Hola queridos lectores. Aquí Mond con esta nueva entrega, un One-Shot a pedido inspirado en el comic My Little Slave del dibujante Bluntwhiskey. La historia es pequeña y tiene contenido subido de tono (Eso es una advertencia).
De Esclava a Emperatriz
Hoy empieza el nuevo capítulo de mi vida. Los acontecimientos que dieron lugar a mi posición como reina son tan confusos como la alquimia de mis nuevos libros. Es noche de luna llena. Y, ahora, ya aquí en mi habitación con el poder de un imperio que alguna vez perteneció a mi niñera Cadence, no puedo evitar pensar ¿Tome las decisiones correctas en mi vida? Todo mi entorno cambio tan abruptamente que no sabría por donde empezar, quizá cuando el rey sombra regreso, o puede que sea más relevante cuando los Changelings regresaron, o posiblemente algunos dirán que fue más importante cuando Discord volvió para dejar un rastro de caos y destrucción. Había tantos gritos en aquellos días, tanto fuego abrazando el reino, que pensar y actuar correctamente se veía lejano y solo posible para seres acostumbrados al desorden. Equestria poco a poco termino desapareciendo, dejando a los reinos existentes anexar territorio a su antojo y ambición. Había que adaptarse a la situación, de lo contrario era imposible sobrevivir a todo lo que estaba ocurriendo. Y mirando a mí alrededor, yo diría que hice muy bien el trabajo de adaptarme a las circunstancias que la vida me puso en frente. Al mirarme al espejo, lo primero distinto que tono es que mi tiara del elemento de la magia fue reemplazada por una corona de cristal. Así mismo, mis antiguos ropajes equestrianos fueron reemplazados por finas telas del Imperio de Cristal. En mi cuerno esta el anillo de compromiso que me asegura un porvenir en el que mi vida esta garantizada. Quisiera que la princesa Celestia, mis padres o Shining Armor pudieran verme y decirme lo mucho que me aman. Aun los veo en mis sueños.
Aun recuerdo ese día en que me percaté de que ya nada volvería a ser como antes, ¿Cómo olvidarlo? Yo como una de las ex-portadoras de los elementos de la armonía representaba algo que estaba pereciendo. Sin embargo, desde ese día en adelante, supe que ya no seria más que una reliquia muy importante para algunos señores con mucho poder en el nuevo orden. Se podría decir, que ahora en lugar de una princesa, era una joya muy valiosa que muchos desearían tener en su colección, o para su uso personal, una idea que me ponía los pelos de punta. Antes de ser capturada me escondía con AppleJack, era mi única amiga cercana en esos momentos; las demás no tuvieron tanta suerte cuando el caos se volvio la única realidad. Era de madrugada cuando unos mercenarios nos encontraron y nos encadenaron, para luego vendernos a esclavistas. La pretensión de estos últimos fue llevarnos a una subasta en el Imperio de Cristal. Ahí había otras ponies, listas para ser vendidas al mejor postor. Demás esta decir que... ¡Yo no quería ser vendida! ¡Yo no era un objeto para que me trataran de esa forma tan humillante! En un arranque de ira y frente a todos esos "nuevos nobles" intente librarme por la fuerza de mis ataduras. Pero no era lo suficientemente fuerte y mi magia estaba anulada por culpa de mi precaria alimentación.
Me moví histérica, llena de una furia que si se exteriorizara quemaria todo a su paso, mi único deseo era cambiarlo todo aunque fuera por medio del arrebato.
—¡Calmen a esa yegua estúpida! —le ordenó un viejo comerciante a la guardia de cristal, quienes amenazantes se acercaron a mí para detenerme, pero mi frustración era demasiado grande como para poder controlarme. Estaba cansada de pensar, de meditar, solo queria que todos pudieran ver lo que estaba sintiendo.
—¡Si no tienes disciplina propia, te la impondré a palos! —me gritó una guardiana, tirando muy fuerte de mi melena. Yo, enojada la golpee con mis cascos en la cara, alejándola de mí. Me sorprendí de la fuerza que el cuerpo puede llegar a manifestar cuando hay enojo puro controlando los actos, pero cuando me voltee a ver a AppleJack me tuve que detener.
—Vaya, vaya. Twilight Sparkle. Ex-aprendiz de la fallecida princesa Celestia de Equestria y portadora del destruido elemento de la magia. Esta aquí, como una sucia esclava —Se trataba de una guardiana con unos ojos fríos como el hielo, me sonría burlonamente mientras amenazaba a AppleJack con su afilada espada. El rostro de AppleJack se reflejaba en su filo, no iba a dejar que mataran a mi amiga por un arranque emocional repentino, así que una vez resignada por completo logre calmarme.
