3 centímetros


Aclaraciones:

-Este fic toma como canon el final de la serie (capítulo 686), por lo que si no lo has leído, será mejor que no sigas porque tendrá SPOILERS.
- Esta no es una historia de infidelidades.
- En ningún momento voy a entrar en dramas familiares.

-Ninguno de los personajes presentados en la historia me pertenecen, creo y comparto esta historia sin animo de lucro.

¡Disfruta de la lectura!


Complicidad

1

Hace calor en Karakura. El verano se ha instalado de lleno y el sonido de las cigarras inunda las calles. Por días como este, Ichigo se alegra de haber arreglado el aire acondicionado.

Porque a eso se resume su vida ahora, arreglar aparatos electrodomésticos, recibir a tres o cuatro pacientes por semana en la clínica y poco más. Esa era su vida ahora, y no es que estuviese mal… simplemente era tan aburrida que incluso la de su hijo de ocho años era más entretenida que la suya.

Piensa que quizás debería buscar algún hobby. Coleccionar sellos, leer tal vez… Nunca ha sido un aficionado a la lectura pero dicen que siempre hay una primera vez para todo e igual, con el tiempo… A quién iba a engañar, Ichigo añoraba la adrenalina que te da saltar de un edificio a otro, sentir el aire en la cara, escuchar el rugido de un Hollow a sus espaldas y sonreír ante la batalla que está por comenzar.

Ichigo lo añora terriblemente. Y es por eso que acepta en cuestión de segundos la propuesta de Rukia de entrenar a Kazui en la Sociedad de Almas. Tiene mucho potencial, incluso más que tú, había dicho, si lo entrenamos, nos aseguraremos de que sepa controlar todo su poder.A Orihime no le había gustado la idea, Kazui era demasiado pequeño para ir a la Sociedad de Almas solo, incluso sabiendo que allí se encontraban Rukia y Renji para protegerlo.

—Yo le acompañaré —había dicho Ichigo casi sin pensar.

Y ese fue el momento en el que todo se fue a la mierda.

2

—¿Qué haces aquí? —Es Renji quien los recibe y no Rukia. Sabe que Rukia tiene obligaciones como capitana de su división y que probablemente tenga mucho menos tiempo libre que cuando era una shinigami corriente, pero aun así había tenido la esperanza de que estuviese allí cuando llegaran.

—Acompaño a mi hijo, no me fío de tus capacidades para cuidarlo —responde Ichigo con una voz burlona—. Apuesto a que ni siquiera sabes dónde está Ichika.

—Pues claro que lo sé… debería de estar en la academia —dijo, no muy convencido—. Pero no me refería a eso, quería decir: ¿cómo has llegado hasta aquí? Pensé que con el paso del tiempo perderías tus poderes.

—Ya no soy lo que era pero… algo queda. Sigo viendo espíritus y notando presencias, puede que sea por eso por lo que me ha sido posible volver a la Sociedad de Almas.

—Supongo que por muchos años que pasen y por muchas cosas que ocurran, siempre serás capaz de volver. Eres como un grano en el culo. —Renji le dedica una sonrisa socarrona e Ichigo no puede evitar soltar una carcajada.

3

A Ichigo le parece increíble lo rápido que Kazui e Ichika han pasado de no conocerse a ser mejores amigos. Son totalmente opuestos, su hijo es tranquilo y relajado mientras que Ichika es un torbellino puro de energía, salta y brinca de un lado para otro, es energética y tiene un mal humor horrible cuando quiere. Muchas de sus expresiones le recuerdan terriblemente a Rukia; la forma de poner los ojos en blanco cuando algo le desespera, cómo frunce las cejas al conocer gente nueva o incluso la manera en que lo mira.

Por alguna razón, Ichigo no puede apartar los ojos de la niña. Es como ver a una pequeña Rukia que se mueve, respira y ríe. Es su hija, es la hija de su mejor amiga, y por algún extraño motivo, toda esta realización le viene de golpe en ese momento.

