DESDE CERO

Las cosas para él nunca fueron fáciles, desde su infancia tuvo que esforzarse el doble que otros chicos para si quiera llevarse un pan a la boca, cuando se dio cuenta del talento innato que tenía de meterse en problemas y salir bien librado de aquello, más la habilidad adquirida para defenderse de los más fuertes que él, retarlos, amedrentarlos y hacerse respetar, vaya que sacó provecho de ello. En las calles, en el sindicato, en el espacio. Aprendió también que tenía una tolerancia al dolor más allá que el de la gente común, su umbral se hacía más alto conforme cada herida que se hacía, cada hueso roto, cada cicatriz, cada que quedaba inconsciente por el dolor o la pérdida de sangre en algunos casos, aprendía a volar en el paraíso de supervivencia y cuando regresaba, se volvía más fuerte que la última vez, para empezar de cero o eso le gustaba pensar.

Había pasado poco más de ocho meses desde la última vez que vio aquella cabellera violácea, la última vez que estuvo a su lado, la recordaba llorando en la orilla de su cama de hospital, tomándolo de la mano, su seminconsciencia bajo el efecto de los analgésicos le hizo creer que fue un sueño tibio, igual que su tacto, reconfortante y amargo a la vez, no le dolía el cuerpo, le dolía el alma al verla así, pudo percibir como ella se sintió traicionada desde que le dio la espalda para irse de la Bebop a enfrentar a su enemigo, el que alguna vez fue su mejor amigo. Percibió su dolor y aun así la abandonó, era un traidor para ella, por lo que no se atrevió a darle la cara, tan pronto salió del hospital decidió alejarse de la ojiverde, bajo secretismo se mantuvo en contacto con Jet, pero nada más, el dolor en el alma era algo que todavía no aprendía a soportar, estaba muy lejos de hacerlo.

Todo iba bien hasta ese día.

Spike Spiegel estaba caminando por la calle, había terminado de desayunar en un pequeño local de comida casera, o lo más cercano a ella, tomó su café de siempre y se decidió por unos huevos fritos, lo acompañó la sección policiaca del periódico local, en busca de una caza que le trajera recursos para el siguiente mes, aquellos viejos hábitos eran difíciles de olvidar, esos malos hábitos que no se curaban ni con rehabilitación. Terminó de desayunar, dejó el pago y la propina en la mesa, salió a caminar encendiendo un cigarrillo con las manos en las bolsas del pantalón indiferente a las personas que transitaban igual que él, de prisa en sus asuntos.

Caminó unas cuantas calles más, era hora pico así que el tumulto de gente le llevaba la corriente de hacía que dirección andar, por acto reflejo como si una fuerza divina lo incitara volteó al otro lado de la calle y vio la cabellera violácea con la silueta de aquella mujer que reconocería a miles de kilómetros de distancia. La vio de espaldas entrando a un edificio alto, contra su fuerza de voluntad, su cobardía fue vencida por su curiosidad, de repente le vino a la cabeza la imagen de aquellos ojos verdes cristalinos por las lágrimas y quiso verlos de nuevo, pero esta vez para saber que su compañera estaba bien, atravesó la calle para estar más cerca, sin embargo no se atrevió a entrar, se quedó parado en la puerta de vidrio del edificio, observó a través del ventanal a Faye recargada sobre el recibidor saludando cortésmente a la mujer que aparentemente era la recepcionista del lugar, la mujer le respondió el saludo y le indicó que tomara asiento en la sala de espera, Faye obedeció y se sentó.

Fue entonces que una punzada le atravesó el pecho, Spike tiró el cigarrillo al suelo y dio un paso atrás casi tambaleándose por la impresión, la Valentine vestía un pantalón negro y unos botines de tacón bajo del mismo color, un suéter de lana blanco a cuello de tortuga, lo suficientemente holgado como para que a primera vista no hubiera notado el motivo de su impresión: su abultado vientre, Faye Valentine estaba embarazada, tal vez de los mismos ocho meses de los que se había alejado de ella. Era una imagen que nunca espero ver, la maternidad y la peli violácea no entraban ni siquiera en la misma oración, pero aquella mujer sentada en aquella sala, tenía el mismo rostro, la misma sonrisa y la misma mirada intensa que la mujer que se hacía llamar Romani, la mujer seductora, la arpía, la apostadora, la egoísta, era la mujer que ahora posaba sus manos sobre su vientre acuñándolo de manera protectora, como una verdadera madre, tal vez como su propia madre habría hecho con él, pensó.

La recepcionista llamó a Faye, esta se dirigió a ella y posteriormente se adentró más para dirigirse a una puerta, un hombre de bata blanca salió a recibirla, después del saludo ambos entraron y cerraron la puerta del que parecía el consultorio. Spike aprovechó para entrar al edificio, se acercó a la recepcionista, tal vez podía recolectar información que de ante mano sabía la peli violácea nunca le diría directamente.

