Entre el tercer y el cuarto año… empecé a verte diferente.

Me imagino que la relación Ron y Hermione tal vez ya les traiga un poco cansados, más me di a la tarea de presentar mi versión de los hechos, de la forma en que estos dos empezaron a verse diferente, no únicamente como amigos. El inicio de todo se dio a final del tercer año y fue un poco notorio en el cuarto curso (como olvidar los celos de Ron por "Vicky" y las molestias de Hermione por Fleur). En quinto no pasó muy a mayores dentro del libro, pero el sexto… ni se diga. Y del séptimo ya ni hablamos. Los que crean que Harry debió quedarse con su amiga castaña… están visiblemente equivocados, pues ni J.K. lo llegó a insinuar alguna vez. Disfruten de todos modos el breve fic a reserva de la continuación que pienso hacer del sexto libro… y continuar también con mis fics de Inuyasha que ya los abandoné un poco… ¡es que las ideas de otras de mis series favoritas fluyen en mi cerebro! Saludos y recuerden: Personajes y características relacionados son propiedad de J.K. Rowling y la WB. Larga intro…

Después de meses ignorándola, montado en su terquedad, insistiendo una y otra vez que esa bestia peluda llamada Crookshanks había asesinado a Scabbers, porque a pesar de ser una mascota inútil era parte de la familia, Ronald Weasley volvió a dirigirle la palabra a Hermione Granger. En realidad ella también se había comportado irracional, alegando que el pelirrojo le tenía mala voluntad a su gatito por el hecho de que, al parecer, la rata de su amigo le atraía por sobre muchas más que podría haber en el castillo.

Fueron días muy deprimentes para la niña de alborotada cabellera castaña, pues hasta Harry Potter pareció tomar partido por su amigo de ojos azules y evitaba hablarle demasiado. El exceso de materias cursadas, la presión de los deberes, la promesa que le había hecho a Hagrid sobre ayudarle con la defensa de Buckbeak, el hipogrifo que lesionó a Draco Malfoy, porque el muy estúpido se había atrevido a retar a esa criatura, amenazaban con acabar con los nervios de la jovencita, y el hecho de que sus mejores amigos parecían haberla abandonado. Sentía sobre sus hombros el peso de todas las cosas.

Al recibir la última misiva de Hagrid sobre el caso de Buckbeak tuvo que ir a buscar a los chicos, a pesar de lo mal que la habían tratado cuando Harry se fugó con Ron a Hogsmeade, a sabiendas que podía ganarse un castigo por desacato a las normas de protección. Los encontró al doblar por uno de los pasillos, en el cual estaba indicado uno de los pasadizos secretos al pueblo en el mapa del Merodeador. No pudo evitar unas lágrimas al verlos tan abatidos… ahora lo importante eran las malas noticias de Hagrid, ya sería suficiente la sanción que tal vez le impusieran al de ojos verdes.

¡Harry, Ron! — pronunciar el nombre del pelirrojo pareció lastimarle la garganta… ¿acaso volvería a ignorarla? Corrió hacia ellos.

¿A qué has venido Hermione? — dijo el ojiazul entre molesto y amargado —. ¿Has venido a burlarte de nosotros, a delatarnos con McGonagall? — el tono de su voz estaba engrosándose, haciéndose más masculino… eso le lastimó más el corazón.

No… — respondió tratando de controlar el llanto —. Es sobre Hagrid… ha perdido el caso — y se plantó frente a ellos, sin atreverse a mirarlos otra vez, esperando que tal vez fueran a buscar al guardabosques y la volvieran a dejar sola.

Los muchachos se quedaron boquiabiertos por un instante. Fue Harry el que habló esta vez.

¿Perdió? — dijo un poco incrédulo, parpadeando visiblemente consternado.

Si — Hermione hacía un gran esfuerzo para no soltarse a llorar. Le tendió la carta que apenas hacia unos minutos había recibido —. Me mandó esto.

