I
Asesinas de Ojos Plateados
Los Cullen y los licántropos estaban discutiendo en la frontera. En las últimas semanas varias personas habían desaparecido del pueblo sin dejar rastro, hasta que el sheriff Swan había descubierto los cadáveres a la orilla del río. Todos estaban con el estómago abierto y les faltaban las entrañas. La versión oficial decía que fue la obra de un asesino en serie, pero era obvio que se trataba de una criatura sobrenatural. Tanto vampiros como licántropos habían tratado de rastrear el olor de la criatura, pero no encontraban pistas por ninguna parte. Además no olía como vampiro, o como cualquier otra criatura que conocieran. Era bastante extraño y alarmante.
—Lo único que podemos hacer en estos momentos, es recopilar información rezando por encontrar una pista —dijo Carlisle muy serio.
—Apoyo a Carlisle. Si no sabemos con exactitud a qué nos estamos enfrentando, no podremos vencerlo ni en sueños.
Los lobos asintieron. No les gustaba hacerles caso a los vampiros, pero en esos momentos Carlisle era la voz de la razón.
Lejos de ahí, en un pequeño motel a medio camino a Forks, cuatro camionetas se estacionaron y salieron sus ocupantes, varias rubias y una castaña, que utilizaban gafas oscuras. Eran chicas muy bellas, con una piel como de porcelana y hermosos cabellos rubios que parecían emitir un brillo plateado. El gerente se había dormido con el periódico sobre la cara, por lo que tuvieron que sacudirlo.
—Disculpe… disculpe…
—Ehmmm… Oh! Perdón! ¿En qué puedo servirles, señoritas?
—Quisiéramos unas… unas ocho habitaciones por favor.
—Eh… por supuesto señorita. Tenemos disponibles más que suficientes. ¿A nombre de quién hago el registro?
—A nombre de Miria. Miria Silvershine.
—Por supuesto, tengan sus llaves.
Las chicas tomaron las llaves y le dieron las gracias al hombre; luego fueron a sus habitaciones. Clare, Dietrich, Galatea y Anastasia tenían sus propias habitaciones; las demás se fueron en grupos de dos. Miria y Tabitha compartían un cuarto, Helen y Deneve otro, Yuma y Cynthia otro y por último Miata y Clarice.
—Mamá, ¿dónde vamos a dormir?
—En la habitación número 14 Miata, ven. Es por aquí.
La jovencita de quince años siguió a la mujer de cabello castaño con un gesto entre ausente y somnoliento.
Una vez cada una se había acomodado en sus cuartos, se reunieron en la habitación de Miria.
—Muy bien, ya todas conocen la situación: esa cosa sigue suelta y no podemos permitir que siga avanzando.
—¿Y qué hay del otro problema? Siento la presencia de un clan de vampiros bastante grande… son… nueve…
—Eso lo dejamos para después.
Las chicas asintieron y se fueron a sus dormitorios dejando a Miria y a Tabitha solas. La Fantasmagórica Miria trataba de pensar mientras Tabitha le besaba el oído seductoramente. Estaba estresada, pero al final decidió dejarse llevar… ya tendrían suficiente tiempo de pensar en estrategias al día siguiente.
A la mañana siguiente, los Cullen debían ir al supermercado. Antes compraban comida sólo para disimular, pero la constante presencia de los lobos en la casa hacía que la comida fuera algo en verdad necesario. Alice trataba de ver el futuro de aquella extraña criatura a petición de Edward, pero era algo imposible. Sus poderes sólo funcionaban con vampiros o seres humanos. Aún así, ella también quería probar suerte. Estaba tan concentrada, que no se fijó cuando se chocó con una muchacha rubia con el cabello cortado justo a la altura de la barbilla.
—Oh! Lo lamento tanto! Naturalmente no me pasa esto.
—No pasa nada —respondió la joven .
—Ah! Ten, por suerte no le pasó nada a tus gafas —dijo Alice pasándoselas.
La mujer las tomó y se levantó dirigiéndole a Alice una sonrisa despreocupada mientras la ayudaba a levantarse. La vampira también sonrió.
—Soy Alice.
—Soy Clare, un placer —dijo la joven estrechándole la mano.
Alice seguía sonriente, pero su sonrisa se congeló una fracción de segundo cuando vio a la mujer a los ojos. Unos extraños y fríos ojos plateados. Clare notó la extraña actitud de la joven al verla, por lo que se colocó las gafas de inmediato.
—Bueno; yo me voy por aquí…
Clare tomó sus bolsas de compra y se dirigió a su camioneta apretando el paso.
—¿Cuál es la prisa? —preguntó Edward de repente apareciendo por atrás de Clare.
—Sí… sólo tenemos algunas —dijo Emmett apareciendo a la izquierda de Clare.
—Veo que estoy rodeada —dijo la rubia tranquilamente mientras abría el maletero de su camioneta y acomodaba las bolsas de compra ignorando a las extrañados vampiros. Finalmente sacó una enorme espada, demasiado grande para un humano, pero a ella no parecía molestarle el peso.
—No tengo tanto tiempo para estarlo perdiendo, por lo que lo haré rápido —dijo lanzándose contra Edward.
El vampiro estaba sorprendido, estaba claro que esta mujer era una criatura sobrenatural debido a su fuerza y agilidad (al punto que hasta él tenía bastante dificultad para eludir sus movimientos). Emmett quiso ayudar a su hermano interponiéndose entre él y la espada de la rubia con la esperanza de romper la espada, pero sólo logró ser herido de gravedad. La espada de Clare seguía intacta. Edward realmente la pasaba mal. Por alguna razón, tampoco podía leer la mente de la chica haciendo más difícil la pelea. Finalmente, Alice saltó contra la chica arrancándole el brazo con el que sostenía la espada. Clare comenzó a sangrar, pero su sangre sólo hizo que los vampiros sintieran náuseas. Era un olor tan extrañamente repulsivo, que los Cullen sentían ganas de vomitar, aunque no pudieran. Era una horrible sensación. Clare decidió aprovechar el momento de paz para tomar su brazo y ponérselo de vuelta.
Cuando el horrible olor de la sangre de Clare ya no estaba, los vampiros se prepararon para un contraataque, pero esta vez Clare estaba decidida a luchar con todo lo que tenía. Ante los horrorizados Cullen, sus ojos pasaron de plateado a dorado mientras su fuerza y agilidad aumentaban. Los tres hermanos trataban de defenderse, pero la espada de Clare era tan rápida que no podían hacer nada por parar sus movimientos. Finalmente los tres cayeron, pues ya no tenían fuerzas para mantenerse en pie.
—Es mejor que no se interpongan en nuestro camino. Ustedes los vampiros nos son más que otro estúpido experimento de La Organización, lo único que queda de los Antiguos Días. Tampoco les recomiendo que vayan tras el Ser Despertado. Si no pueden contra una Guerrera Claymore, mucho menos contra uno de ellos.
Finalmente la joven subió a su camioneta y se alejó.
"Suerte que no había un humano cerca" pensó Edward dolorido.
Ey! Aquí Mr.E con una idea nueva. Soy un Otaku incorregible, pero me gusta Twillight, por lo que pensé hacer que se cruzara con mi manga preferido. Se me ocurrió esto porque creo que los vampiros de Ms. Meyer tienen capacidades muy parecidas a las guerreras Claymore de Yagi-sensei, así que...
Igual no sufran, no le haré nada a los Cullen y espero que a más de alguno le haya entrado curiosidad por ver Claymore. Bueno, Read & Review! Se aceptan críticas negativas!
