Disclaimer: Twilight y sus personajes pertenecen Stephenie Meyer y su Editorial. La historia que leerán a continuación me pertenece a mí.
La historia va a tratar temas fuertes, asi que les pido por favor que respeten las opiniones de los demas y por supuesto mi historia, yo he vivido de muy cerca situaciones parecidas, asi que se de lo que estoy hablando. Muchas Gracias!
٩(●.•)۶٩(●.•)۶٩(●.•)۶Capítulo beteado por Shades٩(●.•)۶٩(●.•)۶٩(●.•)۶
Mortal Feelings
Los sentimientos pueden ser poderosas manifestaciones que llevan a una persona a hacer actos de amor como el dar vida por la persona que uno ama. Actos de devoción piadosa y actos de entrega total. Pero hay sentimientos que nos llevan a cometer los peores errores, las peores decisiones. Estos últimos sentimientos pueden acabar con las más puras de las alegrías… pueden lograr que una persona llegue a tener sentimientos mortales.
Bella POV.
Por un segundo el polvo había quemado mi nariz al inhalarlo de golpe. Aquel polvo blanco, había entrado en mi sistema logrando que cerrara los ojos, dejando que esa poderosa forma de olvidar se apoderara de mi cuerpo. Recosté mi espalda en el árbol del maldito claro y deje que la mierda de recuerdos pasara por mi mente como de una película se tratara, luego de eso sabia que vendría el sueño y ahí sí todo se despejaría. Los recuerdos comenzaron a pasearse por mi mente, y dolieron como si los hubiera vivido ayer.
Y mi cabeza voló dos años atrás…
Flash Back
—Edward… yo… ¿hace falta que te vayas por tanto tiempo? —dije con mi animo decaído por el piso. Él dejo de hacer su maleta y se acercó hasta donde estaba.
—Bella, son solo tres meses pasaran rapidísimo… además ya sabes que se acercan las vacaciones y te mandare a buscar —me dio un beso en los labios y siguió preparando su maleta.
Edward tenía que viajar a Londres a una de las sucursales de la empresa de Carlisle. Edward, a sus veinte años se ocupaba de ciertos negocios, cuando su padre no podía, como en esta ocasión.
Mis padres, habían estado un poco en desacuerdo con nuestra relación, por la diferencia social que había. Nosotros no éramos pobres, pero tampoco ricos, éramos de sociedad media, en cambio Edward y su familia era una de las familias más ricas de Washington. Y Edward al tener dieciocho años y venir de donde venia, ellos no entendían como es que un chico de alta sociedad estuviera con una chica delos barrios bajos. Solo con paciencia y actos, Edward les pudo demostrar que él realmente estaba enamorado de mí al igual que yo de él. La primera vez que nos habíamos visto fue en una fiesta a la cual él por casualidad había llegado. Esa noche su auto se había descompuesto a unas calles de la casa de Ángela, él camino hasta la única casa donde se veía movimiento, pidiendo por favor un teléfono para llamar. Esa noche todos estaban muy ebrios como para prestarle atención al intruso. Yo a penas lo vi entrar, supe que el chico de ojos grises no era de la zona, las prendas de vestir que llevaban no eran llamativas, pero tampoco baratas, él al no poder hablar con nadie en su cinco sentidos, salió de la casa. Verlo tan frustrado y berrinchudo había hecho que mi corazón se derritiese. Lo perseguí por casi una cuadra, él apenas me vio en su rostro se formó una sonrisa de esas que te sacan el aire. Le preste mi celular y este llamó a una grúa de remolque. Para cuando la grúahabía llegado Edward y yo habíamos hablado como si hubiéramos sido conocidos de toda la vida. Antes de irse en el remolque, me había pedido que lo llamara y me había dado su número celular y el número de su casa, según él, era por si no atendía el celular. Él me pidió mis números y se los di, me prometió que me llamaría lo máspronto posible. Cuando se fue, a los cinco minutos de haberse ido mi celular sonó… todavía me acordaba que me había dicho:
"… Solo quería saber si en verdad este era tu numero celular, Bella enserio que me gustaría conocerte, por eso… ¿te gustaría que mañana saliéramos?..."
Luego de esa vez, no nos pudimos separar, nuestro amor había sido instantáneo, había llegado como una bola de demolición para ambos, así de intenso era lo que los dos sentíamos por el otro.
—Bella, ya deja de pensar en mi viaje… ¿Acaso crees que yo podría llegar a dejarte aquí? ¿Acaso crees que yo me olvidare de ti? —Él se me acerco dejando de lado el equipaje— Eres el amor de mi vida, mi lugar es a tu lado, siempre… —me besó, lento y suave. Se separó de mí sonriéndome y luego siguió guardando ropa ¿Qué tanto llevaba? Es peor que una chica.
No podía creer que mañana se iba. Todavía no podía creer que él se haría cargo de una de las empresas de Carlisle. El accidente de Carlisle había dejado a Edward como su suplente al ser su único hijo, él no tuvo como decir que no, su padre lo necesitaba.
