Plot/Summary - ¿Será cierto cuando dicen que dos almas que están destinadas a estar juntas, siempre encontrarán su camino de regreso? Edward Cullen e Isabella Swan pondrán a prueba su amor al temible paso de los años. –Yo apuesto por esto, por nosotros- le dije firmemente. Pero el tiempo no apostará por ellos.

By: Chicvampire


BACK TO YOU

Capítulo I: "Desolation"

Bajé del auto mientras hacía mis muñecas sonar.

La piel me picaba. Mis pies se sentían incómodos aunque estuvieran en sandalias.

Mi nariz seguramente estaba roja por las numerosas veces que me había rascado.

Aspiraba con fuerza tratando de controlarme.

-¿Lo tienes?- pregunté cuando llegué a mi objetivo.

Edward Cullen era el patético más pesado de la tierra pero tenía lo que necesitaba con tanta urgencia.

-Hola dulzura, yo también te extrañé anoche- dijo irónicamente. Exactamente 74 días atrás esa frase me hubiese derretido pero ahora ya no… era inmune a sus encantos ridículos.

-Cullen, no jodas a primera hora de la mañana. Solo quiero que me des los porros- pareció dolido… por un momento esos ojos verdes me miraban como antes… cuando no mentía.

-¿Y qué pasó con nuestra relación?- preguntó sacando los porros de su bolsillo. Reí irónicamente… ¿relación?

-Se rompió cuando te encontré follando a Lauren- dije lo más sinceramente posible. Era un milagro que no me echara a llorar. No lo haría de nuevo, no… hace 74 días aprendí la crueldad de ser una adolescente y estar enamorada.

-Bella ya te dije que lo sie… - tomé los porros de su mano sin si quiera decir gracias, levanté mi mochila del suelo y caminé rápidamente hacia adentro del colegio.

Necesito fumar pensé mientras me descarriaba del camino de mi clase de física. Caminé sabiendo que Edward me seguía, me desvié varias veces para llegar al lugar que buscaba, atrás del gimnasio era el lugar ideal para desde besuquearse hasta drogarse.

Me senté en el jardín y saqué los porros.

-Ya es el quinto en la semana- lo escuché decir antes de sentarse al costado mío.

¡Que me lleve la chingada! ¡Fue él quien me dio mi primer cigarrillo!

-Ni que fuera droga Edward- dije encendiendo uno de los tres. Nunca había entendido porque las personas fumaban hasta que vi a Edward haciéndolo y quise imitarlo.

-Bella… no hemos tenido una verdadera conversación desde lo que pasó- volteé botando con eso todo el humo en su cara.

-¿La conversación en tu casa no cuenta?- pregunté dándole mi mejor sonrisa.

-No Bella… tiraste toda mi ropa a la calle, sin mencionar el hecho que rompiste una vajilla entera de mi mamá-

Señoras y señores… era algo dramática en ese entonces. Juro que compré una nueva para que la mamá de Edward no se diera cuenta.

-Fueron 2 años de relación… me engañaste con una puta- dije mirándolo fijamente. Pareció sorprenderse por la crueldad de la verdad pero así fue.

-No lo planeé así Bella… sucedió- ¿Tanto había rogado por esa oportunidad de hablar para que me dijeran que las cosas simplemente suceden?

-Edward no llevábamos meses, fueron dos años… cuando tienes una enamorada a la cual le juraste amor eterno, no simplemente te suceden cosas- dije moviendo mis manos mientras hablaba.

-Estaba borracho, te dije que ni me acuerdo como ocurrió-

¡Era el colmo de los putos colmos!

¡Estaba encabronada, lo veía todo rojo!

-No sé quién fue más estúpido, si tu porque eres el único a quien las cosas simplemente le suceden o yo por creer por un segundo que te estabas muriendo cuando simplemente te acostaste con Lauren- me levanté y empecé a caminar en círculos mientras absorbía lo más que podía y botaba de igual manera.

La nicotina me hacía bipolar.

-Soy una estúpida, ¿sabes?- Edward empezó a negar con la cabeza.

-El estúpido fui yo por tomar demasiado y por haber querido ocultarlo- dijo agachando la cabeza.

