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"Devolviendo favores"

-Muchas gracias por ayudarme – dijo ella sonriéndole – Son ti no hubiera sido capaz de completar el trabajo…

-No hay de qué. Sabes que no tengo problema en ayudarte – respondió el hombre algo divertido por el alivio de su amiga.

-¡Pero te has tomado mucho tiempo en hacerlo! – Se apoyó en el escritorio – Te debo una, una muy grande.

-Sabes que…

-¡No! Te puedo hacer el favor que sea por lo que has hecho – dijo muy convencida – Lo que sea. Dime y te ayudaré.

El hombre sonrió nervioso. Las palabras de negación venían a su boca cuando recordó algo. La cena del ministerio por navidad. Ciertamente necesitaba ayuda con ese tema porque no se quiso preocupar a tiempo y sería en esa misma noche. No tenía pareja. Y no era porque fuera un insociable que no tuviera conocidas, sino que debía llevar a alguien decente al evento. Aún no se preocupaba de comprar los regalos navideños, pero lo haría al día siguiente. Esperaba hacerlo. Parecía un milagro caído del cielo que su mejor amiga le dijera que se ofrecía a ayudarlo en lo que fuera. ¡La oportunidad perfecta para que le devolviera el favor!

-Sí hay algo… - dijo y cerró una carpeta llena de papeles, que leía momentos antes – Asumiré que estás al tanto de la cena de gala del ministerio.

-Por supuesto – asintió curiosa – Una maravillosa cena navideña.

-Y son entradas dobles para cada funcionario. Tú sabes que necesito ir con alguien que valga la pena a esto… ¿Me puedes conseguir a alguien para ir? – preguntó sintiéndose algo estúpido por estar pidiéndole aquello – Me conoces bien y sabes quién será una buena compañía.

-Mmm… - Se puso de pie y caminó pensativa – Sí, hay alguien. Una muy buena candidata.

-Genial. ¿Quién es?

-No tan rápido – dijo sonriendo – Primero veré si está disponible ésta noche y después te daré su dirección para que vayas a buscarla. ¿De acuerdo? – Él asintió – Perfecto. Vuelvo después de la hora de almuerzo.


Capítulo 1: 'Víspera de navidad'

Dejó el pincel en un tarrito lleno de parafina. Observó la tela y esbozó una sonrisa cansada. Estaba muy conforme con su trabajo. Hacía semanas que había empezado la pintura, pero nunca lograba terminarla a causa de la falta de inspiración para continuarla. No sabía qué quería expresar en la pintura, por lo que cada pincelada arruinaba más y más el trabajo. Pensó en dejar la tela abandonada y empezar otra pintura. Desistió de la idea al tener la esperanza que su trabajo podría ser satisfactorio. Quizás dentro de algunas horas sentiría una oleada de sentimientos que la ayudarían a terminar la recién empezada pintura. Y no se equivocó. Aunque fueron tres semanas después cuando terminó la pintura. Ocupada con los estudios y el trabajo, apenas tenía tiempo para concentrarse en pintar. Después de terminar el último examen de la semana se sintió feliz y libre. Libre, aunque dentro de dos días volvería a la rutina de siempre. Allí es cuando tomó el pincel, la caja de óleos y se dispuso a pintar. Líneas y sombreados fueron tomando forma en la tela. Al fin había concluido.

Tomó el tarrito y lo dejó encima de una mesita llena de tubos de acrílicos, acuarelas y tarros de tempera. Se dirigió al baño a lavarse las manos, pero no se preocupó de remover las manchas de pintura azul y dorada de su rostro. Más tarde lo haría.

Después fue a su cuarto y se lanzó en su cama. Ese día no tenía ganas de hacer algo. Quería quedarse allí durmiendo para reponer energías, pero Hermione le mandó una lechuza preguntándole si tenía planes para la noche. Extrañada respondió que no y le preguntó por qué. La carta de su amiga sólo decía que no hiciera nada y que se quedara en casa todo el día. Raro. ¿Qué le ocurría a su amiga? Le gustaría saberlo, porque parecía estar relacionado con ella… De todas formas, tampoco quería entrar a investigar por cosas sin mayor relevancia. Hermione siempre había sido extraña y no era una sorpresa que le preguntara aquellas cosas.

Se estaba quedando dormida cuando escuchó que alguien llamaba a la puerta principal. Quejándose se levantó a abrir. Ni se molestó en ver a través de el orificio de la puerta y giró el pomo sin saber con quién se encontraría.

