I Recuerdos
Se acercaba su cumpleaños número 16 ,y pronto lo celebraría en su ciudad natal, a pesar de que era totalmente desconocida para ella, y en su una nueva, pero a la vez antigua escuela, "La secundaria 118".
Confuso. Lo admitía.
¿Cómo podía ser parte de un lugar, pero a la vez no serlo?
"La sangre tira" (y así parece).
Cuando se fue de aquel pueblo, no paro de llorar durante tres días, pues se dio cuenta lo realmente significa la palabra y el concepto de A M I S T A D
Phoebe, su única amiga, su otra mitad, su brazo derecho, la única persona que la conoció sin la careta de "la chica mala y ruda", le rogó durante una semana para que se quedara, poco menos se arrodillo.
"Helga, escúchame-decía mientras su pequeños ojos estaban empapados de lágrimas- quédate, por favor eres mi mejor amiga, si quieres yo hablo con mis padres para que vivas con nosotros...te quiero amiga, no me dejes, por favor, no me dejes " –y rompió a llorar.
Le dolía la cabeza pensar en ello, aquella imagen de su amiga se había quedado grabada en su memoria durante siete años. Incluso cuando la recordaba, a veces pequeñas lágrimas se mezclaban con su delineador negro manchado su rostro.
Fue una tarde no muy común, cuando supo de su partida.
La casa Pataki estaba demasiado extraña. Todos Bob, Miryam, Holga y Helga estaban cenando juntos. Extraño.
Un aire de incomodidad y de tensión se respiraba en el ambiente
"Ok, esto no esta bien"- se dijo a si misma. Sintiendo que algo no muy agradable vendría.
Al cumplir los 10 años, su padre, Bob Pataki, le informo del viaje que iba a cambiar sus vidas, y verdaderamente tenía razón.
Recorrería al antiguo continente, para establecerse como el amo y señor de la empresa más grande de localizadores.
"¡¿QUE, BOB NO ME PUEDES HACER ESTO, ¿QUÉ CREES QUE SOY PARA SEGUIRTE EN TUS ESTÚPIDAS IDEAS, NO ME IRE DE AQUÍ BOB, NO LO HARE. TE GUSTE O NO"
La única respuesta que recibió de su espontáneo discurso fue : - "partiremos en siete días más, yo que tu arreglaría mis cosas"
Bufo. Recordar el pasado, no le hacía nada de bien, y en especial si el pasado, se encontraba rodeándola.
Su habitación seguía igual, estampada de corazones, algo sucia, pero seguía intacta, incluso con los mismo muebles.
toc, toc
"pase"
"permiso señorita, su madre nos dio la orden de limpiar el sótano, y dice que esto es suyo ¿donde la dejamos ?"- decía un hombre de uniforme, cargando con otro compañero, una tosca caja.
"al costado de la cama, por favor"
Así lo hicieron. Sin mas.
"Con
permiso, que tenga un buen día"-anunciaba
retirándose
"igualmente y gracias "
Se acerco poco a poco al cartón, la abrió con sumo cuidado, y dentro de ella se encontró con hojas que nunca más pensó volver a ver. Habían cerca de cuarenta y cinco cuadernos plagados de polvo. Eran sus poemas de niña.
"Debo buscar algo para limpiar, de seguro hay arañas" – dirigiéndose automáticamente al ropero solo encontró un roñoso vestido rosa...el clásico vestido rosa que fue el único testigo de todas sus aventuras y sentimientos de aquella lejana Helga.
"ufff...creo que estoy destinada a recordar, en esta casa"- se dijo, al mirar con cierta nostalgia y pesadez la gastada prenda.
Y tenía razón al cabo de un rato, se desligo de los instantáneos recuerdos de una niña de nueve años, para cambiarlos por una adolescente de quince.
Se miraba al espejo irritada, nada le quedaba bien.
Sus manos bailaban sobre sus pelos claros, estaba desesperada.
Mañana en la mañana se reencontraría con sus antiguos y primeros amigos.
Ya no había solución, el reencuentro muy pronto se llevaría acabo; y de pronto recordó, como supo la noticia de que volvería a su antigua escuela.
En una elegante mesa, el rey de los localizadores de toda Europa anunciaba una de sus últimas decisiones:-
Mañana regresaremos a EE.UU –dijo sin preámbulos, el hombre Pataki, mientras cenaba una exquisita pierna de pavo
Hubo un silencio de 30 segundo, antes de que se escuchara un chillido
"¡¿QUE,ESTAS
LOCO, ¿CÓMO PARTIREMOS ASÍ COMO ASI?."
"¿así como así? – pregunto con un dejo de asombro el hombre- niña, desde hace un mes se lo había dicho a tu madre.-dijo apuntando a su progenitora, mientras que esta dormitaba encima de su ensalada de tomates.
Algunas cosas nunca cambian.
Helga solo suspiro con ojos en blanco, rogando hacia un supremo Dios que despertara de aquella pesadilla.
"creo que lo olvide"-fue lo único que dijo su madre, antes de volver a cerrar los ojos.
Miraba a cada uno de los personajes de la mesa, todos se veían tranquilos.
¿ACASO NADIE ENTENDIA LO QUE LE PASABA?
Ella no podía regresar, ¿qué pasaría con Carlos,su mejor amigo.
¿La
historia se repetiría?
"Pero papá…"
"Holga
,basta. Mañana partiremos y punto FINAL"
"Maldita sea, odio este lugar"-murmullo entre dientes mientras observaba todo con desagrado.
Nuevamente se había mirado al espejo, bestia una falda negra y una solera rosada strapless.
La
chica había cambiado. Ya no era la niña del gran moño
rosa y de una sola ceja, cerca de sus 13 años, Helga se
desarrollo.
Su adolescencia le acento muy bien. Aunque ella no
creyera lo mismo.
Simplemente se veía horrible, según sus ojos. Debía bajar de peso inmediatamente, cruzo toda su habitación hasta llegar a su cama debajo de esta guardaba varias revista de modas, empezó a hojear rápidamente cada una hasta que encontró el articulo que deseaba
"Como bajar 10 kilos en menos de una semana"
Sonrió gratificante mente.
Al fin podría verse mejor, y no como una vaca; saco la hojas de las revista y las pego de tras de la puerta de su habitación.
Sabia muy bien que si Holga llegara encontrar aquella dieta o su madre, le dirian "esas cosas son mentiras" o un "hermanita, tu eres muy linda y te quiero, estas bien así, como estas"-al recordar a Holga frunció sus cejas,
¿cómo alguien podía ser tan Perfecto?.
Al terminar de pegar las hojas, nuevamente, se había dirigido al espejo, revisaba su piel, y cada poro que había en ella, su ojos expresaban un gesto de asco al mirarse, aborrecía tanto su rostro.
Estar en el mismo lugar, en el que estuvo hace ya cerca de siete años. En aquella habitación, que la había visto pasar la más grande pena de su vida, no era un agrado, y a un para su malestar, y a pesar de no admitirlo, esa herida no estaba cerrada.
Como detestaba aquel pueblo, como se odiaba y como abominaba todo aquellos recuerdos, que le volvían a la memoria.
"nunca, se puede olvidar el pasado...nunca"
Con esa última frase Helga se recostó en su vieja cama, cerro sus ojos y durmió.
Mañana si que sería un largo y recordado día.
