Estrella errante

Capítulo 1

Abrió los ojos y se dio cuenta que el despertador aún no sonaba. Hace tiempo que no lo necesitaba porque sus ojos se abrían de manera automática, así se acostara muy tarde.

Sakura Kinomoto se cambió en 5 minutos y se arregló su corto cabello castaño. Bajó y en la cocina su padre ya tenía el desayuno listo mientras que su hermano seguía durmiendo, al parecer había llegado muy tarde de su guardia. Tomó su jugo y se despidió de su padre, le dijo adiós al cuadro de su madre, cogió las llaves de su auto y salió camino a la oficina minutos antes de las 7am. Atrás habían quedado los días en los que salía tarde porque el tráfico era terrible y al final se había resignado a salir antes para manejar sin estresarse.

Llegó 7.40 am y su jefe Matsumoto ya estaba en su sitio y así empezaba una nueva jornada laboral, la cual iba entre idas y venidas a la oficina de su jefe, llamadas con sus colegas alrededor del mundo, reuniones, de hecho, demasiadas reuniones, informes y con un poco de suerte, alguna que otra investigación.

A sus cortos 28 años, Sakura era asesora legal en derecho internacional. Siempre le había gustado leer y escribir, razón por la cual cuando terminó la preparatoria se enlistó para convertirse en abogada. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para darse cuenta que el mundo del derecho no era tan amistoso como pensó que podía serlo, por ello, sus verdaderos amigos siempre serían aquellos que conoció en el colegio.

Durante los años en la universidad, se dio cuenta que su carrera podía ser bastante superficial, veía a sus compañeras con trajes y tacos que se veían algo complicado de manejar, sobre todo para alguien que hasta en zapatillas era capaz de tropezar. Sin embargo, cuando tomó la materia de derecho internacional, se dio cuenta que no todo estaba tan mal. Es así que su vida dio un cambio de 180 grados, se especializó en estudiar el derecho de los conflictos armados y sus viajes a conferencias y presentaciones no tardaron en llegar.

En su familia, su hermano Touya y su padre no entendía mucho cómo una chica dulce como Sakura podía haberse especializado en una rama del derecho tan peligrosa, fría, inclusive deprimente. Sin embargo, apoyaron su decisión porque la veían feliz.

Así pasó el tiempo y entró a trabajar a "Piffle Call", un organismo internacional que se encargaba de monitorear situaciones de conflicto alrededor del mundo para evitar en cuanto se pudiera el sufrimiento humano. A veces, su aspecto gentil y delicado le causaban problemas porque sus colegas no la tomaban en serio; sin embargo, todo eso quedaba atrás cuando empezaba a hablar. No en vano había hecho tantas especializaciones. Sin embargo, todo eso tenía un costo, y era que no salía mucho porque si no estaba trabajando, estaba estudiando, últimamente hasta se perdía las películas que quería ver. Su excusa: ¡es que el mundo está cada vez peor y tengo más trabajo!

A pesar de todo ello, sus amigas del colegio la llamaban para ver si se animaba a salir con ellas de vez en cuando, cosa que siempre trataba de cumplir ya que realmente disfrutaba pasar su tiempo con ellas.

Ese día era algo importante, salió disparada del trabajo y se fue a un café donde ya la esperaban sus amigas.

- Ya llegué, disculpen el retraso!

En los sofás se encontraban Chiharu, Naoko y Tomoyo. Cuando vió a Chiharu inmediatamente la abrazó.

- ¿Entonces es oficial? Déjame verlo!- Dijo Sakura viendo a sus demás amigas con una gran sonrisa

Chiharu le extendió la mano, dejando ver un lindo anillo de compromiso, luego de tantos años juntos, Yamasaki había dado el gran paso y le había propuesto matrimonio.

- No me lo esperaba, por eso apenas pasó las llamé, no saben, fue tan especial.- Suspiró Chiharu mientras se acordaba.

- Bueno, entonces mañana mismo debo tomar tus medidas, déjame diseñar tu vestido!-dijo Tomoyo.

