Disclaimer: Nada del Potterverso me pertenece.
Esta historia participa en el I Fest del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
Mi prompt para esta historia es el #52: En el que Blaise necesita una novia de pega y Fay es su amiga. Lo cogí básicamente porque me encantan las premisas tipo comedia romántica, así que esta historia era perfecta para mí.
En fin, aquí dejo el principio.
Adivina quién viene a cenar
I
Ultimátum
Londres, enero de 2009
Había dos cosas que Blaise Zabini odiaba: las pasas y las cenas semanales con su madre. No porque su madre fuera desagradable, sino porque cada vez que iba a cenar a su casa, el joven se encontraba con la misma pregunta de siempre.
—¿Y cuándo me vas a presentar a tu novia?
A pesar de que el joven le había dicho en todos los tonos que no tenía novia, la señora Zabini nunca se rendía. A estas alturas, la pregunta y todo lo que implicaba se había transformado en parte de la rutina para ambos. Blaise no tenía novia y al parecer era algo que a la mujer le preocupaba enormemente.
Ahora, el momento elegido había sido a la hora de la pasta, que la elfina doméstica estaba sirviendo a cada uno en una mesa dispuesta con la elegancia habitual en la casa de la familia Zabini. A su madre siempre le había gustado comer con estilo, y eso significaba cubiertos de plata y cerámica francesa decorada con flores. El comedor de la casa en Derbyshire acababa de ser renovado por el mejor decorador de interiores del mundo mágico, que había decidido que el minimalismo era lo suyo. Las paredes completamente blancas servían de contraste para los muebles de ébano del juego de comedor.
Blaise nunca terminaba de acostumbrarse a la decoración de la casa de su madre, que cambiaba dos o tres veces al año, según la temporada. Las ventajas de haber heredado de siete maridos y ser la dueña de un imperio de la moda.
—Mamá, ¿cuántas veces tengo que decirte que no tengo novia? —bufó el joven a modo de respuesta. Después de haber respondido a esa pregunta tantas veces, empezaba a fastidiarle. Apenas su madre empezaba a discutir el tema, el joven se ponía en modo agresivo.
—¿Y yo tengo que repetirte que me encantaría tener nietos?
Blaise estuvo a punto de atragantarse. ¿Hijos? ¿Él? No, estorbarían su estilo de vida. Además, ni siquiera tenía treinta años. Aún tenía tiempo para preocuparse de esas cosas.
—Joder, mamá. Todas las semanas sacas el tema —dijo Blaise con frustración. Porque da lo mismo la cantidad de veces que le diga a su madre que no es asunto suyo, ella seguirá preguntando por el tema.
—¡Blaise, ese lenguaje! —exclamó su madre—. Además, es natural que me preocupe. Yo sólo quiero verte feliz, mi vida.
Blaise tuvo que morderse la punta de la lengua para no responderle a su madre de mala manera. No quería discutir con ella de nuevo, como hacía apenas un par de meses. Por el mismo tema, además. Así que se quedó callado y se concentró en la pasta en su plato.
—¿Sabes? Tengo una estupenda idea —dijo la señora Zabini después de unos segundos de silencio—. Te presentaré a una chica. Mi amiga Aurora tiene una hija que debe ser un par de años menor que tú. Seguro que te cae fabulosamente.
—No. Necesito. Que. Me. Ayudes. A. Buscar. Una. Cita —respondió el joven, levantando la vista de su plato—. De verdad, estoy bien.
—Pero esta chica…
—¡Pero nada! Mamá, no necesito que me ayudes en ese ámbito. Tengo todas las citas que quiero tener.
—¿Y por qué no tienes novia, entonces?
Blaise sintió deseos de golpearse la cabeza con la mesa. ¿Cómo podía ser su madre así de porfiada? No quería tener una novia porque no estaba dispuesto a amarrarse a nadie. Mucho menos a una chica que seguro que querría casarse lo antes posible. Así eran todas las chicas de su edad, incluida Pansy. Especialmente Pansy, que llevaba meses histérica porque Millicent iba a casarse y ella no.
