Los personajes relacionados con Glee no son de mi invención, le pertenecen a Ryan Murphy. La historia es basada en la serie durante la temporada 4. The Warblers son mis personajes favoritos y el fic está basado en una historia de role play, espero les guste. Trataré de actualizar relativamente seguido y atender sus consejos y sugerencias. Eddie.

Capítulo I

Lunes.

La cabeza aún me dolía por la resaca del día anterior, no soy precisamente un alcohólico o un chico que siempre va a fiestas; al contrario, he recibido gracias a mi madre y los buenos colegios a lo que he asistido, una buena educación y no ser criado como un vago.

No me había sentido muy bien con mis actos en la última semana, el hecho de que no beba tampoco quiere decir que sea un ángel; a pesar de ser algo tradicional, perfeccionista y seguidor de las normas, hay algo en lo que yo mismo deseo imponer mis propias reglas. Nunca he creído en el amor, la vida siempre me ha demostrado que eso es sólo mitos para usar a las personas, una especie de estado de inconciencia donde al despertar te das cuenta de la dolorosa realidad. Lo vi con mi padre, quien nos abandonó a mi mamá y a mí en cuanto se enteró que estaba embarazada luego de dos años de noviazgo, puedo ver aún su corazón roto en ocasiones al contemplarme, según mi abuelo me parezco demasiado a ese cobarde, incluso pareciera que él me odiara por ello, ya que nunca aprueba lo que hago.

Por ello prefería divertirme con algunos amigos, no me di cuenta en qué momento me hice gay, sólo sé que el estar en la Academia Dalton para varones me ayudó a confirmarlo. Siempre me ha gustado ser sincero, por lo que dejaba en claro que no quería una relación seria y así conseguí a mis amigos con beneficios. Todo iba de maravilla hasta que una 'epidemia de amor' comenzó a propagarse por el colegio y sus alrededores, poco a poco los chicos con quienes salía fueron declarando sus sentimientos hacia mí, por un momento llegué a pensar que se trataba de un complot, pero incluso aquellos que conocía por fuera de la escuela padecían el mal de querer arruinar la amistad llevándola a un nivel más alto. Nunca me sentí más confundido en la vida, deseaba a todos, debía escoger a uno, pero no sabía a quién quería en realidad. El tope de la situación llegó cuando me di cuenta que estaba convirtiéndome en aquel ser que jugaba con los sentimientos de los demás, así que en un intento desesperado, me alejé de Westerville para despejar la mente y aclarar mis pensamientos con un pack de botellas de vodka... Finalmente logré decidir para todo ese juego por un tiempo y quizá esperar a la persona indicada para darme una oportunidad con el amor. Por ahora no me enorgullecía haber usado ese método.

"...Estas castigado, no saldrás en toda la semana…" Esas eran las palabras de mi madre, entre todo un sermón, al verme regresar ayer ebrio a la casa, pero lo que siguió hizo eco en mi mente:

"¿Seguirás los pasos de papá?"

Si bien yo no soy un alcohólico, mi abuelo sí lo es, además de machista, homofóbico, racista... Podría seguir enumerando todos sus defectos hasta el final del libro, odio tener que aceptar sus críticas a pesar de todo, ya que es quien paga mi colegiatura y seguramente pagará mi universidad; pero en esos precisos momentos de la mañana lo que más odiaba era el malestar que sentía…

-Thad ¿Te sientes bien?- Mi amigo Nick me sacó de mis pensamientos, la voz de la maestra de literatura era como un ruido de fondo para mí, lo miré de reojo para encontrarme con su rostro lleno de preocupación desde el puesto contiguo. Era increíble que siguiera siendo mi mejor amigo luego de que a él también le partiera el corazón hacia un mes antes, pero había sido lo mejor para él, sólo estaba confundido.

-No...- Me quejé con un hilo de voz mirando de nuevo al frente, sentía los ojos pesados y un incesante 'boom' en la frente.

