Hola a tods! Después de este tiempo de parón he vuelto con otra de mis historias, la continuación de Una Nueva Profecía.

Si has llegado hasta aquí sin haber leído Una Nueva Profecía posiblemente no vayas a entender muchas cosas, así que mi consejo es que la leas. Lo se, es larga, pero merece la pena :)

Los personajes principales pertenecen a JK Rowling, pero la historia así como los personajes secundarios son de mi cosecha.

Espero que os guste.


COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA

UNIFORME

Los alumnos de primer año necesitarán:

Tres túnicas sencillas de trabajo (negras).

Un sombrero puntiagudo (negro) para uso diario.

Un par de guantes protectores (piel de dra gón o semejante).

Una capa de invierno (negra, con broches plateados).

(Todas las prendas de los alumnos deben llevar eti quetas con su nombre.)

LIBROS

Todos los alumnos deben tener un ejemplar de los si guientes libros:

El libro reglamentario de hechizos (clase 1), Miranda Goshawk.

Una historia de la magia, Eustace Garrett.

Teoría mágica, Adalbert Waffling.

Guía de transformación para principiantes, Emeric Switch.

Mil hierbas mágicas y hongos, Phyllida Spore.

Filtros y pociones mágicas, Arsenius Jigger.

Animales fantásticos y dónde encontrarlos, Newt Scamander.

Las Fuerzas Oscuras. Una guía para la autoprotección, Quentin Trimble.

RESTO DEL EQUIPO

1 varita.

1 caldero (peltre, medida 2).

1 juego de redomas de vidrio o cristal.

1 telescopio.

1 balanza de latón.

Los alumnos también pueden traer una lechuza, un gato o un sapo.

SE RECUERDA A LOS PADRES QUE A LOS DE PRI MER AÑO NO SE LES PERMITE TENER ESCOBAS PROPIAS.

Hermione leyó la carta que le acababa de llegar a su hija Gracie.

No se podía terminar de creer que el tiempo hubiese pasado tan deprisa y que la niña estuviese a punto de comenzar en Hogwarts.

El tema la preocupaba bastante, ya que su "otra yo" estaba ya cursando sus estudios mágicos en la misma escuela.

Hacía tiempo había hablado sobre eso con su marido, con los Potter y por supuesto con Albus Dumbledore, quien siempre parecía tener soluciones para todo. Él mismo, en persona, fue a casa de los Granger para darles la carta y hablar con ellos. En ese momento les hizo un encantamiento confundus para que creyeran que su hija había sacado los genes de su tía segunda, Lonna Reilly, la cual era hija de la hermana de la madre de la señora Granger, y a la que físicamente se parecía muchísimo.

A pesar de que Albus la había asegurado que nadie sospecharía nada, ella seguía algo intranquila, pero eso no era lo único que la preocupaba. Su matrimonio no estaba yendo bien, en los últimos meses ella y Remus se habían distanciado. Llevaban casi cinco meses sin hacer el amor y las pelas eran cada vez más frecuentes. Intentaban que los niños no notaran nada, pero a veces era imposible.

-Remus, ha llegado la carta de Hogwarts para Gracie- le dijo Hermione. Por suerte, esa noche había llegado a casa a su hora. Últimamente siempre tenía cosas que hacer y llegaba cuando habían terminado de cenar y los niños estaban a punto de irse a dormir.

Lupin la miró asombrado -¿Ya?- Ella asintió y se la entregó.

Él la leyó con calma y al terminar suspiró y dijo – No puedo creer como ha pasado el tiempo de deprisa. Hace unos días era todavía un bebe al que teníamos que vestir y atar los zapatos, y ahora…Hogwarts-

-Se perfectamente lo que sientes, a mi me pasa lo mismo. Nuestra pequeña está creciendo-

La niña entró a la cocina, en donde estaban ambos sentados –No soy pequeña- dijo molesta.

- Para nosotros siempre lo serás, aunque tengas cien años- dijo Hermione al mismo tiempo que se ponía de pie para coger los platos del armario.

- Papa…-protestó Gracie.

- ¿Qué? Es cierto, siempre serás nuestra niña pequeña. Merlín, todavía me acuerdo cuando naciste, eras tan chiquitita…-

-Que pesados sois, ya me lo habéis contado mil veces-

-Gracie…- la regañó Hermione.

-¿Se puede saber que te pasa para que estés tan enfadada?- preguntó Remus.

-Nada-

-¿Has avisado a tu hermano para que baje a cenar?- preguntó Hermione.

