Prologo
Después de un par de meses y algunos centenares de explicaciones a sus amigas y familiares, Elena había vuelto a su vida normal. Pero con algo más… con Damon. Después de que Stefan y ella se hicieran a la idea de que él había muerto, por milagro, había vuelto. Y ahora ya, recuperado, convivían el día a día juntos, aun que no llevaran mucho tiempo, en la casa de Damon situada al centro de Los Ángeles. Para Elena era una ventaja, pues caía cerca de su clínica de masajes.
- Me voy… - le dio un ligero beso en los labios a Damon. Él le dedicó una sonrisa – ten cuidado.
- Eso te lo tendría que decir yo a ti. – Una mirada fue suficiente para que el cuerpo de Elena reaccionara – debería estar prohibido que una mujer como tu se paseara con tacones altos por la calle.
Elena dejó escapar una risita floja y cerró la puerta, prometiendo a Damon que por la noche seguirían discutiendo eso. Como ellos dos lo solían hacer… entre las sabanas.
- Buenos días Anna. – saludo Elena a su secretaria.
- Buenos días Elena. – La morocha le devolvió una tierna sonrisa, mientras seguía arreglando unos papeles. – Tienes hora, hay una nueva clienta.
- ¿Sí? – Anna asintió - ¿Cómo se llama?
- Katerina
- ¿A qué hora? – dijo Elena entrando a los vestuarios y cambiándose la ropa de calle por la bata de la clínica.
- Ahora. – Anna se giró hacia Elena. – es esta chica.
Elena se giró. No creía lo que sus ojos estaban viendo. La nueva clienta era jodidamente parecida a Katherine. Elena se frotó los ojos. Céntrate, Elena, céntrate… es imposible. Sonrió. Damon dijo que Katherine está muerta.
