Primera parte

Link regresa al castillo

Hyrule es tan grande que se debe dedicarle mucho tiempo para poder contemplar cada maravilla oculta en esta tierra. Entre sus aguas azules, campos frescos, montañas imponentes y pueblos que se distinguen por la cultura de sus habitantes, yo cuidaba con cariño el recuerdo del cielo estrellado de Kokiri. Pasé muchos días admirando la bella imagen de ese cielo que servía de fondo a mis paseos con la persona que amaba. Éstos, junto con otros momentos que pasamos juntos, los llevo muy bien grabados en mi memoria, pues una serie de eventos que pusieron a Hyrule en peligro, nos separaron varias veces y por suficiente tiempo para preocuparse por que uno de los dos se viera atraído hacia alguien más.

Somos una pareja de jóvenes realmente muy reconocidos y ciertamente pretendidos por otros. Una vez escuché la frase de los labios de una de sus "amigas" en contra de nuestra relación: "Mereces alguien mejor, con esa fama que tiene no debes confiar en alguien así, te será infiel". Esto me disgustó mucho, no era coincidencia que nuestros caminos se cruzaran sólo para relacionarnos como "La Princesa y el Héroe del Tiempo", no, vi en sus ojos que yo le atraía desde que me miró. No era una relación convencional; era un enamoramiento, éramos niños pero ahora no lo somos y sentimos algo real y hermoso. Y ninguna situación poco favorable, hecho o persona, por cuan tanto aprecie, me haría pensar siquiera en un momento de mi vida lejos de a quien yo considero mi alma gemela. Nadie…

Siempre esperaría…

–Mi Lady –se acercó un guardia a avisarme.

–¿Sí?

–Ha llegado la noticia de que Link acabó con su reciente misión y que arribará a la ciudadela esta tarde.

–Gracias, puedes retirarte.

Mi mundo ha quedado vacío.

Ya estaba lista para recibir a Link, vestía mi vestido color rosa, había peinado mi cabello muy bien, usaba el collar que él me regaló en una de nuestras salidas a la ciudadela –el cual tenía una peculiar forma que se había vuelto popular en Hyrule–, y usaba nuevos zapados que combinaban muy bien con mi vestido y con el color de mis uñas y labios. Tomé el presente que le tenía como sorpresa a Link y salí de mi habitación dispuesta a verlo y decirle cuánto lo extrañaba.

–Permítame escoltarle, mi Lady –se ofreció un guardia al verme salir por la puerta principal.

–No te preocupes por mí, me encontraré con Link –le comuniqué muy contenta.

–Entiendo. Se ve muy hermosa Princesa, que tenga suerte.

–Gracias.

Caminaba alegre, pero sin descuidar los rasgos característicos que una princesa debe aprender. Este día era tan perfecto: el sol brillaba pero no molestaba, el ligero viento acariciaba los árboles que danzaban con mucha elegancia, los habitantes en la ciudadela se encontraban en paz y realizando muy bien sus actividades –algunos de ellos se acercaban a saludarme y hacerme cumplidos–. No habría pedido un día diferente a este para reencontrarme con Link.

Me di cuenta de que llevaba rato caminando sin saber dónde estaría mi amado, cuestioné a una vendedora de verdura si lo había visto pasar por aquí.

–Sí, se veía muy contento –respondió ella y yo sonreí.

–¿Me diría a dónde se fue?

–Lo vi entrar en ese negocio de "tiro al blanco".

–Muchas gracias.

Me apresuré a entrar en el mencionado sitio, crecían mis nervios y mi corazón latía cada vez más fuerte mientras me acercaba ahí para verlo después del tiempo sin saber de él. Pero sentí que mi corazón se detuvo al entrar y verlo con otra…

–¿Zelda, estás bien? –abrí mis ojos y lo vi.

–¿Qué me pasó?

–Te desmayaste –me dijo y sonrió, parecía estar alegre de verme– ¿Te sientes bien?

–Sí, sí –dije levantándome-. Creo que me tropecé a entrar –inventé una escusa.

–Me alegro…

Después de eso me distraje, pero recuerdo que me presentó con su "acompañante": una chica de cabello rojizo y brillantes ojos color azul. Me contó que durante su última travesía había logrado un lazo con ella y que ahora ellos pasaban juntos mucho tiempo. Sólo le dije que me alegraba por él y salí de ahí llevándome el regalo que le tenía (ni siquiera lo notó) antes de comenzar a llorar.

