CAPÍTULO UNO, ENCUENTRO SECRETO
Hermione caminaba apresuradamente por la calle, haciendo caso omiso a los coches que pasaban con estruendo pisando los charcos. Torneó la cabeza, intentando averiguar el lugar exacto hacia donde tenía que ir. Su camiseta de raso azul ondeaba con cada paso, y sus amplios tejanos hip-hop decían de si misma mucho, como por ejemplo su nuevo gusto para con el baile moderno.

Llevaba al cuello un trozo de ópalo, exactamente la mitad de un ópalo. Oprimió el ópalo con la mano derecha, recordando al dueño de la otra mitad... Ron. Se lo había regalado apenas en segundo curso, y ella sin saber por qué, lo había guardado.

Estaba nerviosa, pero a la veía feliz, muy feliz, llevaba sin ver a Ginny y Luna todo el verano, desde la muerte de voldemort. No había tenido noticias de Harry ni Ron, y el ambiente con sus padres estaba tenso por la recién acabada escuela y lo que ellos consideraban que tenía que hacer.

Hermione apresuró un poco más su paso, podía oír las voces de muggles, que, alegremente, charlaban en sus casas y pisos, y se dijo cuánto le gustaría estar así de feliz con una familia... Se sacudió de la cabeza semejantes ideas. Mientras caminaba, recordó detalles de la batalla...

Recordó como Malfoy les había salvado la vida arriesgando la suya propia, recordó que a no ser por el derrumbamiento de parte de la muralla ocasionado por grawp, a Fred le hubiese alcanzado una maldición asesina, recordó a todos los mortífagos muertos, y torció su cara en una mueca de asco... Y rememoró el beso... autoconvenciéndose que no había sido un sueño.
Sí, ella Hermione Jane Granger, había besado a Ron en la batalla, y Ron... Había correspondido al beso.

"Hermione Jane Granger, quítate de la cabeza esas cosas, si te quisiese, te lo hubiese dicho" decía una parte de su subconsiente...
Alzó la vista para comprobar que efectivamente, se hallaba de pie delante de un ventanuco iluminado.

Tocó a la puerta, y la ronca voz del mesonero le indicó que entrase. Se dirigió al rincón donde vio a Ginny.

-Buenos días, Ginny-Dijo la morena

-Hermione-Chilló Ginny, todo seguido se levantó para abrazarla fuerte- Llevas todo el verano desaparecida...

*Y mi hermano pregunta por ti* le hubiese gustado decir a La pequeña de los weasley.

-Es bueno verte, Ginny... lamento no haber contactado... mis padres y yo estábamos por un mal momento-Comentó Hermione abatida

Ginny la cogió del hombro y la obligó a sentarse en una de las tres sillas que había en la mesa.

-Ginny... por cierto... ¿Harry vive en tu casa?-Al formular la morena semejante cuestión,

Ginny se puso colorada, y al fin, tartamudeando, consiguió hablar...

-E-e-e-esto... Si-Respondió extraña

-¿Y ya sois pareja?-Sonrió Hermione

-No... -admitió Ginny -Se pasa el día con mi hermano...

Mientras tanto, Luna en su casa, se paró enfrente del espejo, Intentando reconocer en él a la poco agraciada chiquilla que había sido. Pero no la vio. En su lugar había una mujer de curvas provocativas a la que le habían crecido los senos, y se había estilizado.

Colocándose bien los pantalones pitillo desgastados y la blusa blanca.

Se afianzó una coleta a cada lado de su cara. Fue hasta el lavabo, y con un poco de rimel y pintalabios que se aplicó correctamente, consiguió estar radiantemente maquillada al natural.

Volvió al espejo dio un par de vueltas sobre sus talones y se sonrió a si misma en el espejo.
*bravo por ti, Luna* se dijo a sí misma, justo antes de coger un bonito bolso Negro a juego con sus bambas y dirigirse a la puerta.

-¿Adónde vas, Luna?-curioseó su padre

-Papá, quedé con Hermione y Ginny... Te lo comenté ayer-Dijo en un profundo suspiro

-Cierto, ten cuidado, mi amor

Tras estas palabras de cariño hacia ella, la adolescente de dieciocho años, volteó la puerta y salió decidida al jardín.

Dio seis pasos, y todo seguido se desapareció, para aparecerse en la misma calle que media hora antes había pisado una guapa chica morena.

Luna sonrió. y con los pasos decididos a mitad de la mañana, entró en aquel bar donde sus amigas estaban.

Entró. Al principio no las vio, pero dejándose guiar por su oído, localizó enseguida la voz de Ginny que se elevaba por encima de cualquiera otra. Se aproximó en silencio hacia ellas, y les tocó un hombro a cada una, haciendo que saltasen literalemente de la silla.

Ambas chicas se quedaron mirando a la recién llegada. Hermione fue la primera en reaccionar...

-¿¡LUNA!?- Logró articular la morena

La pelirroja parpadeó varias veces. No se podía creer que la guapa y estilizada chica rubia y muy moderna que tenía delante fuese Luna.

-Chicas, ¿Por qué estáis paradas? ¿No me reconocéis?-Preguntó Luna con los ojos bien abiertos.

Ambas chicas parpadearon en silencio.

-Luna, por dios, de verdad aún no me creo que seas tú, cierto es que no te ves tu misma...-suspiró Hermione

-L-U-N-A--Le dijo Ginny.-No te reconocemos... Bueno, siéntate, ¿no?

La rubia asintió y se sentó.

Despues de hablar y reír sobre temas poco importantes, a Ginny se le ocurrió comentar la megaidea que había tenido al principio de verano.

-Hermione, creo que Luna y tu podríais veniros a la madriguera. Hermione, tu duermes en mi cuarto conmigo, y Luna en la casita del arbol de Fred y George que casualmente han colocado mediante magia al lado de mi ventana, y en la cual he instalado un puentecillo de madera para acceder cuando necesito estar sola...-Propuso Ginny

Hermione y Luna no tenían palabras...

-¿Creés que podremos?-Articuló Luna.

*¡Sí! por fin me libraré de que mi papá me pregunte a todas horas* se dijo Hermione interiormente

-Si, Ginny, es una genial idea.-Aceptó Hermione, pensando únicamente en que en la madriguera estaría Ron, y la casita del árbol estaba al lado de la madriguera.

Ese gesto no pasó desapercibido por la pelirroja, quién miró a Hermione, comprendiendo.
Luna las miró a las dos.

-¿Qué pasa chicas?-Aventuró sin enterarse aún

-Luna, Hermione se muere de ganas de ir a la madriguera, por lo que seguramente sabrás...

-Si-sonrió Luna maliciosamente-Allí está Ron

Hermione desistió, y al fin el camarero fue a su mesa a Darles el menú reclamado hacía escasamente media hora, pues en ese instante, era mediodía.