Capítulo beteado y editado por Noely Nuñez Gerez. Betas FFAD, groups/ betasffaddiction/


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Uno de ellos

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Siempre ha estado enamorada de un mismo hombre, solo que tiene dos personalidades diferentes… Pero hoy debe elegir, ¿con cual se quedará? Espero ser yo.


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Capítulo I

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Sonríe mientras prepara el desayuno, hoy es un día muy especial para ella, quiere consentirlo como nunca. Ya son diez años de matrimonio, diez preciosos años junto al hombre que le quita la respiración en cada ocasión que lo divisa en el lugar que sea. Siempre se han visto bien, todos sus cercanos lo dicen y otros empiezan a creerlo, solo que no saben lo que hay puertas adentro.

Fue de esas historias de amor que se ven en las películas, una chica y un chico se encuentran en el parque, chocan por casualidad cuando ella va concentrada en su libro favorito que lleva leyendo por quinta vez desde que compró un nuevo ejemplar luego de perder el primero, mientras él va admirado el paisaje intentando encontrar inspiración para su nueva creación. Una disculpa, cruzar sus miradas y quedar prendidamente enamorados. Lo recuerdo a la perfección.

Él buscaba una nueva idea, necesitaba de aire fresco para ordenar las que llevaba en mente luego de darse cuenta que encerrado entre cuatro paredes no daría resultado. Dice que su mente estuvo oscura hasta el momento en que ella tropezó con él. ¡Qué gran casualidad, era su libro el que leía!

Ambos se quedaron con la boca abierta sin saber qué decir, ella con ganas de elogiar cada una de las palabras de ese libro como él de explicarle que acababa de encontrar a su musa inspiradora.

Desde ese día no dejaron de verse, por lo menos dos veces a la semana, ambos tenían mucho trabajo, aún así siempre buscaban ese pequeño momento para disfrutar de su compañía. De esa forma se enamoraron y no mucho después se comprometieron. Fue algo rápido, lo sé, pero así es el amor, más cuando debes hacer sacrificios como ese, algo que está fuera de tus manos, solo pensando en la felicidad de esa persona a la que amas profundamente.

¿Confundidos? Sí, lo entiendo, yo estoy igual, es difícil explicar algo de lo que ni siquiera yo estoy seguro cómo fue. Para ello deberíamos devolvernos diez años atrás y entender la historia desde un comienzo, sin embargo, no sé si estoy preparado para aquello, esos recuerdos me duelen en el alma y aun cuando creo que al escribirlos podré sanar, me cuesta. Solo se me viene a la mente ese día fatídico cuando todo cambió, cuando ella por fin supo quién era yo y cómo fueron las cosas realmente.

Sus ojos se oscurecieron, su ceño fruncido demostraba que no entendía lo que decía y a la vez furia al verse engañada todo ese tiempo. No obstante, todas esas emociones pasaron, se acercó, me besó y nos perdimos entre las sábanas de la cama. Al día siguiente me despertó pidiéndome que saliera de casa y no volviera a llamar. No entendí nada al igual que ustedes, imagino.

Lo extraño fueron los días siguientes, aparecía en mi departamento sin decir nada, me tomaba por sorpresa besándome, quitándome la ropa para terminar disfrutando del éxtasis que siempre compartimos. Uno de esos días por fin habló confesando que finalmente volvía a sentir lo mismo que ese día en el parque, ese cosquilleo en el vientre, la necesidad de estar día y noche conmigo.

Ahora solo me rio mientras escribo estas palabras, ¡cuántos problemas nos hubiésemos ahorrado si las cosas quedaran como aquella tarde! Si bien ya no hay como vuelta atrás.

Creo que me he desviado del tema, lo siento, es difícil escribir algo autobiográfico. Como escritor jamás he escrito sobre mí, siempre son personajes desconocidos, ficticios, pero esta vez quiero intentarlo. ¿Me dan la oportunidad?

¿En qué quedamos? Sí, está preparando el desayuno para su marido, décimo aniversario de matrimonio, tres hijos perfectos y un amor eterno. Nada mejor. Cuántas mentiras dentro de esas dos líneas.

Él también quiere sorprenderla, se ha hecho el dormido mientras ella sigilosa salía de la cama para poder organizar su plan, él me ha llamado la noche anterior para organizarlo, pedirme ayuda en algunos detalles y yo como siempre le doy mi apoyo.

Le quiere pedir matrimonio nuevamente, no sé para qué si ya están casados, una segunda más sería absurda, más cuando hay tantas mentiras entre ellos. ¿Qué quiere aparentar? ¿Felicidad? ¿Perfección? Pues yo sé que no lo es, ambos son unos mentirosos que se ciegan solo para no sufrir una caída tan grande que no solo los destruiría a ellos, sino que a su alrededor: hijos, padres, hermanos, amigos… a mí.