—Hagamos un trato, Blaise querido —sugirió su madre, dejando los cubiertos en su plato y mirándolo como si se tratara de un nuevo socio de negocios—. Tú preséntame a una chica que te guste y yo te dejaré en paz.
Blaise alzó una ceja. ¿Qué clase de trato era ése?
—¿Cuál es la trampa?
—Que si para la boda de Millicent Bulstrode no tienes una novia, yo podré invitar a una chica para ti. Una cita a ciegas, vamos. Y me refiero a una novia seria, no una cita sólo para la boda, Blaise —dijo rápidamente mirándolo a los ojos.
Su madre era una mujer decidida. No por nada se había casado siete veces. Cuando se le metía una idea en la cabeza, no era nada fácil quitársela. Blaise debería haber adivinado cómo terminaría todo eso hacía semanas. Tarde o temprano, su madre lo llevaría a un callejón sin salida y lo acorralaría ahí.
Así, lo había dejado sin opciones.
—Vale, mamá. Lo que tú digas —soltó resignado. Con ese ultimátum, no había nada que pudiera hacer para resistirse.
Su madre le dirigió una sonrisa encantadora desde el otro lado de la mesa, contenta de haberse salido con la suya. Blaise conocía esa sonrisa perfectamente, pero ya había perdido esa batalla. Sólo le quedaba buscar a alguien que aceptara ser su novia de mentira por unas semanas. Tampoco era demasiado. Cualquier cosa con tal de escapar de la cita a ciegas que le proponía su madre.
Porque una cita a ciegas organizada por Constance Zabini tenía las mismas probabilidades de salir bien que las de que Malfoy no hablara de Potter. Cero.
-o-
Blaise estaba en un callejón sin salida. Ya le había dicho a su madre que buscaría una novia. Lo que por supuesto significaba que buscaría a una chica que fingiera ser su novia. Había repasado y descartado a todas sus amigas. ¿Pansy? Su madre seguramente sabría que eso no podía ser verdad. Lo habían intentado en el pasado, pero estaban destinados a ser amigos. ¿Susan? Descartada de buenas a primeras. La última vez que se habían acostado había sido un desastre. ¿Daphne? Su relación con el idiota de Davies estaba viento en popa. Iban a casarse a fin de mes, por lo que él sabía. Astoria y Draco acababan de casarse. Tracey Davis estaba con Finnigan (¿quién hubiera esperado eso?).
¿Qué había sido de Fay Dunbar? La chica estaba en su año en Hogwarts, pero en Gryffindor. Era la única amiga que Zabini había hecho en esa casa, donde todos parecían mirarlo con desprecio. Fay era un tanto distinta al Gryffindor promedio, sin la actitud arrogante de prácticamente todos los miembros de la casa.
Blaise se sonrió. Aunque nunca había sido cercano con Fay, los dos habían mantenido el contacto. Y más importante, nunca se había acostado con ella. Lo que significaba que su amistad era estrictamente platónica y por tanto, nada podía salir mal si los dos fingían salir durante un tiempo. No había nada entre ambos que pudiera hacer que la situación se volviera incómoda.
Fay Dunbar era la solución perfecta.
La chica era una excelente jugadora de Quidditch —por alguna razón, nunca había estado en el equipo de Hogwarts— y apenas se había graduado, los Chudley Cannons la habían contratado para jugar con ellos. Actualmente jugaba en las Flechas de Appleby, que habían cambiado recientemente de dueños y estaban buscando volver a sus años de gloria. Desde 1932, cuando el equipo había ganado el campeonato europeo.
Blaise miró su reloj. A esta hora, su amiga debía estar en el estadio entrenando. Podía aparecerse en Appleby e invitarla a comer algo antes de pedirle el mayor favor de su vida. Suavizarla con comida iba a servir para que accediera a ayudarlo.
Sin pensarlo dos veces, cogió su varita y se Apareció en el pueblo del norte de Inglaterra. Appleby era uno de esos pueblos en los que había una población mágica relativamente importante y contaba con un equipo que había sido fundado en 1612 y que había visto sus años de gloria hacía mucho tiempo.
