Primer Capítulo. …
-Enfrenta tus miedos Frankie, enfréntalos.
-Si padre, lo haré!- dijo el niño sollozando.
Pero el hombre no respondió, solo cerró los ojos y nunca más le hablo a su hijo.
Así despertó Frank Connor, con la misma pesadilla que lo perseguía después de 27 años, nunca lo abandonaba, no como otras cosas. Hacia frió, "como siempre hace en este maldito continente" Se decía Frank.
-¿Se quedo dormido señor?- le dijo temeroso un novato.
-¿Qué demonios crees tu?-le respondió de mal humor, cosa que después se arrepintió. "Novatos siempre al borde de orinarse por el miedo"
- Señor, la llama la Directora-le dijo el muchacho, que no debía llegar a los 25 años- quiere saber como va la vigilancia.
-"Que acaso no confía en mi- se dijo otra vez para si- nunca debí aceptar el trabajo, debería haberme queda en Leavenworth antes de aceptar toda esta mierda".
-¿Qué demonios quiere ahora, Baddington?- pregunto Frank.
-Ni idea señor- respondió este.
-Que raro-ironizo, y después desapareció.
-¿Quería verme Madam Granger?-pregunto Frank ya en la oficina de una hermosa castaña, de ojos de color miel.
- Si, señor Connor, siéntese- Le dijo Hermione Granger, Directora del reciente Departamento de Seguridad del Mágica o DSM- Necesito saber los últimos avances de la operación, los cambios que le has introducido y por supuesto, saber cómo se encuentran los hombres.
-Me sorprende que Uds no lo sepa ya Madam- respondió este secamente, rascándose su poco poblada barba.
Ella se le quedo mirando fijamente y desafiante por unos momentos, no era ninguna idiota y el tampoco, ambos lo sabían. Ella en vez de replicar, se levanto lentamente y fue al mini-bar, a servirse un trago.
-¿Le apetece un trago?- Le pregunto, con cortesía, tratando de suavizar la fricción que había.
-No gracias Madam- respondió, con la misma cortesía de la castaña- ¿Puedo fumar?
-No, no puede.
El permaneció impertérrito, "Que demonios, valía la pena intentar" se consoló.
Miro de nuevo la hermosa oficina, con la réplica de la retirada de Bonaparte y la ultima cena de Da Vinci, después sus ojos grises se fijaron en la colección de libros que tenía en el pequeño estante que estaba llena de libros, novelas, biografías, poemas. Todos los libros más importantes de la literatura de magos o muglees. Todos, sabia muy bien él, leídos infinidades de veces por esa hermosa pero muy, muy inteligente mujer. Segura de sí mismo, solitaria, pero decidía y popular en la prensa y en la alta sociedad mágica británica. Muy apreciada por el Ministro Kingsley en su tiempo y por muchos años, la mano derecha del Director del Departamento de Aurores, hasta que se abrió el Departamento de Seguridad del Ministerio, que ella inmediatamente fue designada para dirigir. Nadie mejor que ella, para muchos.
-Sabe, a mí siempre me gusto la novela de "El Doctor Jivago", pobre hombre, ¿no cree?- le comento Frank- alejado de su familia, sufriendo por el frió y la miseria y acosado constantemente por los malditos comunistas, siempre haciendo de las suyas. Pero bueno, vayamos al grano ¿no le parece? ¿Por qué estoy aquí y no en mi…adorable y acogedor puesto.
- Cumpliendo con su deber, Connor- le digo Hermione con fastidio. Como le irritaba la amargura y el tono sarcástico de Frank.
El no contesto, ni siquiera su expresión cambio por el regaño, simplemente espero a que su superior llegara al punto de la reunión. Además, a un superior no se le era permitido hablarle de esa forma y ya había llegado al límite. Ella lo sabía, y ella sabía muy bien que a él le encantaba llevarla hasta el límite de su paciencia, que le encantaba verla cuando llegaba a ese límite y que se moría por sobrepasar ese límite, para deleitarse de lo que podría suceder, pero no era estúpido. El sabía muy bien lo que pasaba cuando se sobrepasaba.
-Quiero saber tus métodos para capturar a los sospechosos, quiero garantías de que serán tratados como deben hacer- le soltó de una Hermione- Quiero saber lo piensas que va a pasar y lo que harás.
-Lo mismo de siempre, entrar por la puerta, gritarles que se rindan y si no lo hacen, pues bum bum-Dijo él con mucha naturalidad y despreocupación- Nada muy elegante me temo.
-Apuesto que no- replico ella furiosa- o este plan mediocre será otro intento de matar a todos los del salón, como te encanta hacer, para que no tengas ningún herido, para hacer tus encantadores ejemplos de tu justicia Siciliana.
-Bueno si Uds. sabia, ¿Por qué pregunta?- dijo con su habitual tono despreocupado- sabe no tengo tanto tiempo para tanta charla burocrática ¿sabe?.
- Connor no voy a permitir que hagas las cosas a tu manera, ¡A tu maldita manera sangrienta!, no apruebo tus métodos y no voy a permitir que mi Departamento se mueva de esa forma. Los quiero vivos, para interrogarlos y después enjuiciarlos.
-¿Por quién? ¿Burócratas corruptos?- pregunto Frank perdiendo la paciencia- ¿para después verlos salir?, ¿porque algún político no le gusta en lo que nos estamos metiendo? Y después de que los vea salir, ¡Decirle a las esposas de los hombres que esos cerdos mataron, se perdieron en…!