Yo sabía muy bien, que su indecisión no era por si podría o no manejar una empresa, no, sino que era por mi causa. Según él, no quería dejarme sola, por eso había prometido que apenas comenzaran las vacaciones me mandaría a buscar para poder vernos. Edward ya había terminado el instituto y sus estudios universitarios los realizaría en Londres. Por mi parte, todavía estaba en el instituto, solo me faltaba un año más, eso era una completa porquería.
Mi miedo era patente, sentir que si se iba cabía la posibilidad de que él conociera a otras personas; aunque me había jurado y recontra jurado que eso jamás pasaría.
La vida había sido una completa porquería conmigo, al poco tiempo de mi relación con Edward, mis padres murieron en un accidente automovilístico. Fue una de las peores cosas por las que había tenido que pasar. Lloré su muerte por días encerrada en mi habitación. Él al igual que nuestros amigos habían sido un gran apoyo para mí. Mi custodia había sido dada a mi abuela Marie. Ahora solo me quedaba ella. Mi familia solo era Edward, ella y mis amigos, los hermanos Hale y los hermanos McCartney; ellos habían sido un bálsamo en mis días oscuros. Y eternamente se los agradecería.
—¡Bien, termine! —dijo Edward dejando su maleta a los pies de su cama. Me acerque a donde estaba y envolví mis brazos en su cintura abrazándolo, lo amaba tanto que le daría mi vida, si con eso lograba que se quedase, pero no podía pedirle eso, no cuando sabia que su padre lo necesitaba. Tenia que dejarlo ir, sabía que él era mi puerto seguro, él simplemente había pasado a ser mi vida.
—Te voy a extrañar tanto, mi amor —mis ojos se llenaron de lágrimas y me aferre a su cuerpo como si mi vida dependiera de eso—. Te amo, te amo tanto que duele —podía sentir como su pecho temblaba, levanté mi vista y lo que vi me partió el corazón. Edward lloraba en silencio.
—Eres el amor de mi vida, Bella, nunca olvides eso, jamás. Tú eres la única en vida y así será siempre. No lo olvides —y él me besó.
El besó se había vuelto desesperado y ansioso. Sus manos comenzaron a desvestirme al igual que yo a él, sí, esa noche él me había amado como nunca; entre promesas de amor el amanecer nos encontró. Su última promesa se había escrito con fuego en mi corazón:
"Ni el tiempo ni la distancia serán causa de nuestra separación… solo la muerte, nena, solo ella podría alejarte de mi, y ni aun asípor que te seguiré a cualquier lado que vayas"
Fin Flash Back
Una risa desganada deje escapar de lo más profundo de mí ser. Había sido tan idiota… solo una idiota declarada habría creído en sus mentiras. Él nunca cumplió nada de lo que había prometido. El mundo de los negocios, el poder, el dinero y la fama se habían apoderado de su ser. Los negocios habían llegado a ocupar sus días, y los flashes de las galas sus noches. Nada de lo que había vivido tiempo atrás, había sido verdad.
Cinco meses después de su partida, yo, Isabella Swan, para la vida de Edward Cullen, había pasado a ser la nada misma. Al principio sus llamadas eran constantes, alegres, se le escuchaba lleno de vida y de amor por mí. Poco a poco se fueron convirtiendo en frías y escasas. Cada vez que lo llamaba, él estaba en una reunión "importante" o simplemente no podíamos hablar, que en otro momento sería. Hubo un momento en que llegue a preguntarme si él se había olvidado de mí o síhabía conocido a alguien más, él simplemente no contestaba, sus silencios lo decían todo por él. Gritaban lo que él no quería decir. Ese había sido un claro indicio de que Edward, ya no me amaba.
Al poco tiempo de darme cuenta de la verdad que hacia sangrar mi corazón día a día, Marie, mi abuela, sufrió un paro respiratorio quedando muy mal en el hospital. Ni siquiera el mal estado de mi abuela había llegado a tocar el corazón de Edward. Los chicos no podían creer como es que él nunca se había dignado a llamarme luego de que se enterara. Todos habían tratado de hablar con él, pero solamente Alice lo había logrado. Grande fue su desilusión por la contestación de Edward al saber la noticia de lo de mi abuela: "Lo siento, pero no puedo hacer nada, le diré a mi secretaria que le mande a Bella algo de dinero" Alice furiosa y agobiada por su llanto no le pudo decir lo que hubiese deseado, ella simplemente corto la conversación. Esa había sido la estocada final de él hacia mi corazón. Los chicos nunca más pudieron hablar con él. Solo nos enterábamos como estaba por medio de diarios, noticias en la TV, o por revistas de chismes, las cuales no perdían oportunidad de relacionarlo con alguien del ambiente de Londres; cada noticia, cada cosa dicha de él, lastimaba mi corazón como jamás pensé. Su imagen había cambiado, había dejado de ser aquel chico simpático, alegre y pícaro que habíamos conocido, Edward había dejado atrás esa personalidad para tomar una con más temperamento, sus ojos habían dejado de ser cálidos, en cambio ahora solo mostraban poder, mucho poder y arrogancia.
