Anastasia se encontraba en el baño lavando sus dientes.

De nuevo.

Ya tenía mes y medio de embarazo y las nauseas hicieron acto de presencia.

Llevaba tres días seguidos de cabeza en el inodoro cada bendita mañana. Y lo peor era que su amado marido la seguía. Y la miraba. Y por más que ella se sintiera amada cada vez que él le apartaba el cabello de la cara o cuando sobaba su espalda mientras ella convulsionaba salvajemente, era muy vergonzoso que él estuviera presente.

Por no decir repugnante.

Por lo que trato por todos los medios que Christian se mantuviera aparte. Pero claro, fue en vano. Porque nadie ganaba una guerra con Christian Testarudo Sobreprotector Grey.

La última vez que le cerró la puerta en la cara, casi la echa abajo.

Ay, mi Cincuenta. ¿Qué voy a hacer contigo?- pensó.

Su yo enfundado en un traje carísimo y elegante la miro sobre sus gafas de lectura apartando la mirada de su ejemplar de Cumbre Borrascosas. Y mientras se recostaba en el mullido sofá le respondió elocuentemente.

¿Cómo que qué vas a hacer? Pues lo de siempre. Amarlo y tratar de que le entre en su dura molleja que es así. ¡Despierta niña!

Bufó molesta. Sin duda le pediría Hannah que le apartara una cita con el Doctor Flynn.

Escupió el contenido de su boca y se enjuagaba con agua cuando unas manos traviesas la distrajeron de su tarea.

Alzó la vista y el reflejo del espejo le mostro a su sexi marido, muy entretenido besando detrás de su oreja. Anastasia suspiró ante las sensaciones y se recostó contra el fabuloso pecho de su marido.

Christian la rodeó con los brazos y colocó las manos sobre su vientre.

Ella sonrió ante ese pequeño gesto. Y colocó las manos sobre las de él.

Aun recordaba la primera reacción de Christian, y como le rompió el alma saber que él no estaba de acuerdo con el embarazo. Blip no fue algo que ella hubiera previsto, o al menos no tan pronto. Pero no se arrepentía. Porque por mas cursi que suene él había sido creado con amor. Y porque sentía un calor en el pecho cada vez que se imaginaba con su pequeño bebé, igualito a su padre.

Sabía de sobra porque Christian tenía miedo. Pero aún no habían abordado el tema, no quería presionarlo. Ella muy bien sabía que si él se sentía amenazado huiría a su oficina. Y lo menos que quería era pelear con él.

Mucho menos ahora que se notaba menos reacio a la idea ser padre. Ella también estaba asustada, pero tenía que ser valiente para él.

-¿Cómo te sientes?

-¿Después de casi expulsar mi estomago por la garganta? Mejor, gracias.

Él le dedicó una sonrisa deslumbrante y la giro para quedar frente a frente. Se acerco peligrosamente a su rosto y la besó, estrechándola contra su pecho.

-¿Qué te parece si nos damos una ducha?- sonrió pícaro, con una mirada oscura.

-¿Es una petición o una orden?

-Una petición- dijo. Y un rayo de inseguridad pasó por sus ojos.

-Me encantaría- dijo ella, mordiéndose el labio.

-Ese labio, Ana- dijo con un gruñido mientras la levantó por las nalgas y la llevó a la ducha.

Se desvistieron muy lentamente el uno al otro.

Ya dentro se abrasaron y besaron como si el mundo dependiera de ello.

Christian la recostó contra la pared, y ella se estremeció al sentir el frio de los azulejos en su espalda.

-¡Ay!- exclamó Ana, alejándose de la mano que segundos antes le apretó salvajemente un pecho.

-¿Que sucede? ¿Te duele algo? Oh, por Dios. Llamare a la Doctora Green- dijo jalándose de los cabellos, a punto de salir de la ducha. Ana con contuvo la necesidad de girar exageradamente los ojos. Últimamente se estaba comportando muy exagerado y sobreprotector con ella. Eso le parecía muy tierno, pero no estaba dispuesta a admitirlo en voz alta.

-No pasa nada. Es solo que me estrujaste muy fuerte un pecho.

-¿Te lo estrujé?- la miró incrédulo.

-Si- dijo desafiantemente- Y me dolió.

Christian frunció el seño como si estuviera resolviendo un difícil problema de algebra. Aunque probablemente era bueno hasta en eso.

Después de unos instantes bajo la mirada hacia los pechos de su esposa, e inclinó la cabeza ligeramente hacia un costado.

Ana se removió incomoda al estar bajo el escrutinio de su marido. Él, para su sorpresa, se inclino hacia ella y soplo suavemente un pezón.

Ana gimió ante la sensación.

Él sonrió malévolamente- Últimamente estas muy sensible.- su mirada se oscureció- Me gusta.

Y abalanzándose sobre ella, ambos tomaron una ducha excesivamente larga.

