Disclaimer: Todos los derechos perteneces a Ryukishi07 y a 07th Expansion.
Advertencias: Canon ǀ Romance ǀ Tragedia ǀ Uso de sufijos honoríficos ǀ Drabble.
Pairings: Keiichi x Rena.
N/A: Este drabble no guarda ninguna relación con algún arco de la novela visual ni del anime o manga, aunque se menciona levemente lo ocurrido en el arco Onikakushi-hen (Raptado por el Demonio).
.
ǀ Omochikaeri ǀ
.
Bajo la atenta mirada de Maebara Keiichi, Rena se siente in fraganti, como un niña que es descubierta en plena travesura. Solo es capaz de balbucear incoherencias y absurdas explicaciones que él no ha pedido todavía.
Pasa saliva, los ojos le escosen, jugaría con sus dedos si es que no tuviera las manos ocupadas.
Busca su voz en la profundidad de su garganta para hablar.
—Es un secreto, no puedes saberlo todavía —susurra ella en tono dulzón, ese que le sale tan natural cuando se dirige a Maebara.
—Pero los amigos no se ocultan cosas, ¿verdad? —rebate él —. Vamos, Rena, confía en mí.
Esa frase la descoloca. Ama su voz tanto como la odia al pronunciar esas palabras. Detesta el término con el que la identifica.
El silencio regresa, ninguno de los dos vuelve a decir nada. Se pierden en sus miradas, cayendo en la profundidad del abismo.
—Sabes, Keiichi-kun… —El raciocinio vuelve a ella como una chispa, efímera y repentina, solo para hablar con él.
Y el aludido la mira con suma atención. Oh, ella no puede ser más feliz, su preciado amigo la contempla solo a ella.
Maebara continúa exigiendo una explicación. A Rena no le importa que le grite con tal de que le hable.
—¡Rena!
—… Hay una cosa que deseo más que nada.
Keiichi la mira, en un arrebato de hormonas siente deseos de abrazarla; enfoca tanto su atención en el rostro de Ryūgū que su vista no alcanza a vislumbrar el brillo metálico del hacha tras el cuerpo de ella.
La sorpresa es opacada por la dolorosa sensación de algo atravesarle el pecho y salir por su espalda. Es capaz de escuchar el propio crujir de su carne.
—Siempre quise llevarte a casa, Keiichi-kun.
Rena ríe, una carcajada que alguien tan dulce no podría ser capaz de proliferar.
A continuación saca el arma del cuerpo del chico y da comienza la danza.
Con el mango, un golpe aquí y uno allá; con el filo, cortes por doquier; tal y como en el sueño donde Maebara le hace lo mismo, a ella y a Mion, solo que con un bate de beisbol.
Esa es la única forma de retenerlo, de no compartirlo con nadie más. Será solo de ella y nadie lo apartará de su lado.
Cuando el cuerpo del joven ya no se mueve, Ryūgū no siente arrepentimiento. Esa era la solución.
Arrastra el cuerpo del muchacho hacia su escondite, con dificultad lo acomoda en un rincón. El color bermellón ha manchado su ropa casual, la de ambos. La sangre de Maebara es tan roja, tan brillante.
Ahora él es tan suyo.
—Por fin pude traerte a casa, Keiichi-kun.
Y entre la penumbra de la noche recién caída, Ryūgū Rena podría jurar que el cadáver de Maebara Keiichi asintió.
.
.
.
¡Gracias por leer!
Arrivederci… ❤