En las noches lamentaba con lágrimas de sufrimiento el haberle entregado mi vida. Sufría su desamor, me carcomía por dentro el dolor de saberme olvidada y desechada por la persona que más ame. Simplemente me quería morir.
Cada vez que iba a visitar a mi abuela ella con la amorosa amabilidad que la caracterizaba, me decía lo demacrada y delgada que estaba ¿que le podía decir? No había día que no me preguntara por su niño Edward, ella lo amaba como su propio nieto, él había sabido ganarse el corazón de ella también. Mis excusas siempre eran las mismas: "Él esta muy ocupado, realmente lo esta haciendo bien, pero prometió que mas tarde llamaría" y para alegrar su cansado corazón siempre decía "Si, hable con él y te manda muchos saludos y besos, él quiere que te recuperes" esas eran mis mentiras, nunca podría decirle la clase de persona en la que se había convertido Edward y el trato que había tenido para conmigo, no, ella no lo soportaría. Yo no lo soporto, nunca le perdonaría el haberme hecho mentir a mi abuela en esos momentos.
Inconscientemente había comenzado a pedir audiencia en los tribunales de familia para hacerme una emancipación. A mi abuela no le quedaba mucho tiempo de vida, y yo siendo aun menor de edad, sabia que los jueces y asistentes sociales me harían ir a algún orfanato hasta mi mayoría de edad. Por eso, cuando le pedí a mi abuela que firmara los documentos donde decía que estaba de acuerdo con mi decisión y las condiciones, con el dolor en el alma ella lo hizo, firmó. Aun que jamás me alejaría de ella, solo había sido algo que debía hacer por sí lo necesitaba más adelante. No mucho tiempo después el documento legal que decía que yo era una joven adulta responsable de mi misma, pudo cumplir la función para la que había sido creado.
Tres meses después de que mi abuela Marie firmara mi emancipación, su corazón había dicho basta dando su último latido y dejándome completamente sola en el é días y noches su muerte, el dolor que sentía mi cuerpo entero no cesaba, este iba en aumento. No tenia nada más, ya no me quedaba nada en mi vida. Las dos personas a las que les había entregado mi corazón, me habían dejado.
Supe por Emmett que Edward se había enterado y que había estado hablando con él. Pero jamás me llamo a mí. El amor profundo, puro y sincero que había sentido por Edward, poco a poco se fue anudando con odio. Era una lucha que casi siempre ganaba el amor. Me daba miedo que el odio se apoderara de mi persona. Yo no quería eso, quería amarlo, pero no encontraba manera si él había decidido despreciarme. Ahí fue cuando me di cuenta que mi amor se había convertido en mi madero de tormento.
La depresión en la que había caído, había sido solo el anexo para los futuros dolores. Ni siquiera la ayuda de los chicos había podido aceptar. Me sentía miserable, sin vida. Alice y Rose pasaban por mi casa todos los días para saber como estaba, y siempre me encontraban dura*. Sí, tanta era mi desesperación, mi dolor y sufrimiento que tome el camino más fácil de hacerlo, elmás llevadero. Había caído en la adicción por las drogas.
Un año después de la partida de aquel desconocido que había roto cualquier pequeñez de esperanza que tenia, mi vida pasado a ser dependiente de aquella sustancia mortífera, pero eficaz para hacerme olvidar. Simplemente era una porquería de las peores. No tenia puntos cardinales hacia donde ir, todo se había esfumado como si de un soplo se tratase. A no mucha distancia podía ver como todo su recuerdo me acechaba para torturarme. Para hacerme recordar lo insignificante que fui, para recordarme que solo fui un segundo en su vida.
Hoy casi dos años después, de los ya casi escasos recuerdos felices de aquel individuo, yo era una más en la lista de las jóvenes drogadictas de Forks.
Deje caer todo mi cuerpo a los pies de aquel árbol. Tanteé mi bolsillo buscando y encontrando lo que borraría mi mente por escasas horas del maldito fantasma en que se había convertido Edward Cullen y del dolor que azotaba mi cuerpo por su culpa. Tomé las dos pastillas rosa de metanfetamina en mi boca y le di un sorbo a mi botella de licor. Cinco minutos después, pude sentir como todo mi cuerpo se relajaba. Deje caer la botella y cerré mis ojos.
Por algunas horas mi cabeza dejaría de funcionar, de recordar y mi cuerpo de sentir dolor.
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El sol daba de lleno en mi rostro, lo sentía caliente.
Abrí mis ojos y tuve que taparlos con mi brazo ¡Mierda! Lindo día para que el sol se dignara a aparecer en el puto Forks.