-¿Qué tienes?- La voz de hizo algo urgente elevándola un tono.

-Resaca...- Murmuré dejando caer mi cabeza sobre el escritorio ocultándola en mis brazos, pude escuchar cómo mi amigo reprimía una risa.

-Ahora comprendo por qué no contestaste ninguna de mis llamadas, ni mis mensajes ayer.-

No respondí nada, no tenía justificación alguna, había querido estar solo.

-Disculpe Mrs. Groove ¿Puedo llevar a Thad a la enfermería? Se siente muy mal y está completamente indispuesto para atender a su clase.-

¿Qué estaba haciendo? Tuve deseos de levantarme e interrumpirlo para callarlo, no me gustaba sentirme dependiente y más que él cuidara de mí, no lo merecía, pero esta vez lo agradecí en el alma; escuché los tacones de la miss al acercarse y, aunque no los veía, sabía que mis compañeros posaban sus miradas en mí.

-¿En verdad se siente mal Sr. Harwood?-

Asentí a su pregunta con la cabeza aún entre mis brazos en un intento de hacer mayor dramatismo a la situación, necesitaba aire fresco.

-Sr. Duval, puede acompañar a su amigo a la enfermería, pero regresa de inmediato al salón.-

Escuché como Nick salto de su puesto, lo conocía lo suficiente como para saber que debía tener una amplia sonrisa al salirse con la suya.

-Sí señorita... Vamos Thad.-

Me levanté pesadamente y mi amigo me tomó de un brazo y de la cintura como si no pudiese caminar por mi propia cuenta, me dejé llevar fuera del aula en silencia con la mirada en el piso.

-Ya déjame, puedo caminar, no estoy lisiado.- Me separé de él en cuanto estuvimos en el pasillo, y era verdad Nick exageraba a veces conmigo.

-Pero cara de zombie sí tienes.-

-Ja, ja, que gracioso Nick.- Suelo ser duro con él en ocasiones, pero es sólo para que no me quiera más de lo que ya lo hace, él es de esos chicos soñadores, que te llena con demostraciones de afecto, del tipo que se ilusiona fácilmente, incluso ya encontró novio hace unos días, cosa que me agradó mucho, siempre estuvo enamorado de Jeff; también lo quiero, es un buen amigo y me preocupo por él como si fuera parte de mi familia.

-¿Me vas a contar donde estuviste ayer y por qué estuviste bebiendo?-

-Estuve a las afueras de la ciudad, y creo que te dije por qué.-

-Pero quería estar contigo, eres mi mejor amigo y me tenías preocupado, no me gustaba verte así, me gustas más cuando sonríes... sabes que si quieres hablar y desahogarte, puedes decirme lo que sea, no me sentiré mal.-

-Ya te dije que quería estar solo.- Comenté luego de un suspiro elevando un poco el tono de la voz.- ¿Por qué no regresas al salón mejor? Conozco el camino hacia la enfermería.-

-La maestra Groove me pidió que te acompañara y eso haré- Ahí estaba de nuevo su sonrisa victoriosa, giré los ojos y avancé por los lujosos corredores de la Academia.

La enfermería, como todas las aulas de la academia, se parece más a la sala de una mansión del renacimiento con toques contemporáneos; como cualquier espacio dedicado a la salud, tiene ese característico olor a esterilizante en el ambiente. Me pregunté si era un requisito ser bello para trabajar en este lugar, la enfermera era de esas chicas con las que muchos hombres fantasea, usaba un uniforme blanco con una bata del mismo color, similar a la que usamos los estudiantes en los laboratorios, con el escudo de Dalton a la altura del pecho izquierdo, su cabello castaño en ondas estaba recogido en una cola de caballo que recaía por encima de su hombro, sus ojos marrones se posaron en nosotros al vernos entrar y de inmediato se levantó de su escritorio para atendernos.

-Disculpe, buenos días…- Toqué un par de veces la puerta abierta antes de entrar.