Se cayó de repente, con los ojos inflamados por la rabia. Pero Hermione entendió perfectamente a lo que quería llegar. Suavizo su tono y dijo con la seriedad necesaria.
- Eso no pasara, si hacemos las cosas bien, nuestra información no va a fallar, y si los agarras con vida, por lo menos a los tres Conciglieris. Los necesitamos con vida Frank. Muertos no nos sirven, si mueren, toda la operación se cae y todos Nuestros- enfatizo el Nuestros- compañeros habrán, en verdad, muerto en vano. Ahora Connor, el plan- exigió con un repentino tono endurecido.
Su expresión no cambio en ningún momento, eso era lo que más le inquietaba a Hermione, no cambio ni siquiera cuando lo llamo por su primer nombre.
El tardo un momento para hablar, pues reflexionaba rápidamente sus palabras, "endemoniadamente buenas" confeso él, exactamente lo que quería oír. Miro hacia otra de las replicas que tenia Hermione en la oficina "La Liberté guidant le peuple" se dijo para sí mismo ¡Como le gustaba ese!
-¿Sabe? de todas las pinturas que tiene en…- empezó este.
-Connor, no tengo tiempo para hablar de Delacroix- le interrumpió Hermione, claramente determinada a llegar al punto.
- Esta bien, está bien- dijo con desanimo Frank, rascándose su negro y liso cabello y empezó a dibujar una casa- La casa es de dos pisos, como ya sabe, la planta superior posee tres cuartos, dos de ellos con tres guardias con dos rehenes respectivamente. El tercer cuarto es donde duermen los Conciglieris, y como están ellos en el comedor reunidos con los dos emisarios de la Banda de los Garret y 5 guardias, ese cuarto debe estar vació.
"Aunque no podemos saberlo, pues como sabe, nuestros hechizos detectores, no han podido revisarlo. Los baños, que son tres, están vacíos por el momento. En lo demás, ya estamos seguros, de cuantos y donde están los "sospechosos". El Comando de Ben Wade, se ocupara de este cuarto -señalo unos de los cuartos- y el Comando de Broke se concentrara en este otro para asegurar a los rehenes. Ambos entraran por las ventanas, cuando los sistemas de seguridad estén desactivados. Mi Comando entrara por la puerta principal, se dividirá en tres grupos, el primero (el que yo personalmente comandare) se concentrara en dominar a los guardias, el segundo lo comandara Robertson, tratara de dominar a los emisarios, y el tercero comandado por Aubrey, neutralizara y arrestara a los Conciglieris. Y por último, el Comando de Broderick, entrara al cuarto de los Conciglieris, como son los primeros en entrar, sin no encuentra nada, bajaran inmediatamente para apoyar a mi grupo. Solo necesitamos su orden para entrar Madame- Termino de explicar el plan Frank, tranquiliamente, se arregosto en su silla a esperar que ella hablara
Hermione no respondió, reflexionaba y miraba atentamente al dibujo, con los puntos que señalaban a los participantes de esta orquesta. Le preocupaban dos cosas, los Conciglieris y a ese cuarto al cual todos los métodos del mundo habían fallado para detectar que demonios había allí. No se podía hacer nada mas, ambos lo habían intentado todo y nada. "Bueno, sin complicaciones no hay diversión" se dijo ella para si mismo. Ahora venia la parte más delicada, el verdadero motivo por el cual ella lo mando a llamar. El esperaba, pues sabía que ella tenía que decir o preguntar algo.
-Ok, Frank, el plan aunque imperfecto y lleno de incógnitas sin resolver (como a ti te gusta), me parece aceptable- empezó ella tomándose el tiempo. Se llevo su mano a su frente, para retirar unos mechones de su pelo castaño, que invadían su frente, al tiempo que ponía una expresión ceñida y se mordía los labios, concentrándose en el dibujo, hecho por el pelinegro.
-¿Tiene Uds algo que agregar?- pregunto Frank impaciente, observando detenidamente su expresión. Sobre todo en la forma en que mordía sus finos labios.
-Si, si, la verdad es que si- se limito a decir, levantando su mirada, para fijar directamente sus ojos de color miel en el, desafiante. Frank no dijo nada, su expresión no cambio. Solo esperaba.
- El grupo de Aubrey- dijo despacio Hermione- el que detendrá a los Conciglieris, lo comandare yo misma. Para asegurarme de que nada les pase.
Y espero, pero Frank no dijo nada. Simplemente suspiro, se llevo las manos a su bolsillo, saco un Habano Partagas y lo encendió con los dedos. Dio 2 canaladas y expulso el humo y dio 2 canaladas más, ante la cara de desagrado de Hermione que no dijo nada, y volvió a expulsar. Se paro y se limito a decir antes de salir de la habitación:
-Como Uds ordene Madam- y volvió a hacer una canalada antes de salir.
Hermione no dijo nada, que a pesar de que ella acababa de dar una orden, una orden que el no podía desobedecer, ella pensó que el no le dejaría, que discutirían, que su orden no seria acatada. Que el haría algo que no la haría ir, pero no, simplemente se limito a fumar sus asquerosos habanos, a pesar de que ella lo prohibía ante su presencia.
"Ese hombre le gusta hacer lo que se le venga en gana, no respeta mi rango, nos respeta nada. El no puede desobedecer mis órdenes. Esa era una orden, y en respuesta fuma en mi presencia, en mi oficina, como si estuviese siendo considerado al no discutirla" Pensaba ella fuera de quicio. Volvió a servirse un trago. La espera era interminable.
