Disclaimer: El manga de Kuroshitsuji le pertenece a Yana Toboso

Advertencias: AU, cosas animalezcas, OC -creo, pero me esforcé en que no-

Dedicatoria: para Mell . Keloid, ¡Feliz Navidad, Año Nuevo, Día de los Inocentes y Reyes Magos! Sí, ya todo va aquí xDD Espero que te guste, o por lo menos que te arranque una sonrisa tonta, ¡eso es lo que cuenta xDDD! Pero antes que nada, quisiera disculparme si esperabas una historia entera y larga, ¡me entró un bloqueo demoniaco! Y por más que lo intenté, no pude sacar algo así. En cambio, te traigo estos... uhn, ¿tres one-shoots? Que hice con humor y afecto. Sinceramente espero que te agraden. Si no, ¡adelante! Échame pedradas, que no harán daño xDDDD

Aclaraciones: queridos lectores, ¡felicidades por haber sobrevivido al fin del Mundo xDDDD! No se crean, en serio terminará algún día, pero mientras tanto, ¡HAGAN YAOI! Nunca moriremos si hay personas que recuerden nuestro legado en sus pervertidas y perturbadas mentes, ¡eso es vivir para siempre!

¡Banzai! n.n


"Detalles de Diciembre"


#01 - Nieve


Ya era Diciembre, y siempre en esa época caía algo blanco del cielo de Londres

Ciel miraba por detrás de la ventana las pequeñas bolitas que seguían descendiendo y se acumulaban en el patio, sobre los árboles, en el marco que sobresalía del vidrio

Olfateó un poco, percibiendo lo helado del ambiente; su cola se agitaba despacio como prueba de su curiosidad bien ocultada, y si no fuera por la calefacción, sus suaves orejas estarían congelándose

Decían que a los perros no les importaba el frío

"-Total, tiene un pelaje que los protege de él"

No le importaba que su curiosa dueña, que se hacía llamar Madame Red –dudaba que fuese su nombre real-, lo diera por sentado, pero se volvía un problema cuando quería sacarlo a pasear en medio de la mañana con esa cosa cayeron del cielo

Realmente no sabía lo que era, o por qué estaba tan helada, o la causa de que se derritiera en contacto con su lengua… sin embargo, ¿debía importarle? ¿A él, un perrito de pelaje oscuro, orbes azul cielo y temperamento más bien apático? Pues no, ya que se trataba de una "cosa" con la que no tenía demasiado contacto: al trabajar la pelirroja todo el día y dejarlo solo en el departamento con comida, agua y calor al alcance, salir "a explorar" no entraba en sus planes

Esta más a gusto adentro mirando la TV o escuchando música que "jugar" con aquello que congelaba las patas

… podría ser que esa no fuera la actitud apropiada para un perro, y menos para un cachorro… pero no importaba, así estaba bien

No iba a salir y hablar con Bard, Finnian y Maylene, los perros de la casa de enfrente para darle gusto al reglamento implícito de su ama

Se bajó de la silla que lo ayudó a asomarse por la ventana con tranquilidad

Bien, era temprano y Madame no llegaría sino hasta entrada la noche. Tenía tiempo de sobra y dedicarse a sus actividades favoritas

Hoy, seguramente, aprendería a leer esos libros de los que tanto hablaba su dueña

-Oh, buenos días –se detuvo al distinguir esa voz sobre la plancha de la cocina –Se levantó más temprano sin mi ayuda, ¿tuvo buena noche, Joven Amo?

Suspiró apenas, continuando con su camino –Sí, aunque hubiera sido mejor sin tanto ruido… pensé que te había pedido que controlaras mejor a tu humana, Sebastián

Nunca la agradaba cómo sonreía, y menos ese movimiento de cola coordinado con su fina respirar

Era natural que gatos y perros no se toleraran… y su caso no se trataba de la excepción, pero habían aprendido a convivir

Claro, se vio obligado puesto que desde el primer día que llegaron al edificio, la ruidosa vecina de arriba les dio la bienvenida en compañía de Sebastián Michaelis, su gato de pelaje negro y rojiza mirada, portador de un nombre digno de un mayordomo o algo así… aunque era mejor que Pelusa, Copo de Nieve o una de esas tonterías

Él mismo estaba agradecido de llevar uno muy elegante: Ciel Phantomhive

… probablemente por eso, como algún tipo de burla bien escondida, ese gato de edad madura lo nombró "Joven Amo"

Parecía un mayordomo, un gato mayordomo de un cachorro

Eso se oyó bien cuando lo planteó en su mente, por ello ya no le molestó ser llamado de semejante modo

-Lo hice a pesar de que tomó tiempo –tenía una voz tranquila y amable, algo contrastante con su intimidante apariencia- Le aseguro que hoy no tendrá problemas