Lo hubiera consolado como antes, me hubiera sentado con él hasta que se calmara como cuando se enteró que su hermano mayor se iría de servicio a Irak.

-Siempre que te veo me repito algo: ese es el bastardo que te destruyó el corazón- dije señalándolo mientras reía para no llorar. Él lo sabía, sabía que lloraría si un dedo de él me tocara.

-¡Maldita sea! ¿Por qué lo arruinamos Edward? Éramos malditamente perfectos como pareja-

Sabía que había sorpresa en sus ojos cuando hablé en plural… no me hacia la estúpida tampoco, si me engañaba era porque algo no iba bien con nosotros.

-No lo sé… por primera vez, no sé la respuesta-dijo Edward pasándose los dedos por su cabellera broncínea. Era ridículo recordar cuantas veces lo había visto haciendo eso a causa de la frustración o desesperación.

-Deberíamos grabar esto… si me hubieran dicho hace dos años que estaríamos así, no lo creería ni firmado en sangre- dije riendo amargamente, saqué el otro porro que tenía y lo encendí.

-Maldita sea… dos años… mierda, no sabes cuánto siento haberte decepcionado. No soy perfecto pero tú no merecías lo que te hice- dijo tirando la cabeza para atrás.

-Lo siento, en verdad- repitió mientras hacia su cabeza sonar, una y otra vez, cada una más fuerte que la anterior.

-Detente, te harás daño- le dije, pero siguiendo terco como siempre, lo siguió haciendo.

Maldito, sabía lo que me estaba haciendo.

Ambos teníamos claro que yo lo amaba como el primer día.

Desde que lo vi caminando abriéndose paso entre los jóvenes del instituto.

Cuando me sonrió gentilmente dejándome pasar delante de él para entrar a la cafetería.

Esto no iba a funcionar. Necesitaba distancia.

-¡Carajo, para de hacer eso!- grité agachándome a su altura. Me miró a los ojos directamente dejándome ver por primera vez en años, lo que en realidad era.

Ese chico que me miraba con ojos asustados cuando conoció a mi papá por primera vez.

El chico que se avergonzó la vez que su mamá me contó sobre su niñez junto con sus fotos.

Era el Edward Cullen del cual me enamoré.

-Perdóname por favor, la jodí, lo sé-

-Hemos llegado a algo, la jodiste- dije con sorna. Ya ni el cigarrillo podía calmarme así que lo tiré al piso.

-Déjame en paz Cullen, eso es todo lo que pido- tomé mi mochila del piso y salí corriendo hacia mi clase.

El señor Yukio era probablemente el ser más aburrido del mundo pero ese día le presté más atención de costumbre, ya no tenía mi tutor personal de física.

Esta época escolar era muy difícil… ya no era la novia de él. Los demás me miraban como si fuera menos que ellos pero ninguno se atrevía a insultarme porque sabían de mi carácter.

-Bells, ¿tienes lo apuntes de literatura?- Angela Webber fue la primera amiga que hice cuando llegué al instituto. Era espectacularmente dulce y siempre andaba fuera de todo chisme.

-Claro, tómalos. Me los devuelves mañana. ¿Cómo te fue con los gemelos el fin de semana?- Angela hizo una mueca guardando mi cuaderno.

-Más o menos, se ponen especiales cuando vamos al cine- explicó. Los gemelos Webber, Keith y Gared, eran dos pequeños monstruosos de 8 años.

-Hice galletas, ¿quieres?- le pregunté sabiendo cuanto le gusta cuando hacia galletas de avena. Angela asintió emocionada. Cuando las iba a sacar de mi mochila, se me cayó el último porro que Edward me había dado.

-Bella, hemos hablado de esto- dijo Angela levantándolo rápidamente guardándolo en el bolsillo delantero de mi mochila. Si me descubrían, me ganaba la expulsión por poseer ilegalmente sustancias tóxicas.

-Hemos hablado de muchas cosas- le dije sonriendo castamente mientras sacaba el taper.

-No fumes más, te estás matando los pulmones- rodé los ojos antes de darle para que agarrara las galletas.

-Bells... desde que… bueno tu sabes- dijo incómoda.