Suspiré y busque en mi pantalón, mi teléfono celular; cuando me fije en la pantalla, este tenía cuarenta y cinco llamadas y un sinfín de mensajes de textos. Todos de los chicos ¿Qué mierda? Inconscientemente miré la fecha en el celular y caí en la cuenta de que había esto durmiendo casi dos días. Refregué mis ojos y me paré del lugar en donde había estado tirada. Tomé las pocas cosas que habíallevado y comencé a caminar hacía mi casa. No tenia hambre, pero algo debía meterme o juergas como la que tuve nunca aguantaría.
Cuando llegue a mi casa, entre y el olor a encierro arremetió contra mi. Deje las cosas que tenia colgando sobre la mesa ratona de la sala y abrí las ventanas para que se ventilara el ambiente. Al abrir una de las ventanas que daban hacia la calle, pude ver como el auto de Rosalie y el auto de Alice se encontraban estacionados fuera de mi casa. Suspiré pesadamente sabiendo lo que se me venia. Rose y Jasper, bajaron de su auto y Alice y Emmett se bajaron de otro. Lo cuatro fantásticos se dirigieron hacía mi casa. Realmente hoy no estaba para aguantar sermones de nadie. Aun así, salí a recibirlos. Me acomodé un poco el desastre que tenia por cabello pasando mis dedos para acomodarlo, la sensación fue la misma de siempre, sucio y seco, sin vida.
— ¿Nos puedes decir a donde mierda te vas cuando desapareces? —habló Alice muy cabreada. Yo no contesté, simplemente metí mis manos dentro de los bolsillos de mis pantalones y me encogí de hombros— Bella, amiga por favor, ya no puedes seguir así… —todos me miraban pura pena, pero también con enojo.
—Alice, no, no quiero escuchar eso, no ahora… —me alejé un paso— no me estoy sintiendo muy bien, tengo mucho sueño y hambre y…—Rosalie no me dejo terminar de hablar.
— ¡¿Cómo no vas a tener hambre? sí hace dos días que no comes de seguro! ¿Cuánto fue que te metiste de esa mierda, para que te desaparecieras por dos días? —gritó enojada.
—Rosalie, tu bien sabes que no hace falta que te preocupes, yo no te pido que lo hagas —ella iba a responderme cuando su hermano habló primero.
—Bella, nosotros solo queremos ayudarte, no puedes seguir de esa forma —él se acercó y tomó mis manos—. Ayer fue tu cumpleaños y nosotros queríamos pasarla contigo, te amamos y nos duele ver la forma en que te estas dañando —hasta eso me pasaba. Ahora había olvidado mi cumpleaños completamente. Jasper con sus palabras siempre lograba calmar temporalmente el dolor en mi cuerpo y corazón. Mis ojos se llenaron de lágrimas y el llanto no se hizo esperar—Shh… somos tus amigos Bella, y por supuesto que te vamos a querer cuidar —él me abrazó y sobó mi espalda, lo sentí suspirar, sabía que estaba muy delgada y que mis huesos ya se dejaban ver, pero aun así no me importaba.
— ¿Por qué no vamos adentro y partimos tu pastel? —dijo Alice, me separé de Jasper y la vi como venia maniobrando con un gran pastel rosa ¿rosa? Simplemente sonreí, por que ese era su color favorito.
—Yo… está un poco desordenado, pero… déjenme que acomode un poco —dije tomando las cosas que había dejado en la mesa ratona de la sala y recogiendo por el camino algunas prendas que había por el piso. Ellos se acomodaron y Alice fue a la cocina por platos y cubiertos de postre.
—Es de chocolate, tu favorito —dijo Rosalie, la miré apenada.
—Siento haberte hablado como lo hice Rose —ella negó con la cabeza restándole importancia.
Antes de partir el pastel, me di un baño. Me puse la mejor ropa que tenia, unos viejos jeans que me quedaban algo grande y una playera de Charlie. Baje y me senté en uno de los sofá y de la nada, mi pierna derecha comenzó a temblar. No era nerviosismo, no. Mi cuerpo estaba pidiendo su dosis diaria. Emmett se sentó a mi lado y apoyó su mano en mi pierna. Lo miré a los ojos y en estos había dolor.
— ¿Ya ves que tan grave es? Bella cariño, deja esa mierda, no…
—Basta Emmett… —dije mirando hacia otro lado. Él suspiro y sacoóun encendedor de su bolsillo.
—Bien… chicos vengan, vamos a cantar el feliz cumpleaños a Bella —todos se acomodaron a mi alrededor y comenzaron a cantar.
Sí, sabía que ellos siempre estarían a mi lado, pase lo que pase.
— ¡Pide un deseo, Bella! —gritóJasper.
—Yo no creo en lo deseos —y sin más sople las 18 velitas blancas.
Luego de decir eso, corte el pastel en porciones, los puse en los platitos que Alice había traído y los fui entregando. El pastel era de chocolate y queso dulce. Estaba tan famélica que volví a comer otro trozo.