—Así me gusta. Como una perra sumisa. Ese es tu lugar, al igual que el tuyo ex-portadora del elemento de la honestidad. Sera mejor que sean buenas en la cama, de lo contrario no vivirán mucho. —ella reconocía a AppleJack, de lo contrario no hubiera sospechado que me calmaría con solo amenazar a mi amiga. La tomaba de su melena mientras rozaba su espada contra sus mejillas llenas de lágrimas.
Una de sus compañeras me hizo caer al suelo con una patada. Miré hacia arriba, para solo encontrarme como lentamente la otra levantaba su espada contra mí, neutralizando cualquier pretensión violenta que tuviera. Intenté usar mi magia, guardé cierta esperanza en que mis intensas emociones me brindarían las fuerzas necesarias para hacer un hechizo que pudiera salvarnos, pero fue inutil, simplemente no tenía energia. Pensé que solo me quedaba morir ahí, frente a todos esos ojos que disfrutaban del espectaculo. La última acción de Twilight Sparkle, no dejar que mataran a una de sus mejores amigas, pronto seria olvidada como todos los demás. Como Celestia, como Luna, como… como… TODOS.
—¡Twilight!
Por un segundo creí que lo último que oiría era esa voz perteneciente a AppleJack. Pero afortunadamente estaba equivocaba.
—¡Alto! —bramó un semental, cuyo tono voz sonaba autoritario y prepotente, casi gutural. Abrí mis ojos, miré a mi derecha y lo pude ver. Él estaba frente a mí con su amenazante y imponente figura, digna del tirano que era.
—La quiero para mí —se trataba del rey Sombra, quien con una simple orden impidió que me mataran.
—Como usted ordene su majestad —respondió la guardiana, quien corto mis sogas y dejó en paz a AppleJack. Me tomó del casco y me llevo a la fuerza con el rey Sombra, para luego empujarme al suelo—. Presenta tus respetos ¡Basura! Aquí manda el señor de la magia negra.
Nunca había visto a Sombra desde tan cerca. Era más alto de lo que creí, se veía como un gigante, me costaba incluso reconocer que eramos de la misma especie. Por un momento, cuando levanto su casco, pensé que me golpearía sin el mayor miramiento. Después de todo, su segundo regreso se debió en parte porque ayude a derrotarlo la primera vez que regreso.
—Ven conmigo Twilight Sparkle —me ofreció casi susurrandome. Lo miré tan asustada como intrigada, algo quería de mí.
¿Qué podía hacer que no fuera obedecerle? ¿Estaba entre mis posibilidades sguir resistiéndome para terminar algún día de estos muerta? ¿En serio resultaba más prudente entregarme al unicornio malvado y oscuro de los colmillos afilados? Con solo mirar atrás y adelante un par de veces y comparar los posibles escenarios y situaciones que me aguardaban, acepté con cierto recelo su casco. Me sonrió y luego me colocaron un collar de metal, obviamente para que no intentara escapar. Tenía que admitir que era muy inteligente de su parte, después de todo, en cualquier momento podía presentarse la oportunidad en que eso representaría una opción viable; no existen los sistemas de seguridad perfectos. Con la información suficiente podría planear un escape, ya que si me llevaban al palacio intentaria fugarme, puesto que conocía los pasillos y habitaciones de ese lugar como mi casco. Y ese día en que ponia mi vida en los cascos de un tiranico gobernante, fue la última vez que vi a AppleJack, ya que nunca más volvi a saber de ella. Aun la estoy buscando.
Ese mismo día nos dirigimos al palacio como pronostiqué. Había cambiado mucho desde la última vez que lo vi, se veía intimidante, abundaba el cristal negro donde mirara, y se podían apreciar algunas torres nuevas que se elevaban majestuosamente sobre la tierra. Ahora, no estaba tan seguora de lo que me estaría esperando ahí dentro. No obstante, lo único que tenia por seguro, era de que sobreviviría a como dé lugar, sin importar lo que tuviera que hacer. Una vez que abrieron las puertas, frente de mí se presento una nueva esperanza.
—¡Rarity!—exclamé sorprendida y por un momento al ver de nuevo a mi amiga olvidé lo horrible que se había vuelto la vida. Fue una sensación bastante nostálgica e interesante, ya que me habia acostumbrado a la tristeza como un estado emocional diario,y, por ende, se habia vuelto algo normal.