-Buen día caballeros ¿En qué puedo ayudarlos?- La chica, que no podía tener más de 24 años, cerró la puerta tras de nosotros, Nick se quedó al lado de ésta recostado sobre la pared con las manos en los bolsillos. Por mi parte, me senté sobre la camilla de cuero cubierta por una impecable sábana blanca.

-Thad no se siente bien, la miss Groove pidió que lo trajera.-

-¿Qué tienes cariño?- Inquirió la señorita acercándose con un termómetro que sacaba del botiquín, un stand de vidrio que se localizaba a un extremo de la habitación con diferentes utensilios de primeros auxilios y algunos medicamentos.

-Siento mucho dolor de cabeza y un poco de nauseas...-

-Es que estuvo bebiendo ayer.- Fulminé a Nick con la mirada, no era necesario que dijera eso, al darse cuenta de su error desvió la mirada de forma inocente.

-Gracias por traerlo, ya puedes regresar a tu clase.-

Dijo la chica de forma amable, pero creí notar cierto sarcasmo en su tono de voz. Reprimí una risa al ver cómo la enfermera le pedía que se fuera, se lo merecía por entrometido. Sin poder objetar algo salió despidiéndose y deseando que me recuperara. La mujer volvió a mí para chequear mi estado de salud.

-Vaya tienes un poco de fiebre…- ¿Fiebre? Yo no me sentía con temperatura alta, sólo cansado.-…Toma esta pastilla y descansa unos minutos, trata de dormir, te sentirás mejor cuando despiertes.- Indicó a la vez que me entregaba una píldora que había buscado del botiquín con un vaso de agua del dispensador. Agradecí tomando el medicamento y me acosté sobre la camilla boca arriba, la joven regresó a su escritorio y comenzó a preguntarme algunos datos para llenar en el registro. Me giré de lado para verle mientras ella terminaba su trabajo, era muy hermosa, o tal vez en verdad tenía fiebre, pronto mis ojos se cerraron sin darme cuenta.

Lo siguiente que sentí fue el timbre indicando la hora del receso, froté mis ojos con las yemas de los dedos bostezando, había sido un sueño renovador, incluso había olvidado donde estaba, al abrir los ojos miré que la enfermera había desaparecido al igual que mi malestar. "Es un ángel" pensé encantado aún por la mujer, me senté y entonces vi mi morral sobre una de las sillas de cuero café al lado de la camilla, lo había olvidado por completo, seguramente Nick lo había traído, me sentí algo mal por ello, él siempre se preocupaba por mí y yo le correspondía fríamente. Me levanté, acomodé mi uniforme, tomé mi bolso y salí de la enfermería, no sin antes dejarle una nota con un 'Gracias!' a la chica y una carita feliz.

Al caminar por los pasillos me di cuenta que algo no iba bien, los estudiantes parecían apurados, vi mi reloj y comprendí la razón, la campanilla era para indicar el final del receso y ahora todos regresaban a las clases, repasé mi horario mentalmente para recordar qué clase debía tener, Italiano. Me quejé para mis adentros, de haberlo sabido hubiera seguido durmiendo, o al menos quedarme a esperar la enfermera, eso era mejor que ir a clase de italiano. No me va bien con las asignaturas de idiomas. Pensé en regresarme a la enfermería, y usar la excusa de la incapacidad para faltar…

Una suave palmada en mi hombro me distrajo de mi maquinación. -Hey! Que tal la enfermera, sexy no crees Harwood?- Rayos, allí iba David llevándose consigo mi plan de saltarme la clase, traté de sonreírle caminando pausadamente hacia el salón. Me senté en mi lugar habitual, al extremo oeste junto a las ventanas, en ocasiones, cuando estaba aburrido miraba hacia afuera a los de 3er grado que tenían deporte a la misma hora y a veces salían al campo de rugby, como aquella mañana; mi desinterés por esa clase se dio gracias a que la profesora era una señora demasiado tradicional y tediosa, además era una de las pocas personas que le molestaba el coro. "Por favor, estar en Dalton y odiar a The Warblers debería ser contra las reglas, debería ser motivo de expulsión." Entonces recordé que la mujer se había ido de la academia la semana pasada, lo que significaba que hoy tendríamos un nuevo tutor, no tuve mucho tiempo de divagar en cómo sería ya que la respuesta llegó en esos momentos.