Ambos jóvenes leyeron la misiva con la vista. La muchacha no se atrevió a interrumpirlos ni a mirarlos, jugando nerviosamente con el borde de su túnica, aunque miró de soslayo al ojiazul… la indiferencia de él la lastimaba mucho más que la del de ojos verdes. Habían tenido varias discusiones desde que se conocieron, pero esa era la más larga y, a su pesar, parecía que sería la última. Cerró un poco los ojos para ya no pensar en eso. A sus catorce años ya estaba dejando de ser una niña y poco a poco su cuerpo cambiaba a formas más femeninas. De la misma manera estaba empezando a cambiar ciertos pensamientos aunque ella se lo negara a sí misma. Los chicos levantaron la vista y se percató que la observaban. Lo bueno es que no le veían bien el rostro tras su espesa mata de cabello, pues sus mejillas se colorearon un poco… Ron la miraba otra vez, y no con mala cara.

Nosotros quedamos de ayudarle — dijo Harry mostrándose avergonzado —, y te dejamos todo el trabajo a ti sola.

Aun podría apelarse — dijo con vocecita aguda, un tanto desesperanzada —, pero no se que más puedo hacer… no se me ocurre nada.

Esta vez ya no trabajaras sola Hermione — dijo Ron con firmeza y se le acercó un poco —. Yo te ayudaré.

La joven se emocionó tanto de que él le ofreciera ayuda… su corazón se liberó de golpe y ya no pudo detener el llanto.

¡Oh, Ron! — y lo abrazó colgándose de su cuello, haciendo que el pelirrojo se agachara a su altura, visiblemente asustado por la reacción de su amiga —. ¡Gracias!

Por… nada — tartamudeó el chico, y lo único que atinó a hacer fue palmearle cuidadosamente la parte alta de la espalda, mientras sus orejas enrojecían furiosamente.

Y de verdad… — la castaña soltó un suspiro y lo liberó de su apretón al notar la vergüenza de su amigo, limpiándose las lágrimas con la manga de la túnica —, siento muchísimo lo de Scabbers.

No te apures — le dirigió una sonrisa, como hace tiempo no lo hacía. Estaba esperando esta confesión de su parte para soltar también la suya —, ya estaba viejo y no servía para nada.

Harry también sonrió abiertamente… sus mejores amigos volverían a ser amigos entre ellos, y nuevamente estarían juntos los tres.

Esos últimos días del curso fueron muy apurados y ajetreados, pero con la amistad renovada las cosas que sucedieron fueron más llevaderas. Harry contaba con la ayuda incondicional de sus dos compañeros y fieles amigos, Ron apoyaba a su camarada y Hermione ya no se sentía perdida… aunque siguiera discutiendo con el ojiazul estaba otra vez a su lado.

Ron tampoco había disfrutado del todo la separación, pero no le iba a admitir a ella que de verdad había sido un descuidado con su mascota… más fácil echarle la culpa al gato. Cuando podía se daba tiempo de mirarla, y trataba que fuera una mirada de desagrado, le hacía burlas más hirientes en clase y no perdía la oportunidad de hacer comentarios sarcásticos sobre temas a los cuales sabía que la joven era muy susceptible. Pero en realidad no se encontraba nada contento con la situación. No dejaba de pensar que estaba teniendo una conducta digna de un estúpido altanero como Malfoy, pero no quería dar su brazo a torcer. Por lo menos él tenía a Harry para hablar mal de Hermione.

Fred y George decidieron no dar más su opinión y, aunque Percy le llamó la atención por no haber cumplido correctamente con varios deberes, dado que ni al de ojos verdes le ayudaba la castaña, también se hizo el que no le importaba mucho la situación. Pero Ginny fue bastante fastidiosa y hasta Hagrid le había llamado la atención a Harry y a él por ser unos desconsiderados e insensibles con la muchacha, que en esos tres años les había brindado amistad sincera y ayuda cuando se lo pedían.

Hola Hagrid — dijo Ron cuando fueron a visitarlo, unos días después de que Sirius Black entró en la torre de Gryffindor para tratar de matar a Harry, aunque al parecer se equivocó de cama y casi acaba con el ojiazul. Ante sus gritos desaforados, Black huyó despavorido —. Me imagino que quieres los detalles del ataque del sábado, ¿no? — parecía muy orgulloso de sí mismo.

Ya me lo han contado — dijo un tanto seco el guardabosques al abrirles la puerta de su cabaña.

Vaya — dijo el joven un poco ofendido… ¿para qué los había convidado entonces?