Siente como le falta la respiración, tiene que salir de ahí, dejar de mirar a los dos niños que entrenan, lanzan Kido y le recuerdan que han pasado diez años, que ya no es solo un adolescente que ve espíritus.

4

—¡Ey! ¿Estás bien? —Ichigo levanta la mirada y encuentra a Rukia a su lado, mirándolo con una expresión preocupada—. Venía a ver cómo les iba a los niños, tengo un poco de tiempo libre, pero te he visto salir de la academia como si hubieses visto un Hollow —Rukia sonríe al notar como Ichigo suspira y niega con la cabeza.

—Me he agobiado un poco.

—¿Demasiados Kidos? —Rukia le da una palmadita en el hombro despreocupadamente y se sienta a su lado en los escalones de piedra.

—Eso también ha influido.

Rukia ríe de la misma manera que lo había hecho su hija minutos antes e Ichigo vuelve a notar la presión en el pecho.

—Ichika es igual a ti —Ichigo aparta la mirada y fija sus ojos en los escalones de piedra maciza sobre los que se encuentran. Hay pequeñas ondulaciones sobre el material que describe perfectamente el sin fin de shinigamis que los han pisado.

—¿En serio? —Su rostro se ilumina como si le hubiesen dado la mejor noticia del mundo e Ichigo no puede hacer otra cosa que asentir con la cabeza—. No sabes cuánto me alegra escuchar eso. Supongo que con los años, se le han pegado varias manías mías.

—¿Qué quieres decir?

—Ichika no es mi hija —Ichigo frunce el ceño y Rukia se apresura para hablar—. Es decir… para mí, sin duda lo es. La quiero como si realmente lo fuese y ni en mil años hubiese soñado en tener una hija mejor. Renji la encontró en el Rukongai; era solo un bebé, estaba sola y sucia pero lloraba con tanta fuerza que sin duda tenía ganas de vivir. La trajo a casa y es lo mejor que nos podría haber pasado —Rukia sonríe con cariño.

—¿Lo sabe ella?

—Claro que sí, no quisimos ocultárselo. ¿No sería justo, no crees? Tiene derecho a conocer sus orígenes.

—Supongo que sí…

Tras esto ninguno de los dos sabía muy bien cómo continuar la conversación, pero no por ello era algo malo. Siempre habían tenido ese tipo de relación en la que los silencios no importaban y existía esa capacidad tan extraña y especial de comunicarse con miradas. Pese a que pasaran cinco, diez, quince o veinte años, Rukia siempre sería Rukia para Ichigo. Siempre sería la enana que entró por su ventana y se apoderó de su armario durante meses, y eso nunca cambiaría por muchos hijos o hijas que pudiese tener.

—Echaba de menos esto —Ichigo respira despreocupado por primera vez en el día y se inclina hacia atrás. Inspira profundamente el aire extraño de la Sociedad de Almas y la mira.

No necesita explicar qué era exactamente lo que echaba de menos porque ninguno de los dos lo sabe a ciencia cierta. Ese sentimiento de complicidad, conocer tanto a una persona a tal punto que sientes que tu vida se encuentra vacía sin ella. Tal vez, su aburrimiento también se debía a eso.

—Sí, yo también lo echaba de menos.

5

Posiblemente era cosa de genes porque a Kazui se le daban genial los Kidos.

—Deberías darle las gracias a tu madre por eso, si hubieses salido a tu padre no habrías pasado del primero —le dijo Rukia con una sonrisa burlona. Se volvió para mirar a Ichigo y este resopló sin darle importancia.

Los días pasaban y Kazui proseguía con su entrenamiento en la Academia de Shinigamis, a veces, Orihime los acompañaba, pero la mayor parte del tiempo, Ichigo veía el tiempo pasar a solas junto a Rukia en la Sociedad de Almas.

—Explícame otra vez cómo es que tienes tanto tiempo libre. —Ichigo observaba desde lejos a los niños. Ichika lanzaba Kidos sin parar, Kazui los evitaba y proseguía a lanzar uno más. Suponía que era como jugar al pilla pilla para los niños con poderes sobrenaturales—. Pensaba que al ser capitana tendrías más trabajo del que tienes. Y curiosamente, tienes muchísimo más tiempo libre que Renji.