Tenía el mentón apoyado en la palma de mi mano y a su vez el codo sobre mi escritorio cuando, una voz varonil con un seductor 'Buongiorno' irrumpió en el salón llamando mi atención, mi rostro se giró despacio para verle a la vez que me erguía en la silla. En esos momentos dudé de mi estado de salud, quizá seguía con fiebre y alucinaba, además por el hecho de que sentí mis mejillas algo tibias. El hombre no podía ser mayor de 26 años y podría llegar medir 1.80mts, y aunque a travesó con paso firme el pasillo del aula hacia su escritorio pude contemplar cada detalle de su cuerpo. Llevaba un pantalón sin prenses de tela, azul oscuro, un poco ajustado a la altura de los muslos sobresaliendo un muy sutil relieve en su entrepierna, de un color ocre era el broche de su cinturón negro que ajustaba la camisa azul claro, con las mangas dobladas hasta el codo, igualmente ceñida a su esbelto torso, cubierta parcialmente por un chaleco de tela gris, el cual resaltaba su figura. Dejó los libros que traía en la mano sobre la mesa para tomar un marcador y escribir su nombre en el tablero: Adam Wood. El único accesorio que llevaba era un reloj clásico de plata con correa negra en la muñeca izquierda, ningún anillo, soltero seguramente; tenía el cabello corto, color castaño claro, la piel blanca, sus labios eran rosados, carnosos; Dios, su trasero! Cuando se giró de nuevo, sus ojos azules, sutilmente rasgados, posaron su intimidante mirada en los míos, como si hubiera leído mis pensamientos y esbozó una pequeña sonrisa curva por un segundo antes de liberarme de su campo visual.

Sentí la sangre inundar mi mejillas, además de mi entrepierna, no me había dado cuenta de que tenía la boca formando una pequeña 'O' hasta que la cerré para tragar saliva y volver a tierra firme. Entré en pánico, hubiera deseado que se quedara la 'vieja anticoros' que este adonis, ahora me resultaría completamente imposible poder atender a clases, de todo lo que él había dicho hasta ahora sólo recordaba el saludo y su nombre, esto era el karma, definitivamente. Incluso renegué de mi condición sexual "si fuera hetero, no estaría a punto de abalanzarme sobre el maestro" Sacudí levemente mi cabeza con los ojos cerrados tratando de sacar esas ideas de mi cabeza, tomé aire en un intento de recobrar la calma e hice un paneo de mis compañeros, como era de esperarse los chicos eran inmunes a su belleza, excepto por los 'homo' que habían, parecían hienas contemplando una presa ¿Así me veía yo también? esperaba no haber sido tan evidente, y el profesor me miró, qué vergüenza! Fruncí el ceño un poco molesto por sus actitudes. Detuve un segundo mi observación antes de posarme en él. Estaba de pie a un lado del escritorio, su mano izquierda se posaba en la cadera y la diestra extendida sobre la mesa, pero sólo las yemas de sus dedos se apoyaban sobre la superficie de madera, hablaba en un fluido italiano del cual yo no comprendía palabra. No entendía qué me pasaba, era como si todas las palabras aprendidas en el pasado las hubiese olvidado, me sentía como un estudiante de primer año en este curso, deseaba salir corriendo del lugar, miré el reloj y tan sólo había pasado 15 minutos de 1 hora de clase.

Desvié la vista hacia la ventana de nuevo, mirando el grupo que hacía deporte en la cancha, trataba de sacar esas sensaciones de mi mente y mi cuerpo; mi 'amiguito' ya se había calmado por fortuna. ¿Y si me cambiaba de clase? Podía ver alemán o francés con Nick… ¿A quién trataba de engañar? Estaba en último año, era demasiado tarde como para cambiar mi elección para la asignatura de idioma electivo.

