Cap 1: ¿Qué tanto?

- Realmente es preciosa – murmuro un embobado Danny al moreno que estaba junto a el mientras observaba boquiabierto a la chicas mas hermosa de todo el salón

- Viejo, no deberías volar tan alto. Sabes que ella nunca se fijara en ti… - sentencio su amigo rompiendo por completo con su utopía. No quería que el se alimentara de una fantasía que lo único que haría seria lastimarlo cada vez mas y mas.

Sam intentaba poner atención a lo que decía el profesor lo cual era una meta difícil de alcanzar ya que los agudos comentarios de sus dos amigos la distraían bastante.

- Señor Fenton, ¿podría decirme quien pinto "Le déjeuner sur l'herbe"? – inquirió severamente el profesor terminando con la conversación que estaba manteniendo. Nervioso, comenzó a tamborilear los dedos en su libro mientras rogaba que algo lo salvara de aquella tediosa situación en la que se había metido. – Veo que se ha quedado mudo. Señorita Manson, ¿podría contestar, por favor? – volvió a preguntar girando precipitadamente hacia la gótica quien observaba la escena desde su asiento.

- Si, hum… - medito unos segundos antes de responder para asegurarse de lo que diría era correcto – ¿Édouard… Manet?

- Perfecto, señorita. – la apremio con una sonrisa para después voltearse hacia Danny – Quizás podría aprender una o dos cosas de la clase si prestara atención. Hágase un favor, imite a su amiga y permanezca en silencio – le dijo y antes de continuar, le dedico una ultima y furtiva mirada que le aseguro que esa había sido una advertencia que no debía ignorar. Decidió no seguir tentando al destino y no volvió a pronunciar ni una palabra hasta que llevo el receso.

- ¡Podría parecerse un poco mas a su amiguita! – dijo Tucker imitando a su maestro mientras tomaba asiento en la cafetería. Danny se había sentado a su lado y Sam lo había hecho frente a el.

- Muy gracioso, Tuck – dijo sarcásticamente el ojiazul – No entiendo porque me reprendió a mí y a ti no – protesto molesto al cruzarse de brazos ante esa injusticia.

- Debe ser porque tu voz resonada mucho más fuerte que la de Tucker – argumento fríamente la muchacha disimulando una completa indiferencia hacia el tema – Todo el mundo se entero de l que estabas diciendo.

- ¿¡Crees que Paulina me haya escuchado!? – interrogo sobresaltándose y derramando la gaseosa sobre la playera de su amiga.

- TODOS te escucharon – contesto limpiándose la gran mancha color café con una servilleta de papel que había sobre la mesa. Sabia que el estaba muy ocupado pensando en Paulina como para pedirle perdón lo cual la lleno de ira y resignación… ¿Qué era tan maravilloso en aquella chica?

- ¡Ahora, no va a hablarme mas! – se lamento con un suspiro llevándose las manos al rostro.

- Nunca te ha hablado – intento reconfórtalo su amigo sin reparar en que no había elegido las mejores palabras para hacerlo.

- ¡Vamos, Danny! – exclamo exasperada al ver el apesadumbrado gesto con el que observaba amenazadoramente al moreno - ¿Qué tiene de especial?

- ¿Estas bromeando? – pregunto desviando su atención de Tucker para regalársela plenamente a ella – Tan solo mírala – le indico señalando a la joven que almorzaba despreocupadamente en el otro extremo del salón. – Tienes unos ojos preciosos, una piel perfecta y una figura que…

- ¡Esta bien! – lo interrumpió molesta – No necesito una lista de todas sus cualidades… ¿Qué te hace pensar que le interesas?

- Yo no le intereso pero, tal vez, Danny Phantom si – murmuro para que solo ellos 2 pudieran oírlo.

- ¿No estarás pensando en…? – comenzó sin poder ceer lo estupido que podía llegar a ser Danny a veces. El chico corroboro sus sospechas asintiendo vigorosamente con la cabeza - ¡No puedes!

- ¿Porque? Ambos sabemos que a ella le gusta el chico fantasma…

- ¿Es que no te das cuenta? – sabia lo despistado que era pero eso ya era una exageración. Alguien debía abrirle los ojos y ella, era ese alguien - ¡Ella no te merece, solo es una masa de superficialidad en un lindo paquete!

- ¡Tu solo lo dices porque estas celosa! – le espeto diciéndole lo que siempre había pensado pero nunca se había atrevido a decir.

- ¿Yo? ¿Celosa? – empezó nerviosa… ¿Acaso el sabia algo de los sentimientos que le había estado dedicando secretamente? - ¿De que?

- ¡De que ella sea tan hermosa y popular! – si en ese instante hubiera sabido que lo que le diría le traería unas consecuencias colosales, seguramente, habría permanecido en silencio - ¡Tu nunca podrás ser como ella y lo sabes!

- ¿¡Eso crees!? – estaba a punto de explotar… ¿Cómo se atrevía a decir que esa… pequeña bruja la superaba? ¿¡Como!? – Ya lo veremos…

Ese mismo día, Sam estaba en su cuarto mirándose fijamente en el espejo…

- ¡No puedo creer que haré esto! – se dijo así misma al agarrar el vestido rosa que le había facilitado su madre quien siempre había esperado que algún día su hija se lo pidiera – Esto va en contra de todo lo que soy y todo lo que represento… - comenzó a dudar al observar cada uno de los detalles de la prenda. No tenia que hacerlo, no tenía nada que probar pero ansiaba tanto darle una buena lección a Danny que no lo pensó 2 veces antes de ponerse el vestido. Al ver el resultado, se sorprendió muchísimo, no podía creer que llevara puesto algo de color rosado por su propia voluntad…

- Definitivamente, esto no es para mi – cualquier chico que la hubiese visto en ese momento, hubiera caído a sus pies ya que se veía extremadamente linda, aun así, a ella no le gusta, en absoluto, como se veía su reflejo. Parecía ser otra persona, una muy distinta a la que en realidad era. – ¡Dije que podía con esto y podré! – intento así generar algo de la seguridad de la que carecían sus palabras – Pero… ¿esto estará bien así? – se pregunto intentando acomodar el cierra del mismo.

- ¡Es inútil! – se quejo abandonando aquella tarea y pensando que necesitaría algo de ayuda para cumplir con su objetivo.

Muy a su pesar, recurrió a su madre quien acepto ayudarla sin siquiera titubear.

- ¡Sammy! – comenzó con un gritito – Me alegra tanto que al fin te quieras civilizar.

- Mira, te agradecería si te ahorras esos comentarios – le advirtió sabiendo que la poca paciencia que tenia complicaría aun mas las cosas.

Después de unos 20 minutos en los cuales su ropa sufrió unos cambios radicales, su transformación había acabado casi por completo.

- Solo falta algo… - empezó examinándola detenidamente con la mirada en busca de algún error – Quitaté las botas y ponte estos – le entrego unos delicados zapatitos y espero a que se los pusiera, cuando lo hizo, Sam sintió un dolor impresionante que le nacía en la punta de los dedos

- Me quedan muy apretados – dijo mientras intentaba sacárselos cosa que no pudo hacer porque su madre se lo impidió.

- ¿Qué haces? – la dependió automáticamente - ¿No sabes que verse bonita duele?