—¡Twilight! —gritó ella con alegria mientras se acercaba a mí.
Yo no pude resistirme a lanzarme a sus cascos, tenía que abrazarla y no volver a perderla.
—Oh Twilight, querida amiga, no te imaginas lo feliz que me hace volver a verte, pero es una pena que nos encontremos en estas circunstancias.
—Creí que habías muerto —le dije apunto de sollozar.
—Ya ves que no fue así. Esto es un milagro, ni siquiera en mis sueños esto fue posible.
—¡Ya dejen de abrazarse la parejita de lesbianas! —nos ordeno, a la vez que se burló, la misma guardiana que me había golpeado en la subasta. Luego de decir eso, se acerco a mí y me agarró desde el collar de metal, para luego arrastrarme bruscamente por el frió suelo de cristal.
—¡Vamos a dejar a esta sucia perra reluciente como el mármol! —poco a poco me alejé de mi amiga, habia sido un reencuentro corto pero inolvidable.
Me llevó a uno de los enormes baños del palacio. Ahí había un grupo de sirvientas de cristal, cargando sobre sus lomos esponjas, champú, sales y fijador. Cuando pude ver la tina con las burbujas, me pregunté si me querian limpia para ser parte de la servidumbre. La capitana me tiro al agua sin consideración alguna, su rudeza toxica parecia no perturbar a nadie, por lo que me tendría que acostumbrar. El agua no estaba caliente, pero tampoco estaba fría.
—¡Quiero que limpien cada centímetro del cuerpo de esta puerca, hasta que se le quite toda la asquerosa mugre que lleva! —ordenó la capitana, para luego darse media vuelta y cerrar la puerta con brusquedad al irse.
Rápidamente fui rodeada por las sirvientas, quienes con amabilidad limpiaron cada centímetro de mi cuerpo, por un momento logré relajarme. Hasta las partes de mi anatomía que me daba vergüenza mencionar ahora estaban muy limpias. No solo se tomarón la molestia de lavarme, sino que también cepillaron la melena, para luego hacerme un peinado que resaltaría mi cuello. Cuando les agredecí su gentil trato, admití que fue el mejor baño que haya tenido en años. Una vez limpia y seca me pusieron una falda transparente de color rosa. Finalmente me quitarón el collar de metal, ya no era una esclava, tal como suponía ahora era una sirvienta y debía comportarme si quería seguir en esa posición; ellas me habían dicho que era muy fácil volver a ser un esclavo y que yo era la que habia durado menos en ese grupo.
La capitana me llevo al cuarto con las demás sirvientas donde me encontré nuevamente con Rarity y con otras ponies que habían forjado una nueva amistad con ella. La habitación estaba repleta de camas con sabanas limpias y armarios con objetos personales.
—Twilight. Te ves muy bien querida —me dijo Rarity, quien había conservado su mismo peinado de siempre. Ambas llevábamos la falda transparente y rosa, un detalle que antes la hubiera escandalizado, puesto que en los buenos tiempos le era inconcebible que dos ponis vistieran de la misma manera en el mismo espacio y tiempo.
La capitana no se fue sin antes lanzarnos una mirada de desprecio ¿Acaso le pareciamos asquerosas? ¿O su lugar y función la hacían sentir superior?.
—Ahora somos iguales, Rarity. Me alegro tanto de que estemos juntas otra vez. Aunque...
Rarity se me acerco y me dio un abrazo interrumpiéndome, luego me observo con ternura.
—No es tan malo como parece. Tenemos comida, un sitio donde dormir y baño. Es más de lo que algunos tienen hoy en día —señaló una cama con su casco—. Esa es tu cama. Esta aun lado de la mía, podremos estar siempre juntas desde ahora.
Le sonreí y rápidamente me dirigí a sentir mi nueva cama. Era suave y cómoda, e incluso más amplia de lo que necesitaba. Sin perder ni un segundo más, estire mis cuatro extremidades en la cama, liberando una sensación deliciosa.
—Me encanta —murmuré mas para mí misma que para cualquiera que me escuchara.
—Lo sé. Es una de las razones por las que nadie intenta escapar —me dijo Rarity.
—¿Cómo llegaste aquí, Rarity? ¿También te vendieron como esclava? —no pudé evitar preguntar, puesto que desde el momento en que la vi sentia la necesidad de saberlo.
—No exactamente Twilight. Escuche que necesitaban nuevo personal. Yo vine aquí por mi propia voluntad, dije quien era y se alegrarón de que apareciera —me respondió, la sorpresa no se hizo esperar en mi rostro.