El estadio estaba en la zona mágica del pueblo. Al verlo llegar, el portero le preguntó el nombre. Ante su respuesta, le faltó poco para hacerle una reverencia. Blaise se había hecho un nombre en el mundo de las escobas, transformándose en el gerente más joven de la empresa Cometas. Gracias a él, las escobas habían vuelto a su renombre antiguo y habían creado nuevos modelos que rivalizaban con los modelos de Saetas de Fuego.
En la cancha, los jugadores estaban terminando el entrenamiento. El encargado le indicó que se podía acercar a la zona donde se encontraba el palco reservado, que era una habitación pequeña con un enorme ventanal, donde se podía ver la cancha sin exponerse a las inclemencias climáticas.
—Ahí podrá ver bien el entrenamiento —le indicó. Blaise se acercó a la ventana y se apoyó en ella. No se tardó en encontrar a Fay, que volaba rápidamente. La chica pasó frente a la ventana, aferrándose a su escoba y haciendo un loop antes de coger la quaffle frente a las narices de otro jugador. Antes de que él se diera cuenta, Fay salió disparada hacia los aros del otro lado del campo, esquivando las bludgers y metiendo un gol.
El entrenamiento siguió así por un buen rato. Blaise podía recordar la primera vez que descubrió que a Fay le gustaba el quidditch. A Flora Carrow, su novia del colegio, se le había quedado su bufanda en el estadio y él había sido lo suficientemente caballero como para ofrecerse a ir a buscarla, a pesar de la fuerte lluvia. Ahí se había encontrado con una chica de Gryffindor que estaba desafiando a los elementos mientras lanzaba una quaffle y volaba por el campo. Con la escasa visibilidad, había terminado aterrizando en las gradas junto a él. Así había empezado una amistad que no se había acabado ni siquiera con los Carrow a cargo del colegio, aunque los dos habían estado en lados diferentes.
Al ver que el entrenador llamaba a sus jugadores, Blaise decidió bajar para hablar con Fay. La chica aterrizó al mismo tiempo que él llegaba abajo, desmontando de su escoba con un salto rápido. Sin ver al joven, se abalanzó sobre una botella de agua. Llevaba el cabello muy corto, como un chico. Le quedaba bien. La chica se acomodó la escoba al hombro para entrar a los camarines, pero en ese momento, vio a Zabini.
—¡Fay! —la saludó con entusiasmo, acercándose con una sonrisa en los labios. La chica le dirigió una mirada inquisitiva.
—Blaise —le contestó, sin una pizca de entusiasmo mientras dejaba su escoba a un lado sobre una banqueta—. ¿Qué estás haciendo aquí? —añadió llevándose las manos a las caderas y alzando una ceja.
—¿Acaso no puedo venir a saludar a mi amiga? —preguntó él, sonriendo. Ella no sonrió de vuelta.
—Nunca hemos sido tan cercanos como para que te aparezcas en el estadio a «saludarme» —replicó—. Tú necesitas algo y no engañas a nadie, Blaise.
—Me duele que digas eso de mí —dijo él, llevándose una mano al corazón y haciendo un gesto de sentirse dolido—. Yo siempre he sido un buen amigo para ti, ¿o no?
—Joder, Blaise. ¿Qué quieres? —bufó ella—. Por favor, dilo rápido. Quiero irme a casa. Estoy exhausta.
—Creo que prefiero hablarlo con una cena. ¿Te parece? —dijo él. Pudo ver que ella lo dudaba por unos momentos, pero la curiosidad pudo más que ella—. Vamos —insistió él—, será divertido. Hace mucho que no salimos.
—Me pregunto por qué será eso —dijo ella con sorna—. Vale. Dame un rato para ducharme y vamos.
—Eres estupenda, Dunbar. ¿No te lo digo lo suficiente?
