"¿Crees en el amor verdadero?", me preguntó la inocente Astoria Greengrass que decía y juraba ante Merlín y cualquiera que Draco era el suyo. Claro, ella nació para ser una Malfoy, creció escuchando que debía hacer y que no para estar a la altura de un hombre como Draco. Entró a Hogwarts para complacerlo en todos sus caprichos y soportar todos sus desplantes. Porque para eso está ella hecha.
Sin embargo, yo no. Cuando nací, me comprometieron con Theodore Nott, pero llevar ese apellido no requería la misma presión y tiempo invertido que llevar el apellido Malfoy. Luego, en sexto año, Draco y Theo recibieron la Marca y nuestro compromiso, junto conmigo, quedamos de lado. Lo supe aceptar. El deber lo llamaba y si quería casarme algún día con él tenía que entender que debía hacer sacrificios. Con Astoria las cosas no fueron tan fáciles. No pudo seguir adelante. Simplemente se estancó y se sentó a esperar que Draco regresara, aun sabiendo que podía no hacerlo. Pero esa es su historia.
Theo, antes de irse a su primera misión como mortífago, me hizo prometer que no me iba a aferrar a él. Que dentro de toda la locura que estábamos viviendo iba a buscar mi destino. Iba a buscar mi persona, mi "media naranja" como dicen los muggles. Me pareció una promesa hueca, después de todo él era mi prometido y si algo le ocurría a él mis padres buscarían a alguien que lo sustituyera. Pero las misiones siguieron llegando, y su ausencia era constante. Veía a Astoria llorar por las esquinas de la sala común y andar como fantasma por los pasillos del castillo. Entonces decidí que no quería eso para mí, que yo era y valía más que eso. Entonces comencé a ver las cosas desde otra perspectiva. Me di cuenta de que las riñas entre las casas eran estúpidas. ¡Merlín, que estábamos a punto de entrar en una guerra! Por más imbéciles que sean los Gryffindor, son niños/as y jóvenes como yo y todos los demás.
Comencé a fijarme en el actuar de los demás y me di cuenta de que el miedo controlaba cada acción, incluso de los fantasmas. Nadie hablaba más de lo que debía, porque no se sabía en quien se podía confiar. Los profesores nos vigilaban aún más que antes. McGonagall nos respiraba en la nuca a los Slytherin y Snape hacía lo propio con los Gryffindor. Ambas casas andábamos por el castillo esperando que uno de los dos dijera algo que no debía para comenzar una pelea.
Fue así como lo encontré, aunque siempre estuvo frente a mí.
Era la hora de la cena, iba con Astoria y su hermana Daphne. La primera iba hecha una magdalena porque habíamos recibido una lechuza de Lucius Malfoy diciendo que los chicos habían resultado heridos en la misión que estaban. Me dolió, pero debía mantener las apariencias. Soy una Slytherin, no una sensiblera Hufflepuff. Entonces, cuando estábamos a punto de cruzar la puerta del Gran Comedor, el trio de oro nos alcanzó y el estúpido Weasley soltó su veneno.
- Oye, Greengrass. ¿Murió Malfoy? Digo, si es por eso por lo que lloras déjame decirte que debes estar feliz. Una escoria menos en el mundo y un mortífago menos en las filas de su Señor. – Astoria dejó de llorar de repente y lo miró con los ojos muy abiertos. Daphne se tensó a mi lado e hizo el ademan de responder, yo la detuve.
- Potter, llévate a la rata que llamas mejor amigo antes de que lo maldiga, y tu Granger ayúdalo si no quieres quedarte viuda antes si quiera de que sean novios. – Esperaba que alguno de los dos me respondiera, que comenzaran una pelea sin sentido donde posiblemente todos quedaríamos castigados, pero contra todo pronóstico, Granger se llevó a Weasley del brazo y Daphne se alejó con Astoria, dejándonos a Potter y a mi detrás de las puertas cerradas del Gran Comedor. Lo mire desafiante. - ¿Algo que quieras decir, o puedo largarme a comer tranquila? – Él me miró fijamente, como midiéndome, y cuando iba a responder el jefe de mi casa apareció con el director.
- ¡Potter, Parkinson! ¿Qué hacían en medio de un pasillo vacío mirándose como si estuvieran a punto de batirse en duelo? – fue una pregunta retórica, porque antes de que ninguno pudiera responder, él contesto. – No hay que ser adivino para saberlo, es obvio que estaban discutiendo y apuesto mi varita que estarían lanzándose maldiciones si no hubiéramos llegado. Potter, menos 30 puntos para Gryffindor. – Snape miró de reojo a Dumbledore, que lo observaba como esperando que me diera mi castigo. Gruñó por lo bajo y dijo. – Parkinson, me decepciona. 30 puntos menos para su casa también. – Dumbledore lucía entre divertido e impresionado y cuando los cuatro estábamos dispuestos a entrar al Gran Comedor por fin, él se aclaró la garganta y habló cuando tenía para sí toda la atención.
- Me parece que debemos imponerles un castigo también. Algún tercero podría haber salido lastimado.
- ¿Y qué propones, Albus? - le contesto Snape irritado.
- Dos semanas conviviendo, en una torre que les enviare a preparar.
- ¿¡QUÉ?! – gritamos Potter, Snape y yo a la vez.