—Pero… ¿Por qué hiciste eso?
Rarity bajo su mirada al suelo. Sus ojos azules y cristalinos me decían que no queria responderme, pero finalmente lo hizó.
—No me gustaba, el estilo de vida que tenía ahí afuera, a nadie le importaba mi moda. En lugar de hacer lo que me gustaba, tenia que hacer... trabajos que no me gustaban. —Rarity arrugo la nariz y unas lagrimas salieron de sus ojos—. Era muy difícil ganarse el pan de cada día. Cuando vi la oportunidad la tome, no habían muchas opciones cuando perdí la boutique y bits para seguir manteniendo mi sueño de modista. Aun recuerdo el caos, aun recuerdo el fuego que acabo con todo, y ademas Sweetie Belle...
Lo veía venir, se lanzo a mis cascos con gran tristeza. Muchas más lagrimas recorrieron sus mejillas como si sus ojos se tratasen de hielo derritiéndose.
—Esta bien que llores Rarity, yo también lo hicé cuando perdí a Spike. Pero ya he llorado lo suficiente por él, no volveré ha hacerlo.
Rarity se aparto de mí y me miro con desaprobación y sorpresa.
—Twilight. Esas palabras son muy frías para un pony. Nunca pasa lo suficiente para llorar a un ser amado.
No lograba comprender del todo a Rarity, yo preferia decir que habia superado la muerte de Spike. Mi mente se convirtió en una calculadora, diseñada para afrontar y resolver los problemas de esta nueva vida. Por algo sobreviví, al contrario de Pinkie Pie, Fluttershy, Rainbow Dash, incluyendo a las princesas Celestia y Luna. De vez en cuando me hacía sentir vergüenza el enorgullecerme ante la comparación.
—Tal vez. Tengas razón —le dije, mas para calmarla que para afirmar la veracidad de sus palabras.
Aunque debo admitir, que si le dedicara más pensamientos a los seres queridos que perdí, por ejemplo Spike o Shining Armor, lloraría como ella. Lamentablemente, no me puedo permitir mostrar debilidad, de lo contrario los demás tomarían provecho de eso, así es este nuevo mundo. El día transcurrió y conocí a mis compañeras de cuarto, me preguntaba si como sirvienta tendría acceso a la biblioteca, ahora que sabía que Rarity estaba aquí, tenía que reconciderar la idea de escapar. No he leído nada nuevo en años, tuve que abandonar mis preciosos libros cuando huía de Ponyville y con AppleJack tampoco podía tener charlas muy intelectuales. Llegó la noche, traída naturalmente, ya que la princesa Luna está muerta. Me recosté en mi nueva cama, mañana empezarían mis deberes como sirvienta. O al menos eso creía, ya que me sacaron a la fuerza de mi sueño cuando todos dormían.
La media noche ya había quedado atrás hace horas, los pasillos del palacio eran iluminados por la luz de la luna llena. No había antorcha alguna, cosa que me parecia extraño. Quedamos a las puertas de una habitación. Si no tuviera buena memoria, no hubiera podido reconocer la puerta de la habitación de Cadence.
—¡¿Porque me trajiste aquí?! —pregunté molesta.
—Su majestad desea verte ahora. Preséntale sus respetos al rey Sombra. —me metió dentro de la habitación con una patada. Cerró la puerta con llave de manera casi fugaz, antes de que intentara si quiera intentar salir golpeando la puerta con mis cascos. Por un segundo vi la posibilidad de usar mi magia, pero aun no tenia las suficientes fuerzas.
—Twilight Sparkle.
Escuché esa penetrante y siniestra voz detrás de mí. Me di media vuelta y pude verlo otra vez, el miedo se apoderó de mi cuerpo.
Él estaba mirando por el balcón de la habitación. No vestía su típico atuendo intimidante, sino una bata de dormir de un purpura en una tonalidad muy oscura. Esa bata hacia relucir mejor la forma de su cuerpo y sobre todo su rostro y melena negra.
—Acércate —me ordenó, yo como sirvienta no podía negarme y la valentía estaba en un lugar en que no podía encontrarla. Me acerque lentamente hacia él, me señaló la enorme cama con sabanas de distintas tonalidades de purpura y negro y me invito cortésmente a acercarme a dicha cama. La habitación estaba oscura, pero podía ver claramente la expresión en su rostro, la cual me inquietaba.
La situación era incomoda para mí, me sentía muy desprotegida sin mi magia. Me acerqué y el rey Sombra me invitó delicadamente a sentarme en la cama.
