Oh si~ Aqui una historia de esta pareja que tanto adoro ¡Y venga que se vienen más!
Vida
¿Qué había salido mal?
Su amor no era carnal, al contrario, era tierno, puro y pasional…
Eterno, se atreverían a decir algunos.
No necesitaban tocarse para sentirse y aún así no podían estar mucho tiempo sin estar uno al lado del otro. Por eso, cuando ella le propuso pasar todo el día anterior a su cumpleaños juntos, y así, cuando dieran las doce ella fuera la primera persona en felicitarlo, no pudo estar más feliz y de acuerdo.
Él había planeado todo el día, quería que ambos disfrutaran y de cierta forma compensarla por no haber estado en su cumpleaños el mes pasado, pero entonces…
¿Qué había salido mal?
Habían salido de aquel acogedor restaurante dispuestos a pasear por la ciudad. Vio a la gente correr y gritar, un sonido seco lo distrajo, logrando desorientarlo por unos segundos, giró su cabeza a todos lados en busca de lo que lo había ocasionado.
La chica se aferró a su brazo, cayendo lentamente, giró hacia ella y la atrajo hasta él, abrazándola confundido.
- ¿Bombón? –pudo verse reflejado en aquellos ojos cielo llenos de terror- ¿Qué sucede? ¿Te sientes mal?
Su garganta se secó, sus manos temblaron y sus sentidos se nublaron al ver como un líquido rojo manchaba la ropa de la chica.
Un disparo.
- Se-seiya –tenía miedo, mucho miedo, no quería morir así… no ahora-
- ¡Oh por Dios! Bombón, no hables –simplemente aterrado, ¿Cómo más puedes sentirte al ver a la mujer que amas desangrarse en tus brazos?- ¡Mírame!... No te atrevas a cerrar los ojos ¡No te atrevas a dejarme!
Ella comprendió en ese momento al ver su propio desespero reflejado en el rostro de él que la vida se le escapaba de su cuerpo y no podía hacer nada para detenerlo, extendió su mano y acaricio el rostro masculino, manchándolo con su sangre sin ser esa su intención.
- En una próxima vida… -respiró hondamente y apretó sus ojos, dolía tanto- Asegúrate de nacer justo como eres ahora, como un hombre capaz de amar a una mujer... no, como alguien capaz de amarme.
- ¿De… de qué estás hablando? –lágrimas caían de sus ojos y él ni siquiera se había dado cuenta- Estás diciendo estupideces…
- Yo… tengo fé, en que nos volveremos a encontrar… –su cuerpo cedió ante el cansancio, tantas veces cerca de la muerte y nunca, en todo este tiempo, había sentido aquella calidez mezclada con miedo en su interior- Y sé… que te volveré a amar, justo como ahora.
Sus parpados se cerraron, su cuerpo se relajó y Seiya temió lo peor.
- Bo-bombón… bombón –la agitó suavemente por los hombros, llamándola una y otra vez- Despierta, no te rindas, por favor…
¡SERENA!
- Seiya -la voz de uno de sus hermanos lo llamó dudoso y él, en medio de su trance, no pudo reconocer cuál de los dos había pronunciado su nombre-
- Yo… había tanta sangre y yo… por Dios –el peso de todo lo acontecido perturbó al peliazul, confundiendo sus propias palabras- Tengo tanto miedo, no quiero perderla.
El corazón de todos los presentes se encogió al ver al chico llorar de aquella manera, con la mirada perdida y mirando sus manos manchadas de aquel líquido vital.
- Mi hija… ¿Qué le sucedió a mi hija? –Seiya pudo jurar que su corazón se detuvo en este preciso momento, cuando vio a la madre de la joven que se encontraba en cuidados intensivos entrar a la sala de espera-
- Madre… Lo siento, lo siento –sus piernas temblaron y cayó de rodillas víctima de su propio peso- No la pude proteger, lo siento tanto.
El sonido de los apresurados pasos de la joven mujer retumbó en aquel pasillo, su rostro normalmente sonriente se encontraba en el mismo estado que mucho de los presentes: ahogado en llanto, y aún así, en medio de su dolor, solo pudo arrodillarse junto al joven y abrazarlo, consolándolo en silencio.
La observó descansar como un ángel sumergido en un sueño, un sueño que él temía fuese eterno. Aún lucia pálida y cansada por la pérdida de sangre, sujetó suavemente su mano entre las suyas masculinas, el temor en su interior no desaparecería hasta que la viera los ojos. Aquellas cuencas azules llenas de vida… al menos de lo que para él representaba la vida, llenos de ella.
- Seiya –la voz ronca femenina lo trajo a la realidad-
- ¡Bombón! –se sentó junto a ella en la cama y la atrajo contra su pecho ligeramente, tratando de no desconectar nada- ¿Estoy soñando?
- Si este es un sueño… entonces yo estoy en el cielo –rió quedamente, visiblemente agotada-
Sostuvo el delicado rostro femenino entre sus manos, besando cada parte de ella que pudiera encontrar, ella cerro los ojos, disfrutando el momento.
- ¡Más nunca…! –su tono de voz se tornó serio y ahogado, sacudiendo un poco los hombros de Serena- Vuelvas a asustarme de esa manera, diciendo cosas tan egoístas como las que dijiste antes… ¿Me escuchas? ¡Nunca!
- Lo siento –musitó suavemente, aún con los ojos cerrados-
El asintió y acaricio la tersa mejilla embobado. Fue entonces que se dio cuenta de cómo se encontraba, sus mejillas se encendieron notablemente e hizo intento de ponerse en pie.
Ella abrió sus ojos espantada, al notar las intenciones del chico de abandonar la cama.
- ¡No! Quédate conmigo –pidió, Seiya rascó su mejilla que aún tenía un suave tono rojizo, pero… ¿Cómo negarse a aquella mirada?-
Serena se hizo a lado haciendo espacio no queriendo soltar la mano masculina, e indispuesta a tomar un no como respuesta.
- Debería ir a avisarle a mamá que ya despertaste –jugó con los rubios cabellos de la chica que se encontraba semi-acostada sobre su pecho, a un lado de él-
- Ujum –le dio la razón pero sin levantarse. Ella sentía que había despertado de un sueño frío y tenebroso, pero con él ahí sentía que podía descansar en la calidez de su abrazo sin temor-
- No me dejaras ir… ¿Cierto? –La sintió negar y no pudo evitar soltar una carcajada, Serena era simplemente adorable- Que bueno, porque no pensaba escapar.
Y dejo salir otra risilla mientras la pegaba aún más a él, y es que no le importaba ser un prisionero siempre y cuando fuera entre los brazos de su princesa.