-Buenos días, señorita… - Se acercó a la recepción y miró el gafete de la chica- Lena- le llamó- Lamento llegar tan tarde, no encontraba un lugar para estacionarme- continuo sin siquiera dejar que la mujer contestara tomándola desprevenida- Verá, la mujer que acaba de entrar a ver al doctor, es mi esposa-

-Vaya- reaccionó la mujer- Usted debe ser el señor Valentine, entonces- dijo sorprendida- Es la primera vez que lo veo por aquí señor, sea bienvenido, la señora Valentine siempre ha venido sola a su control prenatal desde que recuerdo.- le dijo casi recriminándole el hecho, cosa que a decir verdad, si tuvo un efecto de incomodidad en él, pues era verdad, si hubiera sabido antes de la condición de Faye, no la hubiera abandonado. El reproche de la recepcionista estaba sustentado.

-Cuestiones de trabajo- trato de sonar convincente, la mujer por otro lado, endureció la mirada, tal vez le parecía que ningún hombre bajo ningún motivo, debía dejar sola a su mujer en aquellas condiciones. – No soy un patán, ¿sabe?, es sólo que acabo de regresar de un largo viaje- lo último dicho era parcialmente verdad, Spike había hecho un viaje casi al más allá durante su estancia en el hospital, regresado victorioso sobre la muerte y de nuevo un viaje de introspectiva sobre qué hacer en su vida.- El punto es, quería darle una sorpresa a mi esposa, Faye- dijo el nombre para no levantar sospechas, sacó un papel y un lapicero de su bolsillo- ¿Podría darle este recado?, dígale que la estaré esperando, no importa el tiempo que sea, se lo debo- acto seguido dejó el papel doblado sobre el mostrador y salió casi corriendo de ahí, volvió a atravesar la calle y comenzó a caminar, perdido en sus reflexiones.

Unos cuarenta minutos más tarde, Faye Valentine salió del consultorio, agradeció a la recepcionista y se dispuso a salir.

-Nos vemos en dos semanas- le dijo la ojiverde a la mujer.

-Señora Valentine, espere- la mujer se levantó de su silla – Su esposo vino a verla, me dijo que le entregara esto- le extendió el papel.- Dijo que la esperaría el tiempo que fuese.

-¿Mi esposo?- No entendía lo que la mujer le quería decir, pero tomó el papel y lo leyó- ¡Ese maldito hijo de perra!- dijo en voz alta y salió furiosa del lugar. La recepcionista la miró sorprendida, vaya bienvenida le esperaba a aquel pobre hombre, no había nada peor que una mujer enojada y embarazada.

-¡Tómelo con calma, le puede hacer daño al bebé!- le gritó sin si quiera estar segura si la peli violácea la había escuchado, probablemente no, suspiró y regresó a su lugar. Trabajar de recepcionista en una clínica de maternidad le había traído experiencia y un sin fin de historias sobre parejas no tan cuerdas, al parecer el matrimonio Valentine era uno de esos casos raros.


Spike estaba sentado en una mesa colocada afuera de una cafetería, había escogido ese lugar, pues no estaba seguro de cuánto tiempo esperaría, ni siquiera si Faye vendría, tenía derecho a negarse, tenía derecho a reventarle la cabeza si quería y él probablemente se dejaría, ¿Cómo enfrentarla, con que argumento? Si el traidor fue él, quien la abandonó fue él, de haberlo sabido… Como sea, todos esos pensamientos le quitaban el aire y no le apetecía esperar dentro del local.

Un fuerte golpe en la mesa le hizo volver a la realidad.

-¡¿Cómo te atreves, maldito hijo de las mil putas a venir a robarme mi tranquilidad?!- las manos de Faye estaban tensas sobre la mesa, el golpe le puso las palmas rojas, estaba furiosa, sus ojos verdes brillaban con fuego, las mejillas coloradas y podía decir que incluso salía vapor de su nariz, pero aun así se le hizo más hermosa de lo que le hubiese visto jamás- ¡Reverendo cabrón de mierda!- despotricó la futura madre- ¡¿Por qué ahora Spike, por qué así?!- ante los gritos la gente, se les quedó mirando, pero como era de imaginarse, se pensaron que era una pelea de enamorados y siguieron cada quien en lo suyo.

-Faye, cálmate- dijo el Spiegel en voz calma a sabiendas que cualquier cosa que le dijera la alteraría más- Por favor siéntate, tenemos que hablar obviamente- le señaló su vientre, eso desfalcó por unos segundos a la peli violácea, la hizo bufar otra maldición, pero se sentó. Un mesero que acercó- Un café- pidió Spike.