Por un momento se quedó en blanco. Ahí estaba él delante de su puerta, vestido elegantemente y con un ramo de girasoles. No sabía qué decir ni menos cómo reaccionar. Sabía que si se viera en un espejo se contemplaría a ella misma pálida y con la boca un poco abierta, pareciendo una inmensa idiota. Algo patético, según ella, ya que había pasado mucho tiempo desde que había llegado a una decisión consigo misma: Olvidar y seguir adelante.

-¿Qué estás haciendo aquí, Harry? – preguntó, de repente sintiéndose ahogada.

Harry Potter abrió los ojos sorprendido por ver que Ginny Weasley era quien abrió la puerta. ¿Qué diablos hacía ella allí? Debía ser una muy mala broma o sólo una coincidencia. Hermione no podría haberlo dejado en aquella encrucijada. Sintió cómo su corazón latía más rápido y que la fuerza se le iba de sus extremidades. Las piernas le flaqueaban y sus manos ya no podían sostener el ramo de girasoles. La pregunta de Ginny resonó como cualquier ruido de fondo cuando se camina en una calle transitada. No podía analizar lo que había dicho.

-Er… Hola, Ginny – saludó algo ido - ¿Vives aquí?

-Sí.

-¿Puedo pasar?

Ella lo miró de pies a cabeza confundida. No entendía qué hacía él allí ni tampoco por qué andaba tan elegante. Se hizo a un lado para que entrara pensando que en pocos segundos había salido de su mundo y se encontraba en universo paralelo.

-¿Qué haces acá? – preguntó bruscamente mientras él observaba la sala.

-¿Me sirves una taza de café, por favor? – dijo en un tono recriminatorio por su falta de gentileza.

-Claro – respondió sonrojándose y cerró la puerta - ¿Tomas con azúcar o endulzante?

-No sabía que fueras una muggle para preguntarme eso – comentó para decir algo gracioso, pero ni él ni ella rieron – Con azúcar, por favor. Dos cucharaditas.

Mientras Ginny se encontraba en la cocina preparando el café, él se dedicó a observar con mayor detalle el departamento de la pelirroja. La sala era pequeña. Las paredes eran de un color amarillo claro y estaban repletas de pinturas. Los muebles de madera oscura combinaban con las cortinas de color azul. En una esquina había una mesita llena de utensilios de pintura y en un atril se encontraba una pintura recién terminada.

Se acercó para verla mejor. No se podía describir muy bien con palabras, ya que era abstracta. El fondo azul y algunas mancas plateadas, como si simulara el cielo estrellado y en el centro líneas de diferentes colores. En medio de todas las líneas se encontraba la figura de una mujer con alas.

También se fijó que en otra esquina se encontraba el árbol de navidad. Era mediano de tamaño. Estaba decorado con esferas rojas y doradas. En la cima había una estrella fugaz. Se veía bastante lindo. Además notó que en algunos muebles había algunos ángeles navideños.

-¿Te gusta? – Se giró y vio que dejó el café en la mesa de centro – La terminé hace algunos minutos.

-No sabía que fueras pintora. Creí que estudiabas Encantamientos en la universidad – dijo caminando para sentarse en el sofá.

-Sigo estudiando Encantamientos, pero también me dedico a pintar… Me ayuda a relajarme.

Revolvió con la cucharita el café y unos segundos después comenzó a beberlo a tragos cortos. Ginny se cruzó de brazos y se sentó en el sillón que estaba frente al sofá. No quería sentarse a su lado. Se mordió la lengua para no preguntarle a gritos qué estaba haciendo en su departamento. Tenía que ser, al menos, respetuosa.

-¿A qué hora vuelve?

-¿Quién? – Frunció el ceño.

-Tu compañera, amiga de departamento – dijo Harry sonriendo – La cena va a empezar pronto.

-No vivo con nadie.

-¿Es una broma, cierto? – Dejó la taza en la mesita – No tengo todo el tiempo del mundo y no estoy para bromas.

-Por supuesto que no estoy bromeando. Vivo sola – afirmó mientras cruzaba las piernas – Si quieres revisa todo el departamento. Encontrarás un baño, una cocina, una sala, un comedor y un cuarto. Mi cuarto – recalcó lo último.