- No me hablo con ese imbécil-

-¡Modera tu lenguaje, jovencita!- le regaño su padre. La niña se cruzó de brazos y frunció el ceño.

- Anda, ven a sentarte aquí y me cuentas que mascota vas a querer que te compremos para ir al colegio- dijo Remus golpeándose en las rodillas.

Hermione les miró con ternura. Entre ellos siempre había habido una conexión especial, algo de lo que su hijo, Alexander Remus Lupin se sentía celoso, no es que Remus no le quisiese, le adoraba, pero la niña era especial para él. Siempre lo había sido.

Mientras padre e hija debatían sobre cuál de entre todos los animales que podía comprar sería mejor, Hermione subió a buscar a su hijo. Estaba en su cuarto, por lo visto peleándose con todo su equipo en miniatura de quiddich favorito, las Avispas de Winbourne.

Así como Gracie se parecía muchísimo a ella, incluso en el carácter, Alex tenía una mezcla de sus dos padres, de barbilla para abajo era Hermione, pero hacía arriba era totalmente Remus.

-Alex, la cena ya está preparada-

-No quiero cenar-

-¿Pero si Melvina ha hecho tu comida favorita?-

-Pues que se la coma ella-

-Alex, sabes que eso es muy feo por tu parte ¿verdad? La pobre ha estado cocinando durante horas solo para darte gusto- el niño se encogió de hombros - ¿Qué te pasa, cariño?- le preguntó Hermione sentándose a su lado y besándole en la cabeza.

-Nada- respondió el niño enfurruñado.

-¿Te has peleado con tu hermana?-

-Ha empezado ella, me ha quitado mi muñeco de Campbell y no me lo quería devolver-

-Está bien, ya le diré yo que no te quite más tus cosas. ¿Bajas conmigo a cenar?-

-Vale- respondió el niño no muy convencido.

Cuando por fin consiguieron que los niños se fueran a la cama y se durmieran Hermione no tardó mucho en acostarse también. Quería esperar despierta a que Remus se acostase y cuando lo hizo, ni siquiera se acercó a ella. Al principio dormían abrazados, pero hacía mucho que había dejado de buscarla como mujer, y ella intuía que era porque había otra persona en su vida.

Se esforzó por desterrar esos pensamientos de la cabeza, y cuando lo consiguió le dijo casi susurrando -Me alegro que te haya dado tiempo a venir esta noche a cenar-

-Quiero aprovechar a pasar todo el tiempo que pueda con Gracie antes de que se vaya a Hogwarts- respondió y Hermione no pudo evitar que la doliese. Había momentos en los que ella pensaba que Lupin se arrepentía de haber tenido otro hijo, y no lo entendía, porque Alex era un niño completamente sano, no había heredado la licantropía de Remus y el niño era muy cariñoso con él, casi tanto como su hermana.

Hermione recordó cuando Alex nació y les dieron la noticia de que era un niño completamente normal. Fue el momento más feliz de su vida y de la de su marido, pero él había cambiado tanto…

-También deberías de hacerle un poco de caso a Alex, sabes que tiene celos de tu relación con Gracie-

-Si vas a comenzar con eso me voy a otro lado a dormir- contestó Lupin de malos modos.

-Haz lo que te de la gana. Al fin y al cabo es lo que haces siempre- respondió Hermione muy molesta. ¿Es que nunca iban a volver a ser capaces de tener una conversación sin pelearse?

Remus se levantó de la cama y se marchó de la habitación. No volvió en toda la noche.

Ella apenas pudo pegar ojo y cuando Remus apareció en la habitación a la mañana siguiente para vestirse, ella se hizo la dormida y no se levantó hasta que él se hubo marchado a trabajar.

Mientras se duchaba lloró todo lo que por el día no se atrevía a hacer, no quería que sus hijos la viesen así, pero estaba mal. Su matrimonio se estaba yendo al garete y ella no sabía que hacer para que eso no sucediese.

Los niños se despertaron una hora más tarde y después de desayunar, se fueron los tres al Callejón Diagon a comprar las cosas para Hogwarts.

-¡Vamos a ver a Papa!- chilló Gracie al pasar por delante del escaparte de la tienda en donde trabaja Remus.

-¡Si, vamos a ver a papá!- gritó Alex.

Aunque no era lo que más le apetecía, abrió la puerta y los niños entraron corriendo, sorteando a la gente que había dentro.

En cuanto Remus les vio, sonrió. Terminó de atender a un cliente y abrazó y besó a sus dos hijos.

