"Mil años de espera"

Capítulo Uno: "Se apaga la luz de una estrella"

"Me hubiese encantado conocerte antes, mi dulce bombón"

Ha pasado ya un tiempo desde la batalla con Sailor Galaxia, ahora el planeta Tierra está completamente en paz. Es un día de celebración para todos los terrícolas, pues se ha declarado que dos miembros de la realeza juntan sus vidas para siempre. El príncipe Endymion y la princesa Serenity contraen matrimonio, el poder del cristal Dorado y de Plata, han sido revelados ante los mortales; Las Sailor Scouts han tomado su lugar como guardianas de la neo reina y el imperio de "Tokyo de Cristal" se ha levantado.

La hermosa reina Serenity se mueve con gracia al compás del vals de los novios en la pista de baile, junto a su esposo y ante las miradas de todos los presentes.

Mientras, muy lejos de ese lugar, lejos de aquel sistema solar, en el planeta Kinmoku, una Sailor Scout se acongoja ante la situación de alegría de los terrícolas. Sailor Star Fighter se encuentra sola con sus pensamientos en el balcón del palacio del reino Tankei, con la mirada perdida en el horizonte.

— ¿Por qué no te conocí antes? —Se preguntó Figther, suspirando profundamente.

— Sailor Fighter, la princesa quiere verte. —Interrumpió su soledad, Sailor Maker quien miraba con tristeza a Fighter.

— ¡Voy enseguida! —Respondió Fighter con un hilo de voz.

— ¿Por qué lo hiciste? Eso fue muy peligroso para ti, no cuentas con el poder suficiente. Además, la princesa Kakyuu iba a darse cuenta de todos modos ¿Por qué te torturas de esa manera? —Preguntó Maker, caminando hacia Fighter lentamente.

— No... no lo hice por pasar a llevar a la princesa, es solo que... que hoy... necesitaba verla. —Explicó Fighter, apretando los puños con desesperación.

— Debes dejar los dolores de tu otra identidad de lado de una vez por todas. Ya no eres Seiya Kou. —Dijo Maker, poniendo ambas manos en los hombros de Fighter, mientras la miraba fijamente, aunque sus palabras intentaban convencer a la guerrera, más bien parecían suplicas.

— ¿Crees que no lo he intentado? Maker, no puedo, no puedo olvidarla. Cuando supe que hoy sería su boda... Solo actué por un impulso. Si la hubieses visto, ella lucia tan hermosa con su vestido de novia, radiante y tan feliz. —La voz de Fighter se apagó bruscamente, mientras las lágrimas mojaban sus mejillas.

Maker suspiró, limpió las lágrimas de Fighter con el dorso de su mano y la besó en la frente, no sabía que decirle para darle consuelo, así que solo le mostró un gesto de afecto para calmarla.

Fighter respiró profundo y caminó hacia el despacho de la princesa. De pronto, su cuerpo se tambaleo, haciéndola perder el equilibrio, se sostuvo en el umbral de la puerta y se giró lentamente para mirar a Maker, a quien le dio una forzada sonrisa para tranquilizarla.

Llegó a la puerta del despacho de la princesa, cuando iba a llamar, alguien la interrumpió.

— ¡Así que aquí estás! —Dijo Sailor Healer, cruzándose de brazos —. Supongo que te disculparas con la princesa.

— No puedo pedir disculpas, si no me arrepiento primero. Y ese es el problema, no me arrepiento. —Dijo Fighter, sin siquiera mirar a Healer.

— ¡Esto es el colmo! ¿Cómo pudiste utilizar el poder del cristal de Kinmoku, solo para verla? ¿Cómo puedes estar de pie después de utilizar semejante poder? ¿Cómo pudiste hacer algo así siendo nuestra líder? —Dijo Healer exaltándose.

— Solo le pedí al cristal que me mostrara una imagen proyectada de lo que estaba ocurriendo en la Tierra. Necesitaba contemplar su felicidad, nada más que eso. —Explicó Fighter.

— No puedes seguir atada a esa chica, ella no te ama, se casó con otro sujeto ¡Entiende! —Dijo Healer, golpeando la pared con el puño.

— ¡Basta, Healer! —Exclamó Maker, quien se acercaba a ellas.

Healer miró a Maker con los ojos llorosos, mientras Fighter comenzaba a caminar hacia Healer para envolverla en sus brazos.

— Lo siento, es que no puedo soportar ver como tu luz se apaga día a día. Por mucho que te esmeres en fingir que todo está bien, sé que no es cierto, no estás feliz ¡Te quiero de vuelta!—Dijo Healer quien comenzaba a sollozar.

Maker caminó hacia ellas y se unió al abrazo.