—Tiempo sin vernos Twilight Sparkle —me dijo al oído. Se encontraba detrás de mí y sentía su respiración acariciar mi cuello.
Yo no le contesté, en ese momento el miedo habia adquirido un nuevo significado para mí. Él frunció el ceño e hizo levitar una bandeja con mangos desde una mesita. Sorpresivamente se me hizo agua la boca, no había comido nada desde la mañana, y francamente lo que comí fue solo un poco de pasto. Sombra lo noto de inmediato, por lo que se atrevió a preguntarme.
—¿Tienes hambre Twilight? —paso la bandeja frente a mis ojos—. Come, adelante. No te haré nada malo si lo haces.
No sé si era más por el hambre o el hecho de que su voz fuerte me recordaba lo poco y nada podía hacer frente a su voluntad, pero no deseaba resistirme un minuto más. Tomé un mango entre mis cascos y le di un enorme mordisco. Era dulce, un fruto muy dulce y delicioso, un sabor de otros tiempos. Por un momento me vi sumergida en un estado de éxtasis por culpa de tan jugoso fruto. Pero alarmas se encendierón en mi cabeza cuando sentí un casco que levantaba el velo rosa que cubría toda mi parte trasera. Espantada me levanté de la cama, aterrorizada y avergonzada.
—¡No, espera, espera un momento! ¿Que-que haces? —le dije histerica con los pelos de punta.
—¿Qué crees que hago, Twilight? —me preguntó, como si se tratase de algo obvio—. Simplemente, reclamo lo que ahora me pertenece. Tu belleza ahora me sirve, por eso estas aquí.
—Yo… yo…— titube, pero no encontré respuesta.
Yo era ahora su sirvienta, si me negaba, mi destino podía ser peor que la misma muerte. Él podía hacer que eso pasara, volvería a ser una esclava y de todos modos haría lo que quiere hacer conmigo, solo que cuando termine en lugar de una cama me esperará un calabozo. Miré el suelo unos segundos donde pasaron por mi cabeza una serie de posibles escenarios en los que me resistia y terminaba mucho peor de lo que estaba. Técnicamente hablando estaba en la edad de tener relaciones con un macho, pero no quería que fuera así. Sabía lo que tenía que hacer, sabia porque estaba aquí y lo que era necesario para sobrevivir. No tenia una opción que me gustará, estaba escogiendo entre algo malo y algo muy malo.
Sombra se levantó de la cama, su semblante revelaba enojo. Suspiré con resignación y dejé que mi cuerpo fuera sumiso ante sus deseos. Sin pensarlo más me senté en la cama, dispuesta a aceptar lo que me esperaba, pero intenté que mi mirada no dejará de manifiesto mi preocupación e inseguridad. Ese enorme y oscuro unicornio se me acerco, ideas de una primera vez cruel y brutal abarcaron mi mente con mucha fuerza. Sombra era un semental de un gran tamaño, incluso era unos centímetros más alto que Big Macintosh. Eso hacia que me sintiera muy pequeña a su lado.
—Twilight. No tengo intensiones de hacerte daño, no quisiera arruinar una joya tan rara en el reino.
Obviamente no creí esas palabras, además. Él era demasiado mayor para mí, por lo que me causaba una sensación de repulsión. Me recostó en la cama con delicadeza, pasando su casco desde mi ombligo, rozando esas partes de mi vientre que gozan de más sensibilidad.
—A pesar de todo lo que paso, te considero encantadora, Twilight. Creí que la vida se extinguiría por completo, antes de tener la oportunidad de tenerte a mi entera disposición.—se acercó a mi oído y sentí su aliento—. Nos uniremos en esta cama.
Esas palabras provocarón mi sonrojo y el tacto de su casco me hizo estremecer. La vergüenza de estar en esa cama con el rey Sombra florecía como rosas en primavera. Arrancó el velo transparente con deseo, dejando al descubierto mi intimidad. Nunca antes había sentido un casco que no fuera el mío tocar los pétalos de mi virgen flor. Por lo que el casco de Sombra me hizo querer gritar, pero lo que pudo haber sido un grito, fue opacado por un beso. Nunca habia imaginado así mi primer beso. La lengua de Sombra era más larga de lo que creí y bailo con la mía con ferocidad y pasión, ¿Debía resistirme? ¿Por qué si solo quería mis orificios para satisfacer su viril miembro decidió besarme? No lo sabía, pero la temperatura en mi interior subía desmesuradamente.