Tengo algo que comentarles — les dijo el grueso hombre al sentarse a la mesa para tomar el té, esa era la razón de la invitación —, esto es algo serio — y los miró con un semblante digno de McGonagall.

¿Qué es? — preguntó Harry con verdadera curiosidad, Hagrid no acostumbraba a ser tan serio con ellos.

Hermione — dijo Hagrid sin cambiar el gesto.

¿Qué le pasa? — preguntó Ron tratando de disimular una pizca de preocupación en la voz… ¿acaso le ocurría algo a su amiga… ex amiga?

Está muy mal, eso es lo que le pasa — habló el guardabosques mirando a ambos con un gesto de reproche —. Me ha venido a visitar con mucha frecuencia desde las Navidades. Se encuentra sola porque ustedes… se disgustaron con ella, primero por la Saeta de Fuego y ahora por culpa del gato.

¡Esa bestia se comió a Scabbers! — exclamó el pelirrojo de malhumor… así que la fastidiosa de su amiga se había ido a quejar… que patética resultaba.

¡Por qué su gato hizo lo que todos los gatos! — prosiguió Hagrid levantando un poco la voz para serenar al joven —. Hermione ha llorado, ¿saben? Creó que abarca más de lo que puede, con tantas materias aun se dio tiempo para conseguirme algo útil para la defensa de Buckbeack

Les soltó un pequeño discurso sobre que sabía lo atareados que estaban y que comprendía que, entre tantas ocupaciones, no se hubieran dado tiempo de buscar también algo más para ayudarle. De todas formas les agradecía la ayuda incondicional que sabía le brindaban en esos momentos en que necesitaba apoyo moral.

… Pero tengo que decirles que creía que valoraban más a su amiga que a las escobas o a las ratas. Nada más — los dos chicos se miraron azorados, y Ron por lo menos más que Harry —. Sufrió mucho cuando se enteró que Black estuvo a punto de matarte Ron — esta vez suavizó un poco más el tono al dirigirse al pelirrojo, como para que abriera los ojos y dejara de ser tan orgulloso… su amiga, por más malestares que les haya causado, no merecía ese trato de su parte —. Hermione tiene buen corazón. Y ustedes dos sin dirigirle la palabra…

¿Acaso su amigo se sentía como él, un verdadero idiota por haber sido tan grosero con ella? Y todo por una rata inútil y un gato deforme. Los días en la biblioteca y en la sala común, consultando gran cantidad de libros, aunque fueran aburridos, no estuvieron del todo mal. Hermione era experta en hablar hasta por los codos, pero se veía más tranquila, relajada y sonriente hasta donde se podía, pues hacer deberes para muchas materias parecía haberle causado estragos de sueño. A pesar de eso parecía verse más… ¿encantadora? Por lo menos estaba mejor que Millicet Bulstrode, Eloise Midgeon o Pansy Parkinson.

¡Todavía podemos apelar Hagrid! — dijo Ron con entusiasmo cuando regresaban de la última clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, acompañando a Hagrid con rumbo al castillo —. ¡No tires la toalla! ¡Estamos trabajando en ello!

No servirá de mucho, Ron — le dijo Hagrid con tristeza —. Lucius Malfoy tiene a la comisión en el bolsillo…

El corpulento hombre desvió su camino con rumbo a su cabaña, tratando de disimular gruesas lágrimas por la suerte de su querida mascota. Los tres amigos lo miraron alejarse, y escucharon atrás de ellos una burlona voz.

¡Mírenlo como llora!

Malfoy, Crabbe y Goyle habían estado escuchando muy de cerca.

¿Han visto algo tan patético como ese monigote? — dijo el oxigenado muchacho —. ¡Y pensar que es profesor nuestro!

Harry y Ron les lanzaron una mirada asesina y se disponían a ir por ellos, aunque significara pelear con los gorilas de Crabbe y Goyle y tal vez ganarse un castigo; pero Hermione se les adelantó… ¡PLAF! dándole a Malfoy una cachetada con todas sus fuerzas, fulminándolo con sus pupilas cafés. Todos los chicos, incluso el mismo Malfoy, se quedaron atónitos ante ese actuar de la castaña. Ella estaba decidida a golpearlo otra vez.