¿A mí? No, creo que no, tal vez por fin sería libre de todo esto y no tendría que estar escribiendo estas palabras, tal vez las cosas serían más fáciles o por último seguiría viviendo entre aquellas cuatro paredes como hace ya nueve años. No, definitivamente a mi no me afectaría, o no tanto como a ellos.

Él me contó que el desayuno estuvo perfecto, como siempre su mujer se lucía en la cocina preparando platillos de los dioses. Aprovechó en ese mismo momento para colocarse de rodillas y pedirle que renovaran sus votos, me contó que ella soltó lágrimas de alegría mientras asentía efusivamente para aceptar, abrazándolo mientras giraban en la cocina. Muy de película, ¿no creen?

Hoy se celebra en casa de los Cullen, en honor a la década juntos, una cena con toda la familia y amigos cercanos, todos estamos invitados y es de etiqueta. Siento que es demasiada atención en algo tan íntimo para ellos, pero qué se le va a hacer, nada en estos diez años ha sido con ese estilo, siempre se ha necesitado de fiestas para que todos se enteren de lo felices y perfectos que son, cuando ella lo único que quiere es vivir un momento romántico de ellos solos o con sus hijos. Exactamente lo que yo le doy. Qué ironía de la vida.

Bien, he preparado mi mejor traje, está colgado tras la puerta de mi dormitorio, planchado, huele a mi mejor perfume, el favorito de ella. Solo lo hago para divertirme, sé cómo reaccionará y eso puede que ocasione uno que otro problema o una escabullida hacia mi antiguo dormitorio de adolecente donde lo pasaremos mejor que en la fiesta.

A veces me pregunto cómo serían las cosas…

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Me giro, la puerta se abre. Suspiro mientras cierro la pantalla de mi portátil, no es necesario que lea lo que escribo, me giro en la silla para contemplarla detenidamente. Entra como si fuera su hogar, deja el bolso y la chaqueta sobre la mesa, ordena su cabello y por fin me mira. Una sonrisa tan verdadera como esa del primer momento, sin más la recibo en mi regazo. Me besa.

—No se qué pasó por mi cabeza cuando te di esas llaves —digo mientras dejo un mechón de su cabello tras la oreja.

—¿Redimirte? —Suspiro.

—Tal vez.

Como siempre, rompe el momento, miro el portátil descartando la idea de volver a escribir, menos si ella está ahí, no es necesario llamar a su curiosidad y luego las cosas se compliquen sin razón. Intento ponerme de pie pero se sienta a horcajadas sobre mí pasando las manos por mi cuello hasta jugar con mi cabello. No la toco, mis brazos descansan en los reposeros de la silla.

—Feliz aniversario —dice. Rio entre dientes.

—Perdóname, a quien debes decirle esas palabras es a tu marido, ¿no crees?

—¿Es que olvidas qué día es hoy?

—¿El día en que te casaste? —respondo con una pregunta, ella bufa.

—El día en que supe toda la verdad y desde ese momento hemos estado juntos.

Sin poder contenerme más la tomo de las caderas mirándola fijamente, ella también lo hace siguiendo con sus caricias que me matan. Cierro los ojos un instante para disfrutar e intentar calmarme y poder hablar con coherencia.

—¿Por qué yo?

—Ay, no comiences, ya hemos hablado de esto. —Se levanta caminando hacia la cocina americana, yo también lo hago.

—Y jamás recibo una respuesta. Empiezo a creer que se trata del parecido.

Vuelve sus ojos hacia mi negando con la cabeza y una ceja alzada, sé que quiere decirme, pero se queda en silencio. Paso la mano por mi cabello buscando controlarme y no hablar más de la cuenta.

—¿Parecidos? ¡Son iguales!

—Por lo mismo, creo que solo estás confundida y encaprichada. Solo ves lo que está afuera y no el interior —Se ríe de mí.

—Deja esas frases para tus libros, adoro cuando escribes eso… A propósito, ¿cuando tendré el privilegio de leer algo nuevo?

—No he empezado nada nuevo aún —digo dando la vuelta hacia el sofá y dejándome caer con el brazo sobre mis ojos.

Inmediatamente siento el peso de ella encima y sus labios acariciando mi cuello, la mandíbula hasta llegar a mis labios. Caigo como siempre en sus redes, la muevo con rapidez hasta que queda recostada en el sofá mientras me apodero de sus labios.

Soy débil ante ésta mujer, siempre lo he sido, desde el primer momento en que la vi. Y ahora ella juega conmigo como quiere, aprovechándose de las circunstancias. Lo ha hecho muy bien, nueve años sin ser descubierta y yo el tonto que no ha abierto la boca para contar la verdad, porque sé que si lo hago puedo dañar a más de una persona… Y una de ellas no necesita de esas emociones fuertes.

