¡Hola y feliz Halloween/Samaín/Día de los Muertos/Día de Todos los Santos, nakamas lectores!
Antes que nada, muchísimas gracias a mis queridos nakamas Kaoru likes One Piece, Alice1420, FalknerZero, LuNaObssesed, Alina y ErzaEscarleth por sus reviews y palabras de ánimo en mi otro fic Oro y Cristal. No tengo palabras para agredecer todo este apoyo, de verdad que sois unos SUPER nakamas y unas grandes personas. Muchas gracias de verdad :) Os responderé por privado a cada uno en estos días, pero ante todo quiero que sepais que estoy bien y mi familia y amigos también, todo aquí sigue normal y tranquilo, jejeje.
Ahora centrándonos en el la historia, mientras preparo el próximo capítulo de Oro y Cristal, os traigo un corto fic LuNa para celebrar estas fechas en las que las calabazas y los disfraces monstruosos reinan en las calles. Espero que os divirtáis al leerlo tanto como yo al planificarlo y escribirlo.
Este fic sigue la línea temporal de Mundos Paralelos (Oro y Cristal y Aventura en el Antiguo Mundo), seis meses después de que Luffy y Nami se convirtieran en pareja. ¡Disfrutad! :)
Otoño del primer año de la Nueva Era de la Piratería; en el centro del Gran Line
En el cuarto de cartografía del Sunny Go, la bella navegante Mugiwara analizaba detenidamente sus mapas del Grand Line para asegurarse de que llevaban el rumbo correcto. En poco menos de una hora deberían llegar a Samaín, una isla de pequeña pero muy famosa en Paraíso y en el Red Line por su música tribal, por su excelente producción de violines, y sobretodo, por las animadas fiestas multitudinarias que se daban en ésas fechas del año, en pleno Halloween. Con mucha humildad, Brook le había preguntado a Luffy si podían visitar aquel lugar, ya que deseaba conocer la cultura musical de sus gentes y así ampliar sus conocimientos como bardo. Por supuesto, Luffy aceptó sin reparos; por un lado porque consideraba un deber primordial complacer el deseo de un nakama suyo, por otro, porque la idea de asistir a una fiesta de Halloween por primera vez en muchos años (de hecho, la última vez que lo celebró fue el año anterior al que su abuelo lo abandonó en Corvo), se le antojaba muy divertido.
Nami acababa de verificar que iban por buen camino cuando de pronto la puerta de la sala se abrió, accediendo a ésta un Luffy sonriente con pasos apurados.
-¿Falta mucho para llegar a la isla de Halloween, Nami?
-Vaya si eres pesado. Es la quinta vez que me lo preguntas hoy.
-Venga, vaaaa. ¿Nos queda mucho camino?
-Estaremos allí en media hora, más o menos.
-¡Bieeen, por fin nos iremos de fiesta de Halloween!
Luffy se asomó fuera del cuarto de cartografía y chilló a los cuatro vientos a sus nakamas:
-CHICOS, ENSEGUIDA LLEGAREMOS A SAMANA.
-"SAMAÍN", IDIOTA- le corrogieron todos al unísino.
-ESO, SHISHISHI.
Nami soltó un hondo suspiro antes de volver a centrarse en sus mapas, mientras que su capitán se disponía a volver a la cubierta para jugar un poco con Usopp y con Chopper al pilla-pilla (pensando que incluso podrían incitar a Zoro a unirse si lo picaban lo suficiente).
-¿Tú también vedrás a la fiesta, no Nami?- preguntó él a su compañera antes de irse.
-Tal vez, si no haces ninguna estupidez que nos obligue a huír antes de tiempo como hiciste la última vez- contestó ella sin levantar la vista de las cartas de navegación.
En realidad, Nami no pensaba perderse una celebración de tal fama, además de que tenía ganas de ganar algo de dinero apostando en retos de consumir el máximo alcohol posible contra otros incautos bebedores. Pero en su última parada, la tripulación habían visitado una ciudad-estado en el extremo de una penílsula, en pleno centro de Gran Line, una visita que sólo duró cuatro escasas horas cuando el Rey Pirata noqueó de un puñetazo al estúpido y presumido rey del lugar (sin saberlo, e igualmente cuando se hubo enterado le importó un comino) cuando éste ordenó que quemasen el sombrero de paja al considerarlo una prenda demasiado vulgar y que ofendía a la estética de su reino. Así pues, la navegante que sabía que no estaba de más tener controlado al infantil de su pareja si querían disfrutar en condiciones de su estancia en el nuevo destino de su viaje.
