Fairy Tail es propiedad de Hiro Mashima (lamento por la vista de las personas que leyendo 'es propiedad de Fujimaki Tadatshi' JAJAJAJAJA. Estaba en modo robot pensando en KuroBasu, en serio lo siento).
Épuiser
Salió de aquel callejón que se encontraba completamente a oscuras y caminó lentamente, analizando su paso elegante y alerta. Sus ojos estaban más abiertos que normalmente, detonando la sorpresa que sentía en esos fugaces momentos.
El líquido rojo resbalaba desde su belfo, pasando por su papada y siguiendo por su fino cuello, escondiéndose entre las negras vestimentas que llevaba puesta. Aquella cosa llamada normalmente como sangre, contrastaba perfectamente con el color de su piel. Era como una obra de arte, esculpido por los mismos… ¿demonios? Sí. Era hermosamente demoníaco.
Aún en shock continuó con su camino, se notaban las veredas y todo lo demás vacío. Y es que la gran parte de la población de esa ciudad estaba en un concierto, en el de su hermano mellizo, él, tan querido. No sentía envidia… Excepto por una cosa. ¡Lucy… apreciaba más a su hermano! ―o así creía él y se entreveía superficialmente.― Y de todas maneras, ¿qué podía decir de ella, si apenas eran conocidos, si solamente hablaron unas pares de veces? Y a pesar de que era así, entonces, ¿por qué pensabas que era una incomparable y destellante luz que te dejó cautivado por completo?
Se estaría llenando de sandez si diría que fue amor a primera vista… Y muy cursi, por cierto. Y él no era cursi… O no tanto desde su punto de vista ―pero sus puntos tenía… sí. De hecho, su sensibilidad superaba el amor de su gato, Happy, por los pescados.
Vio que el cielo se abarrotaba de nubes grises y en las calles ya no se podía notar demasiada luminosidad como antes. Sin embargo, gracias a eso, pudiste encontrarla. Era ella… Lucy lo estaba esperando ―a él, y no a su familiar― en ese pequeño supermercado de 24 horas. Tenía unos guantes blancos entre sus manos que eran de un color similar a estas ropas, y en cuanto se percató de su presencia alzó el pañuelo que se adornaba con una rama de flores de cerezo. Ella colocó una gran sonrisa en su rostro en unos segundos, demostrando un sentimiento boyante.
Y si eran como desconocidos… ¿Por qué parecía que ya habían estado durante toda su vida juntos? Siendo cómplices de tantas cosas, contándose secretos que a otros ni en sueños lo harían…, amándose con locura, justo como ellos eran: locos, psicópatas, estúpidos, necios… Como se quiera decir.
Lucy no sabía, no obstante, él la quería, la apreciaba, le amaba demasiado. Por eso, sin querer hacerlo, hace unos instantes, cegado por la ira mientras tenían una discusión, le clavó un cuchillo en el corazón, acabando con la corta vida de su hermano… De su tan apreciado Natsu.
¡No quería hacerlo, no quería hacerlo, no quería hacerlo! ¡Natsu era lo casi más apreciado que tenía! Porque Lucy estaba en lo alto, en el primer puesto…
―Zeref… ―ella contuvo una mueca. No sabía qué pasaba, pero también sabía, sabía que había sucedido algo malo―. Tranquilo ―lo rodeó con sus brazos, iniciando un consolante abrazo, pidiéndole en silencio, sin palabras, que desahogue su sentir todo lo que deseara.
Y Zeref cumplió la orden de Lucy, y lloró. Lloró como nunca antes… Pero también amo como nunca antes.
Si ese era el precio de amar, entonces lo haría mil y millones de veces. Asesinaría a su hermano a cada tres segundos, sufriría y se destrozaría a sí mismo cada tres segundos… Y estaría con Lucy cada tres segundos.
Tres segundos, tres segundos…
Selló la promesa de amarla más a cada tres segundos.
―Te amo, Lucy.
Y él sintió que algo sempiterno acababa de empezar.