-¿Thad Harwood?- Mi atención volvió al escuchar mi nombre en su voz, cómo era que lo sabía, seguro estaba soñando o me estaba volviendo loco y alucinaba.

-¿Thad Harwood?- Ahí estaba de nuevo esa voz de dicción fuerte y varonil.

-Thad… despierta… -Esa no era la voz del profesor. Cameron, el chico que se sentaba detrás de mí me sacó de mis pensamientos, reaccioné atendiendo al llamado algo apenado.

-Eh, señor?- Todos los ojos estaban puestos en mí pero sólo veía los suyos que arqueaban una ceja.

-¿Presente?- Inquirió dándome a comprender que estaba llamando a lista. Asentí rápidamente avergonzado.

-Sí, presente.-

-Pero sólo de cuerpo… -Bufó- …te necesito también presente de mente ¿O tendré que dar la clase desde el campo para poder captar tu atención?- Estaba sentado en su escritorio con las manos sobre la mesa juntas, y los dedos entrelazados, dibujaba una sonrisa curva, un tanto burlona, percibí algunas risas reprimidas a mi alrededor.

-No señor, lo siento.-

-De acuerdo, recuerda mantener tu vista sobre mí.-

Sólo pude asentir con mi cabeza ¿Qué mantuviera mi vista sobre él? ¿Y así pretendía que también atendiera a su clase? Oficialmente, era hombre muerto.

Me rendí, él me gustaba, más que eso, lo deseaba, cumplí su pedido a cabalidad, no despegué la vista de él en ningún momento, ni siquiera tomé apuntes de verdad, sólo fingí escribir cuando su mirada se posaba en mí. Estaba tan bueno… pronto mi imaginación empezó a trabajar recreando escenas subidas de tono y a fantasear con mi profesor, pero poco a poco esa fantasía se iba convirtiendo en obsesión. "Tal vez, si perdiera la materia podría hacer que me pase si me acuesto con él, de todos modos es su culpa por ser tan sexy." Dios! ¿Qué estaba pensando? No podía hacer algo así, por mucho que lo deseara sería imposible, ni siquiera sabía si era gay, además si se llegaran a enterar seguro nos expulsarían del colegio, y muy seguramente a mí de la casa. Traté de concentrarme en la clase, lográndolo un poco, pero sólo por el hecho de que empezó a tomar lecciones orales, por suerte no me preguntó nada.

Suspiré aliviado cuando dio finalizada la clase, mi adorada tortura había terminado, al menos hasta el viernes, que era cuando volvía a ver italiano. Recogí mis cosas guardándolas en el morral sin ningún orden esta vez, sólo quería salir de ese salón antes de quedar a solas con el Sr. Wood, de lo contrario no me haría responsable de mis actos; seguí la fila de estudiantes saliendo del salón quienes se despedían del maestro y éste les respondía con la vista en sus notas. Bien, saldría sin decir nada con la vista al frente.

-Addio Thad- Mi corazón se aceleró precipitadamente al escucharlo, parecía que supiera lo que me pasaba y lo hiciera a propósito, pero me pareció curioso que fuera al único que se dirigiera.

-Adiós Mr. Wood- Respondí ignorando el idioma y, girándome un poco para verle y dedicarle una sonrisa torcida con total seguridad, debo admitir que me sorprendí de mí mismo. Sonrió de la misma forma que lo hizo la primer vez que me vio y volví a caminar manteniendo mi sonrisa, mordí mi labio inferior, inquieto por ese extraño cruce de miradas. Tal vez seguía con fiebre, tal vez me había vuelto paranoico, tal vez le gustaba al profesor, tal vez sólo me estaba obsesionando. Sea lo que fuera, ya no me intimidó, sólo me atrajo más; ya no temo la próxima clase, sólo la espero con ansias.