—Es cierto que ser capitana te da un montón de trabajo… trabajo que puedes encargar hacer a tus subcapitanes —dice Rukia de manera despreocupada. Ichigo no puede evitar reírse.

—¿¡Te desentiendes de tu trabajo!? No tiene usted remedio, Capitana Kuchiki —Rukia sonríe e Ichigo se siente como si hubiesen vuelto a los primeros días de conocerse, cuando ambos bromeaban entre clase y clase recorriendo los pasillos del instituto de Karakura.

—Al menos he tomado la apariencia de los capitanes. Fíjate en mi pelo, todos los capitanes se dejan crecer el pelo. —Rukia resopla intentando no reír—. Y te voy a contar un secreto… no vale para nada. No te da más poder, simplemente se enreda, se mete en tu camino durante los combates y da calor.

—Quizás deberías cortártelo, poner de moda el pelo corto entre el sector de capitanes. La familia Kuchiki ganaría en reputación, tu hermano estaría contento.

—O hundiría en la vergüenza a la familia…

—Ya lo hiciste cuando llevaste a Renji a casa, no creo que puedas hundir más a los Kuchiki —Ichigo sonríe y Rukia hace un sonidito de indignación.

Le pega en el brazo y levanta la cabeza con una expresión que varía entre la irritación y la diversión.

—¡Puede que lo haga! —dice Rukia finalmente.

—Bien —Ichigo intenta parar de sonreír pero no puede.

—Bien.

6

Rukia e Ichika se presentan en la clínica Kurosaki dos días más tarde. Es domingo, las cigarras cantan, hace calor e Ichigo se encuentra limpiando la clínica por el mero hecho de hacer algo, cuando suena el timbre de la puerta.

Kazui sale corriendo escaleras abajo como si hubiese adivinado de quién se trataba e Ichigo puede oír a sus espaldas como Orihime le grita que no corra descalzo porque es peligroso. El niño abre la puerta y sonríe de par en par.

—¿Quién es…? —Ichigo se acerca y observa como Rukia y su hija aguardan fuera.

Es la primera vez que ve a la niña con otras ropas que no sean las de shinigami y juraría que lo que lleva puesto era uno de los vestidos de Yuzu que acabó robando Rukia; pero lo que realmente le llama la atención es su madre.

Se ha cortado el pelo. Tres centímetros por encima de los hombros, tal y como cuando Ichigo era aún un adolescente estúpido con aspiraciones a salvar el mundo. Tres centímetros que hacen que su rostro sea más aniñado y le recuerde una vez más a la chica que vivió en su armario durante meses.

Tres centímetros.

—Renji está ocupado en la Sociedad de Almas —dice Rukia mientras los niños se saludan—. He pensado que a Ichika le vendría bien conocer Karakura y tú has vivido mucho más tiempo aquí que yo.

Es una petición silenciosa a acompañarlas. Ichigo no está seguro de cómo responder. Sabe que diga lo que diga, se arrepentirá más tarde, pero son solo Rukia y su hija pidiéndole que les enseñe la ciudad, no hay nada de malo en ello y tampoco es que tenga mucho más que hacer.

—¿Podemos, papá? —Kazui se lo pregunta de la misma manera que le había pedido mil y una veces tener un perro, y la comparación es cuanto menos graciosa.

Ichigo duda y Rukia lo nota, pero antes de que ella pueda decir algo, Ichigo dice:

—Claro.

Sabe que se va a arrepentir. Lo sabe, pero acepta.


Si he decidido hacer que Ichika sea adoptada no es porque me moleste la idea de Renji y Rukia teniendo un hijo, sino porque pienso que en la Sociedad de Almas es mucho más lógica la idea de adoptar que la de tener un hijo, y me parece muy interesante el tipo de relación que puedan llegar a tener.

¡Muchas gracias por leer! Tanto si te ha gustado como si no, estaré encantada de responder a tu comentario.