Como Luffy no contestó, la joven supuso que ya se habría marchado, pero entonces él la sorprendió dándole un beso en la mejilla mientras estiraba su cuello desde el umbral de la puerta.
-Entonces me portaré bien, a cambio de que bailes conmigo una vez- dijo el moreno con una sonrisa traviesa, para acto seguido devolver su cuello a la normalidad y salir corriendo hacia la cubierta.
-¡Oi, no me devuelvas el chantaje...! ¡Vuelve aquí, idiota tramposo!- reclamó la chica mostrando una dentadura puntiaguda, pero fue incapaz de ocultar el rubor que acababa de teñir sus mejillas.
En respuesta sólo escuchó las carcajadas de su compañero en la lejanía, así que decidió volver a mirar los mapas, intentando olvidar (en vano) que se había sentido como una chiquilla enamorada en cuanto escuchó la condición de Luffy: en verdad ese cabeza hueca sabía cómo convencerla.
Tal como había predicho la navegante, treinta minutos después el Thousand Sunny atracaba en la costa de Samaín. Esta vez le tocó a Franky quedarse a vigilar el barco, mientras que los demás se dirigían todos juntos hacia el pueblo más cercano. De casualidad, éste era la capital de la isla, Lugnasand, por lo que abarcaba buena parte de aquella costa y sus calles estaban llenas de civiles locales y turistas, especialmente debido a la afamada fiesta local de Halloween que se celebraba en aquéllos días: se habían levantado grandes antorchas y farolillos a cada lado de las calles para iluminarlas durante la noche, y voluminosas calabazas adornaban el umbral de las entradas y los dinteles de las ventanas de las casas, todas ellas con una siniestra sonrisa tallada en su superficie y con una velita colocada en su interior, lista para ser encendida en cuanto se ocultase el sol. Casi todos de los viandantes, en especial los niños, se habían disfrazado de diversas criaturas paranormales y de fantasía: vampiros, esqueletos, momias, zombies, licántropos, hadas, duendes y demás. A los Mugiwaras no les pasó por alto que el traje de pirata también estaba entre los más usados.
-¿Por qué la gente se viste de forma tan rara en Halloween?- quiso saber Luffy, ya que aquélla era una duda que tenía desde que era pequeño, aunque igualmente disfrutaba de la tradición de los disfraces; siempre aparecía uno más bizarro y divertido que el anterior.
-El famoso historiador Usopp "el Grande" te responderá, Luffy: Disfrazarse es una costumbre propia de esta época porque así los fantasmas, cuando campan a sus anchas en Halloween, te tienen miedo y así no se la pasan asustándote- comentó Usopp muy convencido, aunque tampoco sabía muy bien sobre el por qué de aquellas vestimentas.
-¿Fa-fa-fa...? ¡¿Fantasmas?!- chilló el pobre Chopper, abrazándose aterrado a la pierna de Nami.
Por suerte Robin, que se había molestado en informarse sobre las tradiciones y la cultura samainianas mientras navegaban hacia la isla, no tardó en resolver las dudas de sus nakamas.
-Bueno no te equivocas del todo, Usopp. Desde sus orígenes, durante la fiesta de Halloween se cree que la puerta del Mundo de los Muertos se abre y aparecen seres fantásticos y espíritus malvados que buscan hacer fechorías entre los mortales, así que, para pasar inadvertidos ante sus ojos, es una tradición disfrazarse de seres aterradores y extraños.
Todos exclamaron con un "Oooooh", sientiéndose fascinados ante la historia de aquella festividad (y a la vez un poco asustados en el caso de Usopp, Chopper, Nami, e irónicamente, Brook).
-¿Pero por qué colocan calabazas en las casas?- quiso saber el renito, que nunca había visto aquella festividad en la isla Drum.
-Los fantasmas malignos y los demonios les tienen miedo a las calabazas sonrientes iluminadas, de manera que no entrarán en ningún lugar en el que haya una. Además, aquí en Samaín, también es costumbre dejar algo de comida junto a ellas para que las almas de los fallecidos acudan a visitar a sus seres queridos.
A escuchar aquéllo, la expresión de Luffy cambió de repente y se tornó seria por unos segundos. Los demás no se percataron de ello, de modo que Robin continuó con su explicación.
-Así mismo, en plena fiesta se encienden grandes hogueras que según dicen, purifican el alma y bendicen la suerte de quien salte sobre ellas; y con las llamas se prepara una bebida alcohólica tradicional muy fuerte llamada "queimada" y se asan jabalíes gigantes.
