Resumen
Harco, slash (boy/boy), Draco Hufflepuff.
Es la primera noche en Hogwarts de Harry, y no entiende las lágrimas del niño rubio que acaba de ser seleccionado a Hufflepuff.
Disclaimer
La siguiente historia compartida tiene como único fin estimular y proveer de diversión a los lectores de , toda información dentro de la misma es de propiedad intelectual de J.K Rowling y asociados.
De ser usado de manera lucrativa las personas responsables deben asumir su responsabilidad ante las autoridades pertinentes.
Harry Potter y el tejón valiente I: La piedra filosofal.
0. Prólogo
—¡HUFFLEPUFF!
El Gran Comedor, estridente como siempre, se detuvo al oír el veredicto del sombrero, muchos alumnos lo veían como si estuviera demente y desde la mesa de Slytherin todos esperaban que se retractase de su decisión.
El pequeño niño sentado sobre el taburete temblaba, las lágrimas se deslizaron sobre sus mejillas sin su control, la profesora McGonagall pareció apiadarse de él y llamó a uno de los prefectos de Hufflepuff para que lo dirigiera a su mesa, el pequeño rubio se dejó llevar sin dejar de llorar.
Harry parpadeó varias veces, sin entender del todo aquella extraña reacción, apretujó su túnica, la única prenda de calidad que ha tenido en su vida, es suave al tacto y calentita. Aunque no sonrió, no le parecía correcto hacerlo mientras el niño rubio siguiera sollozando.
—¡Potter Harry! —gritó su nombre la profesora McGonagall, los murmuros se alzaron de repente, coloreando las mejillas de Harry ante la desmedida atención, desde su visita al callejón Diagon que alguien le prestaba tanta atención.
Cuando se sentó en el taburete el sombrero comenzó a hablar, se sobresaltó, la voz sonaba contra sus oídos y se preguntó si alguien más podría escuchar lo que él ¿o ella? le decía.
—Soy un él, Harry, curioso niño, mente inteligente, astuto, muy astuto...
¡Oh! Harry pegó otro saltito, ocasionando una risa en el sombrero.
—¿El niño rubio está bien? —inquirió Harry, enfocando sus pensamientos en el pequeño, se le hacía bonito, como un querubín.
—Oh, claro que estará bien, Harry... Está donde pertenece, veamos, uhmmm... Slytherin está bien, ahí harías tus verdaderos amigos, pero además de astuto eres muy valiente... ¡Grandes aventuras te esperan en Gryffindor!... Ya sé, ya sé.
—Slytherin no me gusta, Ron dijo que de ahí salen los magos oscuros y...
—¿Slytherin no? Entonces ya sé dónde serás seleccionado... ¡GRYFFINDOR!
La mesa de Gryffindor estalló en vítores y se oyeron las voces de los gemelos Weasley canturrear—: ¡Tenemos a Potter, tenemos a Potter!
Harry sonrió ampliamente y se bajó del taburete para irse trotando a la mesa de Gryffindor, seguro de que quizá este será un buen año.
El mundo se detuvo para Draco Malfoy cuando el sombrero seleccionador anunció su veredicto apenas tocó sus cabellos, no logró moverse, su cuerpo completo presa de los temblores que aquella casa significaba. Comenzó a llorar sin darse cuenta, su padre... ¡Su padre lo va a matar!
Un prefecto o prefecta, no le vio bien la cara, le guió hasta un asiento, Draco no podía ni moverse además de los leves temblores, no podía ser... ¡Tenían que hacer algo! ¡Él no es un Hufflepuff! Es un Malfoy, los Malfoy son Slytherins, astutos y maliciosos.
¡Oh, su madre! Padre de seguro la castigará, culpándola de su mala crianza.
Ahogó un sollozó contra sus manos, a su lado los niños se turbaban nerviosos.
—Disculpa... ¿Estas bien? Eres Draco ¿verdad? —una niña de rubias trenzas y de rostro redondo le habló, Draco le dirigió una mirada cargada de sentimiento que la hizo temblar sobre su silla, aunque ella no se acobardó.
—Soy Hannah, Abbot Hannah. —ella le tendió su mano, rosada como el resto de su cuerpo, Draco no consideró rechazarla, a él le gusta hacer amigos y ella era de una familia de magos.
—Malfoy Draco. —respondió él en medio de algunos hipidos.
—¿Tu padre se enojará mucho? —preguntó Hannah, apretujando las manos sobre su regazo.
Draco negó, limpiando sus lagrimas con un pañuelo bordado con sus iniciales, a Hannah se le antojó bastante bonito.
—Me matará. —anunció el rubio, la platica se detuvo en la mesa de los tejones ante esas palabras, todos mirando alarmados en dirección de ambos Hufflepuffs.
Hannah ahogó un chillido entre sus gorditas manitas y el director aprovechó para dar su discurso para comenzar el banquete.
TBC