— ¿Qué? ¡Tengo hambre! — todos se hicieron los desentendido y siguieron comiendo.
No me pasaron desapercibidas las miradas que Jasper le daba a Emmett. De vez en cuando los encontraba mirándose y haciéndose gestos con sus ojos. Alice y Rosalie no se quedaban atrás. Ya me estaba hartando. Alice se dio cuenta de que yo me había dado cuenta y dejo su plato en la mesa ratona. Me sonrió y fue en busca de la bolsa que había dejado en la puerta de mi casa.
—Bells, este es nuestro regalo… es de parte de todos —la mire atónita.
—Chicos no hace falta, enserio, con el pastel fue mas que suficiente y… —Emmett me abrazó pasando su brazo por mis hombros y me atrajo hacia él.
—Pierde el cuidado, para ti nunca nada es suficiente —lo miré a los ojos y en ellos había amor. Miré hacia otro lado, esa mirada no la podía aguantar. Era demasiado amor y eso era algo que yo no podía devolver. No en este momento. Sin Emmett y los chicos estaría acabada, realmente muerta.
Alice me tendió la bolsa. Y yo le rodé mis ojos con una sonrisa. Tomé la bolsa y la abrí. Dentro había prendas de ropa, un jeans una camisa y una pequeña caja donde de seguro había ropa interior. La miré al rostro con el ceño fruncido.
— ¿Qué es todo esto? —Alice y Rose se miraron nerviosa.
—Creímos que… que a lo mejor ahora te haría falta algo de estas cosas —Emmett carraspeó exageradamente ¿Qué le pasaba? Alice se me acercó y se sentó a mi lado—. Ya deberías dejar de usar la ropa de Charlie, eres una chica joven y… —me paré enojada.
— ¿Qué te hace pensar que yo necesito todo esto? —Emmett se paró antes de que Alice hablará y se acercó a mi lado.
—Nadie, dijo algo para que te molestaras Bella, simplemente decidimos hacerte un regalo ¿acaso no podemos? —Él me tomó el rostro con sus manos—. Bella, por favor, deja de estar todo el tiempo a la defensiva… somos nosotros, tus amigos de siempre —me dio un beso en la frente y trate de relajarme un poco.
—Lo siento Alice, yo… —ella negó con la cabeza, me acerqué a ella y le di un beso en su mejilla— yo… supongo que debería probarme lo que me regalaron… ¿pueden esperarme aquí?
—Claro, queremos ver como te queda —asentí y me fui subiendo las escaleras.
La ropa era realmente linda, los jeans me quedaban geniales, al igual que la camisa. Lamentablemente, nada de estas cosas me llenaban de gozo. Baje y cuando estaba casi llegando a la sala, los escuche discutir en voz baja.
— ¡No! No le diremos nada, ella tiene suficientes problemas en la cabeza, como para agregarle uno más —decía Emmett enojado.
—Emmett, entiende que es necesario contarle, a lo mejor y por él ella se aleje de toda esa mierda…
—Sí ella está en esa porquería es por él, es todo su maldita culpa, así que no, no le vamos a decir nada —baje lo que quedaba de escalera y sus miradas se posaron en mi. Todos quisieron disimular que habían estado peleando.
— ¿Qué pasa? ¿Por qué se quedan callados? —miré a Alice y ella rehuyó de mis ojos, al igual que todos. Todos menos Rose, quien me seguía mirando con algo de pena— ¿Me van a decir que pasa o tengo que ponerme a adivinar? —ella se me acercó.
— Sí, hay algo que te tenemos que decir, nosotros… —un rotundo no, se escucho decir de un muy cabreado Emmett.
— ¡No! No hay nada que decir —me acerque a él ¿Qué me ocultaba?
— ¿Qué es Emmett? Y dime la verdad… —él trago en seco y se acomodo en su asiento, me tomó de las manos e hizo que me sentara a su lado. Todos estaban callados y muy nerviosos, mirando cada movimiento que hacia.
—Bells, hace unos días Jasper y yo vimos a alguien… —lo miré extrañada, todos los días ellos ven a alguien ¿Qué con eso?
—Emmett todos los días ustedes ven a alguien… creo que no te estoy entendiendo, explícate —él se aclaro la garganta y miró hacia el piso.
—Lo vi… lo vi a él, Bella… Edward esta aquí, él volvió —no pude escuchar nada más.
Cerré mis ojos ante esa dolorosa revelación. No quería escuchar nada de él. No quería escuchar más. Quería dormir, quería salir de este lugar y volar por un rato*.
—Necesito estar sola… —Emmett tomó mis manos, pero yo se las aparte y me paré del sofá— quiero que se vayan… yo… necesito estar sola —mis manos comenzaron a picar y sudar. Tenía que calmarme y sabía muy bien donde podía encontrar esa calma tan ansiada para mí en este momento.
