Advertencias: Spoiler (creo)
Nota: Shanks (L)
Palabras: 401.
Disfruten la lectura.
La vida de un pirata
Ben le preguntó muchas veces, desde que habían dejado la pequeña villa, el por qué parecía tan interesado en aquel mocoso al grado de dejarle a su cuidado su posesión más preciada. Pero, por toda respuesta, simplemente obtenía un Es alguien muy divertido acompañado de una carcajada. Ben solía suspirar para después dejarlo solo en el camarote.
Shanks sabía que actuaba de manera egoísta, pero todavía no quería decir nada de lo que pensaba, no al menos hasta que comprobara que no se había equivocado en su decisión.
Solía llevarse una mano al cabello, siempre que Ben se iba, y una sonrisa melancólica aparecía en su rostro. Podría decirse que extrañaba el peso del sombrero sobre su cabeza, pero al recordar la gran sonrisa en el rostro de Luffy cuando lo recibió le daba a entender que lo que había hecho era lo correcto.
Ese mundo poseía mares muy grandes, cada uno de ellos representaba una gran aventura y era de lo más seguro que estuvieran repletos de piratas. Además se encontraba The Grand Line, el mar más grande que uno pudiera imaginarse, lugar donde los piratas más poderosos se encontraban. La vida de pirata no sólo significaba aventuras, tesoros, ser perseguidos por los Marinos, no. Esa vida guardaba algo muchísimo más interesante y Shanks estaba conciente de ello.
El ser un pirata significaba vivir en una competencia eterna, donde no sólo la vida de uno estaba en juego, sino también el prestigio y los sueños que pudieran tener. El premio era obvio y algo que todo mundo había escuchado nombrar, One Piece. El ganador, aquel que lograra proclamarse como el Rey Pirata.
Shanks, a pesar de ser parte de aquella competencia, no buscaba realmente ganar, sino sólo disfrutar del juego en si. Tal vez, por eso había animado tanto a Luffy en seguir su sueño y por ello no podía responder con simples palabras la pregunta que siempre le hacía Ben. Pero, estaba seguro, había visto algo especial en Luffy. Apostaría, a cualquiera que intentara darle la contra, que él se convertiría en uno de los mejores piratas, aquel al que todos quisieran derrotar para poder seguir avanzando en esa era.
Siempre que pensaba en ello, tomaba una botella de licor y brindaba solo, deseándole suerte en su futuro viaje. Y, sin que se diera cuenta, Ben le escuchaba, sonriendo, sabiendo que esa simple acción respondía a todas sus dudas.
Fin de la historia.
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