Regina despertó, divisando los dos cuerpos a su lado y recordando viejos tiempos con una sonrisa. No estaba en su casa, lo cual hacía todo más fácil. Dejó un beso tanto en la mejilla de Emma como en la de Ruby y vistió nuevamente antes de salir del apartamento de la morena.
Con suerte, ninguna recordaría que pasaron una noche un tanto perversa con la siempre tensa alcaldesa. Rió entre dientes mientras entraba en su Mercedes. Ni se imaginaban que tan mojigata era en realidad. Se aplicó el labial rojo y luego suspiró. Si solo supieran. Pero no sucedería jamás.