—Bella, lo mejor sería que nosotros…
— ¡No! No, no quiero escuchar nada más, quiero estar sola —Jasper se acercó, pero lo esquive y salí corriendo de la casa, yendo al único lugar donde compraría esa clama. Escuché a los chicos gritar mi nombre, más no me importo.
El dolor volvía, y por esa razón haría lo que fuera para que se fuera.
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Llegue a esa casa descuidada y la mire con verdadero asco. Preparé mi mente para lo que venía, esta no sería la primera vez que lo hacía.
Siempre había escuchado que una persona adicta, por saciar temporariamente su adicción, hacía lo que fuera. Y siempre, creí que todos exageraban, que nada era como las personas decían. Y ahora me reía, porque ahí, parada frente a una puerta me vi a mi misma haciendo la bajeza más impensada para mí. Sí años atrás me hubieran dicho que mi vida terminaría de esta forma, me hubiera reído. Sí, lo sentía, lo presentía. Mi vida terminaría en cualquier momento.
Golpeé la puerta dos, tres veces y pausados pasos se escucharon desde adentro. Y la puerta se abrió.
—La necesito… necesito algo ahora, Jacob —el chico morocho y algo musculoso me miró con un brillo dañino en sus ojos. El muy hijo de puta gozaba verme de esa forma. Él era un mal parido. Jacob se rió y se hizo a un lado para que pasara. Y así lo hice. Entre y él cerró la puerta muy despacio antes de hablar.
—Bellita, mi amor… sé muy bien de "tu necesidad" pero y que hay de mí, yo también necesito cosas, que tal vez tu, quien sabe, podrías darme —trague el nudo que se había formado en mi garganta— ¿Qué tienes tú, para ofrecerme? Dinero, no lo creo ¿entonces? —aclaré mi garganta para no dejar salir el sollozo que pugnaba por salir. Y volví a recordarme para que estaba aquí, todo era para olvidar, todo era para olvidarlo.
Necesitaba a mi amiga, la niña que siempre iba vestida de blanco, solo ella podía solucionar mi problema.
—Lo mismo de siempre, eso no cambia —él hizo un falso puchero. Hijo de puta.
—Bien, entonces… —se dirigió hacia el viejo sofá que estaba en la pequeña sala y se sentó en este— ven, agáchate y has lo mejor que sabes hacer —él abrió sus piernas y se desabotono los pantalones, bajándolos solo lo necesario. Muy despacio y con una mueca en micara, me arrodille entre sus piernas. Cerré mis ojos y me deje llevar. Todo era para olvidar, y esto también seria borrado de mi cabeza.
Saber que él estaba en el mismo pueblo que yo, hacia que mis piernas y cuerpo entero temblara, pero no de la mejor manera, no.
—Vamos Bella, sé que tú puedes hacerlo mejor —no prestaba atención a lo que decía, porque el rostro de aquel hombre miserable que había acabado con mi vida, se me apareció haciéndome una mala jugada— "Te amo… nunca lo olvides" —dijo Edward. Me detuve de lo que estaba haciendo y mis ojos se llenaron de lágrimas— ¡Eres una maldita puta drogadicta! ¡Acaba de una vez! —Jacob me tomó de manera violenta el cabello con su puño y me soltó una fuerte y terrible bofetada. Sabía que ese golpe se volvería morado. Metió su miembro en mi boca e hizo que me ahogara. El llanto silencioso no cesó, ya era tarde para detenerlo. La bilis jugaba en mi estomago y esta pronto saldría, si no acababa con esto— ¡Sí, así putita! — Él comenzó a embestir mi boca hasta que lo sentí tensarse, y en el momento justo corrí mi rostro para que este terminara liberándose en mi cuello y parte de mi hombro. Eso lo enfureció. No vi venir su puñetazo hasta que lo sentí en mi dolor se expandió por toda mi cara haciendo que callera al piso con una mano sujetando mi mejilla ¡Mierda, como dolía! Sí hubiera estado colocada, hasta me hubiera reído de eso, pero estaba malditamente cuerda, para sentir cada cosa a mí alrededor y mucho más lo que sentía mi cuerpo en este preciso momento.
Él se paró y camino hasta un mueble donde abrió un cajón, saco tres paquetitos plateados de cocaína y me los tiró al piso. Con mi dignidad hecha trizas, mis ojos aguados y con el puto dolor que mi cuerpo sentía, los tomé y me levanté tambaleándome. No quería volver, pero sabía que cuando no tuviera dinero para comprarla, lo volvería a hacer. Volvería a prostituirme para tener la droga en mi mano. Antes de salir, él me tomó del brazo y me apoyó en la puerta, ajustándose a mi cuerpo. Levantó su mano y cuando pensé que volvería a golpearme, muy delicadamente me acaricio la mejilla donde me había golpeado ¡Este tipo era un completo loco bipolar!