-Un zumo de naranja- pidió Faye. El mesero tomó la orden y se marchó. Hubo un incómodo silencio, Faye quería dejarlo ahí, salir corriendo y dejarlo atrás como él lo hizo con ella, pero las piernas no le respondieron, Spike por su parte quería abrazarla, decirle que lo perdonara, pero las palabras tampoco salieron. El mesero regresó con la orden, les sirvió y se retiró. Otro silencio más hasta que Spike hizo la primera jugada.

-¿Cuánto tiempo?- señaló el vientre de Faye con la mirada, estaba examinándola, de hecho empezó a hacerlo desde que se sentó frente a él-

- Ocho meses- le respondió seca desviando la mirada.

-¿Es mío?- preguntó sin preámbulos. De todo el rato que llevaba esperándola en aquel café, se le vino esa idea a la mente, no era descabellado pensarlo, nunca llevó la cuenta, pero era normal que pasara, después de algunos, bueno más bien, demasiados encuentros sexuales entre ellos, desconocía si ella tenía algún hombre en su vida, pero estaba seguro que mientras estaban juntos él era el único.

-¿Acaso eso importa?- le respondió sarcástica.

-Déjate de estupideces y responde- le ordenó exasperado.

-¿Y qué pasa si digo que sí es tuyo? ¿Qué diferencia habría?- usó el tono más hiriente que le llevó mucho tiempo perfeccionar, lo peor fue que surtió efecto. Spike se sintió como si aquellas palabras hubiesen sido cuchillos atravesándole la piel, suspiró e intensificó su mirada, la verdad no tenía ni idea de que vendría después.

-Quiero saber la verdad- le respondió en tono neutro. Faye se tomó su tiempo, bebió el zumo a tragos, tenía la garganta reseca.

-Tú eres el padre- le confirmó. El caza recompensas sintió que se paralizaba, había contemplado la posibilidad pero nunca se había visto así mismo como un padre, no era algo que hubiera querido, traer un hijo a ese jodido mundo de mierda no era una opción, ni siquiera lo fue en su momento con Julia. La elocuencia se le fue con el viento. –

-¿Por qué no me lo dijiste antes?- le recriminó el Spiegel.

-Bastardo- le rezó- ¿Y cómo te lo iba a decir si saliste huyendo del hospital sin dejar rastro?- Touché pensó el peliverde.- El último día que te visité en el hospital, tenía mis sospechas, por eso lloraba junto a ti, tenía miedo- se le quebró la voz, pero no lloró- pero no lo confirmé hasta un par de días después y justo cuando iba a atreverme a contártelo, te desapareces, así sin más, sin siquiera dejar una nota de: ¡Gracias Faye por dejar que te cogiera y cuidarme todo este tiempo!- dijo sarcástica otra vez. Le hizo una señal con el dedo medio para acompañar su molestia, por si no había quedado lo suficientemente claro, lo hijo de perra que había sido con ella.- ¡Vete a la mierda, Spike! Tú y tu maldito egoísmo- finalizó.

-Perdóname- una palabra sincera, la única que se le ocurría.- Lo que menos quería era lastimarte, no es que no signifiques nada para mí, por el contrario tengo mucho que agradecerte, siempre estuviste a mi lado y no soy indiferente a ello, pero por eso mismo debía alejarme de ti, todas las personas que apreció terminan tres metros bajo tierra.-

-Pura mierda- le respondió- Entonces, no te necesito, he estado bien sola durante todo este tiempo- intentó levantarse para dejarlo, pero la mano de Spike le detuvo.

-Fui… Soy un idiota, pero no voy a dejarte ahora- la detuvo- No así.

-¿Y qué, vas a jugar conmigo a la casita? ¿Por el bebé o por mí?-

-Por ambos- le contestó- Por los tres- Tomó las dos manos femeninas cubriéndolas con las suyas- Yo no sé jugar a la casita, así que aprenderemos juntos, voy a tener muchos errores y tú los tendrás también, pero vamos a esforzarnos por el bebé que llevas en el vientre, le tocaron unos padres bastante jodidos, así que hay que hacerlo lo mejor que podamos.- Las cosas para Spike nunca fueron fáciles, pero tenía un talento innato para sobrevivir.- Empezaremos DESDE CERO, sin mirar atrás, sólo en el presente, ¿de acuerdo?-

Faye se esforzó por soltarse, por callarlo, por pensar que Spike estaba mintiendo, Dios sabe que se esforzó por negarse, pero al final decidió creerle.

-Tenemos tanto por hacer- suspiró vencida por la chispa de felicidad que se asomaba ante la nueva oportunidad.

FIN.

Puede situarse post series, aquí se da a entender que en algún momento del desarrollo de la serie estos dos sucumbieron a la tensión sexual entre ellos ( que para todos es obvia) pero en esta vez hubo consecuencias de nueve meses. déjenme su opinión por favor.