¡No te atrevas a llamar "patético" a Hagrid, tú grandísimo puerco… malvado!

¡Hermione! — dijo Ron con voz un tanto débil, tratando de sujetarle la mano.

Suéltame Ronald — protestó y sacó rápidamente la varita de su túnica, dispuesta también a lanzarle un maleficio.

No vale la pena — insistió Ron agarrándole esta vez el antebrazo —, es una basura.

Sabedores de lo buena que es Hermione con los hechizos, Malfoy Crabbe y Goyle pusieron pies en polvorosa. El rubio se dio tiempo de lanzarles una mirada de infinita molestia. El pelirrojo soltó la extremidad de su amiga… los dos parecían enrojecidos de las mejillas.

¿Estuvo mal? — preguntó la muchacha con inocencia.

No… estuvo genial — admitió el ojiazul sonriéndole abiertamente.

El final del curso fue tan dramático como los anteriores. Y como no, si la rata de Ron, Scabbers, había permanecido oculta entre las sombras del castillo, huyendo de Sirius Black… resulta que no era una simple rata como habían creído por doce largos años, sino un animago ilegal llamado Peter Pettigrew, un muy buen amigo del papá de Harry en el colegio, que lo había traicionado al hacerse mortífago y delatar a la familia Potter ante Lord Voldemort. El gato de Hermione sí que se había dado cuenta de que no era ninguna rata, por ello lo estuvo acosando todo el tiempo. Asimismo Sirius Black era un animago no registrado y Remus Lupin, quien también fuera amigo de los Potter, era un hombre lobo y había fungido como profesor de Defensa contra las Artes Oscuras durante todo el ciclo. Los antiguos condiscípulos estaban juntos una vez más, mas no puede llamarse que fuera una reunión de camaradería como antaño, en aquellos buenos tiempos del colegio.

¡Ron, corre! — le gritó Harry cuando notó la presencia del enorme perro negro que lo había acosando en Privet Drive, el Grim, el augurio de muerte. El gigantesco can se abalanzó sobre el pelirrojo antes de darle tiempo de levantarse del suelo mientras el chico había perseguido a su rata, la cual estaba huyendo del gato de Hermione.

¡Noooo! — gritó la castaña muerta de miedo, ¿qué pensaba hacer ese ser del infierno a su querido amigo?

Harry y Hermione corrieron tras ellos. El perrazo llevaba a Ron como si fuera un muñeco de trapo y no lo soltó ni cuando entró por un hueco que se encontraba debajo del sauce boxeador. El joven se resistía y lo único que consiguió fue que se le rompiera una pierna al forcejear. Hermione tuvo que hacer un esfuerzo para no soltarse a llorar frente a Harry, lo importante era salvar al ojiazul del temible destino que tal vez le esperaba. Los acontecimientos ocurridos en la Casa de los Gritos son del todo conocidos. Se descubrió parte de la verdad en torno a como es que Voldemort pudo encontrar a los padres de Harry… Sirius Black resultaba ser inocente y pensaba vengarse del traidor de Pettigrew. Las cosas pudieron haber salido mejor si no es porque Severus Snape se apareció en el momento menos esperado. Harry tuvo que "mandarlo a dormir" con un potente hechizo desarmador, pues tenía curiosidad por saber esa verdad desconocida para él. Por decisión del mismo Harry entregarían a Pettigrew al ministerio, así Sirius quedaría libre y, al ser su padrino, podría irse a vivir con él. Los acontecimientos parecieron jugar en su contra, pero por lo menos no habían perdido un amigo.

¿Te duele mucho? — preguntó con voz dulce Hermione a Ron, ayudándole a caminar con cuidado. La pierna que Sirius le había roto ya se encontraba en cabestrillo. El fugitivo le pidió una disculpa por casi arrancarle la extremidad y Lupin se la acomodó lo mejor que pudo para poder llevarlo a la enfermería.

Creo que van a tener que cortármela… — dijo el pelirrojo visiblemente consternado, dejándose caer en una piedra la salir de la Casa de los Gritos por el pasadizo bajo el sauce Boxeador — no tiene remedio… está muy grave — parecía a punto de llorar.