Una vez separados sentí el aliento de Sombra entrar en mi boca, el sabor de su saliva estaba en su respiración. Su lengua recorrió mi cuello, dejaba que la punta de su casco entrara en mí. Me avergonzaba mucho, me incomodaba y lo repugnaba, pero corporalmente y aunque odiaba admitirlo, no se sentia tan mal. Gemí irresistiblemente, ¡Yo Twilight Sparkle gemía en las garras de alguien que consideré mi enemigo todos estos años! Me tocaba como si le estuviera sacando brillo a una gema. Me dolía y a la vez no me disgustaba del todo. Su lengua fue descendiendo, dejando un rastro de saliva sobre mi pelaje. La cama era tan suave y las caricias tan satisfactorias que por un momento olvidé que estaba ahí. Llego hasta mi intimidad, donde su lengua se introdujó con gran audacia, una vez dentro estiró mis paredes interiores, hasta hacer resaltar mi pequeño y rosado botón. Los colmillos no fueron problema, llegue a pensar que inclusive me mordería. Pero no fue así, sabia tratar a una yegua en la cama, razón por la que llegué a pensar con cierto ocnsuelo "al menos mi primera vez era con alguien experimentado".
Yo apretaba las sabanas con mis cascos. Arquee mi espalda acrecentando el placer y con ello, las gotas de miel provenientes de mi humedecido panal.
—No lo puedo creer. No puedo creer que esté haciendo esto —pensé para mis adentros.
Cuando finalmente me dejo libre de sus estimulantes ataduras. Lo miré por primera vez con ternura, esa expresión de satisfacción en su rostro mostraba su orgullo de haberme hecho gritar como yegua en celo. Los machos son tan simples, que hasta sus expresiones faciales se pueden descifrar con facilidad, ya sea un rey o un mendigo. Se saco su bata dejándome ver su tonificado cuerpo de semental. Parpadee y al instante sentí que algo tocaba las puertas de mi húmedo santuario, y así era. El miembro erecto de Sombra tocaba a mis puertas eufóricamente, deseaba entrar en mí. Lo mire con cierto temor, era enorme, y se podía apreciar su fortaleza. Su tamaño estaba a acorde de la altura de Sombra.
—Oh… no —murmuré, y mi expresión llamo la atención del rey.
—¿Qué es lo que pasa? —me preguntó curioso.
—Nada nada —le respondí rápidamente, muy nerviosa—. Es solo que nunca antes había visto uno y...
No quise terminar la frase, de hecho, me apenaba el hecho de que fuera mi primera vez. Las yeguas tienen una edad donde ya es normal que tengan su primera vez, en cambio yo me salte varios años a esa etapa por distintas razones, pesé a que después se dificultará el ser madre. El rey arqueo una ceja, se acerco a mí, su melena negra olía delicioso, note que se asemejaba a la de un león. Le sonreí nerviosamente, mi primera sonrisa en toda la noche.
—No te preocupes, Twilight Sparkle. Yo entiendo.
Mis muslos abrazaron su cintura, la punta de su miembro fue aventurándose en mi territorio virgen. Conquistando todo a su paso. Sentí como mis paredes se estiraban y contraían ocasionando en mi un gran dolor y generando la necesidad de dejar escapar lagrimas. En ese momento ya todo me dejo de importar, las sensaciones que invadían mi cuerpo eran demasiado fuertes como para pensar en algo más que no fuera el cuerpo de Sombra fundiéndose con el mío. Mis transparentes jugos facilitaban su entrada, hasta que finalmente sentí como rozaba la boca de mi útero. Mis ojos quedaron el blanco, pasaron unos segundos en que nos quedamos ahí sin hacer nada. La habitación fue inundada por mis gritos de placer. De vez en cuando gritaba el nombre de "Celestia". Afortunadamente o por desgracia, lo estaba disfrutando demasiado, como para sentirme mal.
Sus embestidas eran rápidas y acertadas. Cuestionaba constantemente las sensaciones que me invandian, había algo en Sombra que me excitaba y conforme pasaban los segundos mi intimidad se acostumbraba y por mis muslos se formaban ríos de mi transparente y natural lubricante. Me mordía el labio inferior intentando callarme un poco, sentía a un fuego voraz que solo quería salir y expandirse para consumir todo a su paso. Sombra me estaba haciendo suya, volteo mi cuerpo y yo con toda sumisión dejé que lo hiciera. Su respiración de perro soplaba en mi nuca, humedeciendo mi melena. Yo volteaba mi cabeza para saborear esa larga y viscosa lengua, que anteriormente me había hecho gemir de placer.
