Hola mundo, lo sé, lo sé, me perdí bastante tiempo en este lugar y realmente lo siento, pasaron muchas cosas en estos años, pero aquí estoy con un nuevo fic, algo corto y reflexivo jeje… espero que les guste, ya saben que cuando uno menos se lo espera la inspiración aparece ;3

Por cierto los personajes son tanto Arnold como Helga ya son adultos, de 25 años más o menos.

Disclaimer: Ninguno de los personajes de Hey Arnold son míos, solo la trama de esta historia.

Retazos.

Fue en una tarde como hoy cuando ella llego a mi vida, toco con desesperación la puerta de aquel cuarto a cual nunca más quise volver, con una historia y un frio en su corazón que fue matando mis esperanzas. Aquella tarde de otoño donde las hojas iban cayendo por mi ventana y la brisa revoloteaba sus largos cabellos.

En ese tiempo yo era aún indiferente a su esencia de mujer. Trate de consolarla, viéndola tan frágil ante la ventisca como una flor a quien los pétalos del viento lleva sus hojas ante el inminente final.

Quise protegerla.

Ese fue mi más grande error, tal vez el tratar de salvarla de ella misma me fue conquistando el corazón introduciéndose de apoco, quedándome hechizado de su sonrisa tranquila una que nunca podía llegar a sus ojos aun cegados por el odio contra su familia, sus padres y hermana.

Me fui enamorando.

De aquella niña de moño rosa que conquisto mi corazón, la fui deseando de manera absurda haciendo que me perdiera en mis fantasías de la cama, mientras trataba de complacerla en todo lo que ella me pedía. Siempre supe que ella nunca seria mía en la forma que deseaba, acaso ese era nuestro destino, errar siempre en aquel mundo de contradicciones.

Se fue mi vida en ella.

Fue tan simple, un día soleado donde ella se levantó de buen humor saludando a todo el mundo, un cambio radical en ella, fue preparando el desayuno; huevos, tostadas y jugo de naranja nos reímos juntos de todo lo que habíamos pasado en la escuela primaria, recordando la vida que alguna vez hemos compartido, recordamos nuestra infancia, me confeso un secreto que me mantuvo todo el día distraído del trabajo.

Lavo los platos, recogió y limpio la enorme casa de huéspedes, puso la comida lista para servirse en el refrigerador, recogió sus cosas, tuvo un momento para descansar donde reflexiono su siguiente paso, se dirigió hacia la puerta y le dio la vuelta a la cerradura.

Al fin podía descansar…

Una nota reposaba en el escritorio con una promesa escrita en ella que me dio esperanzas de seguir esperándola como siempre lo hice.