Volví al castillo evitando hablar con cualquiera y ocultando mi estado de ánimo, entré a mi habitación y me acosté en mi cama. Miré por la ventana un bello atardecer y me atormentó el deseo de haberlo contemplado con él.

Todavía no lograba aceptar lo que acababa de pasar, llevaba años saliendo con Link, no estábamos oficialmente comprometidos pero todos sabían que nos amábamos. Al menos yo creía que él me amaba…

La noche llegó y pasé de mirar el atardecer a buscar la luna, pero no conseguí verla esa noche. Frustrada me quedé mirando el techo de mi habitación. Tardaba en parpadear, mi rostro estaba húmedo pero no me importó limpiarlo, sólo pude pensar en que Link y esa chica pelirroja se besaban bajo el cielo estrellado que un día él compartía conmigo.

Ella no debería estar con él

Llevábamos un rato en el comedor del castillo, le había prometido a Link que lo invitaría a comer al volver de su última aventura, él llevó a esa pelirroja a mi castillo.

–Y entonces apareció un lobo, una creatura fácil de vencer pero en ese momento estaba muy cansado y con una gran herida en mi pierna. Creí que me mordería pero Marian me estaba buscando por que había olvidado mis brazaletes de poder que me había quitado para comer…

–Sí, Link es un poco distraído –añadió ella simpática -. Entonces vi a Link en el piso y golpeé al lobo con un palo que encontré ahí. Y decidí quedarme cerca de él para cuidarlo.

–¡Oye! –renegó-, no necesito que me cuiden.

–Pero te encanta mi presencia.

Ellos me contaban cómo se conocieron, en realidad parecía que hablaban ellos solos. Me sentía sola, notaba cómo lo había perdido tan rápido, quise llorar, pero no lo haría frente a ellos, aunque quizás no se habrían percatado de lo que hiciese, estaban muy ocupados mirándose con ternura el uno al otro.

En eso Link se levanta y siendo cortés lleva los platos a la cocina –cuando cualquier sirviente pudo haberlo hecho- dejándome a mí sola con Marian.

–Y, ¿qué tal se ha portado Link? –pregunté para romper el silencio.

–No creas que no veo lo que intentas.

–¿Qué?

–No finjas, "Princesita" –replicó como atacándome con palabras-. Sé que no has olvidado a Link y que pensabas que al volver aquí podrías recuperarlo.

–Oye, yo no…

–¿Acaso me dirás que no lo amas?

–Yo, yo, pensé que…

–¿Qué? ¿Qué él te amaba?

–¡Cállate! ¡Guardias! –Ordené– Sáquenla.

–¡Esto no te hará recuperarlo! –gritó mientras la sacaban de mi castillo.

Pero tenía razón: Link me había olvidado. Luego todo se oscureció y desperté. Sentí un gran alivio al saber que sólo fue un sueño.

Volteé a la ventana y ya había amanecido, noté que seguía vestida como el día anterior, me levanté y vi que colgaba de mi cuello el collar que Link me había regalado: un bonito collar con un corazón rosa. Me lo quité y lo arrojé al otro lado de mi habitación. Caminé a mi armario y busqué un vestido sencillo para ir a pasear, tomé uno azul. Después me despinté las uñas, limpié mi cara y cepillé mi cabello.

Salí del castillo, y caminé sin rumbo fuera de la ciudadela. Sólo caminaba por el campo.

–¡Cuidado!

Una chica en un caballo venía hacia mí, parecía que estaba fuera de control. Utilicé magia para detener al caballo.

–Vaya, eso estuvo cerca –exclamó-. Hola, soy Maroon. Gracias por, bueno, eso que hiciste.

–No fue nada. Y mi nombre es Zelda, es un gusto conocerte.

–¿Cómo la princesa?

–No como; La Princesa –le corregí.

–Vaya, su Alteza –e hizo una reverencia.

-¿Es tu caballo?

–Sí, lo estoy entrenando. ¿Qué hace por aquí, Princesa?

–Sólo camino –bajé la mirada.

–¿Está bien?

–Sí, es sólo que… nada.

–Puede decirme, no lo contaré.

–Es sobre Link…

–¿El Héroe del Tiempo?

–Sí.