Ya verás que la señora Pomfrey te la va a dejar muy bien — ella lo miró con una mezcla de ternura y conmiseración… con esa carita de puchero cualquier mujer se enternecería. Le dedicó una caricia en la mano que tenía sujeta.

No tiene remedio — siguió el ojiazul sin mirarla del todo… pero internamente sintió un suave cosquilleo con esa caricia —, voy a quedar paralítico.

La salida de la luna llena volvió a cargar el ambiente de tensión y miedo, pues Lupin no había bebido la poción que hace años consumía para tranquilizarse durante la transformación. Era muy peligroso.

El ciclo llegó a su fin y, al parecer de Dumbledore, creía que un temor de hace doce años volvería con más seguridad tras la huída de Pettigrew, conocido como Colagusano entre sus amigos Remus Lupin y Sirius Black. Más sin embargo no permitió que los adolescentes se mortificaran por ello. Todos los alumnos de Hogwarts debían de continuar con la normalidad de sus vidas, pues la juventud se vive una vez y hay que disfrutarla… llegaría el tiempo en que las cosas fueran terribles, pero aun no era así, no había que precipitar las cosas.

El verano estuvo llenó de algunas alegrías. Los Mundiales de Quidditch eran el acontecimiento más esperado de la comunidad mágica, y ese año se celebrarían en Inglaterra. Nuestros amigos fueron cortésmente invitados a asistir, el señor Weasley había conseguido varias entradas para su familia por ser empleado del Ministerio de Magia inglés. Hermione arribó a la Madriguera dos días antes de que Harry llegara. Sus padres, aunque no comprendían del todo el mundo de la magia, habían consentido en que su hija debía adentrarse más en esa comunidad de la que ya no podría salir, pues pertenecía a ellos. Ron platicó con ella en muy pocas ocasiones, en esos días traían la euforia del partido a flor de piel, y la castaña no era demasiado fanática del juego. Sus clases de vuelo, al menos para la joven, habían sido un verdadero desastre. Hasta le pareció una exageración que, después del partido, su amigo ojiazul hablara de Viktor Krum, el buscador búlgaro que había sido seleccionado como el mejor jugador de quidditch de los últimos cien años, con un tono de idiota perdido y admiración desmedida… ni Harry hacía ese tipo de niñerías. La celebración terminó con un ataque por parte de antiguos partidarios de Voldemort, algunos que habían permanecido escondidos por todos estos años. Los del Ministerio no supieron que hacer, y nuestros amigos se vieron involucrados en un incidente porque alguien desconocido le robó la varita a Harry para conjurar la "Marca Tenebrosa"… la señal de Lord Voldemort y sus seguidores.

Al llegar al colegio recibieron una noticia sorprendente. El Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería sería sede de un torneo que hace bastante tiempo no se realizaba, pero que había sido una verdadera tradición en cuanto al uso de la magia se refería: el Torneo de los Tres Magos. A mediados del primer trimestre del curso llegaron las otras dos escuelas de magia europeas: el instituto Durmstrang, cuya sede estaba enclavada en algún lugar del Norte del continente, y la academia Beauxbatons, localizada en Francia. Los alumnos de estas escuelas fueron recibidos con admiración, especialmente los de Durmstrang, entre cuyos estudiantes se encontraba el ídolo de las multitudes en ese momento, por su espectacular actuación en los Mundiales de Quidditch: el gran buscador búlgaro Viktor Krum. Ron estaba que no podía creérselo, y planeaba a todas horas como pedirle un autógrafo. El joven jugador parecía rodeado todo el tiempo por locas admiradoras, que querían de él más que eso.

Para participar en el torneo habían impuesto ciertas restricciones en cuanto a la edad… ni Fred ni George pudieron subscribirse, pues aun no cumplían diecisiete años. Entre lo ocurrido en los Mundiales de Quidditch y la expectativa generada por saber quien sería seleccionado para representar a cada una de las escuelas, junto con otras preocupaciones, ocupaban esta vez los pensamientos de los tres amigos. No se sabe la forma, pero el nombre de Harry Potter fue seleccionado por el Cáliz de Fuego, y eso desató una serie de acontecimientos en los cuales el de ojos verdes jamás hubiera querido involucrarse. El primero de ellos fue la desconfianza. Ron se mostró bastante disgustado con el de negros cabellos, pensó que de alguna u otra forma había hecho trampa para poder participar y, lo peor de todo, al menos desde su punto de vista, no había sido capaz de confiarle a él, su mejor amigo, la forma de hacerlo. Hermione pensó al principio de semejante manera, más recapacitó antes de decir algo negativo, pues en realidad no creía que Harry hubiera querido estar metido en algo peligroso por el sólo hecho de llamar más la atención. Por si no fuera ya lo suficientemente famoso, hecho que en realidad le daba más pesadumbres que nada.