—Siento esto, pero… es que tu… no se qué te pasa hoy nena, sabes que tu puedes venir cuando quieras, tu eres mi preferida —él beso mis labios suavemente, cerré los ojos y su rostro volvió a aparecer. Él me torturaba, su fantasma lo hacía, no me dejaba en paz. Abrí los ojos y Jacob me miraba raro, agaché mi mirada—Jamás vi a alguien sintiendo tanto dolor como tú lo haces y no hablo del dolor físico —él metió su manso dentro del bolsillo de su pantalón y saco tres jeringas, las puso delante de mis ojos—. Esto puede hacer que olvides todo aquello que tú desees, cualquier cosa, hasta tu bonito nombre —miré las jeringas y luego lo miré a él, quien me sonreía con una sonrisa entre perversa y amorosa. Pero no las despreciaría, no sí con eso olvidara el hecho de que Edward había vuelto.
— ¿Cuánto?
—Sabes que a ti no te las voy a cobrar, estas van por mi falta, sabes que me gustas y para ti habrá cuando quieras —dijo refiriéndose a que me había golpeado—, solo no te emociones con esto, pueden ser muy placenteras si las usas con cuidado —me pusó las jeringas en los bolsillos de mi pantalón y me toco el trasero, dio un beso en mis labios y abrió la puerta. Sin decirle nada, salí de ese lugar como alma que lleva el diablo.
Un alma rota y sin vida alguna.
Corrí hasta mi casa. Pero antes de llegar tuve que parar por las nauseas que me atacaban, me escondí detrás de un árbol y vomité hasta quedarme sin fuerzas. Con las manos temblorosas y mis ojos aguados, saque un envoltorio plateado y lo abrí un poco. Ya no aguantaba y la necesidad de sentir que volaba se hizo presente como dueña de mi vida. Coloqué algo del polvo blanco entre mis dedos índice y pulgar. Aspiré con todas las fuerzas que tenia y mis ojos se cerraron. Mi nariz pico, pero después de refregármela un poco la picazón ceso. Un lujoso auto con vidrios polarizados paso por mi lado y me reí entre un sollozo que salió. Sí me mataba me hacia un favor. Cada dos por tres me quedaba mirando el cielo y preguntándome sí mis padres podrían perdonarme lo que hací puede sentí como mi cuerpo entero se relajaba, y caminando con desgana fue como llegue a mi casa.
Me tire en el sofá de mi sala y deje las jeringas en la mesa ratona a un costado, coloque los envoltorios de la coca ahí también y fui en busca de alguna botella de licor o alguna mierda que hubiera. Cuando di con una, volví hasta la mesa y comencé a hacer líneas de cocaína sobre el vidrio de la mesa. Tire mi cabello hacia un costado y me incline para aspirar una de las líneas blancas. Esta vez no pico, pero dolió un poco. Era un dolor que no se comparaba con el que mi corazón sentía. Tomé la botella de vodka que había encontrado y le di un trago largo. Me recosté en el sofá y el temido fantasma volvió a parecer para seguir haciendo miserable mi puta vida:
"…Bella, son solo tres meses pasaran rapidísimo… además ya sabes que se acercan las vacaciones y te mandare a buscar…¿Acaso crees que yo podría llegar a dejarte aquí? ¿Acaso crees que yo me olvidare de ti? —Él se me acerco dejando de lado el equipaje— Eres el amor de mi vida, mi lugar es a tu lado, siempre… —me besó, lento y suave…"
Comencé a llorar como nunca, gritando para que sus palabras se borraran de mi memoria y dejaran de lastimarme, para que el dolor desapareciera.
— ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué te olvidaste de mi, mi amor?! —Lloré, lloré y lloré entre gritos de desesperación. Pero nunca nada se iba, siempre volvía con su rostro riendo, riéndose de mí. Grité su nombre llamándolo, lo amaba, lo amaba con dolor y todo. Y mi castigo era este. Por no poder olvidarlo su sonrisa se aparecía en mi mente para torturarme-
Y así fue por un tiempo. Aspirar y beber, llorar y gritar su nombre. Edward.
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Había pasado lo mismo que la vez pasada. Había dormido tirada en el sofá, por dos días enteros. En la mañana me había levantado con un dolor de cabeza. La medicación común no me haría nada. Eso lo sabía. Por lo que sin más me tome una metanfetamina, eso de inmediato calmo el dolor, pero también me colocó. Necesitaba cosas de aseo personal, por lo que no me quedo de otra que salir a comprarlas. No me dio miedo salir en la camioneta drogada. Lo que daba miedo es que lastimara a una persona inocente que nada tenía que ver con mi mierda.
En los semáforos me quedaba viendo las luces como cambiaban de color,yo me quedaba tildada hasta que los autos de atrás tocaban sus bocinas.
Cuando llegue al autoservicio más cercano, me miré en el espejo retrovisor y acomodé la porquería de cabello que tenia. Mis ojos estaban rojos y un poco idos, grandes ojeras los rodeaban. Ni hablar de mi delgadez; mis pómulos estaban pronunciado y mis labios resecos. Espere un segundo armándome de valor y salí de la camioneta. Hacía mucho tiempo que no venía al pueblo, solo lo hacía cuando eran los aniversarios de las muertes de mamá, papá y la abuela Marie.