-Eso espero

Lo observó bajar a paso ágil, como si acariciara los muebles con las patas y sin dejar rastro; una vez abajo, lamió un poco su pelaje y peinó sus bigotes

En verdad era un felino… uno al que ya no sólo toleraba, sino que formaba parte de la cotidianeidad, porque a pesar de que su personalidad le provocaba desconfianza, era lo más cercano a una compañía constante

No lo pensaba como si amigo o algo parecido, nada más una fuente de entretenimiento

Por muy renuente que fuera a relacionarse con otros, Sebastián permanecía a su modo y se convertía en una efectiva extensión de su voluntad

Eso no podía ser malo, ¿cierto?

-Siempre le pasa en esta época- continuó luego de su veloz aseo –A Elizabeth le emociona todo lo referente a Diciembre

-Tengo fortuna de que a Madame no –se sentó en la alfombra de la sala, cerca de la chimenea decorativa; el otro lo siguió –O al menos, no lo expresa aquí

-Prefiere salir, ¿cierto?

Asintió, dejando que a cómoda pelusa calentara su cola

-Nunca pierde la oportunidad para salir –volvió a hablar –Me refiero a Elizabeth: aunque prefiere quedarse en casa, todos los días sale a jugar con la nieve

La palabra le sonó muy ajena, pero no estuvo dispuesto a dejarlo ver –Bueno, son humanos: encuentran placer en cosas raras

Miró hacia la venta por un momento, notando aún las bolitas claras que caían

¿Qué era "la nieve" como para motivar a salir con "eso" encima? ¿No se daban cuenta que hacía mucho frío y no valía la pena? Que complicado

Era mejor una vida tranquila, a pesar de los tintes aburridos. Lo sostenía a su corta edad

Regresó la vista al felino

… lo encontró… observándolo con cuidado, curioso, indagando algo en sus facciones

-¿Qué? –preguntó al fin con cierto nerviosismo bien disimulado -¿Mi rostro es gracioso, acaso?

Sonrió de inmediato con amabilidad, casi en un gesto inconsciente que otra cosa… no obstante, su mirada parecía burlarse de él

Idiota

-Joven Amo

-¿Hm?

-Sabes lo que es la nieve, ¿verdad?

Si hubiera estado comiendo, seguro escupiría por la sorpresa. Afortunadamente no era el caso, pero no significó que los pelos no se le pararon por la encrucijada

Michaelis tenía una particular habilidad para saber cuándo se hallaba en problemas. Eso incluía a su esporádica ignorancia y la ocasional incompetencia motora

-Lo sé- fue todo lo que dijo, y vio hacia otro lado para no darle espacio a seguir preguntando

Al momento de pensar que ya estaba bien, sintió de improviso una tela cayendo sobre él

-¡Ah! –gritó sin querer mientras batallaba en quitársela de encima -¡¿Qué es esto?!

-Una bufanda –las mininas patas, más delgadas y móviles, lo ayudaban a acomodarla –La necesitará

-¿Por qué?

-Para ir afuera, por supuesto –aún si verlo, sabía que tenía esa molesta curvatura de labios –Iremos a pasar un rato en la nieve

Varias palabras no le gustaron de esa afirmación, más que lo quisiera relacionar con algo que no conocía y había fingido que sí

-Sebastián… ¡Sebastián! –lo detuvo, sacándose de paso la bufanda incómoda –No iré afuera

-No pasará nada –lo ignoró olímpicamente y volvió a colocarla –Si es por Madame Red, no regresará en un rato

-¡No es eso!

-La casa no quedará descuidada: Elizabeth bajará de inmediato si escucha algo extraño

-¡No quiero salir! –argh, ¿qué tenía que hacer para ser escuchado? ¿Morderlo? – Sebastián, ¡basta! ¡No quiero ir!

-No hace demasiado frío, y no nos quedaremos mucho tiempo, así que puede calmarse

-Eso no me importa- ya comenzó a gruñir - ¡Déjalo! Sólo deseo quedarme aquí

-Joven Amo, está bien –sonreía ahora con cierta diversión, como enternecido. Odiaba cuando lo hacía – Yo estaré a su lado en todo momento. Lo protegeré sin falta

Detuvo por inercia sus movimientos, lo que el otro aprovechó para ajustarle la bufanda

No detestaba a ese felino, pero le incomodaba que no pareciera importarle su natural relación

Un gato no podía cuidar de un perro, y menos protegerlo como si fuese en verdad importante, ¿lo hacía a propósito, o sólo buscaba entretenerse? Ni idea, y por eso le molestaba aún más: no podía pensar en un contra ataque

Sin saber sus intenciones, no era capaz de sacarlo de su vida: no lo haría antes de medir consecuencias reales

Qué patético, actuaba como un cachorro

-Listo –dijo con esa voz madura, suave y tranquila, característica de un adulto -¿Recuerda cómo salir por la ventana?