Tomoyo era la mejor amiga de Sakura, aquella persona que la conocía demasiado bien y con la cual hablaba todos los días así no se vieran muy seguido. Se habían conocido en la primaria y desde entonces, ambas amigas siempre estaban dándose ánimo en las buenas y en las malas, cuando Sakura sentía que la soledad la embargaba, Tomoyo estaba con sus ocurrencias y lo mismo pasaba cuando Tomoyo tenía un mal día. Ambas habían acordado que cuando una tenía un mal día, la otra tenía que estar bien para animar a la otra porque, !qué sería del mundo si ambas estaban deprimidas!

- ¿Aún diseñas vestidos? pensé que estabas muy ocupada con las películas que diriges!, por cierto, Cloud Atlas me encantó- dijo Naoko.

- Gracias, esa película fue particularmente un reto pero creo que logré transmitirlo que quería, ya saben almas gemelas en distintos mundos…y por eso, quiero diseñar tu vestido Chiharu, el diseño es un pasatiempoque aún tengo, de hecho, traje algunos bosquejos!- exclamó Tomoyo, sacando 10 diseños de su portafolios.

- Este me encanta, no espera esté! Sería un honor que me lo diseñes, todos se ven hermosos!- dijo una muy feliz Chiharu

La noche transcurrió entre pláticas de la despedida de soltera, la boda, la noche de bodas, entre otras cosas. Ella realmente se veía feliz. Sakura se preguntó a sí misma si ella también era feliz, después de todo, tenía un buen trabajo, tenía amigas que la apreciaban, una familia amorosa pero había algo que faltaba. De pronto Yamazaki entró para recoger a Chiharu y vio como ambos se miraban, uno no tenía que conocerlos tanto tiempo para darse cuenta lo mucho que se querían.

- Si quieres conocer a alguien, tienes que ampliar tu círculo de amistades Sakura, saliendo solo con nosotras no conocerás a nadie. - Le susurro Tomoyo, quien se había dado cuenta de lo pensativa que se encontraba Sakura.

- HOEEEEEE, de qué hablas, yo no he dicho nada, además así estoy feliz!-le replicó Sakura un poco sorprendida pero bueno, Tomoyo la podía leer muy bien.

- Calma, yo solo decía…además, luego del susto que nos diste, pensé que ya habías aceptado que tu ritmo de vida tenía que cambiar y no solo vivir en el trabajo. – Le dijo Tomoyo con mirada seria…después de todo, su amiga había estado muy preocupada cuando a Sakura le vino un pre-infarto 6 meses antes. Al parecer el estrés le había pasado la factura pero luego de seguir las indicaciones del doctor, había recuperado su salud y había decidido distraerse un poco más y tratar de estresarse menos.

- Por cierto, -continuó Tomoyo- ¿ya te dijeron a dónde te enviarán? Espero no sea un lugar no muy peligroso…

- Bueno, mañana salen los resultados de ver si pasé la prueba, aunque ya sabes que las probabilidades de eso son bajas así que no te preocupes - Le dijo una despreocupada Sakura.

Luego de trabajar tres años como local en Japón, había decidido postular a un mismo puesto pero en otra zona. Para ello había tenido que dar algunos exámenes y mañana le dirían si la aceptaban o si se quedaba en su puesto actual.

- Cuándo no, tú subestimandote, con todo lo que has estudiado, ¡me extraña que no te hayan llamado antes! -le dijo Tomoyo con una sonrisa- Saldrá lo mejor para ti, mañana seguro que brindaremos de nuevo-le guiñó el ojo

En realidad, Sakura no quería hacerse ilusiones ya que la vida no era como los cuentos de hadas. A pesar que de pequeña sus padres la habían consentido y leído muchas historias de princesas, príncipes y finales felices, la vida se había encargado de hacerle notar que no habían príncipes y que la vida no era color rosa. Todo empezó a la edad de 10 cuando nadie la vino a recoger del colegio, fue en ese momento en el cual su creencia en los cuentos de hadas empezó a tambalear. ¿No se suponía que cuando hubiesen momentos de soledad alguien aparecería en el brillante corcel blanco? Sin embargo, las horas pasaron y nadie venía en su auxilio y ya tenía hambre, después de todo no había almorzado. En eso, vio a su hermano mayor de 18 y estaba a punto de gritarle por haberse olvidado de ella, lo cual era realmente raro, su hermano podía ser muy molestoso pero jamás llegaba tarde. Sin embargo, ninguna protesta salió de su boca al ver que su hermano tenía los ojos algo hinchados. De pronto una sensación extraña la invadió, algo tenía que haber pasado.