-Jewel ¿puedes quedarte sola un par de minutos?- preguntó Lupin a la dependienta que trabajaba en su tienda. –Venid conmigo, chicos-

Su marido se llevó a los niños a la trastienda y ella se quedó allí de pie, viendo como la chica atendía a los clientes y de vez en cuanto la miraba de reojo.

Hermione estaba convencida que esa era la mujer con la que su marido la estaba engañando. No la extrañaba, porque ella era increíblemente guapa, rubia, con un perfecto cuerpo de modelo y tenía un carácter que la recordaba mucho a Nymphadora Tonks.

-¡Mama! ¡Mira lo que me ha conseguido papá!- gritaba su hijo Alex agitando un poster firmado y dedicado de su jugador de quiddich favorito, Tim Campbell. Ella lo leyó y sonrió.

-¿Le has dado las gracias y un beso?- preguntó Hermione mirando a Remus.

- Mil veces ¿A que sí papá?-

- Yo diría mil quinientas- respondió sonriendo a su hijo.

-Bueno, despediros que tenemos que seguir con las compras-

-Si, vamos a ir a Ollivanders a por mi varita- dijo Grace.

Luego esta noche me la enseñas en la cena ¿vale?- Lupin besó a sus hijos, pero a ella no la dirigió ni siquiera una mirada.

Mientras salían, Hermione escuchó la conversación entre su marido y Jewel -¿Ha pasado algo mientras no estaba?-

-Si, que te he echado de menos- le respondió ella.

Hermione se dio la vuelta dispuesta a aturdir a esa desvergonzada por decirle esas cosas a su marido delante de ella, pero Lupin, dándose cuenta de sus intenciones agarró a la chica del brazo, intercambiaron las posiciones detrás del mostrador y se colocó delante de Hermione, mirándola muy serio.

Ella temblaba de rabia y de dolor.

-¡Vamos, mamá! ¡Date prisa, que nos van a cerrar!- la voz de Gracie la hizo girar, pero antes le mandó a su marido un mirada amenazadora. Sin duda esa noche iban a tener una conversación, quisiese él o no.

Una vez terminadas todas las compras, Hermione y sus hijos fueron al Caldero Chorreante a tomar unas cervezas de mantequilla. Habían quedado con los Potter que se encontrarían allí.

Mientras los niños jugaban entre ellos, Hermione le contó sus problemas matrimoniales a Lily.

- No se cuanto tiempo más voy a conseguir aguantar esta situación- le dijo a su amiga con lágrimas en los ojos.

-Yo le hubiese sacado los ojos con mis propias manos a esa lagarta- respondió Lily.

-Me ha faltado poco, créeme, pero no quería hacer un numerito delante de los niños. Ya lo están pasando suficientemente mal-

-No entiendo como Remus ha cambiado tanto-

-Yo tampoco-

- Esta noche voy a hablar con James, tal vez él pueda hablar con Remus y no se…tal vez el pueda abrirle los ojos o saber porque actúa así-

- Es ella, esa descarada que trabaja con él, le tiene hechizado, Lily. Y yo…no se que hacer para competir con ella, pensé que era porque después del nacimiento de Alex había engordado y a Remus no le gustaba, así que adelgace siete kilos, pero él pareció no notarlo. Me he cambiado el color del pelo, me he comprado lencería nueva y nada de lo que haga o que le diga sirve de nada. Incluso…-

-¿Qué?- la pregunto Lily cuando ella dejó de hablar.

- Es que es algo muy íntimo-

-¿A estas alturas estamos con eso?- Hermione sonrió.

-Verás. Desde hacía tiempo el me había pedido tener sexo anal, decía que le excitaba mucho la idea, pero desde el nacimiento de Alex tengo muchos problemas de almorranas, así que nunca me atrevía. Hace un par de semanas se lo propuse, pensé que le sorprendería y que tal vez así pudiésemos volver a encender la llama, incluso no me importaba pasarme una semana después tomando pociones para el dolor, pero ¿sabes como reaccionó cuando se lo propuse? Me dijo que estaba muy cansado. Yo le dije, está bien, si no es hoy otro día, y me dijo que hacía mucho que había perdido el interés en probar nuevas cosas conmigo- le confesó a punto de llorar.

-¡Oh, cariño!-

-Le he perdido para siempre, Lily- la respondió a su amiga comenzando a llorar –Y no se que he hecho mal-

Lily la abrazó y ella rápidamente se compuso, no quería que nadie la viera llorar.

-No hables así, seguro que termináis encontrando una solución, ya veras –

Como había prometido a sus hijos, Remus fue a cenar a casa.