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Ahora, frente al espejo, Ana le estaba dando los últimos retoques a su maquillaje. Se había decidido por un pantalón de vestir negros y una camisa color melocotón. Le encantó apenas la vio en el armario. Tenía un corpiño justo strapless de tela gruesa y suave, mientras que la parte inferior caía en suaves ondas de seda. Perfecta para su estado.

Debía recordar agradecerle a la asesora de imagen.

Se subió a sus tacones grises y ya estaba lista para encontrarse con Christian a desayunar.

Bajo la escaleras, y camino hacia la cocina tarareando una canción que había oído en la radio. Saludó a Christian con un suave beso, y también iba a saludar a Taylor. Por lo que tomo aire y se quedo paralizada en su lugar.

Oh, rayos.

Su nariz percibió el más horrible de los olores. Una mezcla entre huevos podridos y perro mojado.

Bajó la vista y se topó con su desayuno. Tostadas, fruta, jugo. Y atún con huevo.

Asqueroso.

Estuvo a punto de hacer una mueca de desagrado, pero Gail la estaba mirando y no quería herir sus sentimientos. Así que puso la mejor sonrisa que pudo fingir y se sentó lentamente en su silla. Mirando la comida como si fuera una bomba a punto de explotar.

Tomó el tenedor como quien no quiere la cosa y pincho un poco de huevo. Tomó aire y se lo llevo lentamente a la boca.

No puede ser tan malo- pensó.

¿No?

Pues sí lo era.

Tenía una consistencia pegajosa y seca a la vez. Lo masticó lentamente con una sonrisa falsa. Ya estaba ampunto de tragar cuando sus dientes se toparon con algo suabe y jugoso.

Cebolla.

La mandíbula se le paralizo antes de la siguiente mascada. Respiró profundamente tratando de darse ánimos. Pero no fue una buena idea. Porque el olor del atún le pegó con todo su esplendor en las fosas nasales. Y le sobrevino un arcada.

Se llevo la mano a la boca y la contuvo. Espero uno segundo. Y nada.

Y sopesó sus opciones.

¿Lo escupo o me lo trago?

Le pareció que la primera era muy desagradable y nada educada. Así que dio unas mascadas rápidas y se tragó la masa repugnante. La cual se deslizo lentamente por su garganta.

Y el horrible sabor no se iba.

Tomó el vaso de jugo que tenía en frente y le dio un gran trago.

Guayaba.

Iug. Estaba espeso y rasposo.

Y ya no lo pudo evitar.

Sintió un fuerte arcada que la hizo doblarse por la cintura. El brusco movimiento hizo que el líquido rosáceo del jugo le chorreara por un costado. Por lo que se tapó la boca con la mano.

-¿Te encuentras bien?

Pero no pudo contestarle, porque ya había pegado una carrera hacia el baño.

Llegó lo más rápido que pudo, abriendo la puerta de una patada.

Y por un momento sintió remordimiento por ensuciar el impecable baño.

¡A la mierda!-pensó. Mientras descargaba ruidosamente el contenido de su estómago.

Se sintió más mortificada aun cuando sintió a Christian detrás de ella. Y soltó algunas lágrimas.

Cuando por fin se termino su espectáculo, bajo la tapa y descargó el inodoro. Christian la abraza, y se sintió muy temblorosa y sudorosa.

Estuvieron abrasados durante un rato, cuando el Blackberry de Ana vibró en su bolsillo. Lo sacó perezosamente y contestó.

-Grey.

-Ana, soy Hannah. ¿Te encuentras bien?

-Sí, lo de siempre.- la pobre de su asistente tenía que soportar eso la mayoría de los dias- ¿Por qué?

-Tienes una cita en 25 minutos.

-¿Qué? ¡¿Por qué no me habías dicho nada?!- se incorporo sobresaltada.

-Te llamé anoche y tú dijiste que me devolverías la llamada. Y no lo hiciste.

-¿Qué? Yo no... Oh- Lo recuerdos de como Christian la había distraído en su escritorio llegaron a su mente- Estare alli en 15 minutos.

Y colgó.

Se apresuro a cepillarse los dientes.

-¿Qué pasa?- le preguntó Chritian.

-Tengo una cita en menos de media hora, y no sabia por tu culpa.

-¿Mi culpa?

-Sí. ¿Acaso no recuerdas como anoche irrumpiste en mi oficina?

-Pues no recuerdo que te hubieras quejado- le dijo burlonamente.

Rodó lo ojos internamente.

Le dio un beso en los labios.

-Adiós, te amo.

Y salió a toda prisa hacia la cocina, donde Gail la miraba con culpabilidad.

-Aqúí esta su almuerzo, señora Grey- Y le tendió una bolsa marrón- Espero que le guste.

-A mi también, Gail. A mi también. Vámonos Taylor.

El aludido se levantó mientras ella tomaba su bolso. Caminaron juntos hacia el ascensor.

Y mientras se cerraban las puertas podía ver a Christian mirándola.

Le despidió con la mano, y él con una sonrisa le devolvió el gesto.

Suspiró.

Serian unos meses muy largos.