En efecto, esa tarde su madre había tenido un accidente en el auto, un imprudente no había medido su velocidad y había impactado contra el auto de su madre. Las heridas de Nadeishko habían sido muy graves y había muerto a las pocas horas. Debido a la conmoción, tanto su padre como su hermano habían estado en el hospital y por ello no habían ido a recoger a Sakura.

El dia del funeral fue triste, no había visto mal a su padre pero ese dia, su padre no pudo evitar derrumbarse cuando bajaban el ataúd de su esposa en la tumba. Ese día Sakura se dio cuenta que los cuentos de hadas no existían y que el felices por siempre no era posible, después de todo, ¿cómo su familia podía volver a ser feliz?

Durante esa etapa de su vida, Sakura se volvió un poco callada, el solo recordar a su madre la ponía extremadamente triste pero pronto se dio cuenta que sus lágrimas no pasaban desapercibidas ya que su padre y su hermano se daban cuenta. En paralelo, Fujitaka Kinomoto había dejado de ir a trabajar y se quedaba largas horas encerrado en su cuarto por lo que eran Touya y ella los que cocinaban. Es así como aprendió a cocinar.

Por las noches, la pequeña Sakura no dejaba de pensar en qué podía hacer para ayudar en su casa, después de todo las risas habían cesado y se había instalado un silencio abrumador. Estaba segura que su madre, desde los estuviese viendo, no querría eso, pero qué podía hacer alguien tan pequeño como ella. Quizá fuesen las circunstancias pero esa noche, tomo la determinación que si no podía vivir felices por siempre como sus cuentos, al menos no serían infelices por siempre. Sabía que nadie vendría al rescate por lo que ella tendría que hacer algo si quería que las cosas cambien.

Al dia siguiente, le pidió a su hermano que la acompañe a comprar los ingredientes para un pastel. Era el postre favorito de su padre el cual su madre solía prepararle en ocasiones especiales. Touya no entendía muy bien los planes de su hermana pero no hizo protesta alguna. Estuvo una semana practicando hasta que la torta tres leches le había salido como quería. Esa noche se lo llevó a su padre, quien tenía la mirada perdida en la ventana.

- Padre, mira te hemos traído la cena.

Fujitaka observó la torta y se sorprendió al verla.

- Dudo que me saliera igual, pero, hoy es tu cumpleanos y se que mi mamá hubiese querido que la disfrutes como siempre.

Fujitaka cerró los ojos, se había olvidado por completo que era su cumpleaños, porque nada tenía sentido sin Nadeishko, era tan doloroso no tenerla con él pero la voz de su hija lo sacó nuevamente de sus pensamientos.

- Sabes, creo que a mamá no le gustaría verte así...

Abrió los ojos viendo a sus dos hijos. Ya había pasado un mes desde la muerte de Nadeishko y ellos de alguna manera seguían de pie, seguían asistiendo a clases mientras que para él su mundo se había detenido. Era cierto, a Nadeishko no le hubiera gustado que él se perdiera y abandonara a sus hijos.

- Gracias, estoy seguro que salió deliciosa.- les dijo con una sonrisa que pensaron que no volverían a ver.

- Irás a trabajar mañana?- preguntó Touya

- Creo que es hora de que regrese.

Luego de ello, las cosas empezaron a volver a la normalidad. El padre de Sakura empezó a tomar más proyectos de los que podía manejar para poder tener un ingreso económico mayor y poder sobrellevar los gastos de la casa con la ausencia de Nadeishko. Algunas veces, se perdía las actuaciones de su hija pero Sakura era una niña bastante comprensiva y nunca se lo reclamó.

