-Bienvenido a la tierra de las cavilaciones, La Isla de las tradiciones. Cuando el velo se desmorona, todo comienza. Cuando cierres tus ojos…

Prólogo: INIS MONA

La noche era cerrada, y la luna no asomaba su bello rostro a su espejo del mar. Unas figuras acechaban en el bosque, un bosque olvidado de una ciudad maldita. Las ramas secas crujían al paso de las capas negras y los rostros tras las mascaras sonreían nerviosos, como si algo bueno fuera suceder.

Cada uno venia de una dirección, pero sabían cual era el punto de encuentro. En medio del bosque había una colina, y en lo alto de la colina era donde iban a realizar los oscuros y sacrílegos sortilegios que desatarían a las fuerzas del mal. Llegó cada uno por su propio pie al centro mismo del bosque, uno portaba una olla, otro un cuchillo ceremonial y el ultimo algo de leña. Lo dispusieron todo en el mismo orden que habían leído en el códice perdido, un libro del tiempo antes que el tiempo, un libro con un poder tal, que es capaz incluso de resucitar lo que esta marchito, y traer del mas allá aquello que ha sido perdido.

La madera fue puesta con los anillos de crecimiento apuntando a los ocho puntos cardinales, la olla fue dispuesta de tal forma que no rompiese la armonía de la madera y las piedras.

Unas manos jóvenes se apresuraron a llenar la olla con el líquido negruzco que parecía salir de un frasco que llevaba uno de los enmascarados. Luego, el segundo añadió unas hierbas que tenia en los bolsillos de debajo de su tunica. El tercero y ultimo, tomo el cuchillo ceremonial entre sus manos, hizo un corte a cada uno de los presentes en el dedo, y las gotas de sangre cayeron cual perlas carmesí al hirviente caldero.

-Oh, poderosas fuerzas del mal – comenzó a decir una de las figuras – hemos actuado a través de este imnominioso brebaje y aportado nuestro pequeño sacrificio. Así nos escuches.

-Oh, fuerzas del averno – dijo a continuación una voz más chillona – hemos declarado nuestras intenciones con el fuego del infierno que ruge en esta hoguera. Así nos escuches.

-Oh, sendas de la discordia – exclamó el último, con una voz que cambiaba con frecuencia de tono – hemos decidido traer a aquel que No debe ser nombrado a nuestro mundo de nuevo. Así nos escuches.

Tras esto levantaron las manos y uno de ellos se quitó la mascara, entonces dejó ver su rostro. Era un joven de apenas veinte años, poseía unos vivaces ojos marrones y un pelo oscuro como el tizón.

-Muy bien chicos, hemos acabado. La escena del aquelarre esta completa. Ahora sólo tenemos que ver si la cámara ha estado en buen ángulo y podremos irnos a casa.

El segundo también se despojó de su mascara y su túnica, una chica de aspecto cansado suspiraba aliviada y se sentaba en una roca.

-Menos mal, por que este paripé me ponía la carne de gallina, espero que no tengamos que repetir la escena de nuevo por que comienzan a dolerme los dedos.

El último no se quito la mascara, pero sin embargo replicó a la chica mientras comenzaba a extinguir las llamas de la hoguera.

-No te preocupes, Lisa. Solo tenemos que largarnos de aquí como si tuviéramos un rayo en el culo, según dicen antiguamente, aquí había un cementerio y en el se derramó la sangre de magos, pero eso no son mas que cuentos de viejas.

El chico que manipulaba la cámara, volvía feliz mientras el resto de sus compañeros recogían las cosas que habían utilizado en el rodaje de su película.

-Muy bien, tengo las tomas correctas, podemos largarnos de aquí. – al chico de repente le entro un escalofrío que le recorrió toda la columna vertebral – será mejor que nos vayamos si no queremos resfriarnos.

Tan pronto como habían recogido todo, se marcharon del lugar en un coche Mustang de último modelo… Fue entonces cuando una puerta se abrió desde las profundidades del infierno…