- Así como lo escuchan. Potter y Parkinson son líderes de sus respectivas casas, si ellos consiguen llevarse al menos de manera civilizada, los demás estudiantes seguirán su ejemplo y no darán problemas. Además, creo que les haría bien ver las cosas desde otro punto, ¿no crees, Severus? – el mencionado masculló algo por lo bajo y acto seguido entró al comedor. Dumbledore nos guiñó un ojo antes de entrar y nos dijo
- Cuando terminen de cenar, vayan a mi despacho. Buen provecho jóvenes. – y quedamos solos otra vez. No queriéndome arriesgar a que alguien más nos viera y meternos en más problemas, entré al comedor y me dirigí al final de mi mesa. No me apetecía escuchar la mierda que diría Astoria ni ver a su hermana dándole la razón en todo. ¡Merlín! No sé cómo Draco va a soportar a esa loca. Preferiría que terminara con Granger, al menos ella es inteligente.
Me serví un plato repleto de ensalada y pollo y me serví un vaso de zumo de calabaza. Mientras comía sentí una mirada clavada en mí, dirigí mi vista a las Greengrass, pensando que eran ellas observándome por no estar con ellas, pero ambas estaban concentradas en sus platos. Seguí recorriendo el salón y mi vista se detuvo en unos ojos color verde esmeralda, detrás de un par de lentes que le servían como vitrina. Maldito Potter. ¿Por qué me estaba mirando? Cualquiera que lo viera diría que estaba enamorado de mí, por la forma tan intensa que me mira. ¿Pero qué piensas Pansy? ¿Potter enamorado de ti? Primero Voldemort se casa con Dumbledore. Oh mierda, ¿Por qué imagine eso? Mierda, mierda, mierda. Me quedé yo también observándolo por lo que pareció una vida, hasta que aterricé en la realidad y retiré la mirada sonrojada. Necesitaba un polvo, estar tanto tiempo sin Theo me estaba pasando factura. Terminé mi cena y me dispuse a caminar hasta el despacho del viejo director. Hice mi marcha en silencio por los pasillos del castillo, escuchando mis pensamientos. Theo no me amaba y ni yo a él. Pasábamos buenos momentos en la cama, pero nada más. El problema radicaba en que a quien único le podía entregar mi cuerpo sin sentirme sucia era a él. Después que mi padre abusara de mi hace dos años y que mi madre me culpara por ello, me daba terror estar a sola con hombres. Solo me permitía la soledad con Draco y Theo. ¡Y ahora tenía que vivir con Potter por dos semanas!
Llegué hasta la gárgola que custodiaba la entrada del despacho del director y no sé cómo, pero Potter ya estaba allí. Cuando sintió pasos acercarse dirigió su mirada a mí y puedo jurar que vi un atisbo de sonrisa. Burlona, pero una sonrisa al fin.
- Parkinson, cuando a Dumbledore se le mete una idea en la cabeza, no hay fundador que se la pueda sacar. Creo que debemos sacarle provecho a esto. Estaremos solos tú y yo en una torre – me estremecí ante eso – así que los colores de las casas a las que pertenecemos no importaran. Allí dentro podemos dejar de ser Potter y Parkinson y tratarnos como Harry y Pansy. Sin casas, ni colores ni enemistades de por medio. ¿Qué te parece? – lo consideré un largo rato. ¿Qué podía pasar? Lo que el cara-rajada dice es cierto. Nadie sabrá lo que allí sucede y mi prometido y mi mejor amigo se la pasan realizando misiones para un loco homicida. Me vendría bien hacer otra cosa que no fuera escuchar los sollozos y quejidos de Astoria. Y nadie lo va a saber.
- Me parece bien, Potter. ¿Tregua? – le extendí mi mano para cerrar el trato. Él me sonrió, ahora sinceramente y me miró a los ojos, como si supiera algo que yo no y sacudió con fuerza mi mano.
- Tregua.
Y cuando nuestras manos se unieron, comenzó el principio del fin.
…...
¿Hola? ¿Hay alguien por aquí? Si es así quiero darle la bienvenida a mi nueva historia, que será como pudieron notar, un Hansy. La historia no tendrá más de 20 capítulos (o eso es lo que tengo pensado) porque como pueden imaginar por el título, cada capítulo narrará un día de las dos semanas que Harry y Pansy han de pasar juntos. No prometo que vaya a haber Dramione en la historia, porque entonces estaría haciendo lo mismo de lo que siempre me quejo. Ponen el Hansy y el Dramione juntos como si de uno dependiera el otro. Si bien es verdad que si uno de los Slytherin daba el primer paso el otro iba actuar, también creo que Harry/Pansy o Draco/Hermione podrían ser pareja y lo demás seguir como en el canon. O lo más canon posible dentro del mundo de los fanfics.
Haré lo posible porque las actualizaciones sean cada dos semanas, pero no me comprometo, tengo mucho trabajo de la universidad y aunque me duela, estas historias no son mi prioridad. Aunque eso no significa de ninguna manera que las vaya a dejar inconclusas. Puede que en hiatus por mucho tiempo sí, pero inconclusas jamás.
Bueno, eso era lo que quería decir. En Puerto Rico estamos esperando un huracán para mañana en la tarde llamado Irma (es categoría 5) así que por si las moscas, sepan que son las mejores lectoras que un autor puede pedir. ¡Las quiero!
Ya saben, si creen que esto vale la pena, añade esta historia a tus favoritos, dale follow y deja un review. Me pondré las pilas a escribir el capítulo 2, pero si recibo 5 review o más puede que mis manos y mente trabajen mas rápido.
Besos, Nat.
