—¿Tienes un torneo de esgrima? —preguntó Nino a su amigo Adrien, este contestó afirmativamente—Hey, cuenta conmigo para animarte —repuso— Ustedes ¿Van? —dirigiendo su mirada hacia atrás, donde se encontraba su novia Alya, y su amiga Marinette.

Adrien dirigió sus ojos verdes hacia ellas.

—Por supuesto —respondió Alya— ¿No es así, Marinette?

Ella asintió diversas veces con la cabeza mientras sus mejillas se ruborizaban por la vergüenza.

—Además... —añadió Alya— Esta chica —tomándolo de los hombros a su amiga— Te va a hacer unas deliciosas galletas, Adrien.

—¿De verdad? —mirando a la muchacha con un gran talento para cocinar.

Marinette miró a Alya con confusión. Ella le guiño un ojo, y cuando giró su cuello y vio los ojos brillantes de Adrien se derritió de ternura.

—Sí, si ¡Lo hare! —se comprometió con felicidad.

—Gracias, me encantan las galletas —dijo pintándose en sus labios una sonrisa infantil— Muero por probarlas.

...

El día llegó y Marinette traía una bolsa especialmente decorada que contenían las galletas hechas para Adrien.

—¡Hola! —saludó Nino y Alya que habían venido juntos. La muchacha les devolvió el saludo.

—¿Esos son las galletas? —apuntando, Nino el envoltorio— Se ven deliciosas... ¿Me darías para probar?

—¡Claro, hice muchas! —exclamó.

No obstante, en el momento que le iba a compartir, la joven siente como es atraída por los hombros y estos se chocan contra un pecho masculino.

—Esto me pertenece —pronunció Adrien, tomando la bolsa llena de galletas y abrazando a Marinette— Y no dejare que las tengas.

Todos los presentes se quedaron mudos por ese arrebato hecho por el rubio. Dejándolos estáticos por segundos, esos, que solo tenían antes de que Adrien se separara de la joven y fuera hacia los vestidores para cambiarse con su atuendo, como también que se despidiera de los chicos hechos -en sentido figurado- en piedra.

Alya quien fue la primera en salir de ese estado, le preguntó a su novio.

—¿Que fue eso? —Alya estaba demasiado reacia para creer— ¿Se refirió a Marinette? ¿Sintió celos de ti?

Nino negó con la cabeza.

—¡Que va! —Muy seguro— Fue por las galletas.

Por otro lado, Marinette estaba demasiado petrificada para reaccionar, quien tuvieron que llevarla a rastras hacia el gimnasio.

Galletas o no. Adrien la había abrazado.