Empezaremos una nueva historia que espero que sea de su agrado, un abrazo fuerte para todos los lectores y seguidores. :)
Disclaimer: Hetalia no me pertenece.
Un muchacho de cabello castaño, ojos pardo y un rizo pronunciado en su cabeza hacía un avión de papel con una hoja que contenía muchos rayones y garabatos, hace ya tiempo que había perdido cualquier esperanza en seguir trabajando y no era mucho tiempo lo que llevaba en esa oficina, llena de bastardos mediocres con doble cara, que no se preocupaban en nada más que ellos mismos, y él había dejado todos sus sueños por estudiar y trabajar ahí, convirtiéndose ahora en un ser que no solía tener muchos amigos o llevarse bien con alguien, más bien era todo lo contrario, con algo de suerte podía mantener una buena relación con su hermano Feliciano en casa, pero en el trabajo era realmente un hombre solitario.
Hizo su avión volar entre medio de los compañeros de trabajo, que le regalaron una mirada de extrañeza, uno de sus compañeros de trabajo, un tal alemán de cabello plateado y ojos rubí tomo el avión en sus manos y pronunció lo siguiente:
-¿Qué mierda estás haciendo, Lovino? ¿No crees que estás muy grande para juegos?
Lovino simplemente lo ignoró, nada cautivaba su atención en ese momento, excepto una nueva aparición, se fijó que el alemán no venía caminando solo, lo hacía con una persona desconocida para él al lado.
-Muchachos –dijo-: la mujer que me acompaña se llamaba Isabela, espero que puedan recibirla bien, ha sido transferida de una empresa bastante buena y está entusiasmada por comenzar a trabajar, tiene un curriculum excelente.
El alemán se alejó y la mujer quedó mirando a todos, Lovino, que era de origen italiano quedó mirando extrañamente a la muchacha, aunque fingió desinterés y apatía cuando ésta se le acercó.
-¿Cuál es tu nombre? –dijo ella, tenía acento español.-
-Lovino Vargas –dijo de un modo realmente tosco.-
-Yo soy Isabela Fernández Carriedo.