— No es que no quiera volver a ser la de antes, es que... ¡No puedo! No puedo sacarme esta tristeza del corazón. —Decía Fighter.

La princesa Kakyuu abrió lentamente la puerta y se quedó mirando la escena en silencio. Cuando las guerreras detectaron su presencia, se soltaron para verle de frente.

Fighter entró al despacho y se sentó frente a la princesa, ella se veía calmada como de costumbre.

— No estoy enfadada porque utilizaras el cristal de Kinmoku sin mi permiso. Solo estoy preocupada de que pudieras usar semejante poder sin desmayarte. Eso quiere decir que tu deseo es tan grande que logras lo imposible. —Dijo Kakyuu.

— Yo no quise ofenderle utilizando el cristal. Pero sentí el fuerte impulso de verla, no supe que más hacer. —Explicó Fighter.

— Ya veo. Imagino que fue doloroso para ti, pero créeme que para nosotras también lo es. —Dijo Kakyuu tomando la mano de Fighter entre las suyas.

Fighter suspiró, no sabía que responder. Durante todo el tiempo se esmeró por trabajar por la reconstrucción de su planeta, por ser la líder que siempre fue, pero un vacío en su corazón no la dejaba ser feliz.

— Tu luz se apaga, Fighter. —Dijo Kakyuu con tristeza.

Healer le había dicho lo mismo hace un rato ¿Era así? Pues ella no podía evitarlo, amaba a su planeta, a su gente, a su princesa. Pero no era suficiente para llenar aquel vacío de ese amor no correspondido.

— No quiero seguir pensando en ella, pero no puedo evitarlo. Tengo la sensación de que ella me hubiese amado si él... si él no hubiese aparecido antes en su vida. —Dijo Fighter con desesperación.

— ¿Hubieses sido capaz de dejar incluso tu misión de guerrera por estar a su lado? —Preguntó Kakyuu, mirando a Fighter fijamente. Ella se incomodó, no era que no tuviese clara la respuesta, pero no quería herir los sentimientos de Kakyuu.

— No me digas nada, ya sé la respuesta. Si fuiste capaz de usar el cristal de Kinmoku solo para verla el día de su boda, debo ser capaz de asumir que ella es lo más importante para ti. Pero hay algo de lo que tú no te has dado cuenta —Dijo Kayuu a punto de romper en llanto—. Estás de pie, solo por el deseo de verla, porque al no tener el poder que yo poseo para utilizar el cristal de Kinmoku, este ha absorbido tu energía por completo ¡Estás muriendo, Fighter!

Fighter se puso de pie al escuchar la última frase de la princesa, quien lloraba amargamente. Fighter intentó calmarse y acercarse a ella para consolarla, pero comenzó a ver borroso, sus pasos se volvieron lentos y pesados. Apenas se dio cuenta de cuando sus piernas se doblaron haciéndola caer de rodillas. Su voz temblaba, su transformación de desvaneció y después de mucho tiempo, volvió a ser Seiya Kou.

— ¡Healer, Maker! —Gritó la Princesa Kakyuu, pidiendo ayuda.

Ambas guerreras entraron corriendo a la habitación, vieron a Seiya en el piso, se había desmayado.

Cuando Seiya volvió a abrir los ojos, se encontraba recostado en una cama, la cual no pudo reconocer enseguida, pero le era familiar. Sailor Healer se encontraba a su lado, quien al ver que Seiya había despertado, se lanzó a sus brazos.

— La princesa te dio un poco de su poder para que siguieras con vida ¿Por qué? ¿Por qué parece que quieres morir? ¿Seiya, por qué no luchas por vivir? ¿Por qué? —Preguntaba Healer, llorando desconsolada.

— ¡No llores! Eso no me hace sentir mejor, al contrario, pienso que soy una persona horrible que solo las hace sufrir. —Dijo Seiya, respirando con dificultad.

— ¡No digas eso! Solo queremos que las cosas sean como antes. —Explicó Healer.

— Pero no lo serán —Dijo Maker, quien entraba a la habitación—. No volverán a ser igual, porque Seiya siente que el destino fue injusto con él ¿No es así?

Seiya suspiró y no dijo nada, Sailor Maker tenía razón, él sentía que era capaz de nacer de nuevo con tal de conocer a Serena Tsukino antes que Darien. Porque estaba seguro de que la única razón por la cual ellos no habían estado juntos, era porque él llego tarde a la vida de Serena.

La princesa Kakyuu entró a la habitación, fue allí cuando Seiya comprendió que se encontraba en la habitación de la princesa y se avergonzó de estar acostado en su cama.

La princesa se sentó junto a él y lo cogió de la mano.