Era una emboscada de Hermione. La persona en quien había pensado para acompañarlo a la cena del ministerio era Ginny Weasley. Desde el principio había sido así. Esa era la razón por la cual no le quiso dar el nombre y le exigió que fuera a buscarla así nada más al lugar en el que vivía. Nunca debió haber confiado en su amiga. Sabía que desde hace años estaba empecinada en decirle que debería intentarlo nuevamente con Ginny. Tal vez tuviera la razón, pero no le importaba. Su séptimo año fue marcado por la busca de los horrocruxes, la destrucción de los mismos y de eliminar a Voldemort. Casi fue un milagro que saliera vivo de las garras de Voldemort. Ya no se preocupaba de buscar el amor. Se preocupaba de mantener su trabajo, de pasarla bien…

-Esa Hermione… - Volvió a beber de su café.

-Si tuvieras la amabilidad de explicarme… - dijo Ginny sintiéndose incómoda por la presencia del joven.

-Necesito una pareja para ir a la cena navideña del ministerio. Hermione me debía un favor y me dijo que me tenía la pareja perfecta. Y resultaste ser tú – Se terminó el café.

-¿Es una broma? – preguntó riendo mientras pensaba que ya entendía la carta de su amiga – Oh, bueno… No sé por qué habrá tenido esa loca idea.

-Sí, yo también pienso lo mismo. Cuando abriste la puerta fue muy extraño. Supuse que vivías con alguien más porque ir contigo…

-Te entiendo – dijo tratando de sonar casual. ¿Acaso era un monstruo para ir con ella? - ¿Y qué harás?

-No sé…

-¿Más café? – Tomó la taza – También tengo galletas de navidad. Ayer hice.

-No, gracias.

No tenía tiempo de conseguir a alguien más. Quedaba sólo algunas horas y pedirle a cualquiera sería como: "Eres mi última opción". ¿Quién iba a aceptar cuando se dé cuenta de aquello? Sería una falta de respeto. Y aunque fuera una falta de respeto, era la única idea que se le venía a la mente. No podía ir con Ginny. Partiendo del punto que casi ni hablaba con ella hasta que todos pensarían que habían vuelto a tener algo. Algo como una relación amorosa.

Ella volvió de la cocina con un tazón lleno de galletas. Le dijo que por si tenía ganas de comer algo mientras pensaba en quién llevar a la cena del ministerio. Harry la miró examinándola… Quería saber si sería buena idea llevarla o no.

-¿Algo ya en mente? – inquirió viendo que una de las esferas del árbol se caía.

-Estaba pensando que es muy tarde para pedirle a otra que fuera conmigo, así que me hago la idea de ir contigo – dijo con tranquilidad.

-Estás loco – Acomodó la esfera – Es mejor buscarte a otra. Nadie le dará una negativa al Niño Que Vivió… Además es comida gratis y tener el placer de escuchar el corto mensaje navideño del ministro.

-Exacto nadie me dirá que no – Rió un poco porque era muy sabido que el discurso navideño del ministro duraba no menos de media hora – Es por eso que irás conmigo. ¿Aceptas?

-Sigo pensando que es una locura – dijo aún dándole la espalda. Caminó a observar su pintura – No me digas que caeremos en la trampa de Hermione… Si vas con alguien más saldrás ganando.

-Pero sería aceptar que es mi último recurso.

-¿Acaso no soy eso? – preguntó girándose para mirarlo y rió – Vamos, sino fuera por la trampa de Hermione jamás me lo hubieras pedido.

-Tampoco me hubieras dicho que sí.

-Porque no somos cercanos… A esas cenas se llevan a la esposa o esposo, a la novia o novio, a los padres; pero no a alguien que apenas hablas – Tomó el tarrito con parafina – No quiero que ninguno de los dos estemos en mala compañía. Búscate a otra.

-Es cierto, pero no tengo a nadie más. Tengo que ir con alguien decente y no con cualquiera. Tú eres alguien a quien podría llevarse a algo tan serio y formal – dijo convencido – Sólo te pido que vayas conmigo. Te sientes a mi lado, saludes a todos los que te presente, comas, aparentes sonreír y te vengo a dejar. ¿Es mucho pedir?

-Sí.

Ginny movió la cabeza negativamente. Encontraba que el sucio plan de Hermione era una caída muy baja por parte de su amiga y que Harry estuviera pensando seriamente en ir con ella a la cena del ministerio era inadmisible. Primero: Era seguirle el juego a Hermione. Segundo: La gente podría malinterpretar aquello. Tercero: Quería pasar una víspera de navidad tranquila. Y por último, cuarto: Ni Harry ni ella lo pasarían bien si estaban tan incómodos el uno con el otro.