Ella puso los ojos en blanco antes de coger su escoba y dirigirse a los camarines. Blaise se acercó a las oficinas a hablar con el gerente del equipo. A lo mejor Cometa podía patrocinar al equipo, si se animaban a probar las nuevas escobas. Para cuando salió de la oficina, Fay estaba esperándolo. Llevaba jeans desgastados y un abrigo muggle negro sobre un sweater que claramente le quedaba grande.
—¿Vas a ir a cenar así?
—Disculpa, no traje todo mi clóset al entrenamiento —bufó ella a modo de respuesta—. Ahora, ¿vamos a cenar?
Blaise entendió. Su amiga tenía hambre.
-o-
—Ni muerta, Zabini.
La chica estaba obviamente irritada. Blaise la había llevado a un restaurant nuevo en el Callejón Diagon, especializado en hamburguesas y comida rápida muggle. No era muy su estilo, pero suponía que a Fay le podía gustar. Además, todo el mundo decía que era excelente. Blaise no estaba seguro de compartir esa opinión. Pero él siempre había tenido gustos más sofisticados.
—Pero no me has escuchado… mi madre me dijo… —empezó a decir Blaise, pero Fay lo cortó antes de que pudiera decir nada más.
—¡No voy a fingir ser tu novia para que tu madre te deje en paz! —protestó fulminándolo con la mirada—. ¿Qué crees que soy?
—Mi amiga —respondió él, bajito. Ella lo miró de una forma que parecía decir que lo que ambos compartían distaba mucho de ser amistad. Aunque lo era, a falta de una palabra mejor—. Además, creo que me debes una.
Fay lo miró con una mueca divertida, inclinando la cabeza a un lado.
—¿De qué estás hablando? —preguntó entornando los ojos—. Yo no recuerdo que me hayas hecho un favor en los últimos años.
—Te salvé el culo en Hogwarts.
—¿Cuándo? —Fay se había cruzado de brazos y lo estaba mirando con una expresión irritada.
—¿No lo recuerdas? Estabas haciendo una de tus estúpidas pintadas y te cruzaste conmigo, cuando estaba la patrulla de los Carrow. Y en vez de delatarte, te dejé ir.
—Porque eres mi «amigo», Zabini. ¿No?—Bufó ella de malos modos—. ¿Y de verdad estás comparando estas dos situaciones? Porque si mal no recuerdo, yo estaba arriesgando mucho más que tú ahora. Tú viste lo que los Carrow le hacían a los que se resistían. No creo que tu madre sea la mitad de mala que ellos.
—Eso es porque no la conoces —replicó él por lo bajo, al tiempo que daba un sorbo a la cerveza que había pedido—. Por favor, Fay. Te juro que nunca más te pediré otro favor en mi vida. Es sólo para librarme de mi madre por un rato. Te juro que no tendrás que hacer nada que no quieras.
La joven lo miró como si dudara acerca de sus palabras. Después de unos segundos larguísimos, la joven puso los ojos en blanco y suspiró con resignación.
—Vale, como sea. Pero tengo mis límites. Uno: ni se te ocurra ponerme un sobrenombre idiota —dijo con una mirada que le dejó claro a Zabini lo que pasaría con él si osaba darle un apodo de novia—. Y dos: pobre de ti si me metes la lengua en un beso. Sólo labios. ¿Te parece?
—Dos condiciones perfectamente aceptables, Dunbar. Felicidades, te has ganado tener de novio a Blaise Zabini —dijo extendiendo la mano sobre la mesa para estrechársela.
—No te creas tanto —fue lo único que dijo mientras le devolvía el apretón de manos—. Seguro que podría conseguir a alguien mejor.
En la petición decía que era mejor si Blaise insistía, pero decidí que Fay aceptara después de un rato de ruegos. ¿Por qué? Básicamente porqu funciona mejor para la narración así. Y sí, Blaise usando el año de los Carrow a su favor fue parte de lo que convenció a Fay. Después de todo, es Gryffindor y tiene una brújula moral muy enfocada.
En fin, nos veremos en un par de días con el próximo capítulo.
¡Hasta entonces!
Muselina
P.D.: Si no me equivoco, ¡este es el primer Fay/Blaise en español!