Se posiciono sobre mi, para montarme. Fui tan sumisa, tan dócil, y no podía evitarlo. El instinto me hacia querer que me tocara, que me hiciera todo lo que el deseara. Estaba a la merced del placer que me podía brindar, su voluntad paso a un segundo plano.
—Eres mía Twilight. Solo mía —me susurro al oído.
En esta posición el tenia todo el control sobre mi. Y, no dando tregua a mi intimidad, toda la energía de mi cuerpo estaba concentrada en un solo punto, el orgasmo que tenia en ese momento, era delicioso, mi mente me decía una y otra vez que me detuviera. Pero mi cuerpo decía otra cosa, mi cuerpo deseaba que no parara, que ese enorme y viril semental hiciera suyo cada centímetro de mi sudoroso cuerpo. Y luego se cumpliría mi deseo, cuando sentí como lo virgen del orificio de mi cola. Se iba para siempre. Todo se volvió de un tono mas oscuro y, ¡El dolor fue enorme! ¡Un suplicio en mi parte posterior al tener que albergar a tan enorme huésped!, levante mis posaderas, ya que tenía que lidiar con esta feroz bestia hambrienta de mi.
Apreté las sabanas con mis cascos mientras me mordía los labios. El dolor conforme pasaron los segundos, fue reemplazado por placer y el placer fue reemplazado por éxtasis. Recuerdo haber leído sobre plantas con las que se podían hacer potentes drogas afrodisíacas. Me imaginaba, que sus efectos eran semejantes a lo que estaba viviendo en ese momento.
—¡Sombra!, ¡Ah! —no sentía pena de gritar a los cuatro vientos el nombre del semental que me estaba haciendo suya. Me sentía diferente, lo que comenzó como mi obligación, se transformo en algo más. Algo más profundo y nuevo que afloraría poco a poco.
Finalmente luego de dos horas. Sentí como la semilla ardiente de Sombra entraba en mí, ocasionando un diluvio en mi interior. Su gruñido de dragón hizo eco en la habitación. Con Sombra había tocado el cielo seis veces esa noche. El era un comensal y yo el platillo que devoro vorazmente esa noche. Nos desplomamos en la cama. Mi melena estaba mojada con mi sudor, mi pelaje olía diferente, y mi virginidad ya era cosa del pasado. Estaba agotada, apenas podía mover mis patas traseras. Creía que no podría quedarme ahí para descansar, o al menos eso pensaba.
—Buena yegua —me susurro Sombra, mientras besaba mi rostro. Su casco acariciaba mi vientre con mucha delicadeza, mientras rozaba sus labios con los míos, pegándome pequeñas lamidas. Me cubrió con las sabanas, arropándome del frió. Se acerco a mí y me beso la frente, yo me sentía incomoda, no entendía su comportamiento. Después de todo, ya me uso para lo que deseaba.
—¿Qué? ¿Acaso te atreverás a decirme que no lo disfrutaste? —me pregunto, al haber fallado en disimular mi incomodidad.
Recordar todo lo que hicimos me hacia erizar mi pelaje y sonrojarme como un tomate. Pero no sería así para siempre.
—Claro que no… Estuvo ¿bien? —le respondí, mirándolo de reojo.
—Bien, entonces descansemos. Mañana será otro día, Twilight —me dijo con una amable sonrisa. ¿Ese era el esclavizador de ponies de cristal? Todos tenemos un lado oscuro. Pero, en ese momento, en aquellos rojizos ojos. Pude ver, el lado mas hermoso de Sombra.
Me recosté en la cama y sin pensarlo mucho acomode mi cabeza en el cuello del enorme unicornio maligno que tenia al lado. Esa noche, solo fue la primera de muchas. Con el tiempo me convertí en la sirvienta con más influencia de todo el palacio de cristal. Podía entrar a todas partes, quedarme en la biblioteca si así se me antojaba. Inclusive, luego de satisfacer al rey podía desayunar en su habitación mientras él se disponía a seguir gobernando. Poco a poco, las demás sirvientas me comenzaron a odiar, me preguntaban porque debían obedecer órdenes de mí si yo se suponía, era una sirvienta como ellas. Inclusive la guardia debía obedecerme. Sombra castigaba a quien sea que yo pronunciara su nombre. Y las torturas que el ejercía eran inimaginables, temidas y odiadas. Por primera vez en años, me sentía feliz. Sin embargo, mi vida tomaría otro rumbo más.