Entre en la tienda y la puta campañilla que colgaba de la puerta anunciaba que alguien había entrado sonó, logrando que algunos que estaba esperando para pagar se quedaran mirándome y cuchicheando, sobre la hija drogadicta del antiguo Jefe Swan. Maldije en silencio y me dirigí hacia la parte donde estaban las malditas cosas. Tomé las cosas que una chica necesita y algo de comida. Cuando vi que tenía todo lo necesario me dirigí a la caja a pagar. La fila de personas no era muy larga, pero la cajera de la tienda parecía más drogada que yo eh iba muy lenta pasando las cosas por el escáner, eso me hizo reír.
Solo había una persona delante de mí, cuando sentí como la campañilla de la puerta que anunciaba la llegada de alguien, sonó. Y me maldije por haber volteado el rostro para ver quién era. La sangre se me había helado y un terrible escalofrió, recorrió todo mi cuerpo.
¡Oh Dios mío!
Vestido de traje negro impecable y camisa del mismo color quedo parado mirando el lugar. Mis ojos enseguida se aguaron, mis manos, mi cuerpo entero comenzó a temblar. Mi fantasma más temido se encarnaba delante de mis ojos; todo sucedió en cámara lenta. Las cosas que tenia sosteniendo en mis brazos fueron a parar al piso haciendo un ruido chillón de latas y paquetes. No tenía fuerza ni siquiera para sostenerme. Él, quien al escuchar el ruido busco con sus ojos de donde se había originado, palideció al encontrarse con mis ojos.
Podía escuchar como todos susurraban mi nombre y el suyo, todos en este pueblo sabía que nosotros habíamos sido novios, de hecho todos pensaban que algún día nos íbamos a casar. El sonido de la campanilla me saco de mi estado de mutismo, respiré agitadamente y miré las cosas desparramadas en el piso. Nadie daba crédito a lo que sus ojos veían. Él y yo habíamos pasado a ser de la pareja perfecta a ser como el agua y el aceite. Las levante una a una y las fui colocando sobre el mostrados delante de la chica, las conté y como siempre llevaba lo mismo, deje cincuenta dólares sobre el mostrador. Tomé todas las cosas y sin mirar a nadie salí de la tienda temblando y tambaleándome.
Llegue a mi camioneta con lagrimas en mis rostro, tiré todas las cosas en la parte de atrás y abrí la puerta para irme de ese lugar. Los casi dos años de dolor se habían juntado en el centro de mi pecho.
— ¡Bella! —su gritó me hizo pararme en seco, sintiendo que todos los bellos de mi cuerpo se erizaban. Mi respiración se aceleró y sentí que pronto me desmayaría. No me di vuelta, no quería verlo, su sola presencia daba cuchilladas a mi corazón.
Sus zapatos se podían escuchar en el pavimento cuando se acercaba hasta donde yo estaba corriendo. Su olor me envolvió cuando llegó a mi lado, dejando aun mas drogada que la pastilla. No paraba de temblar y a las lágrimas no podía detenerlas.
—Bella… —lo sentí susurrar como si fuera más un lamento que otra cosa— Yo… paso tiempo y… pensé que tal vez…
— ¡No! —hablé claro y fuerte. Él no volvería a dañarme, no se lo permitiría.
—Solo quiero… quiero saber cómo estás y…
— ¿Quién mierda te crees? ¡Que te importa como estoy! —Dios, estaba a punto de desmayarme, respiré y abrí la puerta de la camioneta metiéndome dentro. Más él no me dejo cerrarla y la retuvo con sus manos.
—Por favor… por favor, déjame hablar contigo… —una irónica sonrisa se extendió por mi rostro ¡Qué bien hacia su papel de niño bueno!— Mírame, déjame mirarte a los ojos.
— ¿Para qué? ¿Para ver lo que has causado? ¿Para ver hasta dónde has llegado a matarme? —él expulso el aire que había estado aguantando y por el rabillo de mi ojo pude ver como estiraba su mano hacia mi rostro lastimado— Ni lo pienses… —dije encendiendo la camioneta— Tu no volverás a tocarme en tu jodida vida —salí de lugar haciendo chirriar las llantas sobre el pavimento.
Solo un segundo vi por el espejo retrovisor y solo me basto un segundo para darme cuenta que lo seguía amando como el primer día.
Patente vi como llevaba sus manos a su rostro y caí al piso arrodillado.
Bueno, bueno, bueno ¿que les parece? "vamos a matar a Edward"
en un pincipio este seria un OS, pero como que la trama me daba para un poquito mas, asi que pense que podria alargarlo un poco sin llegar a hacerlo demaciadoo largo.
espero sus reviews anciosa...
se las quiere
***Gis Cullen***