-¿Desde que encontré a Edward en una situación poco decorosa?- dije recordando las palabras tan cultas que siempre usaba mi profesora de lengua.

-Le hablas, lo tratas normal como si no hubiera pasado nada-

Conocía a Ángela Webber demasiado bien, nunca se metía en asuntos ajenos así que en verdad debía estar preocupada por mí.

-Lo seguiré haciendo, sé que eso le duele más- dije siendo lo más sincera posible. Lo que hacía era cruel, lo sabía pero lo necesitaba tan cerca como lejos.

-¿No te acuerdas cuando estaban juntos?... tal vez merezca una oportunidad para explicarse-

Si hubiera sido otra persona probablemente hubiera gritado incluyendo insultos e improperios pero era Ángela, la persona más bondadosa que había conocido.

-Y sigue a tu lado como mosca, te busca a cada rato, te da esta porquería, eso debe significar algo- Era la primera vez que escuchaba que Angela decía 'porquería'. Si el reverendo Webber la escuchara…

-Vámonos a clases- le dije viendo mi reloj. Compartíamos historia con el profesor Gennuh.

De pronto sentí como alguien me levantaba.

-¡Jazzy, llegaste tarde!- le dije a mi mejor amigo Jasper Hale. Lo conocía desde el pre escolar.

-Se malogró el auto, este día va a ser una mierda, lo presiento- dijo antes de darme un beso a mí y a Ángela.

-Gennuh me tiene en la mira desde que presenté mi trabajo de la revolución francesa- comentó Jasper después que nos sentáramos en el salón de clase.

-Si mal no recuerdo llamaste a Maria Antonieta, 'reverenda hija del malgaste económico'- dijo en tono de burla Ángela, eso me hizo soltar carcajadas recordando como el señor Gennuh se enfureció tanto que la vena de la frente se le marcó.

-Lo fue… solo se molestó por mi educado léxico- contestó antes de que el profesor entrara y cerrara la puerta dejando atrás a los que llegaban tarde.

-Buenos días, libro página 392- solté un bufido antes de sacar mi libro.

Ahí iba otro día normal de colegio…

-¡Hay fiesta en la casa de Tanya!- gritó a todo pulmón Jessica cuando llegué al estacionamiento.

-No tengo ganas- le dije dándole una sonrisa cansada.

-Déjame reformular la frase, vamos a ir a la fiesta- dijo poniendo cara seria. Jessica era una de mis amigas cercanas pero la cruel realidad era que no tenía ganas de encontrarme entre tanta hormona recordando que pasó la última vez.

-Ponte lo último que compramos con tus zapatos de taco negro, los 11- dijo antes de darme un beso e irse corriendo hacia su novio Mike.

-No… - pero era inútil, sin saber cómo, un viernes por la noche saldría a una fiesta.

Llegué a casa sabiendo que mi papá no llegaría hasta dentro de dos o tres horas entonces ordené una pizza personal con mucho queso y tomate.

Después de haber limpiado la casa un poco la pizza llegó.

No era exactamente casera pero era aceptable.

Mi celular empezó a vibrar, era un mensaje de Jess que decía 'Voy por ti a las 9. ¿Pijamada?'

Iba a ser suficiente tortura ir a una fiesta.

'No, tengo que levantarme temprano el sábado. Debo ir a ver mis papeles para la universidad. Te espero, sé puntual Jess … ¡vamos a divertirnos' le respondí. Esa era la bendición de la tecnología, no podías descifrar si lo decías de verdad o era una simple ironía.

Cuando mi alarma sonó escandalosamente me desperté desconcertada.

¡8:30! Jessica me iba a ahorcar.

Subí corriendo para sacar de las bolsas el outfit mental que Jessica me había dicho.

Un corsé color uva junto con un par de leggings pegadas y un par de tacos negros.

Pensé plancharme el cabello pero no me daría tiempo así que tomé la onduladora luego de calentarla por 5 minutos y me hice ondas naturales. Corrí al baño para lavarme la cara, los dientes y maquillarme. Me puse excesivo delineador pero un pintalabios natural, contraste lo llamaba Alice.

Tomé una cartera rectangular, esas de las que habían salido de moda y la rellené de papel higiénico, el maquillaje esencial y mi celular.