Ahora fue el turno de la castaña el tratar de ser amiga de los dos inmaduros y convencerlos de que se disculparan el uno con el otro… especialmente Ron. Pero el ojiazul era de lo más obstinado, si ella lo sabía bastante bien, y, aunque en el fondo le parecía verdad el hecho de que su amigo de negros cabellos la estaba pasando lo suficiente mal por algo que ni siquiera lo planeó, durante un corto lapso de tiempo quiso sacar todo el coraje atravesado por los sentimientos de inferioridad que varias veces llegaba a sentir, porque Harry tuviera toda la atención del mundo mágico sobre su persona. Como si el pobre la hubiera buscado.

Un día, cerca ya de la primera prueba…

Harry se encontraba cerca del lago, junto con Neville, descansando ese fin de semana. Éste último le platicaba emocionado sobre la diversidad de plantas acuáticas mágicas de Inglaterra y sus diferentes usos. El de verdes ojos parecía aburrido y apenas si exclamaba algo, para no darle a entender a su joven compañero que se lo estaba pasando mal. Neville era un buen amigo y colega, pero nada que ver con Ron o con Hermione. Y hablando de los aludidos… se acercaban a su posición, seguidos muy de cerca por Ginny. Ambos parecían decirse algo en voz baja, pues el pelirrojo estaba un poco inclinado a la altura de la castaña, hablándole casi pegado al oído. Ella lucía un tanto abochornada por su proximidad.

¿Por qué no se lo dices tú? — le preguntó la chica muy quedito, en respuesta a lo que consideraba una petición. A pesar de su incomodidad no se había apartado del ojiazul.

Yo no voy a hablar con él — respondió un poco alto. Los dos volvieron la vista a Harry y la muchacha pareció contrariada.

Ron, esto es ridículo — dijo sin atreverse a moverse, como si temiera que el de ojos verdes fuera a hacerle daño… mejor quedarse junto a él.

Anda ya — la apuró empujándola un poco hacia adelante, no obstante trató de ser delicado para no tirarla.

Hermione avanzó, aunque le dirigió una mirada un tanto suplicante al ojiazul antes de encarar a Harry. Éste le hizo un ademán un tanto autoritario con la cabeza para que siguiera caminando. Ginny se acercó al fin a su hermano y lo miró con reproche, sin decir ni media palabra. El muchacho de ojos verdes se levantó un tanto desafiante y dio unos pasos hacia su amiga. En estas últimas semanas la había pasado únicamente acompañado de ella, y no era del todo agradable, para ninguno de los dos, que Ron no estuviera junto a ellos.

¡Hola Harry! — le saludó con un tono de tonta y con una sonrisa fingida de "no pasa nada". Suspiró un poco antes de continuar hablando —. Ron me dijo que… Seamus le dijo que Dean le dijo a Parvati que Hagrid quiere verte — dijo atropelladamente y dirigió una mirada de soslayo hacia el pelirrojo, buscando su aprobación por tan falso argumento. El chico parecía tener cara de piedra, como si esperara una reacción por parte de su colega, una reacción que lo provocara para partirle la cara.

Pues dile que… — el de gafas iba a replicar, más se quedó con gesto de… — ¿qué? — preguntó abriendo los ojos de más… ¿qué tontería le estaba diciendo Hermione?

La muchacha suspiró hondamente y sonrió otra vez. Eso había salido muy mal… ¿es que Ron no podía tener buenas ideas?

Ron me dijo que… — prefirió no decirlo todo, sonaba tan insulso —. No me hagas repetirlo — y le dirigió una mirada de conmiseración a su amigo de verdes ojos y negros cabellos —. Hagrid quiere verte esta noche… dice que es algo que te interesara.

