Palabra que has elegido: Voluntad

Resumen: Una discusión que no acaba como se esperaba

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, por desgracia.


Voluntad: Facultad de decidir y ordenar la propia conducta.

Hércules sabía que podía presumir de su extraordinaria fuerza física, fruto de su condición semidivina. Además, los bardos decían que podía presumir también de su valentía y de su gran sentido de la justicia. Él sabía que a la hora de contar sus hazañas la gente exageraba y que lo único que intentaba era ayudar a los demás en la medida de lo posible, pero había algo que decían de él que sabía que era cierto: tenía una gran fuerza de voluntad, había sido capaz de hacer frente a miles de tentaciones tanto humanas como divinas, tanto en riquezas como en placeres físicos y nunca se había arrepentido de ello.

Y precisamente por ello no entendía cómo había pasado de estar discutiendo acaloradamente con Iolaus acerca del último gran peligro que les acechaba a la situación en la que se encontraban ahora.

Tampoco es que aquel fuese el momento para pensarlo, se dijo mientras continuaba moviéndose lentamente, tratando de abrirse camino al interior de su amigo. Sintiendo cómo éste se iba relajando poco a poco para permitir el acceso a su engrosado miembro.

-Eh. ¿Estás bien?- le dijo Iolaus. Y aquello no dejaba de ser ilógico, pues el que acababa de ser invadido en sus intimidades había sido él. Hércules asintió y miró fijamente los azules ojos del cazador.

La posibilidad de perderlo de nuevo

Aquello había sido lo que había anulado su voluntad, todos aquellos años de autocontrol creyendo que su compañero prefería a hermosas mujeres antes que a él. No podía permitir que se lo arrebatasen de nuevo y no haber sentido esas manos callosas acariciarle el cuerpo, el sabor de aquellos labios que le sonreían de forma tan especial…

Ahogó un sollozo y dejó caer su frente en el hombro del rubio, que le besó la cabeza con ternura.

-No me iré de tu lado, Herc.

Algo animal se despertó en el semidiós, que comenzó a embestir con fuerza hasta que ambos quedaron saciados.

Y desde luego que Iolaus no se iría. Toda la voluntad del semidiós estaba puesta en ello.