— Estuve pidiéndole al cristal de Kinmoku que me mostrara el pasado y el futuro, y descubrí una historia que te interesara —Dijo Kakyuu a Seiya—. Hace muchos y millones de años atrás, existió un reino en la luna, que era gobernado por la reina Serenity, quien tenía una hija, la princesa Serenity, una hermosa joven, la cual se enamoró perdidamente de Endymion, el príncipe de la Tierra.

— ¿Se refiere a la primera vez que mi bombón se enamoro de ese hombre? —Preguntó Seiya temblando.

— La princesa sentía mucha curiosidad por conocer la Tierra, siempre anhelo vivir rodeada por la flora y fauna de ese planeta y por eso escapó muchas veces del reino. Así fue que conoció a Endymion, haciendo que sus visitas al planeta Tierra fueran en aumento, solo para poder verlo, incluso cuando las personas de la Tierra y las de la Luna tenían prohibido tener contacto. Esto produjo los celos de una mujer llamada Beryl, que estaba enamorada del príncipe. Cuando se entero de la relación de Endymion y Serenity incitó a las personas de la Tierra a la guerra en contra de los habitantes de la Luna y por causa de aquello, ambos reinos resultaron completamente devastados.

El objetivo de Beryl era matar a la princesa Serenity, pero Endymion se lo impidió, muriendo en su lugar. Las sailors guardianas de la reina, combatieron y protegieron el reino con su vida.

La princesa Serenity estaba muy acongojada por la muerte de su príncipe, por lo que se suicidó y murió junto a su amado.

La Reina Serenity uso su último aliento de vida para usar "el Cristal de Plata" con ello, envió el alma de Serenity y las Sailors caídas en la batalla a reencarnar en el planeta Tierra, para que algún día coincidiera con Endymion y pudieran lograr amarse como tanto deseaban. Lo que ocurrió hoy, es solo lo que estaba destinado a pasar hace millones de años. Ella al fin, después de todo este tiempo, unió su vida a Endymion ¿Cuántos años esperarías tú a tu bombón, Seiya? —Terminó preguntando la princesa Kakyuu.

— ¿Yo? Esperaría siglos por ella. Aunque ahora lo entiendo. Por eso es que yo no estaba destinado a conocerla antes... en verdad me alegro de que ella ahora sea feliz, no importa que yo no lo esté. —Dijo Seiya, interrumpiéndose porque le dificultaba respirar.

— ¡Seiya, estas muy débil! —Dijo Healer.

— Tu luz se apagara definitivamente... está noche. —Explicó Kakyuu con lágrimas en los ojos.

Healer y Maker rompieron en llanto y Seiya solo asintió con resignación.

— Hay algo que puedo hacer por ti, ahora que la princesa cumplió su cometido. Las sailors mueren, pero no es definitivo, las estrellas como tú renacen. Hoy morirás y renacerás en mil años. —Dijo Kakyuu, acariciando la mejilla fría y pálida de Seiya.

— ¿Se refiere a que puede hacer congeniar a Seiya y a Serena en mil años más? —Preguntó Maker.

— Puedo, porque no necesitare de ustedes en mil años, porque en unos siglos más, el cristal de Kinmoku me mostró que nuestro planeta dejara existir, debido a una inevitable lluvia de meteoritos. Kinmoku no existirá en mil años, pero ustedes sí —Explico Kakyuu, sosteniendo entre sus manos un hermoso cristal rojo y dorado que resplandecía intensamente—. Ustedes volverán a reencontrarse y a ser felices en el planeta Tierra.

— ¿Pero como sabemos que ella también renacerá en ese tiempo? —Preguntó Maker.

— Eso déjenmelo a mí. —Dijo Kakyuu al mismo tiempo que un resplandor entraba en el pecho de Healer, Maker y Seiya. La luz se disipó después de varios minutos, la princesa se veía cansada.

— Cada uno de ustedes al morir, renacerá. Al principio no recordaran nada y puede ser que nunca lo hagan. Si las cosas resultan de otra forma, tal vez por alguna razón, deban recordar su pasado de Sailors, entonces recuperaran estos recuerdos. —Explicó Kakyuu algo cansada, después de usar el cristal.

Seiya estiró su mano, para encontrar a la de la princesa y sonrió entre lágrimas que mojaban sus mejillas intensamente.

— ¡Gracias! —Susurró Seiya a la princesa, con su cuerpo sudado y frío. Comenzó a cerrar sus ojos lentamente, mientras se dibujaba una sonrisa en sus labios resecos.

Maker y Healer comenzaron a moverlo para despertarlo, pero Seiya no volvió a abrir los ojos. Kakyuu intentó calmar a Healer quien estaba sobre él desesperada intentando que Seiya volviera en sí. Pero ya no podían hacer más, Seiya había perecido y no volverían a verlo hasta dentro de mil años más.