Se perdió por el pasillo, donde seguramente debía estar su cuarto y el baño, dándole unos segundos para pensar. Harry sabía que era una completa locura estar pidiéndole que fuera con él a la cena del ministerio, pero no había otra salida. Era eso o ir solo. Armaría un tremendo revuelo que fuera solo a un evento tan importante… La prensa, los medios y hasta el mismo ministro se verían obligados a opinar. No quería eso. No quería llamar más la atención por detalles. Era por eso que estaba tan desesperado para pedirle a Ginny que aceptara ser su pareja. A ella.

Cerró los ojos mientras pensaba en cómo convencerla. Ella volvió a la sala y lo miró expectante. Deseaba ver cuál sería el siguiente movimiento del grandioso Harry Potter.

-¿Cuándo te gradúas de la universidad? – inquirió sin abrir los ojos.

Ginny sonrió: Sabía perfectamente que estaba allí. No le impresionaría que le dijera de qué forma lo observaba. Harry era muy inteligente y perceptivo en ese tipo de cosas.

-Claro, cambiar de tema es una buena técnica… - comentó burlona - El próximo año, si es que apruebo todos los exámenes.

-Los aprobarás. Siempre has sido muy aplicada.

-Gracias – Rodeó la mesita de centro - ¿Cómo te va en el ministerio?

-No me puedo quejar. Tengo algunas misiones de vez en cuando, una linda secretaria, buenos compañeros y me pagan bien – respondió sonriendo mientras reclinaba su cabeza aún con los ojos cerrados - ¿Cómo te compraste este departamento?

-Oh, dijiste linda secretaria… Eso quiere decir que es una señora de algunos 40 años, casada, simpática, preocupada por su jefe y no de tu gusto – Se sentó junto a Harry. Él asintió – Vendí varias pinturas y me alcanzó lo ganado para venirme acá. No quería vivir más con mis padres.

Estaba tentado en preguntarle por qué no quería vivir más con sus padres, pero sabía que ya era mucha indiscreción. Esa conversación era por mera cortesía y para darle tiempo de pensar de qué forma podía convencerla. Nada se le venía a la mente. ¿Qué más podía hacer? Abrió los ojos con lentitud y le sonrió a la muchacha. Ginny simplemente pescó una de las galletas de navidad del tazón y la comió. Miró el reloj de la pared y vio que eran las siete en punto. En una hora comenzaba la cena navideña del ministerio y no tenía a nadie con quien ir.

-Veo que se acabaron tus argumentos para convencerme de ir contigo – dijo calmadamente – Será mejor que te vayas a rogarle a otra. Debe quedarte poco tiempo.

-No me iré de aquí sin que me digas que sí – Sonrió y vio como la boca de la pelirroja se abría de sorpresa – Me tendrás que conceder tres horas de tu vida sino quieres vivir conmigo para siempre…

-¿No estarás hablando en serio, verdad? – preguntó sin poder creerlo.

-Mucho, diría yo – Se sacó los zapatos y puso los pies en la mesita de centro - ¿Tienes cerveza de mantequilla?

-No – Se puso de pie indignada – Es increíble que estés tan cómodo cuando es mi departamento… Por favor, ándate.

-Buena broma – le dijo - ¿Sabes? Podrías encender las luces del árbol… Sería una triste forma de pasar la víspera de navidad sin algo de espíritu navideño – Y comió una de las galletas – Están exquisitas. ¿Cómo las haces?

-Ándate ahora mismo.

-Mi tía Petunia hacía unas galletas de navidad horribles… Eran tan duras que hasta los dientes se te podían romper…

-Sal de mi departamento ahora mismo – le exigió levantando la voz.

-… En cambio las de tu madre son buenísimas. Adoro como cocina tu mamá…

-Harry, márchate – Caminó hasta la puerta y la abrió - ¡Búscate a otra para ir a la cena de navidad!

-… Es como una madre para mí. Hace tiempo que no voy a La Madriguera…

¿Cómo era posible que se estuviera atribuyendo tales condiciones? Estaba sin zapatos, con los pies en la mesita de centro, los brazos detrás de la cabeza y hablando como si fuera de lo más normal. ¿La víspera de navidad con él? Ni soñarlo. ¡Se creía el dueño del departamento! Hasta le pidió una cerveza de mantequilla… Eso era demasiado. Sabía que la trampa de Hermione era sucia y parecía casi sin otra salida más que ellos fueran juntos a la cena de navidad del ministerio, pero no había por qué seguirle el juego en aquella locura.