-Sí –respondió cortante, casi con fastidio –Regresaré cuando me apetezca

Movió la cabeza con aprobación

Enseguida se puso también una bufanda… vaya, ¿de donde las había sacado?

Suspiró largamente

En cuanto terminó, subió a la silla, y con algunos empujones, movió el broche de la ventana y la abrió

El frío le pegó de lleno, haciéndolo arrugar la nariz. Maldito Sebastián, juraba que nunca más lo volvería a convencer de salir; por ahora, en esos minutos, aún no debía retractarse

Una vez pasado el impacto, pasó por debajo del cristal con cuidado, cayendo hacia la escalera de emergencia. Desde ahí miró mejor el patio, los árboles y las bardas cubiertas de la tonalidad incolora. Ya no descendían las bolitas por fortuna, pero esa tal nieve debía ser lo suficientemente entretenida como para que su vecino imitara a la humana e insistiera en mostrárselo

Al instante, el susodicho salió, ubicándose junto a la derecha

Empezó a bajar, seguido de cerca por el otro

Ya a nivel del suelo, lo blanco invadió sus patitas, impactando lo helado sin demora

Saltó por inercia

-¿Está bien? -¿por qué lucía tan fresco?

Recuperó su postura de inmediato –Sí, claro – caminó a prisa, esperando ambientarse rápido- ¿Qué hacemos aquí exactame…?

No acabó la frase. No pudo

Una bola congelada impactó directo contra su cara

Todo su odio se acumuló mientras los pedazos caían poco a poco

¿Quién fue el infeliz que…?

-Oh, Joven Amo, ¿se lastimó? - sus patas traseras llenas de ese color claro y su gesto calmadamente cínico delataban su culpabilidad -¿Debí avisarle antes, quizá?

-Sebastián… -susurró despacio, con el tono oscuro que demandaba una sola cosa -¿Qué demonios…?

Otra bola se estrelló en su nariz

Venganza, quería venganza

No pensó en su apariencia, o cómo se degradó al nivel de un cachorro –cosa que era, a final de cuentas-, y menos en su cuerpo helándose

Sólo podía observar a Michaelis, a su supuesto mayordomo burlándose, lanzándole aquello con toda su vanidad y escapando, usando sus felinas habilidades para huir y seguir atacando

Nadie se burlaba de Ciel Phantomhive y quedaba impune, menos un gato de semejante calaña

Dio un salto hacia una banca, y aunque el otro estaba un tanto más adelante, logró detenerse para impulsar lo blanco hacia el frente y cubrirlo, a lo que dio un brinco de sorpresa

Fue su turno en correr: debía buscar un sitio donde crear una ofensiva y conseguir municiones suficientes. A lo mejor lo lograría junto al muñeco de nariz de zanahoria y sombrero elegante

Al final, no supo cuánto tiempo estuvieron afuera, ni cuanto frío tenía, o desde que momento poseía la habilidad de escarbar y armar trincheras

El punto fue, que luego de las caídas y las bolas mortales, no solamente se vengó del minino, sino que se divirtió

Se divirtió en serio

… claro, no lo reconocería. Tampoco preguntaría si ese había sido el objetivo de tal salida

-Creo que ahora comprendo por qué a Elizabeth le gusta esa época- comentó mientras ya caminaban de regreso –La nieve puede tener varios usos

-¿Nieve? –oh, sí, aún no tenía idea de qué era

Lo vio señalar el suelo, hacia lo blanco… ¿eso era la nieve? ¿En serio?

-Hace unos días vi como jugaba con sus amigos a aventarse bolas hechas de esto –prosiguió –Pensé que sería bueno para usted intentarlo también

No preguntaría por qué. No valía la pena

-Yo no jugaba –dijo con obviedad –Sólo respondía tus ataques

-En ese caso, tal vez le gustaría responder mis ataques mañana

-No lo creo

Para eso, ya habían llegado hasta su piso

Sebastián lo ayudó a entrar, aunque él permaneció afuera. Tal vez le era más fácil llegar hasta su piso por la escalera que… por otro lado, vaya

Se despidió con un cabeceo y una curvatura de labios, una que combinaba la ternura con la diversión. Odiaba cuando hacía eso

Lo miró subir, y después cerró la ventana, entrando en calor rápidamente

Al instante, del cielo volvió a caer nieve…

Dentro de todo, no era tan mala: le ayudaba a lastimar a su vecino

Sonrió

Nadie lo estaba viendo