-¡¿Jabalíes gigantes a la brasa y saltar sobre fuego?! ¡Esta fiesta es SUGOOOII!- gritó Luffy de repente con estrellitas reluciendo en sus ojos y con una gran gota de saliva asomando por su boca.
-Tengo muchas ganas de probar esa queimada- murmuró Zoro, pensando en lo mucho que disfrutaría hartándose de alcohol local esa noche.
-Y yo, jijijiji- Nami esbozó una sonrisa siniestra, imaginándose la buena suma de berries que ganaría retando a los bebedores del lugar.
-Yo quiero conocer a las señoritas de esta isla, a todas si puede ser- comentó Sanji con una sonrisa pervertida mientras daba una calada a su cigarrillo.
-Ten cuidado, Ero-cook, no vayas a quemarte con tanto fuego que habrá por aquí- masculló el espadachín mirándolo de soslayo.
-Al menos no me perderé y acabaré en la otra punta de la isla, como sé que le pasará a cierto cerebro de césped.
-¿QUIERES PELEAR, ASPIRANTE A OKAMA?
-AAAARRRG, MARIMO BASTARDO, VOY A DARTE UNA PALIZA.
-Antes de nada vamos a comprar unos disfraces, así pasaremos como unos turistas más- alegó Nami, recordando a sus nakamas que debían mantenerse precavidos al ser piratas, especialmente unos tan conocidos como ellos en todo el mundo.
-¡Yahooo, vamos a disfrazarnos de cosas raras!- propuso acto seguido Luffy mientras corría hacia una tienda cercana de ropa, con unos risueños Usopp y Chopper pisándole los talones.
-OI, ESPERAD, QUE AÚN NO OS HE DADO EL DINERO- les espetó la navegante, temiendo que empezaran a mirar los trajes más caros.
-Demasiado tarde, ya están dentro, fufufu- le contestó Robin- Vayamos nosotras también a probarnos algo, será divertido.
La pelinaranja suspiró, intentando desquitarse de la tensión que le provocaban aquellos chicos, ni qué decir de su pareja. Al menos ahora tenían la ocasión de mirar ropa todos juntos, aunque fueran meros disfraces.
-De acuerdo, estamos aquí para éso, qué demonios.
-¡Naaaami-swan, Rooobin-chwan, esperadmeeeeee!- las llamó Sanji soltando corazoncitos mientras iba tras ellas.
-¡Alto ahí, cejas de bigote, aún no he acabado contigo!- rugió Zoro al tiempo que perseguía a su vez al cocinero con sus tres katanas en ristre.
Minutos más tarde, el grupo ya había decido de qué se vestirían. Como ya habían pensado en dejarse puestos los trajes durante el resto del día, salieron de sus respectivos probadores para mostrar cómo lucían: Luffy se había decantado por un traje de zombie, con el cabello más despeinado de lo habitual y se había pintado en el rostro un poco de sangre en la comisura de la boca y heridas purulentas en las mejillas; Chopper iba de científico malvado, con una batita blanca rasgada y una mascarilla con una maníaca sonrisa bordada al estilo Jocker; Zoro llevaba un disfraz de ninja, pero como éste no le daba un aspecto muy aterrador, Robin le ayudó a hacerle unos "arreglos" manchando la parte del pecho y las muñecas con sangre falsa, de manera que, junto con su ojo tuerto, le hacía parecer un ninja psicópata; Robin vestía de diablesa, con finas unas medias tipo red en las piernas, así como un elegante vestido rojo con escote de pico y que le llegaba apenas a medio muslo, y completando el atuendo, llevaba detrás de la cintura una sinuosa cola de demonio; y Sanji, por su parte, se había decidido por un disfraz de vampiro al estilo clásico, con el cabello peindado hacia atrás, una larga capa y unos colmillos falsos.
Ya sólo faltaban Usopp y Nami, mientras que Brook sólo se había puesto una elegante chaqueta de cuero al estilo rockero, pues como era un esqueleto, no necesitaba disfrazarse mucho más para mezclarse entre la multitud hallowiniana.
-¿Os falta mucho? ¡Tengo mucha hambreeeee!- protestó Luffy al ver que sus dos nakamas restantes estaban tardando en salir.
-Yo ya he terminado- se escuchó decir al francotirador Mugiwara desde el interior del probador.
Acto seguido, detrás de la cortina del mismo apareció Usopp portando un disfraz peludo de color negro y una máscara de lobo feroz, saliendo de la boca de la misma, se apreciaba la larga nariz del moreno entre los colmillos.
