Título: De asignaturas y exámenes.
Autor: Inith
Capítulo 1 : Introducción a la Psicología general y evolutiva de la relación entre ex capitanes.
Notas: Antes de leer, quiero que comprendan que esto es un experimento donde intento aplicar los conocimientos que me otorgan, mis eminentes profesores, al mundo yaoi. (Quiero escribiiiiiir! pero tengo mucho que estudiar, de este modo repaso lo que aprendo y hago cositas yaoi O)
Nuestra forma de actuar, de pensar, de razonar y de sentir se encuentran muy ligadas a la primera infancia, a esa etapa donde el mundo parece girar entorno al Yo y la madre. Primero comprendemos que mamá es un ser distinto a nosotros, luego lo objetos llaman nuestra atención, poco a poco nos llevamos todo a la boca porque queremos conocer lo que hay más allá del agarre de nuestras manos…
Llega un momento en que el mundo es muy grande, en que sabemos que los objetos que desaparecen de nuestra vista siguen existiendo y es maravilloso saber eso, porque si mamá sale de la habitación no quiere decir que nos ha abandonado… solo se ha ido a otro lugar. Ahí nos empiezan a quitar lo pañales… y la primera gran batalla se libra entre adulto e infantes egocéntricos.
Después viene el descubrimiento, los niños tenemos algo que las niñas no tienen…
… y con se descubrimiento nace el Complejo de Edipo y el Complejo de Electra, necesarios para determinar la identidad del futuro puber.
"Kunimitsu, ya es tarde".
Tezuka se sobresaltó, levantó la vista rápidamente para encontrase con su madre mirándolo desde la puerta vestida con su bata de levantarse. Inmediatamente miró el reloj en su muñeca derecha.
"Si madre, perdón, perdí la noción del tiempo". Se disculpó Tezuka cerrando sus libros y cuadernos.
"Esta es la enésima vez, Kunimitsu". Le regañó su madre en su tono suave, pero firme. " Sé que tienes mucho que estudiar, pero no quiero verte agotado".
Tezuka sólo asintió, sabía que si le contradecía, terminaría discutiendo con ella y la veía tan poco que eso era lo que menos deseaba en ese momento; pero tenía que estudiar, acostumbrarse al primer año universitario rápidamente si quería rendir entre tantas asignaturas.
Cuando su madre se aseguró de que hubiera guardado todo lo que tenía que ver con estudios, salió de la habitación para darle espacio a que se cambiara a su pijama. Tezuka se recostó y cerró los ojos, en la almohada ese aroma especial le hizo recordar a quien vería al siguiente día. Un sonrojo adornó sus mejillas, era molesto ese sentimiento de mariposas en el estómago y el nudo en la garganta que se le formaba al verlo todos los días... si alguien lo viera actuando de esa forma, de seguro se caería de espaldas.
Se cambió de la lado, esperando dejar atrás el aroma sutil que parecía pegársele en la piel cada vez que se tocaban … pero no… ahí estaba de nuevo, reconocible entre el detergente que usaban en la lavadora y el suavizante que la abuela insistía en agregar para que no le irritara la piel al jovencito respetable que estaban criando.
Si pasaba su mano rozando la tela de las sábanas emulaba la sensación de…
Tezuka suspiró en frustración y volteó la almohada, cerró los ojos intentando quedarse dormido rápidamente, evitando notar que el aroma de Romeo Gigolo también estaba en ese lado de su almohada.
Era toda una curiosidad su viaje diario a la Facultad. Vivía algo lejos de ella, pero el tren subterráneo le dejaba a 20 minutos de caminata. Eso no tenía nada de curioso, lo especial del trayecto era que Keigo Atobe hacía uno muy similar en vez de utilizar el automóvil que se le había facilitado para el ir y venir de sus clases.
Y que Derecho y Medicina fueran edificios vecinos.
Esa mañana no era muy distinta de otras, Atobe tomaba el tren que lo dejaría cerca de la universidad y caminaría hasta ella como un pequeño ejercicio matutino, para luego pasar sentado cerca de 4 horas en una clase de Filosofía que era una real perdida de tiempo. La diferencia de ese día con otros era que Tezuka entraba más tarde y caminaría solo.
Atobe suspiró al bajarse en un estación, pocos peatones se dirigían a las escaleras, la mayoría estudiantes, pero por la odiosa hora, un número muy bajo.
El día estaba nublado, hacía algo de frío, no ayudaba en nada para su ánimo, sólo le hacía sentir más pesadamente la ausencia de su acompañante.
"Si Kabaji estuviera aquí…".
"¿Kabaji, pensé que me extrañarías".
Atobe sonrió al escuchar el monótono timbre de voz de Tezuka, podría reconocerlo en cualquier lugar, no importaba si estuviera resfriado y su voz sonara chistosa, tenía un algo que la hacía única.