-… Me gustaría tener más tiempo libre, pero esto de ser jefe de los aurors es muy agotador y quita tiempo... – Comió otra galleta.

Habrían pasado unos cinco minutos en los que estuvo con la puerta en la mano. Crispó la boca y cerró la puerta. Caminó lentamente hasta estar un poco más cerca. La voz de Harry le llegaba como el ruido de personas en la calle: No le importaba qué decían ni quién lo decía. Suspiró y abrió la boca:

-Está bien – musitó con pesar.

-… Entonces le dije que no porque era una loca, pero él seguía insistiendo…

-Está bien – dijo un poco más fuerte.

-¿Está bien qué? – preguntó él haciéndose el desentendido.

-¡Está bien, iré contigo a la cena de navidad! – gritó – Ahora todo el edificio se enteró, gracias.

-El que debe darte las gracias soy yo – Sonrió y se levantó – A las ochos empieza la cena, así que deberías alistarte ahora mismo.

-Debo ir formal, supongo…

-Por supuesto.

Ginny murmuró algo que no pudo entender y caminó hasta llegar a su cuarto. Estaba entrando cuando escuchó la voz de Harry que le decía:

-Espera un poco, Ginny.

Sonrió sabiendo qué diría. En su mente ya estaban las palabras: "Muchas gracias por hacerme este favor, Ginny. Me salvaste la vida… Sé que es una molestia para ti, pero no sabes cuánto te agradezco. Te debo una. Una muy grande por arriesgar tu víspera de navidad conmigo, ya que soy un tremendo imbécil que te dejé en Hogwarts y…". Bueno, lo último era una extensión de lo que pensaba de él. Pero se sentía muy complacida al saber que Harry Potter estaba en deuda con ella.

-¿Si? – preguntó ella girándose aún sonriendo.

-Toma – Le lanzó el ramo de girasoles – Espero que te gusten los girasoles… Y apúrate, nos queda poco tiempo.

-¿Ah? – Miró los girasoles en sus manos confundida.

-¿Qué ocurre? – le preguntó aparentando falsa preocupación - ¿Esperabas que te dijera algo más?

-No… Todo para que no te quedes más de quince minutos en mi hogar…

-Ah, eso pensé – asintió – Feliz navidad – dijo con una sonrisa muy forzada.

-Felices para ti… - le dijo antes de entrar en su cuarto y encerrarse.

Apoyó su espalda en la puerta y suspiró caninamente. Miró los girasoles y sonrió. Si hubieran venido algunos años atrás habrían sido mejor recibidos, pensó antes de dejarlos en su cama. Caminó hasta la ventana y corrió con cuidado la cortina. Observó como la nieve caía en la ciudad de Londres. Las luces navideñas en las ramas desnudas de los árboles de la calle y como las personas iban cargadas de regalos de último minuto. Suspiró nuevamente y dejó su mejilla en el cristal. Pensaba que estaría sola en casa, o incluso podría darse una vuelta por La Madriguera para ver a sus sobrinos y sus padres. Sus hermanos debían estar en la cena del ministerio y los niños estaban bajo el cuidado de Arthur y Molly. Aquella sería una víspera de navidad muy diferente a la que había pensando. Tendría que estar con Harry Potter casi toda la noche y todo por un maldito favor que le debía Hermione a Harry.


Notas de la autora: ¡Hola a todos! Primero que todo, darles las gracias por leer este fic navideño. Sí, una nueva locura mía que no sé si les guste o no, pero acá estoy nuevamente con algo un poco más diferente… Navidad es una época linda. Es una posibilidad donde podemos pasarla en familia y reconciliarnos con los que nos rodean y con nosotros mismos. Es por eso que decidí escribir este fic de tres capítulos. Para demostrar lo que es para mí la navidad. ¿Y qué mejor forma que con estos dos personajes que adoro? Espero que les haya gustado.

Y lo segundo que quiero pedirles son sus reviews. Todos saben que es importante para cualquiera que haya alguna respuesta de sus acciones. Me gustaría saber cuál es la respuesta que tiene el publicar este fic. Es importante la opinión de ustedes, sus recomendaciones y sus críticas constructivas para poder ir mejorando. Por favor, no les cuesta nada ir al botoncito de abajo y poner Go.

El próximo capítulo estará pronto… La idea es que el 25 de diciembre ya estén los tres. Sus reviews son importantes, ya saben, si quieren que actualice un poco más rápido.

¡Feliz casi-navidad!

Cuídense mucho, adiós!