Cuando me tiré al sofá sentí un alivio. Jessica no me mataría.

El timbre sonó minutos después, tiempo suficiente para mandarle un mensaje a mi papá y que él me respondiese diciéndome que estaba bien pero que no regresara tarde.

-Puntual, cosa inusual Jess… hey- nos dimos un beso en la mejilla y fui directo a su auto.

-¡A divertirnos¡- gritó Jess estacionando afuera de la casa de Tanya.

Cuando entramos podía sentir el olor a alcohol y a cigarrillo. Jessica fue directo hacia nuestro grupo de amigos, dejó su bolso y me jaló hacia el bar.

Todo lo que hacia Tanya lo hacía a lo grande, incluyendo su aumento de busto que era la ocasión especial.

El barman nos preguntó que deseábamos.

-Un margarita y un shot de tequila-respondió Jessica por mí. El joven nos atendió rapidísimo y sin saber como, ya iba por el segundo trago.

-¡Me encanta esta canción!... ¿vienes?- preguntó Jess dejando su trago a lado mío.

-Dame 5 minutos, voy al baño- le dije, Jess asintió y se fue seguida de varios compañeros de clase.

Miré su bebida y puedo jurar que me estaba llamando…uno tenía que siempre ser educado.

Qué bien se sentía el trago helado correr por mi garganta.

Me paré para regresar a la mesa con Angela y Ben porque no quería estar sola pero primero sí quería ir al baño.

Toda la casa de Tanya era increíble pero el baño era fenomenal… ¡tenía hasta sillones adentro!

-Miren que trajo el viento- escuché que dijeron a mis espaldas.

-El viento carga cosas ligeras cariño- dijo otra descerebrada.

Lauren Mallory, mi Némesis. Cerré la puerta de un porrazo encontrándome a más de una descerebrada parada.

-No estoy de humor Lauren- le dije entrando directo a refrescarme el rostro.

-No voy a huir cariño, no es mi estilo. Yo siempre obtengo lo que quiero- dijo riendo junto con su séquito.

-Por ejemplo, Edward- todas se quedaron calladas esperando mi reacción.

-Me largo- dije tirando el papel higiénico al tacho, volteé para salir y no pude evitar mirar el atuendo que Lauren llevada… literalmente la hacía ver como una prostituta. Un vestido, no, me equivoco, un pedazo de tela verde oscuro que apenas cubría los necesario y un par de zapatos de tacos dorados escandalosamente altos.

Salía ya del baño haciéndome paso entre tanto cerebro caído cuando Lauren hizo sonar sus tacos para quedar exactamente detrás de mí.

-¿Acaso no quieres escuchar cómo me lo gané?- dijo dándome una sonrisa angelical cuando volteé.

-No es un juego maldita perra… te acostaste con él. Solo eso, fue un follón. Felicitaciones y ahora vete a la mismísimo infierno- le dije saliendo hacia todo el humo y la bebida que cabía en la fiesta.

-Estás ardida cariño- era como una serpiente, se había acercado lo suficiente para susurrármelo al oído.

-No, créeme que no estoy ardida porque a ti no te trató igual que la primera vez que hicimos el amor, no fue a ti a quien abrazó con demasiada ternura para luego dormir toda la noche. Te folló y luego se vino corriendo hacia a mí a pedirme perdón porque me ama… cuéntame que se sintió levantarte sola y sentirse sucia- Lauren no cabía en sí misma, lágrimas empezaron a caer de su rostro. No iba a ser Aquiles y arrastrarla alrededor de toda Troya para regocijarme de mi triunfo, no lo sentía así. No lo tenía a él.

-Dos margaritas por favor- le dije dándole mi mejor sonrisa al joven del bar.

Así pasaron una, otra y otra margarita por mi garganta. Cada trago parecía dejar en el fondo cada recuerdo, cada instante que pasé junto a él pero el siguiente trago lo traía de vuelta con demasiada fuerza.

-¡Shot! ¡Shot! ¡Shot!- gritaban los chicos al costado mío. Luego vi como Jessica besaba a Mike de una manera poco decorosa y solo recuerdo haber empezado a reír a carcajadas de manera escandalosa.