Yo despertaba de mi encuentro sexual con el rey. Como era de costumbre, una sirvienta me traía el desayuno. Despertaba completamente sola, porque en la mañana Sombra debía ir a supervisar las mazmorras del palacio. Esa semana en particular, no me había sentido muy bien. Tenía mareos y vómitos, mi celo se había retrasado este mes y me encontraba muy preocupada. Después de todo, no todas las noches, Sombra acababa en mi parte posterior. Ordene que me hicieran un agua de hierbas que determinaría mi estado.
—¿Y cómo funciona esto? —le pregunte a Rarity quien se encargaba de mi desayuno en las mañanas.
—Es simple querida. Tomas la tasa de hierbas especiales que mande a buscar. Luego esperas media hora. Y si no sangras, pues…
—Entiendo —le respondí para luego tomarme la tasa.
Rarity se me quedo mirando, de una forma muy extraña cuando termine de tomarme el agua de hierbas.
—¿Pasa algo? —le pregunte, algo molesta de su mirada.
—Twilight, sé que no te va a gustar lo que te diré —me dijo, juntando sus cascos con inseguridad.
—Si no me va a gustar dímelo lo antes posible.
Rarity suspiro y se sentó en el borde de la cama.
—Tú no eres la primera en ser preñada por el rey Sombra.
La sorpresa en mi rostro se había hecho notar al instante. Nunca me había puesto a pensar en ello. Pero sonaba factible, ¿Por qué yo justamente iba a ser la primera, si el rey Sombra lleva dominando todo esto ya por varios años?
—Twilight. Las sirvientas que han quedado preñadas del rey Sombra han muerto. Todas ellas y con sus hijos en sus vientres. —Rarity se acerco a mí y me acaricio el vientre—. Todas lo sabemos. Por eso tenemos un gran temor cuando escoge a una reemplazante.
—¡No, no puede ser! —le dije desafiante—. ¡El no me haría eso a mí!
—Twilight, es cierto que tu eres la primera a quien le da tantas libertades en el palacio. Pero no quiere decir que el enserio te…
—¡Cállate! ¡Yo he leído con el por las noches, me ha enseñado hechizos, me ha arropado, me cuida con dedicación y amor! ¡No me asesinaría a sangre fría, no a mí!- Le grite, tenía muchas sensaciones combinadas. El miedo, la frustración, la confusión, el pánico. Y claramente el amor dificil de explicar, que había desarrollado hacia a él.
—Pero Twilight…
—¡Lárgate! ¡Fuera de aquí! —le grite entre lagrimas. Rarity asustada salió de la habitación, dejándome sola.
Me puse a llorar toda la mañana. Esperando el resultado del agua de hierbas. Miraba por el balcón el cielo, la media hora paso y el resultado ya era evidente. Esa misma noche, cuando Sombra me mando a buscar, le confesé la realidad.
Justo ahora tienen que aflorar estos recuerdos. No puedo evitarlo, después de todo, mi vida ha cambiado tanto desde aquellos días en ponyville. Aun me pregunto si he tomado las decisiones correctas en mi vida. Pero para obtener esa respuesta, siempre lo único que me basta para estar segura de ello. Es caminar hacia el espejo, y acariciar mi hinchado vientre. Solo así, obtengo la respuesta que tanto recorre mi mente, esas noches de luna llena.
—¿Te encuentras bien reina mía? —escuche una voz detrás de mí.
—Estoy bien mi rey. Solo pensaba un poco, es todo —le respondí a Sombra.
El se comenzó a desvestir, dejando su vestimenta intimidante a un lado.
—¿Cómo se encuentra mi heredero? —me pregunto, mientras dejaba su corona a un lado.
—Bien. Queriendo salir pronto para ver a su padre —le respondí, girando mi cabeza para verlo.
Camino hacia a mí y me miro, para luego mover un mechón que sobresalía de mi melena con condescendencia.
—Yo creo que es para ver a su hermosa madre.
—Desea ver a sus dos padres —lo corregí. Se acerco a mi cuello y me comenzó a olfatear.
—No, no. —me aleje de él y rose mi cola por su nariz—. Esta noche me toca a mí-
—Está bien, soy tu esclavo mi reina. Déjame servirte.
Ambos reímos. Para luego sellar nuestros labios con un beso. La vida no es tan mala ahora, tengo un imperio bajo mi poder, tengo un esposo que es rey, sabio y fuerte. Y dentro de mí tengo una hermosa criatura que heredara todo esto que estoy construyendo. Porque yo soy la Emperatriz de Cristal y nadie, en todo el ancho y basto mundo, logro lo que yo pude lograr. Domar, a la bestia rey de cristal.
Fin
*Like si se gusto la historia a mi pagina de facebook: Mond Dunkel MLP.