Es obvio que terminamos desnudos haciendo el amor como dos adolecentes, nos deseamos con locura a pesar de tantos años juntos, ambos sentimos como si solo fuera ayer que aceptamos lo nuestro.

Adoro verla llegar al clímax, su cuerpo arqueado, su boca abierta y los sonidos que salen de ella, hasta ese exquisito te amo que tanto anhelo escuchar en cada encuentro.

Mientras descansamos acaricio su espalda desnuda pensando en lo que viene, no es fácil aparentar quien no soy, eso lo dejo para mis escritos, que últimamente he vivido como una de mis novelas y por ella he decidido plasmarla finalmente. Eso sí, no creo que algún día la publique, solo era un método de desahogo en vez de hablar con un psicólogo frente a mí. Creo que dará resultado.

El momento en que se levanta significa que la burbuja se rompió, ella debe volver a su rutina, prepararse para esa gran fiesta olvidarnos de que esto en algún momento existió. Es una simple rutina con la que he vivido estos últimos años, no sé si me encanta, si bien he aprendido a sobrellevarla.

La observo vestirse y amarrarse el cabello, se gira hacia mí regalándose esa sonrisa que acelera mi corazón y logra que también sonría. Se acerca rozando nuestros labios.

—Imagino que Edward estará ansioso esperando uno de tus escritos —Bufo negando y mirándola con odio.

—Ya lo hablamos, dentro de esta casa se usan los nombres verdaderos.

Odio que haga eso, eso sí, odio más cuando se acerca con una sonrisa enamorada, me besa y vuelve a lo que sea que esté haciendo. Solo me desarma para que yo no me enoje por sus comentarios.

—Decirle a él por su nombre o a ti por el tuyo me confunde, pienso que son la misma persona.

—Y yo que creía que así era —Vuelvo a recibir una de sus miradas de disgusto.

—Me pides que los diferencie y a la vez me pides que me confunda solo por llamarlos con sus verdaderos nombres…

—Solo te pido que dentro de esta casa me llames por mi nombre y a él por el suyo —interrumpo. Ella suspira.

—Está bien, Edward. Aunque un nombre no cambia nada.

—Para mí sí, es lo único que me diferencia de mi hermano, ¿no lo crees? Hasta eso he perdido estos años.

—¿Iras a la fiesta, cierto?

La conozco mejor que cualquiera, cambia el tema de conversación cuando se siente en apuros, sabe de lo que hablo y no le conviene seguir por ese camino. Finalmente me rindo, no es necesario discutir esa tarde, menos cuando tendremos que enfrentarnos ante tantas personas esa noche.

Asiento sin decir nada mientras busco mis pantalones en el suelo, ya no me apetece andar desnudo ni siquiera por mi propio departamento. Camino hacia la puerta esperando a que tome sus cosas, nos despedimos con un beso y nada más, ni una palabra, ni un gesto. Como siempre.

Tomo una bocanada de aire, paso las dos manos por mi cabello desordenado. Miro hacia el segundo piso donde esta mi cuarto, ahí me espera ese traje que me hará parecer a esa persona que todos creen mientras que yo estaré ahí aparentando. ¡Qué confusión!

Me reúso a ello. Vuelvo a mi escritorio, abro el portátil y sin importar que la parte que escribía quede inconclusa, escribo un nuevo párrafo.

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Hay cosas en la vida que son complicadas de explicar y entender, una de ellas es mi vida. Quien quiera entenderla tendrá que seguir leyendo y comprender mi forma de escribir.

Esta vez no será fácil, no habrá personajes que se mueven solos por cada hoja de este libro. No, en esta ocasión se moverán en la vida real y serán plasmados en el papel.

Me llamo Edward Cullen, o al menos hasta hace diez años lo era; ahora soy Ethan Cullen un escritor frustrado que vive de sus padres mientras que mi verdadero yo lo ha llevado mi hermano gemelo, el verdadero Ethan.

No solo se llevó mi vida, mi profesión, el amor de mis padres, sino que se llevó al amor de mi vida, se llevó a Isabella, solo por darle una posibilidad de ser feliz mientras que yo me hundo en la miseria viéndolos felices aparentando ser la familia perfecta dentro de los Cullen.

¿Cómo vivir con ello?

Ni yo lo sé.

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¡HOLA!

Se preguntarán que hago aquí y no actualizando Basta de Secretos. ¡Muy buena pregunta!

Este fic ha rondado por mi mente durante meses lo que me prohibía concentrarme al 100% en BdS, así que hablé con mis cercanos, con mi espectacular y maravilloso equipo (Gaby y Noe) para darle rienda suelta a este pequeño capítulo y seguir trabajando en ambos.

Solo serán tres capítulos y cortitos, es un pequeño juego y me gustaría tener su opinión.

Gracias a todos los que se pasan a leer, nos vemos en la próxima actualización de mi otro fic, un beso.

Camilla