Sentí que me miraban, no tardé mucho en ubicarlo inclusive mareándome de rato en rato. Entre tanto multitud podía reconocerlo, era Edward quien me observaba fijamente.

-Voy a salir a toma aire- le dije al chico del bar quien me guiñó el ojo. Tomé mi bolso y salí corriendo, cuando llegué afuera el cuerpo se me vino abajo, tuve que apoyarme en la manija para no caerme.

-Estás borracha- lo escuché decir a mis espaldas. Trató de tocarme pero no lo dejé, empecé a caminar.

-Déjame llevarte a casa- pidió.

-Jasper lo va a hacer- en cuanto lo encontrara o él me llamase. Saqué de mi bolso mi celular para marcarle pero se me cayó antes de poder hacerlo. Me agaché delicadamente pero no podía mantener el equilibrio así que terminé en el piso.

-Te estás cayendo Isabella- dijo ofreciéndome su mano para levantarme. Lo acepté porque el cuerpo me dolía con los tacos que llevaba.

-Edward, estoy bien, no he tomado… más de seis o siete margaritas- Tal vez 10 agregué mentalmente.

-Vamos, Charlie debe estar echando humo- dijo tomándome del brazo. Caminé no más de tres pasos cuando solté la única pregunta que tenía en ese momento.

-¿Por qué te acostaste con ella? … aunque sea si me ibas a engañar debería ser con alguien mejor-

-No fueron así las cosas. Yo no… -

Como era clásico en Forks, empezó a llover a cántaros. En cuestión de segundo ambos estábamos empapados.

-¿Tu no qué Edward?- lo animé a seguir.

-Yo solo te quiero conmigo, te necesito conmigo Bella- podía ver en sus ojos reflejados la desesperación que sentían los míos.

-Yo solo quiero borrar todo esto- le di la espalda y empecé a caminar lo más rápido posible.

-Toma mi chaqueta- lo escuché decir para luego sentirla sobre mis brazos desnudos.

-Gracias- me limité a seguir caminando a sabiendas que me seguía.

-Me voy Bella- el alma se me cayó del cuerpo. ¿Hablaba de dejarme sola en la mitad de la lluvia o se refería a que se iba de verdad?

-Me aceptaron en Yale, ya aprobé el año acá así que me iré a adelantar cursos dentro de dos semanas-

-Sé que mi sola presencia te fastidia porque te lastimé pero no fue mi intención, solo quiero que sepas eso- continuó diciendo.

Dios gracias por la lluvia porque así mis lágrimas se perdía entre tanto llanto del cielo.

Sabía con certeza que mi maquillaje se había corrido de una manera espectacular así que empecé a limpiarlo inútilmente de mi rostro. Cuando levanté la mirada pude divisar mi casa al final de la calle.

Era ahora o nunca.

Me di la vuelta para mirarlo directo.

Pude ver sus ojos sonriéndome con dulzura sujetando las lágrimas que amenazaban con caer de sus ojos.

Ese era el adiós. O tal vez no.

-Suerte Edward-

O tal vez sí. Tomé mi bolso con fuerza excesiva para que me sostuviera hasta llegar a casa. Él simplemente no se movía, no se acercaba a mí pero tampoco daba media vuelta. Lo único que se escuchaba eran mis tacos resonar.

Ni bien entré a mi casa corrí hasta mi cuarto, desde la ventana podría ver que hacía.

Se apoyó en el árbol mientras se sentaba en todo el lodo que se había formado. Parecía que todo el peso del mundo estaba en sus hombros.

Cerré mi cortina con fuerza antes de empezar a quitarme toda la ropa. No le había dado la chaqueta a propósito, me la quedaría para guardarla junto con las pocas cosas que me quedaban de él. Era lo último que tendría de él.

Esa noche no dormí absolutamente nada. El reloj avanzaba y avanzaba pero mis ojos no se cerraban para nada. Dieron las 5 y pude sentir la puerta abrirse, mi papá llegaba de guardia. No pasó a mi cuarto como de costumbre pero pude ver su sombra detenerse al frente de ella.