Hermione le conocía demasiado bien y sabía que estaba tenso, esperando que ella le reprochase algo, pero, a pesar de querer gritarle todo lo que la reconcomía por dentro, esperó y esperó hasta que los niños se acostaron y dejó pasar unos minutos hasta que se durmieran.

Bajó a la biblioteca, donde sabía que estaría Remus, y entró. Allí estaba él, sentado en su butaca favorita leyendo El Profeta. Hermione cerró la puerta y colocó un encantamiento imperturbable por si la conversación subía de tono, cosas de la que estaba segura que pasaría, así ni los niños ni Melvina podrían oír nada.

-Te estaba esperando- le dijo Lupin.

-¿Te estas acostando con ella?- preguntó Hermione cruzándose de brazos.

A Remus le sorprendió tanto lo directo de la pregunta como su aparente tranquilidad.

-No se de que me estás hablando- claro que lo sabía, el muy mentiroso de él, pero no iba a darse por aludido.

-La dependienta de la tienda ¿Te la has follado?-

-¡Claro que no!- respondió -¿Cómo puedes pensar eso?-

-No te atrevas a mentirme -

- No tengo porque mentirte- Era cierto, él no se había acostado con Jewel. También era verdad que entre ellos había pasado algo y un par de veces se habían enrollado en el trastero mientras hacían inventario, pero nada más. De momento, porque él sabía de sobra que tarde o temprano terminarían teniendo sexo, y eso le hacía sentirse como un cerdo cada vez que llegaba a su casa y veía a su esposa, pero el deseo que sentía por esa mujer era más fuerte que él. Por eso a veces reaccionaba de manera tan agresiva hacia Lonna.

Hermione se quedó pensativa unos instantes -¿Quieres que nos separemos?-

Eso si que no se lo esperaba y una ola de pánico le recorrió de arriba abajo. –No- contestó sinceramente.

-¿Ese no es porque tienes miedo de perder a tus hijos o por perderme a mí también?-

Ahora el corazón se le paró. No sabía que responder.

-No me mientas Remus. Estoy cansada de esto y quiero que esta noche lleguemos a un acuerdo. O arreglamos esta situación y seguimos juntos como antes o cada uno continúa su vida por su lado-

Estaba de acuerdo con ella, no podían seguir viviendo así, se estaban haciendo demasiado daño –Sinceramente, no se que responderte-

Increíblemente, Hermione seguía tranquila. Asintió con la cabeza varias veces y dijo –Eso es todo lo que necesitaba saber. Mañana haré las maletas y me iré con los niños a casa de James y Lily – Se dio media vuelta y cuando agarró el pomo de la puerta fue cuando él se dio cuenta de lo que le acababa de decir.

-No. Espera- Estaba muerto de miedo de que se fuera y se llevase a los niños. No quería perder a ninguno de los tres.

Ella se quedó allí de pie, sujetando con fuerza el pomo, sin mirarle.

-Quiero arreglarlo. Quiero que te quedes- le pidió.

- No te preocupes, Remus, podrás ver a los niños cada vez que quieras. Te los traeré…-

- No hablo de ellos. Hablo de ti, de nosotros – le dijo acercándose y poniendo una mano sobre su hombro.

Hermione se giró. Tenía los ojos empañados por las lágrimas y a él se le encogió el corazón. No soportaba verla llorar –Se que últimamente no he sido un buen marido y que te he hecho mucho daño, pero, por favor, Lonna, dame otra oportunidad. Te prometo que no te arrepentirás-

Cuando ella asintió, ambos se abrazaron con fuerza y comenzaron a besarse como dos recién casados.

Esta de pie, mirando las fotografías que tenía colgadas en la pared. Albus Dumbledore, Minerva McGonnagall, Rubeus Hagrid, Ojoloco Moody, Kingsley Shacklebolt, Alice y Frank Longbottom, James y Lily Potter, los hermanos Black, Remus y Lonna Lupin, Severus Snape, Marlene Mckinnon y una veintena más de hombres y mujeres que lucharon en la guerra contra Voldemort y quedaron con vida.

-Primero acabaré con todos y cada uno de vosotros lenta y dolorosamente, y después…- se giró lentamente. Había recortes de periódicos y fotografías por todas partes, empapelando cada milímetro de pared. Incluso la pequeña ventana y el techo estaban cubiertos por papel. Gente saludando, gente sonriendo, gente llorando, gente siendo llevaba a Azkaban, había de todo, incluso niños jugando.

-…me encargaré del resto-

...

Continuará...