Le conté lo que me pasaba, necesitaba contárselo a alguien y ella parecía buena persona. Incluso le hablé sobre mi sueño, el que por alguna razón no conseguía olvidar. Ella me escuchó atentamente todo el tiempo, me sirvió un vaso de leche y me contó su opinión sobre mi asunto, luego hablamos otros temas y logré distraerme de lo otro.

Miré por la ventana y noté que ya había oscurecido, pero Maroon me ofreció pasar la noche con ella. Yo acepté con la escusa de estar lejos de mi querido castillo pues Link podría buscarme en éste.

Maroon me preparó la cena y platicamos un rato antes de dormir, me ofreció la cama disponible que tenía en su cuarto. Dormí sin complicaciones, y tuve otro sueño donde me topaba con Marian, y fue tan insoportable como el anterior.

Fui despertaba súbitamente por guardias de Hyrule, llevaban toda la noche buscándome.

–Me disculpo, necesitaba un descanso.

–Debió haber avisado, Princesa.

–Lo sé, no se repetirá. Vámonos.

Me despedí de Maroon y fui escoltada de vuelta a mi castillo.

Llegando al castillo Link y Marian estaban ahí. Link me dijo que habían venido por que yo le prometí invitarlo a comer, le dije que estaba muy cansada pero que podía pedirles a mis sirvientes lo que ellos quisieran comer y que yo iría a descansar un rato. Aunque realmente temía que mi sueño se realizase.

Subí a mi cuarto y saqué un cobertor de mi armario, no sentía frío pero quería estar sin luz. Pero no dormí, en ese rato reflexioné lo aprendido con los sheikas: el dominio de sentimientos, el deber de nacimiento y las almas gemelas entre otras lecciones. Recuerdo que durante mi estadía con ellos creí haberme enamorado de uno de ellos pero no, es confuso ese estado. No quise pensar que Link se había dado cuenta de que de verdad no estaba enamorado de mí, pero lo hice.

Llamé a un guardia para preguntarle si Link y Marian seguían en el castillo. Me dijo que Marian se había retirado por un asunto, pero Link estaba abajo preocupado por hablar conmigo. Me intrigó mucho eso último, ¿acaso quería que le hiciese algún favor? ¿O estaba preocupado por mi salud?

Decidí bajar a verlo, se veía como de costumbre: distraído, mirándolo todo, vestido con su ropa de siempre y cargando tantos objetos consigo como si cada vez que saliera tuviese que enfrentarse a algún monstruo o algo parecido.

–Hola, Link –lo saludé.

–Zelda… –me siguió con la vista mientras yo bajaba las escaleras– ¿Te sientes mejor?

-No realmente.

–¿Qué te sucede? Ayer te veías bien.

–No es nada.

–No parece nada –parecía preocupado, tenía sus brillantes ojos azules fijos en mí–. Oye…

–¿Sí?

–Me debes un abrazo de bienvenida –me dijo sonriendo, me confundió.

–¿Qué?

–Siempre que vuelvo de algún lugar después de pasar rato sin vernos me das un abrazo en cuanto piso tu castillo.

Él se estaba portando algo juguetón conmigo

Decidí abrazarlo, tal vez sería la última vez, él tomó mi abrazó muy contento. Continuaba confundida, tal vez había pensado mal al verlos juntos, ¡sí! eso debió haber sido: simple paranoia. Pero para estar segura de ello le pregunté a dónde había ido ella.

–¿Marian? Ah sí, teníamos que hacer algo pero le dije que se adelantara. Por cierto, debo irme ya.

–Entiendo –bajé la mirada.

–Nos vemos después.

–Sí…

Bueno, creo que Link se preocupó por mí y esperó a saber si me sentía mejor en ese momento. Pero no me dijo nada. ¿Por qué lo habrá hecho?

En eso noté una pequeña caja del tamaño de mi palma encima de la mesa de la estancia con un pedazo de papel que decía: "Para: Zelda". Era la letra de Link, su inconfundible letra poco legible distintiva de él. Y me había traído un regalo.

Rápido desamarré el listón mal anudado que sujetaba las dos partes de la caja para averiguar qué había ahí dentro…

–Princesa –me interrumpieron–, su padre requiere de su presencia ahora mismo.

–Dile que me dirijo hacia allá.

Tuve que volver a amarrar el paquete y subí a la torre donde mi padre miraba por la ventana. De camino ahí dejé el paquete en mi habitación.