A medida que Sakura fue creciendo y a pesar de la gran pérdida que había tenido que afrontar, aún mantenía un espíritu curioso, le encantaba leer sobre los diversos lugares y se encontraba fascinada por las distintas culturas que había leído en libros, aquellos que hablaban de castillos, momias y la edad media. Quizá por eso, le llamaba la atención la organización Piffle Call. Era una de los pocos lugares en donde podías hacer tu trabajo pero alrededor del mundo, cambiando de lugar cada cierto tiempo. Para algunas personas, aquello era una locura, una especie de gitanos errantes por el mundo, sin un lugar al cual llamar hogar. Sin embargo, Sakura lo veía como una oportunidad de ver el mundo y aportar su granito de arena al mundo, para ella su hogar no necesitaba tener un lugar físico, al menos no por ahora.

Al día siguiente, Sakura abrió los ojos, 6.00 am…se sentó y de pronto se acordó que había soñado. Agarró su celular y le escribió a Tomoyo.

Soñe algo raro, hmm ya no recuerdo muy bien…pero yo estaba parada en una puerta enorme con paredes verdes y entré…

Tenía la sensación de que había algo más pero ya se había olvidado. En fin, sacó una falda pencil color roja y una blusa negra, unos tacos manejables para no caerse y salió disparada al trabajo, a ver qué noticias le tenían.

Llegó y su jefe la llamó:

- Kinomoto, como siempre temprano. Pasa por favor.

Un poco nerviosa, Sakura tomó asiento.

- Pues bien, por la noche llegaron los resultados y lamento que te tengas que ir, eres una excelente asesora y te voy a echar de menos pero pasaste el examen y te han designado a Celes. Tu misión durará una año y medio y luego te designarán a otro lado, bienvenida al mundo de los móviles!

Sakura se quedó con los ojos súper abiertos y sin decir palabra alguna, cuando postuló no pensó que la considerarían, era uno de esas cosas que haces porque, ¿por qué no? pero que no esperas que realmente pase.

- Kinomoto, ¿me escuchaste?

- Sí, claro, disculpe, muchas gracias, es solo que no me lo esperaba. – reaccionó Sakura, saliendo de su ensoñación, esto realmente estaba pasando.

- Pues yo sí, ahora solo debes ayudarme a buscar a tu reemplazo pero te esperan en dos meses, por la tarde, la gente de Piffle te contactará para que empiecen el procedimiento. Felicidades- le dijo su jefe, quien había sido su mentor en los 3 años que llevaba en dicha organización.

Sakura se dirigió a su oficina y vio el mensaje de Tomoyo.

Yo diría que esa puerta es una oportunidad, por lo que creo que me vas a escribir pronto diciéndome que te vas.

Sakura solo sonrió, su amiga como siempre tenía razón, por lo que le respondió:

No sé si eres adivina, pero, me aceptaron, ¡me voy a Celes en dos meses!

Mientras en Celes un joven médico terminaba de enyesar el brazo de un niño.

- ¿Aún te duele? – el joven doctor vio cómo el niño movió la cabeza en negación pero aún habían rastros de sus lágrimas. – Pues has sido muy valiente, vas a tomar el medicamento y tratarás de no mover mucho ese brazo para que mejores pronto, ¿de acuerdo?

El niño asintió y tomó de la mano que no estaba enyesada a su madre, quien lo abrazó, agradeciendo al doctor.

- Muchas gracias, no sé qué haríamos sin ustedes, gracias.

- El gusto es nuestro, vendré en una semana, traiga a su hijo para ver cómo sigue, le quitaré el yeso en un mes. Por cierto, toma – dándole un dulce al niño, quien de inmediato sonrió y lo abrió – eso es por ser un buen paciente. ¡Nos vemos!

El cielo empezaba a tornarse más azul y las líneas rojas y naranjas empezaban a desaparecer, era hora de regresar a la ciudad luego de haber atendido a su último paciente. Aspiró lentamente el aire, contempló las montañas que rodeaban el lugar…se encontraba agotado pero satisfecho, no se arrepentía ni un segundo de estar en ese lugar, así no tuviera señal telefónica. Alistó sus cosas y encendió el auto, rumbo a la ciudad.

Hola!, Luego de leer tantas historias inspiradoras, sumado a la ansiedad que me causa Clear Card, decidí escribir una historia la cual espero que sea de su agrado =).