"Si, como hoy se suponía que alguien no vendría temprano a clases, estaba a punto de llamar a Kabaji para que supliera su función". Le contestó de forma arrogante antes de voltearse a ver a Tezuka y mirarlo a los ojos con las manos apoyadas en la cintura. "Veo que soy irresistible".
Tezuka avanzó los pasos que los separaban y cuando quedó a su lado lo miró por sobre su hombro sin inmutarse.
"Verte con cara de cachorro abandonado vale la pena levantarse tan temprano". Le contestó antes de continuar caminando hacia las escaleras de la salida.
Atobe quedó de una pieza.
"Oe! Tezuka!". Le llamó y le tomó el brazo para voltearlo bruscamente. " No te dirijas así a Ore-sama, además… " Se arregló el cabello con una mano. " Ore-sama se ve divino en cualquier momento".
Tezuka alzó una ceja y lo miró por uno segundos antes de sonreír un poco. Venían con ese juego desde que estaban en 3º año de secundaria, y vaya que varios años habían pasado y continuaban con las mismas situaciones sin cansarse.
Atobe respondió la sonrisa con una más prominente y lo abrazó por la cintura, Tezuka rodeó a Atobe emulándolo.
"Buenos días". Le susurró Atobe en el oído antes de besarlo con suavidad, estaba solos en el anden, pero no podían darse el lujo de apasionarse y llegar tarde a clases.
"Ahora si son buenos días". Le respondió Tezuka apoyando su frente con la de Atobe. Ahora venía la venganza por el comentario de hace un rato. " Me quedaría un rato más aquí, pero son las 8:20".
Ante eso Atobe miró su reloj, confirmando la hora. Acto seguido le tomó la mano a Tezuka y subió corriendo las escaleras arrastrando a Tezuka tras él, quien no pudo evitar una sonrisa al conseguir la reacción que había deseado.
Buena forma de empezar el día.
Tezuka 1 – Atobe 0.
Atobe continuaba refunfuñando al salir de la biblioteca. El ceño fruncido, no se molestaba en parecer agradable ni en verse divino como siempre.
"Ya Atobe, no podíamos saber que Hikiyata-sensei se enfermaría, no aparecería a darnos la clase más que con un apunte". Le comentó un compañero, ya harto de verlo tan enfurecido, a lo que Atobe miró de reojo.
"Ore-sama no esta molesto, sólo decepcionado por la falta de profesionalismo de Hikiyata-sensei". Detuvo su paso para ver a los ojos al grupo que lo seguía. "Y molesto con su conformismo con el apunte que se nos dejó en la mañana, deberían revisar los temas para el examen". Y con esas palabras firmes continuó caminando.
El comentario de Atobe dejó a muchos reflexionando sobre su rendimiento académico, después de todo, Atobe tenía las mejores calificaciones del curso y con su carisma era capaz de guiarlos a todos. Sin embargo, cuando se enojaba, nada era capaz de calmarlo y mejor ni cruzarse en su camino.
Excepto que se encontrara con primer año de medicina saliendo del pabellón de Anatomía.
El rostro de Atobe se relajó de inmediato, la infaltable sonrisa suave que adornaba sus rasgos al ver a cierto muchacho alto salir del auditorio doblando su delantal.
"Tezuka".
El aludido levantó la vista hacia Atobe y sus labios respondieron la sonrisa con una más pequeña.
"Oe". Le volvió a llamar Atobe, bajando las escaleras del patio a su encuentro. "¿No me darás un abrazo?". Le preguntó extendiendo los brazos hacia los lados.
"Estoy pasado a formalina". Le contestó Tezuka tomando un poco de distancia.
"No te alejes". Atobe dio un paso firme y abrazó a Tezuka.
"Pensé que te molestaba el olor". Tezuka respondió el abrazo de Atobe, dejando una mano sobre el cabello grisáceo del ex capitán de Hyoutei.
"Si". La respuesta de Atobe estaba amortiguada por el hombro de Tezuka, donde tenía el rostro escondido. " Pero hoy necesito un abrazo tuyo". La mano de Tezuka comenzó un movimiento suave para acariciarle la cabeza.
Para que Atobe admitiera que necesitaba un abrazo, el día debió ser muy pesado; rara vez se daban estas escenas de despliegue de cariño en público, especialmente en medio del pasillo. Sin embargo, sus compañeros estaban acostumbrados a verlos juntos, a ver como el mal humor de Atobe era aliviado por una sonrisa del lolito de lentes que lo acompañaba hasta la puerta de la clase de Derecho Romano todos los días. Y, a la vez, como la aparición de "Ore-sama" era capaz de sacarle una sonrisa al serio Tezuka.
"Lástima, son ambos unos buenos especimenes". Comentó una de las chicas que salía del auditorio de Anatomía.
Notas : Si, continuará...
