alivio y yo, antes de ahogarme, lo suelto muy lentamente.
-¿Dónde estás?- pregunta la tiparraca ésta. ¡¿Por qué no podía haber cogido otro papel? ¡Esto ha sido obra del Capitolio! ¡Lo han amañado todo! Gruño en mi mente, claramente paranoico. Cierro los ojos y los aprieto, serenándome. Debo mostrarme fuerte, invencible. Abro los ojos y camino hacia el escenario con paso firme, subo las escaleras y le dirijo una mirada altiva a Calpurnia, que me mira embelesada.
-¡Qué apuesto es nuestro tributo masculino de este año! ¿Verdad?- exclama y a mí me entran arcadas que controlo con dificultad. Lo siguiente es todo muy monótono: Ella exige aplausos, sólo la familia del alcalde y los Agentes de la Paz se los dan, une la mano de Maysilee con la mía, nos dirigimos una mirada mutuamente, ambas neutrales, inexpresivas, Calpurnia se despide y nos despide, nos conduce hasta dentro del Edificio de Justicia y mis últimas palabras coherentes son:
-Traedme una copa.
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