Alrededor de las 5:30 pude sentir el cuerpo desvanecerse.

Cuando abrí los ojos pasaban del medio día. La cabeza me reventaba de dolos y ni hablar del dolor que sentía en los pies.

"Qué buena debe de haber estado la fiesta para que sea el medio día y no te levantes. Te dejo dinero en la mesa, me voy de pesca con Billy. Regresaré a eso de las 5 o 6. Suerte."

Tomé el papel y empecé la rutina de los sábados. Limpié absolutamente toda la casa, desde mi cuarto hasta la lavandería. Necesitaba estar ocupada para no pensar, a penas pasé dos minutos hablando con Jessica escuchándola disculpándose por no haberme traído y diciendo una y otra vez lo bien que la noche había terminado con Mike. No supe nada de Jasper pero era normal los sábados porque siempre salía con su madre a la casa de sus abuelos.

Luego descansé solo para preparar fideos con salsa y almorzar completamente sola. Tenía una columna larguísima de libros que leer y resolver así que subí a mi cuarto para empezar.

Alrededor de las 4 escuché la puerta abrirse, bajé con intención de calentar la comida cuando encontré a Charlie tirado en el sofá que había limpiado incluso con cepillo de dientes.

-¡Charlie levántate de ese mueble!- lo asusté tanto al pobre hombre que se paró de inmediato.

-¡Jesús, mujer!- exclamó antes de dirigirse a la cocina.

-Te voy a servir, lávate las manos y luego te vas a bañar apestas… pensé que vendrías con Billy- comenté mientras calentaba en el microondas

-No tiene que acompañar a Rachel a hacer unos documentos de la universidad- asentí mientras tomaba un cuchillo y un tenedor para él.

-¿Cómo está Jacob?- le pregunté recordando desde hacia tiempo no hablaba con él.

-Tiene rota la pierna pero dice que ni bien se recupere vendrá para que salgan a esa película que quedaron en ver. Llámalo el chico se está pudriendo en su cama- me sentí ofendida, el detalle de la pierna rota si lo sabía.

-Sabía que se había roto, lo llamé. Arreglaré mi tiempo para visitarlo- dije. Jacob Black era mi amigo desde el primer día en el que llegué al mundo. Éramos exactamente de la misma edad e inclusive estuvimos juntos en el hospital.

-Ya puse el pescado en la congeladora- me avisó Charlie. Tomé una revista que había comprado para empezar a leer.

-Genial, otros dos meses de pescados- comenté irónicamente. Luego se quejaba del porqué hasta torta de pescado tenía que hacer.

-¿Cómo estuvo la fiesta?- preguntó distrayéndome de la noticia que estaba leyendo.

-Divertida- respondí tratando de mostrar emoción.

-¿No tomaste no?- preguntó mirándome directamente a los ojos. Tuve que usar mis mejores dotes histriónicas, los cuales habían mejorado bastante en los últimos meses.

-Lo normal, me trajo Jessica- dije pareciendo distraída, luego regresé a la revista.

-Que bueno- dijo sin mucho entusiasmo. Sabía que estaba evitando el tema de él.

-Yo lavo, ve a hacer tus cosas Bells- asentí y estuve más de feliz de irme.

-Tu cerveza está en la refrigeradora- le dije antes de subir las escaleras.

Me tiré a la cama para continuar mis tareas. Biología era sencillo para mí pero física no era mi fuerte, esa fue la razón principal por la que Edward y yo nos juntamos.

Hice una petición de tutoría para física y un día como cualquier otro me llamaron diciendo que mi tutor vendría a casa para ayudarme a pasar el examen del jueves.

La puerta sonó 20 minutos después… Era Edward Cullen. Me temblaron las piernas y pude notar que se dio cuenta porque se sonrojó ligeramente, habíamos compartido un par de conversaciones pero nada serio. Es decir no era mi amigo ni nada de eso pero… desde que lo vi en instituto me enamoré de él….

Diversos pensamientos cruzaron mi mente, nuestra primera cita, los besos que nos dimos en su auto de camino a casa; cuando me pidió que fuera su enamorada, nuestro primera aniversario, cuando conocí a sus padres… tanto tiempo juntos, tantos momentos.


Besos