-¿Qué os parece, a que doy mucho miedo? Muajajajaja, digo ¡Auuuuu!- dijo mientras posaba como una fiera al acecho.
-UUUUUAAAAAH, UN LOBO GIGANTE- contestó Chopper entre aterrorizados alaridos para después transformarse en su forma Heavy Point (sin arruinar su disfrz en el proceso) y darle un potente tortazo a su nakama lobuno, estrellándolo contra el suelo.
-AAAAYYY. OYE, QUE SOY YO, CHOPPER- reclamó el dolorido Usopp mientras se quitaba la máscara, revelando un enorme chichón sobre su cabeza.
-¡Ay, no! ¡Lo siento mucho, Usopp, enseguida te trato!
En ese momento, la cortina del probador de Nami se abrió, revelando a la hermosa navegante vistiendo un negro y ajustado traje de bruja, de amplio escote redondo, con una falda estilo tutú, y complementando con unas medias oscuras de estampado de calabazas, unos azabaches zapatos de tacón de aguja, y por último, un largo sombrero de pico. Como complementos, llevaba unos pendientes con forma de gatitos negros.
-¡Oooooooh, Nami-swaaan! ¡Estás espectacular, tu belleza me hechiza!- declaró Sanji mientras rondaba alrededor de ella con una sonrisa babosa- ¿Permitirás a este humilde caballero de noche alimentarse de un poquito de tu sangre por esta noche?
-¡Ni hablar, pervertido!- le respondió la pelinaranja con una dentadura de cocodrilo, arreándole luego un soberano puñetazo que envió al cocinero vampiresco a "volar" fuera de la tienda.
Una niña que estaba allí también mirando con sus padres su propio disfraz de Halloween, vio lo que acaba de ocurrir y miró a Nami con los ojos cargados de emoción.
-¡Papi, mami, mirad! ¡Es una bruja de verdad, ha lanzado un hechizo Expelliarmus contra ese señor! ¡Sugooooi!- gritó al tiempo que señalaba a la pelinaranja dando saltitos.
La aludida observó sorprendida a la pequeña mientras una gotita de sudor le caía por la sien.
-¡¿Eres una bruja de verdad, Nami?! ¡¿Por qué nunca me lo dijiste?! ¡Es genial, shishishi!- chilló Luffy igual de entusiasmado mientras se abrazaba a su pareja como un niño que acaba de recibir su regalo de Navidad.
-¿Qué...? ¡No soy una bruja!- espetó ya ofendida la joven.
-Bueno, Nami, parece que al final se ha descubierto tu tapadera. ¡Jajajajajaja!- se carcajeó Zoro, que aprovechó el momento para vengarse de las humillaciones a las que lo solía someter la navegante... un grave error.
-EXPELLIARMUS- rugió Nami golpeando con su Perfect Clima Tact al peliverde, que cayó justo al lado del felizmente noqueado Sanji.
Poco después de aquéllo, los Mugiwaras abandonaban el establecimiento luciendo orgullosos sus disfraces. Pasaron la tarde disfrutando de la comida del lugar, que eran en su mayoría dulces caseros, caramelos, chocolates y compotas de calabaza, así como un estofado local de carne de jabalí, ciervo y calabaza. En su parada en una taberna, Zoro y Nami compitieron por ver quién resistía una ronda de beber queimada, resultando de nuevo victoriosa la pelinaranja y un derribado espadachín con 200 berries añadidos a su cuenta de deudas.
Al anochecer, en su camino de regreso al Sunny Go, decidieron llevarle a Franky un disfraz de Frankenstein para que los acompañase a la fiesta de esa noche, mientras que el barco quedaría oculto lejos del puerto. Tras ésto, Luffy se rezagó para comprar una calabaza tallada, alegando que quería ponerla en la cubierta para que los fantasmas buenos estaban invitados a subir al barco y festejar el Halloween. Pasando por alto la ocurrencia de su capitán, que seguro sólo era una de las tantas ideas disparatadas que solía tener, la tripulación lo dejó hacer y continuaron su camino. Ya en el Sunny Go, Franky se sintió muy agradecido por el disfraz, alegando que esa noche se vería muy SUPER con él.
Al caer la noche, cuando ya casi todos estaban listos para marchar hacia la fiesta que se daría en el centro de la ciudad. Nami decidió tomar un poco el aire en la cubierta, ya que tuvo que abandonar su camarote de las mujeres cuando Robin llamó a Zoro para preguntarle sobre su opinión personal sobre su traje de diablesa sexy; después aquéllo, hacía media hora, ninguno de los dos había salido de la habitación. La navegante Mugiwara se dirigió hacia el barandal para contemplar el cielo estrellado que brillaba sobre el mar, pero al poco tiempo el sonido de unos pasos llamó su atención: era Luffy, que cargaba su calabaza ya iluminada en su interior, y en la otra mano llevaba un gran pedazo de carne.