Aaa… — el moreno pareció atontado por un segundo y luego reaccionó con un poco de molestia… ¿por qué Ron era tan cobarde para enfrentarlo de una buena vez? También tenía ganas de pelearse a golpes con él por ser tan idiota. Levantó la voz, mirando fieramente al ojiazul —. Pues dile a Ron… — dijo con firmeza cuando fue interrumpido por la disgustada voz de la castaña.

¡No soy una lechuza Harry! — gritó y, antes de volver sobre sus pasos, recalcó —. ¡Arreglen sus propios problemas! — se fue indignada y ni se molestó en esperar a su pecoso amigo, llevándose a Ginny con ella.

Los muchachos se lanzaron miradas desafiantes y el pelirrojo se fue tras las chicas. Neville había decidido mantener la distancia, consiente como era de que los tres hasta ahora inseparables compañeros debían volver a estar juntos, ahora que Harry los necesitaba más que nunca para enfrentar las dificultades que tenía por delante.

Todo el esfuerzo realizado durante la primera prueba hizo que Ron aceptara al fin que Harry nunca le había mentido. Después de eso volvieron a ser los buenos camaradas que solían ser y el ojiazul se empeñó un poco en ayudarle a descifrar el enigma del huevo chirriante y, ¿por qué no?, recuperar momentos de ocio juntos.

¡Harry, has estado genial! — le dijo Hermione con voz chillona al alcanzarlo en la carpa donde se había mantenido antes de su participación en la primera prueba, la cual había sido enfrentar a un poderoso y peligroso dragón Colacuerno húngaro. Estaba recuperándose de algunas heridas sufridas. Su amiga parecía haberse herido ella misma con sus uñas, pues tenía marcas en la cara —. ¡Impresionante! ¡De verdad!

Detrás de ella había entrado Ron. Se veía más pálido de lo normal.

Harry — dijo muy serio el ojiazul, mirando a su amigo como si fuera la primera vez que lo viera. Su expresión era de susto —, quienquiera que puso tu nombre en el Cáliz de Fuego… creo que quería que murieras.

¿Los has comprendido al fin, eh? — respondió muy fríamente el de ojos verdes —. Veo que te ha costado trabajo… pero no me extraña.

El pelirrojo no supo que decir, admitiendo sin palabras que se había comportado como un verdadero gusarajo. Estaba buscando las señales adecuadas para disculparse de verdad. Hermione los miraba a ambos, expectante. Harry comprendió que no era necesario oír excusas… Ron le creía ahora y eso era lo mejor que había pasado desde hace tiempo.

Está bien así — dijo antes de permitirle hablar —. Olvídate de todo el asunto.

No — replicó Ron —. Yo nunca debería…

¡Olvídalo de una buena vez! — el de gafas levantó un poco la voz.

El pelirrojo sonrió tímidamente, el moreno correspondió a la sonrisa. La castaña, así de pronto, echó a llorar… ¡los hombres podían ser unos verdaderos atolondrados! Se sintió contentísima en su fuero interno.

¡No hay por qué llorar! — le dijo Harry, desconcertado por esa reacción.

¡Son un verdadero par de tontos! — levantó la voz mientras golpeó el suelo de una patada, descargando en ese golpe el malestar que también había acumulado esos días, pues las ganas de zarandear a uno y otro las había aguantado. Luego, antes de que pudieran detenerla, les dio a ambos un abrazo, apretando un poco más al ojiazul y casi plantándole un beso en la mejilla. Salió corriendo y gritando de alegría.

¡Cómo se pone! — comentó Ron negando con la cabeza, tal vez para disimular el pequeño sonrojo de sus orejas —. Vamos Harry, están a punto de darte la puntuación.

Nota: Iba a ser cortito pero no pude resistir la tentación de hacer lo más explicativo posible. Tomé algunos diálogos tanto de los libros como de las películas, en algunos momentos verdaderamente significativos que daban a entender la explícita relación que ya se estaba cocinando entre ese par. Saludos y en la siguiente parte… donde los celos salieron más a flote, jejeje, el Baile de Navidad y la conclusión del cuarto curso.