-¡Oh, Nami! No te había visto, shishishi- comentó el moreno en cuanto se percató de su presencia.
-¿Qué vas a hacer con esa calabaza?
-Voy a dejarla aquí, en el césped, así los espíritus sabrán que es en este lugar donde podrán celebrar el Halloween.
La pelinaranja suspiró al pensar que su compañero se había creído aquella superstición.
-¿Por qué piensas que ellos también lo celebran?
Ante aquella pregunta, la expresión de Luffy se volvió seria y miró a la chica como si le acabara de preguntar si los pájaros vuelan.
-¿Para qué vuelven a mundo de los vivos sino, tonta?- contestó él cruzándose de brazos.
Sin embargo, aquella respuesta le ganó un rápido tortazo por parte de la mujer.
-NO ME LLAMES TONTA.
-AAUCH.
En cuanto se recuperó del golpe, el capitán Mugiwara depositó la calabaza enmedio del césped y acto seguido, para sopresa de Nami, dejó a su lado el trozo de carne, sin darle un sólo bocado.
-¿Por qué pones la carne ahí, Luffy? ¿No la habías traído para comer?- quiso saber la joven.
El aludido se giró hacia ella y la miró con su característica sonrisa de oreja a oreja.
-No es para mí, shishishi, es para Ace.
Nami abrió la boca anonadada, sin comprender muy bien lo que quería decir su pareja. Él se dispuso entonces a explicarle sin dejar de sonreír.
-Robin dijo que la gente de esta isla deja comida en sus casas para que los familiares que han muerto puedan comer algo cuando los visitan. No sé si en el lugar donde está Ace se puede comer, así que por eso pondré esta carne aquí. A los dos nos gustaba mucho la carne, shishishi, sé que se alegrará de volver a degustarla.
De pronto, Luffy se vio rodeado por los brazos de Nami, que enterró su rostro en el pecho y lo abrazó con fuerza.
-¿Hm...eh, Nami?
-Nunca dejarás de sorprenderme, Monkey D Luffy. Eres tan... único en tu especie.
Sin comprender del todo aquellas palabras, pero igualemente feliz por recibir aquel abrazo de la mujer que amaba, el muchacho le devolvió el gesto y rodeó sus caderas con las manos.
-Bueno, como todas las personas, ¿no? Shishishi.
-No te creas. Eres más único que cualquier ser humano que he conocido, capitán.
La pelinaranja besó la cicatriz de Luffy con suma ternura y después hizo lo mismo con sus labios sumiéndose ambos en una ligera nube de paz y felicidad momentánea. Cuando ambos dieron paso a un beso más apasionado, se tomaron su tiempo para explorar la boca del otro con la lengua mientras se acaricianban los cuerpos con los dedos. Corrieron el riesgo de sucumbir a otro tipo de deseo cuando de pronto se escuchó que se abría la puerta del camarote de las mujeres, seguido de la ligera risa satisfecha de Zoro.
-Deberíamos avisar a los demás de que ya estamos listos para irnos- dijo Nami ruborizándose al comprender en lo que podría haber terminado aquel momento si se hubieran dejado llevar demasiado por las caricias.
-De acuerdo, shishishi- sentenció Luffy para luego darle un último beso y correr a avisar a los demás.
Antes de ponerse en marcha hacia la fiesta, Nami se acercó a la calabaza y depositó junto a ella, al lado de la carne, una de sus mandarinas.
-No sé si esa puerta al otro mundo se abrirá hoy o no; pero de todos modos, esto es para ti, Bellemere.
Dicho ésto, con una gran sonrisa, la pelinaranja volvió con sus nakamas y entonces todos reunidos se fueron a festejar el Halloween como buenos piratas. Luffy y Nami iban en cabeza, con la joven tomada el brazo del monarca pirata, luciendo como la futura reina que algún día sería.
Esta noche prometía mucho, y la pareja Mugiwara no tardaría en dejar huella en la isla de Samaín.
¿Os ha gustado este especial de Halloween? Shishishi. Mañana subiré el segundo y último capítulo, y estos próximos días subiré el último capítulo y el epílogo de Oro y Cristal.
¡Muchos abrazos relinchosos a todos y pasad un feliz y espeluznante día! ¡Nos leemos muy pronto, nakamas! ;)
